miércoles, 30 de mayo de 2018

SEVILLA HONRA A SAN FERNANDO CON LA APERTURA DE LA URNA EN SU FESTIVIDAD


El cuerpo de San Fernando ha permanecido expuesto a la veneración de los devotos este miércoles 30 de mayo, día de su festividad, de ocho y media a diez y media de la mañana. Por momentos se ha formado una larga cola para acceder a la Capilla Real por la pequeña puerta situada junto a la Puerta de Campanillas de la Catedral.
La urna de plata que contiene los restos del rey santo, restaurada el año pasado por Fernando Marmolejo, ha estado abierta y ha sido escoltada por miembros del Regimiento de Guerra Electrónica número 32, cuyo banderín estaba en el lado derecho del altar, junto a la réplica del Pendón de Castilla que el rey hizo desplegar por una de las caras de la Giralda al entrar en Sevilla.
En este día conviene recordar algunos datos sobre Fernando III el Santo, rey de Castilla entre los años 1217 y 1252, y de León desde 1230. Hijo de Alfonso IX y de Doña Berenguela, nació en una aldea situada entre Zamora y Salamanca en 1198, aunque hay teorías alternativas que retrasan su nacimiento hasta 1201, e incluso algunos afirman que vino al mundo en el Castillo de Doña Berenguela de Bolaños de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real. Estuvo casado con Beatriz de Suabia, con quien tuvo diez hijos, entre los que estaba su sucesor, Alfonso X el Sabio, reconquistador de otras ciudades, como Jerez de la Frontera, y fundador de Ciudad Real. Tras quedar viudo, se casó con Juana de Danmartín y tuvo cinco hijos más.
La fase de la Reconquista protagonizada por el rey santo se centró fundamentalmente en Andalucía. Así, entre 1225 y 1227 se haría con las localidades jiennenses de Andújar, Martos y Baeza, para más tarde, en 1231, conquistar la complicada localidad de Cazorla. El siguiente paso fue devolver al mundo cristiano la ciudad de Córdoba en 1236. Unos años más tarde, el ejército real comandado por el infante Alfonso se desviaría para reconquistar Murcia, mientras que Fernando III seguía ocupado en Andalucía, donde en 1246 entraría en Jaén, y dos años más tarde llegaría a Sevilla, donde la batalla no consistió en un derramamiento de sangre.
Tras acampar un 20 de agosto de 1247, día de San Bernardo, en el actual barrio que hoy lleva precisamente el nombre de este santo, el rey dio la oportunidad a los musulmanes de abandonar la ciudad de forma pacífica. Como éstos se resistían, la segunda opción fue bloquear el paso de todo tipo de alimentos procedentes del Aljarafe, de forma que, ante la falta de comida, los musulmanes entregaron a San Fernando las llaves de la ciudad el 23 de noviembre de 1248.
Aunque las ciudades gaditanas de Medina Sidonia y Arcos de la Frontera fueron también reconquistadas posteriormente por San Fernando, éste quedó para siempre prendado de Sevilla, instaló su residencia en los Reales Alcázares y allí murió aquejado de hidropesía en 1252.
La leyenda atribuye al rey santo la llegada a Sevilla de la imagen de la Virgen de los Reyes, Patrona de la ciudad, a cuyos pies se encuentran sus restos en la urna de plata realizada por Juan Laureano de Pina en 1729 y regalada por Felipe V. Esta urna es abierta sólo cuatro días al año: el 14 de mayo, en el aniversario del traslado de sus restos a ella; hoy, día de su festividad; el 22 de agosto, día de la octava de la Virgen de los Reyes; y el 23 de noviembre, aniversario de la Reconquista de la capital hispalense por parte de este rey, que fue canonizado en 1671 por el papa Clemente X.


















EL SEÑOR DE LA CENA, DISPUESTO EN SAN ROMÁN PARA EL TRASLADO DE MAÑANA


El Señor de la Sagrada Cena espera ya en el paso su traslado mañana al Palacio Arzobispal con motivo de la festividad del Corpus Christi. Este año saldrá desde la Parroquia de San Román debido a las obras de restauración que se están llevando a cabo en la Iglesia de los Terceros desde el pasado mes de septiembre.
Aunque estos trabajos se planificaron de tal modo que permitieran la salida desde dicho templo tanto de la Cena como de la Exaltación en la pasada Semana Santa, ahora sí tendrá que salir desde San Román el Señor de la Cena, que irá como es costumbre sobre el paso del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia.
El Señor se encuentra vestido con túnica blanca de tisú y con el mantolín morado bordado en oro que figura sobre el monte junto al Cristo de la Humildad y Paciencia cada Domingo de Ramos. Lo que faltan son las flores que adornarán estas andas y que esta misma mañana han comenzado a ser colocadas.
Dos novedades tendrá el traslado del Señor de la Sagrada Cena para el Corpus: la primera será la hora de salida, ya que comenzará a las seis y cuarto de la mañana, quince minutos antes de lo habitual cuando sale de Los Terceros; y la segunda novedad será el itinerario, ya que no discurrirá por Francisco Carrión Mejías para salir a la Plaza de San Leandro, sino por Alhóndiga, sorteando así unas obras que está llevando a cabo el Ayuntamiento.
Se mantendrá como siempre el recorrido de vuelta, que se iniciará cuando haya entrado la procesión eucarística de la Catedral, en torno a las doce y cuarto del mediodía, aunque una vez en la calle Sol tendrá que pasar de largo por la Iglesia de los Terceros para llegar hasta San Román, donde entrará en torno a las tres y media de la tarde.





martes, 29 de mayo de 2018

LA PASTORA DE CAPUCHINOS, ARROPADA POR LA MULTITUD EN SU SALIDA


La Ronda Histórica vivió este domingo una de las salidas procesionales más esperadas del tiempo de Glorias, como es la de la Divina Pastora del Convento de Capuchinos, que se vio arropada por la multitud durante prácticamente todo su recorrido, a excepción de las últimas calles, ya que la entrada se retrasó en exceso para ser una noche de domingo.
Pero hasta ese momento, fueron muchísimos los devotos que estuvieron acompañando a la Pastora en una salida que comenzó a las siete de la tarde y que presentaba como novedad la presencia de la Agrupación Musical de la Sagrada Cena de Cádiz abriéndole paso al cortejo; una formación musical que gustó por la calidad de sus sones.
Detrás, dejando algo de distancia, iba el cortejo de la cofradía, encabezado por la cruz alzada entre faroles, a la que seguía un nutrido grupo de niños que han recibido la Primera Comunión este mismo año. Después iban las representaciones de la Divina Pastora de Sanlúcar de Barrameda, la de Triana y la de Cantillana, además de la Asociación de la Divina Pastora de Barquisimeto (Venezuela). Antes de la presidencia se situó el propio estandarte corporativo de la Pastora de Capuchinos y finalmente el cuerpo de acólitos.






El paso de la Pastora de Capuchinos, comandado por los hermanos Francisco Carlos y Rogelio Valdés Ruiz, abandonó el templo conventual y tras recorrer el atrio salió a la Ronda por el arco que luce el propio nombre de la devoción que Sevilla le ofreció al mundo.
En esta ocasión, tras estrenar un sombrero el año pasado (ver), la Divina Pastora ha salido con corona, además de su aro de estrellas. Vestía manto rojo, saya celeste y la habitual pelliza. Y también de rojo con pelliza estaba vestido el Niño Jesús que se sitúa en la delantera del paso de estilo rocalla de la corporación.
El exorno floral, como no podía ser de otra manera, lo componían un sinfín de flores de diversos colores y especies que iban a verse completadas a lo largo del recorrido con los pétalos que iban a caer desde los balcones, especialmente en la calle Antonio Machín.
Una vez en la Ronda, la Pastora de Capuchinos comenzó a recorrerla a los sones de "Madre Hiniesta", como guiño a la cercana cofradía del Domingo de Ramos. La Banda de Música de la Cruz Roja era la encargada de acompañar a la Pastora, que después siguió recorriendo unos cuantos metros más de la Ronda con la marcha "Virgen de las Aguas".


























Poco después, la Pastora abandonó la Ronda para tomar la Avenida de la Cruz Roja. En este giro, la banda interpretó "Burguillos te corona", dedicada a la Virgen del Rosario de dicha localidad. Ya en esta calle, el paso se volvió ligeramente hacia la puerta de la Residencia San Camilo, donde se rezó ante la Pastora y también se le dedicó algún viva.
Desde allí, el paso se marchó a los sones de "Encarnación de la Calzada", marcha a la que después seguiría la composición que Juan José Puntas dedicó a esta imagen, "Pastora de Capuchinos", mientras giraba hacia la calle Los Polancos.


























Después de pasar por calles como José María Izquierdo, Medalla Milagrosa, León XIII o Fray Isidoro de Sevilla, calle esta última por la que es inevitable pasar, dado que está dedicada al creador de la iconografía de la Divina Pastora, llegaba el momento álgido de la tarde, que poco a poco se convertía en noche: el discurrir por la calle Antonio Machín, que estaba perfectamente adornada para el paso de la Pastora con colgaduras, carteles anunciadores de la salida, pintado este año por Ricardo Gil, ramos de flores, reposteros y hasta varios altares instalados ante las fachadas de algunas casas.




Con el lanzamiento de cohetes se anunciaba desde un rato antes la llegaba a este punto de la ciudad de la Pastora de Capuchinos, que atravesó un artístico arco para entrar en la calle, en la que se pudo escuchar la marcha "Coronación".
Posteriormente, el paso se detuvo junto al número veintidós de la calle, donde varios vecinos le cantaron la Salve a la Pastora y le ofrecieron un ramo de flores. Después, el hermano que se encargaba de encender los candelabros del paso aprovechó la altura que le brindaba la escalera para gritar varios vivas a la Pastora, automáticamente respondidos por todos los que llenaban a rebosar esta parte de la calle.
Fue el turno entonces de la marcha "Encarnación Coronada", con la que la Pastora continuó avanzando por Antonio Machín. Más adelante, el paso fue detenido junto a una casa desde cuyo balcón el poeta y cantautor Enrique Casellas le cantó una sevillana a la Divina Pastora que fue muy aplaudida.
Pero la emoción no había hecho más que empezar porque, a continuación, la Pastora siguió su camino con "Pasan los campanilleros" y, desde lo más alto de los edificios a uno y otro lado de la calle, comenzó a caer una intensísima petalada que cubrió por completo el propio monte de flores del paso y llenó los guardabrisas de los candelabros. Parecía verdaderamente interminable la petalada, como también la chicotá que estaba dando el paso, ya que la Banda de la Cruz Roja encadenó tras "Pasan los campanilleros" la marcha "La Pastora de Sevilla", una nueva composición de Juan Manuel Velázquez estrenada en un concierto celebrado el pasado 18 de mayo en el Convento de Capuchinos. Más tarde, al cruzar León XIII sería el turno de "Macarena", de Abel Moreno.


















Pasada la calle Antonio Machín quedaba el regreso al Convento de Capuchinos por calles como Álvarez Chanca o Sánchez Perrier, donde la Banda de la Cruz Roja tocó "Hosanna in excelsis". Desde ahí, la Pastora salió a la Ronda por el tramo de Muñoz León rumbo a casa a los sones de "Corpus Christi".
A continuación, el capataz dedicó una levantá a la madre de un costalero que está atravesando un bache y el paso siguió completando su recorrido con la marcha "Virgen de los Reyes", a la que siguió después "Mi Amargura" ya con la Divina Pastora delante del arco de acceso al atrio del convento.





















Justo antes de atravesar el arco se produjo el último relevo de costaleros, por lo que el capataz quiso dedicar la siguiente levantá a "los que acaban de salir, que lo han bordado". Seguidamente, el paso accedió al atrio mientras la Banda de la Cruz Roja interpretaba la marcha "Puerta del Cielo", con la que llegó a situarse delante de la fachada de la propia iglesia conventual, donde esperaba el coro de la hermandad para cantarle a la Divina Pastora.
Quedaban minutos de esta salida procesional y la banda acompañó los últimos momentos con la marcha "Pastora" durante el giro de ciento ochenta grados del paso. Fue una vuelta lenta, de forma que a la banda le dio tiempo a comenzar su interpretación por segunda vez, aunque la interrumpió cuando el paso completó el giro y se paró.
Durante esta parada, un hermano subió a la parte trasera del paso para retirar el anclaje del granado situado tras la Pastora y que pudiera ser colocado en posición horizontal en el momento de la entrada. La última levantá antes de entrar tuvo también dedicatoria por parte del capataz: "Por las mujeres de nuestras vidas, por nuestras madres, nuestras hermanas"... Por ellas el paso se levantó a pulso y comenzó a acercarse a la puerta para proceder a la entrada, tras la cual la banda rubricó su participación en la procesión con el Himno de España.













Ya en el interior del templo, hubo una última levantá antes de que el paso se diera la vuelta y se quedara colocado a los pies de la nave central, mirando hacia el altar mayor. En este caso, el paso se levantó por tres personas fallecidas de la hermandad. Por ellas fue esta levantá y, tal y como dijo el capataz, todas las que se realizaron desde el mismo momento de la salida de la cofradía. Sonó el llamador, el paso se levantó y de manera espontánea los presentes dedicaron una larga, larguísima ovación en recuerdo de esas tres personas. No hubo palabras, sólo aplausos.
A la una menos cuarto de la madrugada, la Divina Pastora estaba ya en su casa, en la que fuera la casa de Fray Isidoro, aquel fraile que soñó con una Madre protectora del rebaño que es la humanidad. El coro de la hermandad puso con sus cantes la últimas notas de esta salida procesional propia de cada último domingo de mayo.