El Cristo que gubiara Luis Ortega Bru, cuyos restos descansan durante todo el año a sus pies, estaba entre jarras con rosas rojas y rodeado por blandones dorados de diferente tamaño con cera azul, el color de los cirios de los nazarenos de la hermandad.
El sencillo montaje de este besapié, para el que el Cristo estaba elevado sobre una estructura cubierta con terciopelo oscuro y, a su vez, sobre otra que sigue la forma de la imagen con una sábana blanca y un cojín negro con galones dorados bajo la cabeza, se completaba con la presencia del estandarte corporativo a la izquierda y la cruz parroquial y ciriales a la derecha.
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