miércoles, 31 de enero de 2018

MARÍA SANTÍSIMA DEL REFUGIO, EN BESAMANOS EN SAN BERNARDO


Este fin de semana se celebraba en la Parroquia de San Bernardo el besamanos a María Santísima del Refugio, que fue ubicada por este motivo en el amplio presbiterio alto del templo, sobre la peana de besamanos de plata de la hermandad.
La dolorosa de Sebastián Santos vestía su manto procesional y una saya de tisú con bordados en oro de la que pendía un fajín militar de color rojo con tres entorchados y borlones dorados. Sobre la cabeza tenía su corona de salida, mientras que en el pecherín llevaba varios broches, entre ellos uno con el escudo de la hermandad, así como una cruz pectoral. De la cotilla pendían algunas medallas, como una del Gran Poder y otra de la Virgen del Rocío, mientras que en cada mano sujetaba un rosario, siendo la derecha la que daba a besar.
El altar del besamanos contaba en la parte delantera con dos blandones dorados con cera blanca a cada lado y dos jarras del paso de palio con rosas, lilium, claveles, paniculata y antirrhinum, todo ello de color blanco. Cada jarra estaba elevada sobre sendos pies de madera dorada y policromada de base cuadrada. Otras dos jarras sobre pies de menor altura estaban detrás de la Virgen del Refugio, flanqueando el manto.
Al fondo, con el retablo mayor cubierto por un cortinaje de terciopelo rojo, estaba el dosel de cultos de la hermandad y ante él un trono de reina entre delgadas columnas doradas de fuste estriado que sujetaban sendos candelabros con siete velas blancas cada uno, realizados en metal plateado en el siglo XIX.
Por último, a cada lado del dosel había una mesa con seis pequeños candeleros y dos de los faroles realizados en 2014 por Orfebrería Ramos, que escoltaban el ostensorio de plata sobredorada y brillantes del siglo XVIII en la mesa izquierda, y la talla de la Inmaculada Concepción que figura en el primer cuerpo de la Custodia Sacramental de la hermandad en la derecha.






























EL CARTEL DEL VÍA CRUCIS DE LAS COFRADÍAS DE JEREZ, CON CRISTO REY


El pasado fin de semana se presentó oficialmente el cartel anunciador del Vía Crucis de las Cofradías de Jerez, que este año preside la imagen de Cristo Rey en su Entrada Triunfal en Jerusalén. Se trata de la segunda versión que se ha hecho del cartel después de que la primera fuera filtrada días antes de su presentación, aunque la versión definitiva, como la anterior, parte de una fotografía de Daniel Ramírez Gómez.
En este caso, vemos a la imagen que talló en 1950 Tomás Chaveli para la Hermandad de la Estrella en el lado derecho del cartel, dejando ver su perfil izquierdo. En ella, Cristo Rey viste como habitualmente lo hace en la estación de penitencia de cada Domingo de Ramos, con túnica blanca y manto rojo, ambos bordados en oro.
En la rotulación del cartel vemos en la parte superior, con letras doradas, "Vía Crucis", rótulo que sigue en color blanco y menor tamaño con "penitencial de las Hermandades de Jerez". Y más abajo, podemos leer: "19 de febrero de 2018. S. I. Catedral 20.00 horas. Cristo Rey en su Entrada Triunfal en Jerusalén". Finalmente, en la parte inferior aparece el escudo de la Unión de Hermandades de Jerez, mientras que el nombre del fotógrafo se sitúa en el margen derecho, en vertical.

martes, 30 de enero de 2018

VÍA CRUCIS Y BESAPIÉ AL SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE DE LA HINIESTA


Tras el quinario en su honor, la Hermandad de la Hiniesta celebró este fin de semana los últimos cultos anuales al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, como el vía crucis por las calles que tuvo lugar la noche del sábado.
Minutos antes de las ocho de la tarde, tras la celebración de la misa, comenzó a salir de la Parroquia de San Julián el cortejo de este vía crucis, que ha recuperado este año su itinerario tradicional tras aprobar el Arzobispado la modificación de la regla en la que se especifica que el crucificado ha de visitar el Convento de Santa Paula, el de las Siervas de María, el de Santa Isabel, la Capilla de los Dolores, la Parroquia de San Marcos y el Convento de San Cayetano.
La cruz de guía abría el cortejo del vía crucis, seguida por un buen número de parejas de hermanos con cirios y el estandarte corporativo. Antes de las andas con el crucificado iban los acólitos con cruz alzada y cuatro ciriales.
Tras salir de San Julián, el Cristo de la Buena Muerte, cuyas andas guiaba el capataz Rafael Ariza, giró a la izquierda hacia Duque Cornejo, la Plaza de Moravia y Pasaje Mallol, en dirección al Convento de Santa Paula, primera de las visitas del vía crucis.




















Al día siguiente, además de la función solemne, tuvo lugar el besapié, con el Cristo de la Buena Muerte colocado en posición vertical en el presbiterio alto de la parroquia y con claveles rojos, lirios morados y rosas rojas en la base de la cruz. Flanqueando al crucificado, que lucía las potencias de salida de Hijo de Juan Fernández, había dos jarras del paso de palio de la Virgen de la Hiniesta situadas sobre sendas columnas de base cuadrada con decoración pictórica.
Detrás, estaba montado el altar de quinario, con una columna de madera dorada con decoración salomónica y una jarras plateada en el lugar donde días atrás se encontraba el Cristo. Ante el dosel de cultos se desplegaba una gran cantidad de candeleros con cera color tiniebla, así como más jarras con las mismas flores antes descritas y otras más pequeñas con claveles blancos. Y en el centro, cobijada en un manifestador de madera dorada, se encontraba una imagen en plata de la Inmaculada Concepción.
Entre el Cristo de la Buena Muerte y el altar veíamos los dos faroles de acompañamiento de la cruz de guía de la hermandad y cuatro de los guardabrisones de su paso procesional. Por otra parte, en los laterales se colocaron pequeños doseles con los remates delantero y trasero del canasto del mismo paso, con ángeles junto a pequeños relicarios, además de varios candeleros de pequeño tamaño escoltando a los antiguos paños de bocina bordados sobre terciopelo morado en 1885. En la parte inferior estaban los actuales paños de bocina de Carrasquilla, pertenecientes al cortejo del paso del crucificado.


























Durante los cultos al Cristo de la Buena Muerte, la imagen de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa ha estado en un altar provisional en el lugar que ocupa habitualmente el crucificado, entre claveles blancos y seis candeleros.