lunes, 29 de noviembre de 2010

PRADO Y PRESENTACIÓN


La lluvia impidió este sábado la salida de la hermandad filial de la patrona de Higuera de la Sierra, la Virgen del Prado. La pequeña imagen, realizada en 1950 por el higuereño Sebastián Santos Rojas, tuvo que conformarse con una breve chicotá en el interior del templo del Salvador para ser trasladada desde el lugar en el que se encontraba, delante del altar mayor, hasta la cabecera de la nave del Evangelio, a la espera del desmontaje del paso.


Afortunadamente, la meteorología no evitó uno de los actos más tradicionales del mes de noviembre, como es el besamanos de la Virgen de la Presentación de la Hermandad del Calvario, que se presentó el domingo a los devotos vestida con su manto y corona de salida.

domingo, 28 de noviembre de 2010

LA CERA VIRTUAL



Como buen rancio que soy (¿a qué negarlo?), la llegada, en mi tierna infancia, de los lampadarios eléctricos, ésos con velas de pega cuyas llamas son bombillas que se encienden con el mismo sistema con el que se pone en marcha una máquina tragaperras, me chirrió sobremanera. ¿Ya ni las velas podían ser velas? Un poco de cera, un pabilito, unas cerillitas al lado o bien otra vela con la que ejercías de "tío de la caña" al tiempo que realizabas tu petición... ¿Cómo podía alguien sustituir tan artesanal proceso iluminador por una fría máquina con bombillas? El progreso, decían... Y yo, claro, me eché a temblar. ¿Veré algún día un paso de palio iluminado con velas de atrezzo? Afortunadamente, de momento, nada de nada.
En cualquier caso, siguiendo con el tema, ya os podéis imaginar la sensación que me ha producido la evolución digital de los lampadarios tragaperras, convertidos ahora, por obra y gracia de la tecnología, internet y los SMS en 'ciberlampadarios'. Así es: ahora las velas ya no son ni siquiera bombillitas. No, ahora son virtuales, que es algo que se lleva mucho.
De momento, han caído en la novedad hermandades como la Macarena, los Gitanos, la Esperanza de Triana y el Rocío de la Macarena, además de otrás de fuera de Sevilla, como el Cristo de la Expiración de Jerez de la Frontera o el Nazareno de Huelva. Pero estos 'ciberlampadarios' también los podemos encontrar hasta en la catedral de Santiago de Compostela o en Barcelona.
Parece un juego de la tele. Envía un SMS al 25000 con el texto 'mivela' seguido del código de la hermandad o imagen a la que quieras encender una vela y automáticamente, en la pantallita de ordenador en la que se han convertido ahora los lampadarios, se verá una virtual velita con su 'ciberllamita' moviéndose al 'ciberviento'. ¿Que el devoto de la imagen en cuestión no quiere mandar un mensajito? Pues tiene también a su disposición un 905 para hacer la misma operación, además de contar con la web mivela.com, desde la que podrá observar cómo anda de 'cibervelitas' cada altar. El "no va más".
Y mientras tanto, el Ayuntamiento de Huelva estudia cobrarle a las cofradías por la limpieza de los restos de cera que dejan las procesiones que se celebran fuera de la Semana Santa. ¿Pasará lo mismo en Sevilla? No corren buenos tiempos para las anticuadas y poco higiénicas velas...

MAGDALENA PENITENTE


Estos días se puede ver en el templo de la Hermandad de los Gitanos la imagen de María Magdalena que ha realizado el imaginero Darío Fernández Parra para presidir el altar mayor de la parroquia de la Magdalena de Titulcia (Madrid). Sin duda, es una imagen que no deja indiferente por su expresividad y los innumerables detalles que presenta.
Aunque, eso sí, lo que más llama la atención es lo generoso que ha sido el artista al mostrar la anatomía de la santa, de la que se puede ver perfectamente uno de sus pechos. Ayer, contemplando la imagen, comentaba un hombre: "¿Y esto lo va a permitir el cardenal Rouco?". Veremos.

sábado, 27 de noviembre de 2010

SENTIDO COMÚN


Confieso que recelaba bastante del nuevo arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo. No sé. No me daba confianza su carácter en apariencia tan seco, sobrio, incluso estirado. No jugaba a su favor el hecho de sustituir a alguien tan querido como el cardenal Amigo, quien, pese a haber llegado al límite de los 75 años, podría haber seguido desempeñando su cargo unos cuantos más. Ni tampoco resultó muy acertada aquella anécdota de la ya famosa estampita de la Macarena.
Pero después de un año largo como arzobispo, retirado ya el 'apellido' de auxiliar, tengo que decir que mi impresión sobre Asenjo va cambiando conforme pasan los meses y vamos conociéndole mejor. La última entrevista que ha concedido a un medio de comunicación, en concreto, a El Llamador de Canal Sur Radio, nos dejó algunas respuestas llenas de sentido común y, sobre todo, de una sinceridad y una claridad de argumentos que anula cualquier intento de arbitraria interpretación. Las palabras de Asenjo no se interpretan; sencillamente se escuchan y se comprenden, aunque uno después pueda mostrarse de acuerdo o no.
Es incontestable su razonamiento al afirmar sentirse "escandalizado" por el "escándalo" que han provocado algunas de sus equivocaciones relacionadas con las advocaciones de las imágenes titulares de nuestras cofradías. Al fin y al cabo, nadie puede esperar que un recién llegado a la archidiócesis sea capaz de saberse de memoria los nombres de cada titular de los cientos de cofradías de Sevilla y pueblos, como si no hubiera nada más de qué ocuparse en el Palacio Arzobispal. Sevillanos hay de pura cepa que, mientras esperan la llegaba de algún paso en la calle, afirman con total convencimiento, en conversación con sus acompañantes, auténticos errores de bulto que no pasan desapercibidos para los capillitas jartibles que los escuchan.
Incontestable es también su planteamiento sobre las mujeres nazarenas. Si una hermandad admite a personas de ambos sexos como miembros de la misma, no puede negarle a uno de ellos ninguno de los derechos a los que da acceso la pertenencia a la cofradía. Por cierto, cuando se le indica que son tres las que no admiten nazarenas (Quinta Angustia, Silencio y Santo Entierro), rápidamente reacciona: "No son tres; son cuatro. Hay otra en Dos Hermanas". Por cierto, manda madre que haya nazarenas de Dos Hermanas que no puedan ser nazarenas de cofradía...
E incontestable, también, su argumentación sobre la situación de la Hermandad de la Resurrección. Frente a tibios y enigmáticos planteamientos anteriores para defender una opción sin que parezca que se desautoriza a quien defiende la otra, Asenjo se refiere claramente a la cofradía de Santa Marina como hermandad de gloria y le regala quizá las palabras más bonitas que en los últimos tiempos se hayan dicho sobre esta corporación: "Tiene la misión preciosísima de proclamar a toda Sevilla la Resurrección del Señor". Y eso es algo que, obviamente, sólo puede tener su sitio en la jornada del Domingo de Resurrección, lo que desactiva por unos cuantos años las polémicas estériles acerca del Sábado Santo. Eso sí, sobre si la hermandad debe seguir haciendo estación a la Catedral y sus hermanos pueden vestir la túnica de nazareno no se pronuncia. Ésas son cuestiones menores, cuestiones de estilo. Lo importante es que estos cofrades sean conscientes del alcance que tiene el misterio al que dan culto, que por algo está en la base de la fe cristiana.

domingo, 21 de noviembre de 2010

ANTONIO J. DUBÉ DE LUQUE: "EN LA IMAGINERÍA RELIGIOSA NO CABEN LOS VANGUARDISMOS"


Recientemente ha visto partir de su taller una nueva imagen religiosa, llamada a promover la devoción, esta vez, del pueblo cofrade ciudadrealeño. Antonio J. Dubé de Luque, imaginero que acaba de terminar una dolorosa advocada María Santísima de la Salud para la Hermandad del Prendimiento de la capital manchega, reconoce que sigue sintiendo un vacío enorme siempre que una representación de Jesucristo o de la Madre de Dios sale de su casa después de tantas horas de íntimo diálogo mientras daba forma a la madera.

—¿Cómo describiría a la Virgen de la Salud?

—Es una Virgen dolorosa; no es un dolor muy acentuado pero sí un dolor dramático. Es, como decimos en Sevilla, una Virgen de mucho caché; es decir, de categoría, con una policromía más bien sonrosada o pálida. Lleva siete lágrimas, una por cada dolor de la Virgen y, sin tener crispación en la cara, sí tiene dolor. La boca la tiene entreabierta, los dientes tallados y tiene la lengua tallada también dentro de la boca. En fin, es una Virgen que no es una niña bonita, es una dolorosa bonita, pero una dolorosa. Y sobre todo lo que tiene es unción religiosa.
—Después de tantos años dedicado a la imaginería, ¿siente todavía nervios al pensar en cómo será acogida la imagen?
—Siempre cuando un escultor presenta una imagen es como un escritor cuando presenta una obra de teatro o una novela, que siempre tiene los nervios de cómo la acogerá el público. Pero a la hermandad, desde luego, le ha gustado mucho y yo creo que el pueblo cofrade de Ciudad Real la va a acoger bastante bien.
—¿Se ha basado en alguna imagen en especial de su trayectoria para hacer a la Virgen de la Salud o ha tirado simplemente de su inspiración?
—No, yo he tirado de mi inspiración para hacerla. Lo que sucede es que en los escultores existe siempre un rasgo estilístico, que es el que define siempre la autoría de la imagen. De hecho, hay atribuciones a grandes imagineros del siglo XVII o XVIII precisamente por los rasgos estilísticos que se detectan en su producción, aunque no haya documentos que lo atestigüen. Pero vamos, rasgos estilísticos se tienen que ver en toda mi obra. Si no se diera, entonces la imagen tendría un eclecticismo artístico. Siempre el imaginero, aunque sea involuntariamente, le pone sus rasgos.
—¿Le dio la Hermandad del Prendimiento alguna indicación en este sentido?
—No, no. Me dio libertad total.
—¿Qué escultores fueron sus modelos cuando comenzó en el mundo de la imaginería?
—Yo me remití a los grandes escultores del siglo XVII. Estudiaba no solamente a los escultores imagineros, sino a los de escultura civil. También me fijé en los grandes escultores del Renacimiento italiano. Hay que estudiar mucho para interpretar una escultura. Hay que estar muy formado e informado de todo lo que conlleva realizar una figura, y más una figura religiosa, que va destinada a mover la devoción del pueblo.


—Probablemente el aspecto más conocido de su labor sea la realización de imágenes de dolorosas, aunque no son pocas las imágenes de Cristo que también ha llevado a cabo.
—Sí, están igualadas. Las imágenes de Cristo y de Virgen que tengo hechas están igualadas.
—¿Se enfrenta de forma diferente a la madera? ¿Qué quiere transmitir en cada caso?
—Cuando se enfrenta uno a la materia, a la madera, empieza uno a dialogar mentalmente con ella; no con lo que está haciendo, con la materia en sí, sino con lo que está representando. Entonces, si se está representando una imagen religiosa, lógicamente esa manera de dialogar mentalmente con ella es una especie de oración que se tiene. Y se le va infundiendo vida a la imagen. Se le está transmitiendo unos sentimientos, unas sensaciones y unas vivencias a cada imagen, de forma que lleva retazos de la vida del escultor. Por lo tanto, son vivencias íntimas que tiene uno que las va reflejando en la madera.
—¿Qué siente cuando ve salir de su taller una imagen a la que ha pasado un tiempo dándole vida, que es para fuera de Sevilla y que sabe que no la va a poder ver a menudo?
—Siempre deja un vacío. Pero yo en este caso estoy contento porque va a Ciudad Real, donde no tenía ninguna obra. En la provincia sí tengo hecho algún que otro trabajo, pero en la capital no. Podríamos decir que es mi carta de presentación, aunque me pilla ya un poco mayor. Pero, claro, la imagen siempre deja ese vacío; aunque es por poco tiempo porque inmediatamente la reemplazo con otra figura que estoy haciendo.
—¿Está todo inventado en la imaginería o aún hay espacio para la innovación?
—La imaginería tradicional es la que el pueblo demanda; por eso, en la imaginería religiosa no caben los vanguardismos, porque no le atraen al pueblo. Y si una imagen no atrae al pueblo, no cumple la función catequética a la que está destinada, que es promover la devoción del pueblo. Dentro de lo que es la interpretación tradicional de la imaginería religiosa, se puede siempre innovar algo. Pero yo digo que los vanguardismos están reñidos con la devoción del pueblo. Para mover masas, que es lo que sucede con las cofradías por las calles, para mover las miles personas que mueven, el pueblo demanda esa tipología de imagen. Todos los tímidos intentos que se han hecho en algunos lugares de hacer un vanguardismo para imaginería procesional religiosa han fracasado.


—¿Cómo ve el nivel de la imaginería actual?
—Como esto es un ‘boom’ que se ha producido a finales del siglo XX y principios del XXI, hay de todo, igual que en los siglos XVII y XVIII. A nosotros nos han llegado los grandes escultores de esos siglos porque el tiempo es una criba que va dejando lo mejor de cada momento de la escultura religiosa. Había montones de escultores del siglo XVII y XVIII que han pasado al anonimato total porque a lo mejor no han tenido fuerza sus imágenes o no se han abierto paso o ha habido otras circunstancias. Pero generalmente siempre ha sido por la categoría artística de las imágenes. Ahora se está repitiendo la historia. Los hay buenos, los hay menos buenos y los hay regulares. Eso es como todo, como en todas las profesiones.
—Pero sí hay alguna gran imagen de la época dorada de la imaginería que aún no tiene clara su paternidad artística. Sin ir más lejos, la Esperanza Macarena. ¿Tiene alguna teoría al respecto?
—Yo tengo la teoría de que la Macarena es de dos manos, de dos autores. En los grabados antiguos de cuando la hermandad estaba en el convento de San Basilio, la Virgen aparece con la cabeza inclinada y mirando hacia arriba. Después fue modificada y ya en el siglo XVIII aparece con la cabeza derecha. En el momento en que una imagen se toca, pierde sus rasgos primitivos y los rasgos estilísticos de su autor.
—Usted es un artista integral. Empezó con la pintura, se pasó a la imaginería y también ha diseñado pasos y bordados. ¿Ayuda ese conocimiento de diferentes artes a la hora de realizar cada obra?
—Sí que ayuda. Ayuda bastante porque primero lo que hace uno cuando va a crear una obra es pensarla y verla terminada en la mente. Entonces, yo, por mi condición también de diseñador de pasos, no solamente ya veo terminada la imagen en la mente, sino que la veo en un determinado paso, independientemente de lo que luego la hermandad haga, el paso que le confeccione y que elija para hacer su estación de penitencia.
—¿Suele dar alguna indicación cuando entrega una imagen sobre cómo vestirla o qué tipo de paso hacer?
—Cuando la hermandad me lo pregunta sí.
—¿Si no, no?
—Si no, no. Hay hermandades que tienen sus propios diseñadores y yo no me voy a meter en el terreno de nadie.
—¿Y alguna vez ha visto alguna que diga: “No me convence demasiado”?
—Generalmente, las hermandades a las que yo les hago las imágenes después me consultan el tipo de paso e incluso les he hecho los proyectos de los pasos. Tengo hechos proyectos por toda Andalucía e incluso en Castilla-La Mancha; en Cuenca tengo un proyecto de las andas del misterio del Bautismo. En Málaga, por ejemplo, que son los tronos muy distintos a lo que son los pasos sevillanos, tengo dibujados tres o cuatro tronos; me he tenido que sustraer del estilo sevillano y meterme en el ámbito malagueño para crear un trono acorde con mi imagen. Eso es lo que suelo hacer con las hermandades.
—Pero si ve algo que no le gusta no suele decir nada.
—Bueno, si veo algo que no me gusta, como yo suelo mantener una amistad con todas las hermandades, les suelo orientar, porque después yo veo mis imágenes a través de internet, a través de videos. Hablo con ellos y les digo “esto no me parece bien”, “tened cuidado con esto o con lo otro”... Pero repito que si la hermandad tiene su propio diseñador no me quiero yo meter, como se suele decir, en camisa de once varas.
—De todas las imágenes que ha realizado hasta ahora, ¿tiene alguna predilección?
—Las imágenes son como los hijos. Todas tienen algo por las que quererlas. Todas. Y como son hijos míos, hijos artísticos, no puedo decidir cuál es mejor, cuál es peor, cuál me gusta más, cuál me gusta menos, a cuál quiero más o a cuál quiero menos. Todas son obras mías y a todas les tengo un especial cariño.
—A lo largo de su carrera también ha remodelado imágenes como la Virgen de los Ángeles de Los Negritos, la Virgen de la Candelaria o la Virgen de la Soledad de su Hermandad de los Servitas, que tienen un innegable toque Dubé de Luque. ¿Cuál es su postura en el eterno debate entre remodelar y restaurar?
—Una cosa es la restauración y otra cosa es la remodelación. Yo he hecho restauraciones en Sevilla a las que no se les ha dado publicidad, las imágenes pasan en Semana Santa por las calles y la gente ni se ha dado cuenta de que se han restaurado porque he sido tremendamente respetuoso con la obra porque la hermandad me lo ha pedido así. Pero hay hermandades que no, que me han pedido la remodelación. En cuanto a la Soledad de Los Servitas, fue una total transformación; es decir, aprovechar la madera que había y hacer una Virgen nueva. Y después ya le hice las manos, le hice el cuerpo, le hice los brazos, le hice el candelero... Ya no queda nada de la imagen aquella; nada más que la madera interior de la cabeza.


—Muchos críticos, sobre este tema, ponen el grito en el cielo ante muchas restauraciones en las que consideran que se ha modificado la talla original. Usted, por tanto, tiene clara la diferencia entre restaurar y remodelar, dependiendo de lo que pida la hermandad en cada caso.
—Eso es lo que pide la hermandad en cada caso. Hay veces que me he negado a remodelar porque se trataba de una imagen o una talla magnífica, pero a lo mejor al vestidor de turno no le gustaba que la Virgen tuviera una expresión o tuviera determinado tipo de nariz y estaba dando la lata en la hermandad. Al final me han echado cuenta y he dicho que no, que lo que hay que hacer es restaurar y no remodelar porque es una imagen de factura magnífica y no voy a tocarla. Ante eso, prefiero no coger el trabajo siquiera.

domingo, 14 de noviembre de 2010

LA SOLEDAD DE NOVIEMBRE


Einstein no era cofrade. Al menos, que se sepa. Y, sin embargo, el sabio entre los sabios dio con una máxima que para los que sí lo somos no puede tener mayor sentido. El tiempo es relativo, dijo. ¿O no es verdad que, de algún modo, hoy termina un año, un ciclo, una forma de contar la vida? ¿O también que otro año, medido de diferente manera, empieza a morir cuando los nazarenos blancos del Porvenir toman las calles e iluminan el parque? ¿No es cierto que por San Lorenzo, bien temprano, en enero, se abre una nueva Cuaresma? ¿O que una Madrugá no acaba hasta que el sol en todo lo alto no se despide de la Esperanza entre las columnas del antiguo teatro de San Fernando? ¿O que a las tres de la mañana sigue siendo lunes, pese a ser ya martes, si la Virgen de la Salud sigue recorriendo las calles que la conducen a San Gonzalo? Va a ser que sí, que el tiempo es maleable para un cofrade.
Ya lo he dicho. Hoy termina un año, un ciclo, una forma de contar la vida. Esta noche, cuando la Virgen del Amparo cruce de nuevo el dintel de la puerta que sólo Ella franquea y vuelva a su casa, a la Magdalena, completaremos un nuevo anillo en el tronco de nuestra alma de incienso y de cirio. La Virgen del Amparo, la del corazón alado, la del Niño que juega con su rosario, la que desde la reja de su capilla te dice que te vería con buenos ojos en su hermandad, sale hoy a las calles como la Soledad de San Lorenzo lo hace cada Sábado Santo para poner un punto, siempre seguido, a un calendario que encadena emociones y vivencias de un eterno retorno en el que todo cambia, para que todo permanezca.
La Soledad cierra la penitencia, como la Virgen del Amparo echa el pestillo a las glorias. Y sí, es cierto que al tiempo penitencial de la Soledad le sobrevive por unas horas el de la Esperanza Trinitaria, para poner después la guinda los hermanos de Santa Marina; y sí, es cierto que al tiempo glorioso del Amparo le sobrevivirá el de la Virgen del Prado y la guinda rociera, ambas desde el Salvador. Pero Sevilla tiene sus claves, las que sólo entiende ella. Y por eso hoy, mediado noviembre, podemos afirmar que hemos cumplido el rito un año más.
Decía Paco Robles que cuanto mayor se es, menos triste se pone uno cuando ve a la Soledad, porque eso significa que se ha vivido una nueva Semana Santa, lo que siempre es motivo de alegría; y que, nos pongamos como nos pongamos, para que el próximo año llegue un nuevo Domingo de Ramos, es imprescindible contemplar antes a la dolorosa de San Lorenzo. Algo parecido ocurre con la Virgen del Amparo. Si queremos que el ciclo comience de nuevo en mayo por San Isidoro y San Bartolomé, antes habrá que detenerse en esa Virgen que apacigua terremotos, la que nos ve con buenos ojos junto a su reja.