Finalizados ya el triduo y la función solemne en su honor, la imagen de María Santísima del Rosario de Santa Catalina permanece hasta el lunes expuesta a la veneración de los fieles en la capilla en la que recibe culto todo el año, en la nave del Evangelio.
La Virgen atribuida a Francisco Antonio Gijón se encuentra sobre la peana procesional de la Virgen del Carmen, sobrevestida con un manto rojo de brocado y una toca de tul en la que hay varios broches, así como en el pecherín. Tanto la Virgen del Rosario como el Niño lucen los enseres de orfebrería dorada de sus salidas procesionales, tales como las coronas, la ráfaga, el cetro, un rosario (el Niño sujeta otro de cuentas blancas) y los pendientes, además de una media luna plateada.
Flanquean a la Virgen del Rosario de Santa Catalina dos macetas colocadas en jarrones y sobre sendas columnas de madera dorada de fuste acanalado y capitel corintio. Detrás, el retablo está presidido por la imagen de Santo Domingo de Guzmán que posee la corporación, y a la derecha se sitúa el cartel anunciador de los cultos de este año, pintado por Rafael López Tello.
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