martes, 31 de octubre de 2023

LA SALIDA EXTRAORDINARIA, O NO TANTO, DE LA DOLOROSA DE CIUDAD JARDÍN


En algún medio de comunicación, con más mala baba que acierto y que conocimiento, criticaban días atrás la salida bajo palio de la Virgen del Rosario de la Hermandad de la Milagrosa para ponerle, decían, "un pin". Criticaban así los criterios, en ocasiones ciertamente incomprensibles, por los que desde el Arzobispado se aprueban unas salidas extraordinarias y se rechazan otras.
El pin al que aludía era la Granada de Oro, la máxima distinción que concede la Orden de San Juan de Dios, a la que está muy vinculada, por cercanía física, la Hermandad de la Milagrosa; una distinción que tiene también la Virgen de Consolación de la Hermandad de la Sed. Por eso, porque se le iba a imponer a la dolorosa de Ciudad Jardín esa insignia, salió en su paso de palio a recibirla.
Pero, ¿fue lo del sábado una salida extraordinaria? Pues sí y no; o no y sí. Como se quiera. La Virgen del Rosario salió a la calle para el rezo del rosario, como todos los años por estas fechas; fue llevada al Hospital de San Juan de Dios, como todos los años por estas fechas; hubo allí una misa ante la dolorosa, como todos los años por estas fechas; luego volvió a su templo acompañada por banda de música, como todos los años por estas fechas; y en su camino de vuelta no fue directa, sino que dio un rodeo por las calles de Ciudad Jardín, como todos los años por estas fechas.
¿Fue una salida extraordinaria? ¿Fue una salida que no se incluya en las reglas de la hermandad? Pues sí y no; o no y sí. La diferencia con lo que ocurre todos los años por estas fechas es que la salida se produjo un sábado por la tarde en lugar de un domingo por la mañana, y que fue llevada en su paso de palio en lugar de en andas. Lo dicho: sí y no, o no y sí. Una salida extraordinaria, o no tanto. ¿Criticable? Pues depende de las ganas del personal y del conocimiento que se tenga o no de los cultos anuales de la hermandad.
Como quiera que sea, la Hermandad de la Milagrosa vivió el sábado un día grande junto a María Santísima del Rosario, que además salió con un manto bordado, perteneciente a la Virgen de la Salud de La Rinconada; un manto verde que contrastaba con el rojo del palio. De alguna manera, el Señor de la Esperanza estuvo así presente en esta salida a través del color que se asocia con su advocación.
A las cuatro y media se abrieron las puertas de la Parroquia de la Milagrosa y la cruz de guía de la cofradía salió a la avenida de Ciudad Jardín para iniciar un recorrido que se vio modificado y que iba a llevar a la Virgen directamente hacia la Gran Plaza y a Eduardo Dato. 
Detrás iban varios niños con cirios y el guión de la juventud de la hermandad; otro tramo de hermanos con cirios y la representación de la Hermandad de Torreblanca, que no iba a poder estar en la procesión de regreso por tener más tarde un acto propio en su templo, pero quiso por ello asistir al traslado de ida acompañando a la cofradía con la que comparte la jornada procesional del Sábado de Pasión. A continuación, iban el propio estandarte corporativo de la Milagrosa, la presidencia y el cuerpo de acólitos.






Una nube gris se empeñó en poner algo de suspense justo cuando la cofradía estaba saliendo. Llegó a lloviznar, por lo que el paso de palio aguantó algunos minutos parado antes de salir. Las previsiones meteorológicas eran claras en la ausencia de riesgo, y mirando al cielo se veían claramente los límites de esa nube pasajera que se estaba haciendo notar.
Sin problema alguno, las gotas dejaron de caer y el capataz Ricardo Almansa tocó el llamador para la salida del paso de palio, que por fin atravesó el dintel. Se pudo así ver el efecto en la calle de la Virgen del Rosario con el mencionado manto bordado de La Rinconada, además de admirar el exorno floral, compuesto de nardos, calas, hypericum, astilbe, orquídeas y unas llamativas granadas de pequeño tamaño como guiño a la Orden de San Juan de Dios y a la distinción que la Virgen iba a recibir.





















El sol se asomaba y se escondía durante el recorrido mientras se sucedían los misterios gozosos del Santo Rosario. Además del manto de la Salud de La Rinconada, la Virgen del Rosario lucía la saya que Joaquín Salcedo confeccionó en 2012 con bordados antiguos de la casulla de ordenación de quien fuera párroco de la Milagrosa y fundador de la entonces agrupación parroquial, Antonio Pérez Delgado.
Asimismo, llevaba un fajín rojo, una toca y diadema en lugar de corona. Y entre las joyas, un llamativo camafeo entre corales en el pecherín y la rosa de pasión otomana en la mano izquierda.






















Con buen ritmo, la Virgen del Rosario llegó a la Gran Plaza y tomó Eduardo Dato rumbo al Hospital de San Juan de Dios, al que posteriormente entró antes de las cinco y media de la tarde. El paso de palio se detuvo nada más acceder al atrio, para quedar definitivamente situado mirando hacia el edificio. 












Poco después comenzó la misa pontifical que presidió Ramón Valdivia, obispo auxiliar de Sevilla. En el transcurso de la eucaristía, el superior de la Orden de San Juan de Dios, Guillermo García, subió al paso para imponerle en el pecherín a la Virgen del Rosario la Granada de Oro, reconociendo con ella la labor social de la Hermandad de la Milagrosa y su compromiso con la propia orden hospitalaria.
Finalizada la misa, se preparó la procesión de regreso a Ciudad Jardín, en la que en esta ocasión participó la Banda Municipal de Música de La Puebla del Río, dado que la Banda de la Cruz Roja, que es la que acompaña a la Virgen del Rosario cada Sábado de Pasión, tenía un compromiso previo que le impedía asistir a esta salida. Por su parte, ante la cruz de guía iba la Agrupación Musical de la Redención.
Sobre las siete y media de la tarde la cofradía se dispuso a abandonar el Hospital de San Juan de Dios y en el momento de la salida del palio la Banda de La Puebla del Río interpretó la marcha "A mi Virgen del Rosario". Con ella salió a Eduardo Dato, avenida repleta de gente por la que después sonaron las marchas "Siempre Macarena", "Galeona de Sevilla" y "Esperanza de Triana Coronada".
Ante la Virgen, formando parte del cortejo, las representaciones de las hermandades del Viernes de Dolores y Sábado de Pasión (a excepción de Torreblanca, como queda dicho), así como la Sed, el Corazón de Jesús, el Cerro del Águila y la Borriquita de Constantina.
Tras una chicotá a tambor, la Virgen del Rosario pasó por la Gran Plaza a los sones de "Como tú, ninguna" y después se dirigió a la calle Alfonso XI con "Al cielo con ella", pasando ante las representaciones de las hermandades invitadas, que se marcharon en este punto.

















Tras una levantá dedicada a dichas hermandades, el paso de palio continuó su recorrido por el barrio con la marcha "Pasan los campanilleros". Luego hubo un relevo de costaleros y en la siguiente chicotá la Banda de La Puebla tocó "Candelaria", seguida de una chicotá a tambor hasta que la Virgen del Rosario giró a su izquierda hacia Arzobispo Salcedo con la marcha "Reina de Triana".
La estrechez de este primer tramo de la calle dificultó en cierta forma acompañar a la Virgen del Rosario en esta parte del recorrido, que continuó con la marcha "Esperanza Macarena" y con una lenta revirá a Almotamid mientras sonaba "Mi Esperanza". A continuación, hubo una chicotá a tambor a la que siguió la marcha "Virgen de los Negritos" con el palio accediendo al siguiente tramo de Almotamid, tras pasar por una de las características rotondas de Ciudad Jardín en las que confluyen diversas calles del barrio.



















Desde Almotamid, la Virgen del Rosario giró a Antonio de Nebrija a los sones de "Coronación en el Rocío", sonando después la marcha "Encarnación" y luego "Encarnación Coronada", con la que la dolorosa recibió una petalada. A continuación, tras un relevo de costaleros, la banda interpretó "Madre Hiniesta".
Lo siguiente que ocurrió fue un conflicto entre la espontaneidad y el guión estricto de una cofradía en la calle. El guión decía que había que enlazar dos marchas y dos giros en el recorrido. Desde Antonio de Nebrija, la Virgen iba a tomar Alonso Cano con una revirá y, sin parar, Simón de Pineda con la segunda. Mientras, la banda enlazaría las marchas "Reina de la O" y "Palomita de Triana".
Eso decía el guión y efectivamente se cumplió. Lo que ocurre es que en la esquina de Antonio de Nebrija con Alonso Cano había una anciana sentada junto a una ofrenda floral. El capataz, Ricardo Almansa, con la mejor intención y sabedor de que el estricto guión le impedía parar el paso para la señora, la invitó a situarse ante la Virgen y caminar hasta el final de la chicotá.
Sin embargo, la mujer tenía graves problemas de movilidad y no podía caminar bien, con lo que supone además andar junto a un paso entre la bulla. Declinaron la invitación tanto ella como su hija, aunque finalmente la mujer se convenció y entre dos cofrades de la hermandad la llevaron caminando con el paso de palio.
Ya en la esquina de Alonso Cano con Simón de Pineda la mujer, agradecida, pedía que la dejaran, que no podía más, y que ya la vería el año que viene. Pero finalmente aguantó hasta que el paso se detuvo cuando concluyó la segunda marcha. Entretanto, la hija llegó con un evidente enfado. En primer lugar con su madre, porque decía que lo que acababa de ocurrir no le venía nada bien; la madre, por su parte, intentaba quitarle hierro al asunto diciendo que estaba perfectamente, aunque sólo un momento antes reconocía no poder continuar.
Pero el enfado de la hija también iba con la hermandad porque, según dijo, siempre ocurre lo mismo. La hija, con toda la razón, no entendía por qué el paso no se había detenido ante una mujer con problemas para caminar y con un ramo de flores para su Virgen. 
Después, los hermanos, que no supieron qué responder, se justificaban entre ellos alegando que nadie les había avisado; que estas cosas hay que avisarlas para tener prevista ahí una parada. Y ése, amigos, es el problema de la exagerada guionización de todo cuanto sucede con una cofradía en la calle. No hay espacio a la improvisación. 
Miren ustedes, señores de ésta y de cualquier otra hermandad. A sabiendas de que decir lo que digo me convertirá en malo, porque aquí el malo es el que critica y cuenta lo que a algunos no les gustaría que se contara, lo diré porque es muy sencillo: si una mujer con evidentes problemas de movilidad y la ilusión de entregar un ramo de flores a la Madre de Dios está en la calle viendo un paso, el paso se para. Me da igual si el guión dice que hay que hacer una pedazo de chicotá con dos marchas y dos revirás. El paso se para. Si, pese a todo, la mujer intenta andar con el paso, pero llega un punto en el que, por su estado y por el enorme esfuerzo que estaba haciendo, dice claramente que no puede más, el paso se para. Menos guiones y más naturalidad, más empatía y más capacidad de improvisación. O si no, ¿para qué salen las cofradías a la calle?
¿Y por qué cuento esto, cuando lo fácil es decir que todo fue precioso, maravilloso, emocionante, muy bien organizado? Porque uno espera, humildemente, que esto sea al menos un granito de arena para que escenas como la que acabo de narrar no se repitan ni en ésta ni en ninguna otra hermandad. Lo cómodo, lo fácil y lo que más palmaditas en la espalda proporciona es alabar y callar. Pero algunos no valemos para la ojana estéril y bienqueda.













En Simón de Pineda, la Banda de La Puebla interpretó "Aniversario Macareno", pero luego, en la esquina con Cardenal Rodrigo de Castro, delante del Centro Cultural y Deportivo La Milagrosa, dejó su lugar a los miembros de la orquesta de pulso y púa Cordophonia, que ejecutaron para la Virgen del Rosario una curiosa versión de "La Estrella Sublime".
Seguidamente, el paso de palio tomó Cardenal Rodrigo de Castro, de nuevo con el acompañamiento de la banda de música, que ahora interpretó "Cuando pasa la Esperanza". Más adelante, hubo que afrontar un nuevo cambio de itinerario inicialmente no previsto, ya que no siguió la cofradía en línea recta hasta salir a la avenida de Ciudad Jardín, sino que se desvió por José de Arce hacia Alfonso XI, Martín de Gainza y Doña María de Molina, volviendo luego a Cardenal Rodrigo de Castro.
En todo este desvío pudimos escuchar las marchas "Coronación", "Cristo de la Presentación", "A mi Virgen del Rosario", "Virgen de las Aguas" y "Señora de Lepanto". Luego, antes de salir a la avenida, fue el turno de "Dios te salve, Rocío".















Como ocurriera el día anterior en la salida extraordinaria de la Virgen de las Angustias de los Gitanos (ver), también aquí la agrupación musical que acompaña al Señor, en este caso la de la Redención, tocó tras el paso de palio. En concreto, lo hizo saliendo el paso a la avenida de Ciudad Jardín, interpretando "Galeona de Sevilla", y luego "La victoria del Rosario" cuando la dolorosa avanzó hasta el Centro Asturiano, donde, como cada Sábado de Pasión, había una pequeña imagen de la Virgen de Covadonga recibiendo a la cofradía. Además, los responsables de la casa de los asturianos en Sevilla realizaron una ofrenda floral.
Más adelante, volvió a su puesto la Banda de La Puebla para interpretar "La Caridad del Arenal", marcha con la que el paso de palio llegó hasta la altura de la Parroquia de la Milagrosa.









Esta salida tan especial de la Virgen del Rosario estaba llegando a su fin, pero antes, mientras giraba ciento ochenta grados ante la puerta, sonó "Aurora, Reina de la mañana", seguida después por "Señora de Lepanto" de nuevo, que se enlazó con el Himno de España cuando eran las doce y cuarto de la noche.








Pero no acabó ahí la labor de la Banda de La Puebla del Río, ya que, con el palio dentro del templo, tocó la marcha "Sevilla cofradiera" mientras el paso realizaba sus últimos movimientos. La marcha de Gámez Laserna era un clásico en las primeras salidas procesionales de la Virgen del Rosario, por lo que se quiso que ésta sonara también para poner el punto final a esta salida extraordinaria que lo fue y no lo fue; o que lo fue, pero no tanto.