A modo de rápido repaso al surrealismo vivido en torno a este asunto, habría que apuntar que el año pasado se anunció a bombo y platillo la realización de un conteo de los cortejos de cada cofradía con la intención de dedicar un año entero a adaptar los tiempos de paso a la realidad, añadiendo o quitando minutos aquí y allá, de cara a la Semana Santa de 2015.
En la Madrugá se vio que, obviamente, las modificaciones en la distribución de los tiempos de paso debería llevar consigo también modificaciones de itinerarios. Ha pasado un año y, a una semana del Viernes de Dolores, el Consejo anuncia que, ante la negativa del Cecop a aceptar un programa para la Madrugá de auténtica ficción, volvemos a 2014.
Las cofradías tendrán el mismo tiempo de paso por Carrera Oficial que el año pasado, la Macarena irá por Cuna, el Gran Poder por el Arenal y el Silencio por Javier Lasso de la Vega.
Pero decía antes que este año la cosa será peor que entonces. Primero, porque las hermandades van a tener más nazarenos y el mismo tiempo de paso, con lo que, lógicamente, habrá retrasos que afectarán, como siempre, a los Gitanos. Hubo esos retrasos en 2014 pese al enorme esfuerzo de casi todas las cofradías. Recordemos a los nazarenos de la Macarena corriendo y entrando en masa en la Campana.
La Macarena ya dijo entonces que no repetiría ese nivel de esfuerzo nunca más, por lo que, teóricamente, los retrasos este año serán más graves. Pero es que no es cierto que los itinerarios vayan a ser los mismos que en 2014, ya que la Esperanza de Triana y el Calvario llegaron a un acuerdo que, incomprensiblemente, se va a mantener, por el cual el Calvario irá por Rioja y Velázquez, y la Esperanza de Triana por Murillo y O'Donnell, por lo que la hermandad trianera tendrá menos espacio para comprimirse y dejar paso al Gran Poder en el cruce de Zaragoza a Gravina. Más retrasos, por tanto.
Así las cosas, insisto en lo de la pereza, la Madrugá de 2015 se antoja tan incierta o más que en los últimos años, con cruces imposibles, obsesiones de determinadas hermandades por calles irrenunciables y horarios ficticios que no se pueden o quieren cumplir.
¿De qué ha servido el conteo de 2014? De nada. ¿Las múltiples reuniones? De nada. ¿La dimisión del delegado? De nada. ¿Que el propio presidente del Consejo haya tomado las riendas? De nada. ¿El sutil toque de atención del arzobispo indicando que elegir a un nuevo Papa es infinitamente más sencillo que organizar la Madrugá? De nada.
¿Quién ha ganado? La cerrazón, la obsesión, el egoísmo, la falta de caridad... ¿Quién ha perdido? El sentido común, la Semana Santa y la imagen de la ciudad y de sus cofrades. Pero vamos, nada nuevo bajo el sol y la luna de Nisán. Lo que se viene repitiendo año tras año.
Lo apuntaba este miércoles en el artículo "El ridículo miedo al cambio" (ver aquí). Visto lo visto, lo mejor que puede pasar es que los horarios e itinerarios de la Madrugá los diseñe y los imponga el Cecop. Las hermandades y el Consejo ya han demostrado sobradamente no tener la madurez, la inteligencia y la generosidad suficientes para organizar la Semana Santa. Saben cómo hacerlo, pero no les da la gana. La autoridad debería tomar ahora la palabra.
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