sábado, 31 de agosto de 2019

EL CONSUELO DE JEREZ CIERRA LAS PUERTAS DE UNA ETAPA DE SU HISTORIA


La Hermandad del Consuelo de Jerez cerró ayer las puertas de su capilla de la Ronda del Pelirón, lo que es tanto como decir que cerró una etapa de su historia, dado que no volverá a dicha capilla, donde la corporación ha tenido su sede desde 2010.
Minutos antes de las ocho y cuarto de la tarde se abría por última vez este reducido templo para dejar salir la cruz de guía, comenzando así el traslado de las imágenes titulares hasta el Convento de las Hermanas de la Cruz, que los va a acoger ante el imprevisto cierre por un desprendimiento de la Parroquia de las Viñas, sede fundacional de la corporación.
El estrecho vínculo entre la Hermandad del Consuelo y las Hermanas de la Cruz puso remedio al imprevisto, aunque eso haya supuesto alejar a la cofradía de su barrio, al que se espera que regrese en 2021. Para entonces se prevé tener levantada la nueva capilla, ésta ya en propiedad y no en alquiler como la actual, y que se situará en la confluencia de las calles Roma y Bruselas, en el mismo barrio del Pelirón.
Varias parejas de hermanos con cirios formaron el cortejo de este traslado, que contó antes del Señor del Amparo con la representación de los grupos jóvenes de las hermandades de las Tres Caídas y de las Viñas. Con esta última, el Consuelo compartió sede de 1996 a 2010. Después iba el guión de Santa Ángela de la Cruz, titular también de la cofradía junto a Santa María de la Purísima de la Cruz.





Pronto abandonó la capilla Nuestro Señor del Amparo, que iba, como la dolorosa, sobre unas pequeñas andas portadas por hermanos al más puro estilo tradicional jerezano: al hombro y con horquillas en lugar de zancos. El Señor del Amparo, sin la cruz, llevaba las manos atadas a la altura del vientre, vestía una túnica morada lisa, lucía sus potencias de salida y estrenaba la corona de espinas, realizada, como las propias imágenes de la hermandad, por Pedro Ramírez Pazos.
El quinteto de metales Vía Crucis se situó delante del cuerpo de acólitos e interpretó en el momento de la salida del Nazareno la composición "Sanctus", con la que giró a su derecha para dirigirse, como cada Miércoles Santo hasta ahora, a la calle Batalla de Aina, un lugar emblemático en los orígenes de la Hermandad del Consuelo. Por ella se internó mientras sonaba "Cerca de ti".























Tras el Señor, iba la bandera concepcionista, entre el cirio votivo y la espada, y detrás de más hermanos con cirios estaban los estandartes corporativos de las Tres Caídas y las Viñas, así como el propio de la Hermandad del Consuelo.





La hermandad se encaminaba al Convento de las Hermanas de la Cruz y la cofradía tuvo el acierto de vestir a María Santísima del Consuelo con los colores propios del hábito de dichas religiosas: marrón y negro. En concreto, llevaba manto y saya de terciopelo marrón; ésta última con bordados en oro y las cinco llagas bordadas a la altura del pecho. Y sobre la cabeza y cayendo por la espalda, portaba una mantilla negra. Asimismo, llevaba una diadema plateada, un sudario sujeto con ambas manos, una corona de espinas en la derecha y una cruz en la izquierda. Las andas, similares a las del Señor del Amparo, estaban iluminadas también por dos candeleros y además tenían una media luna en la parte frontal.
Del acompañamiento de la Virgen del Consuelo se encargó la Capilla Musical Sonos Angeli, que interpretó a la salida el "Ave María" de William Gómez. Después, tomó Batalla de Aina con el final de la marcha "Virgen de Montserrat" y luego, tras una petalada desde una azotea, se adentró con el final de "Pasa la Virgen Macarena" en el pasillo que conduce al inmueble del número 35 de dicha calle, donde se encuentra la denominada Casa de la Virgen, la casa donde estuvo la Virgen del Consuelo entre 1986 y 1996, hasta su traslado a la Parroquia de las Viñas.
Ante dicho domicilio, que "fue, es y será su casa", los presentes rezaron el Ave María a la dolorosa antes de reanudar su camino, ahora a los sones de la parte final de "Como tú, ninguna".

























Desde Batalla de Aina, el cortejo continuó por Jorge Bocuze camino de Pintor Muñoz Cebrián, pasando bajo las vías del ferrocarril rumbo al centro de la ciudad. Por este tramo del traslado se pudieron escuchar composiciones como "El oboe de Gabriel" o "Bless the Lord".




























En Pintor Muñoz Cebrián, las imágenes se volvieron ante un domicilio donde una vecina con la medalla de la hermandad al cuello ofreció sendos ramos de flores que se unieron a las que ya adornaban las andas, moradas en el caso del Señor y blancas y rosas en la Virgen. "Pange lingua" sonó para el Señor del Amparo en esta calle, mientras que la Virgen del Consuelo alcanzó Clavel con la parte final de "Virgen de los Negritos".


















El itinerario del traslado continuó por la Plaza de San Andrés, donde de nuevo sonó "Cerca de ti" ante el Nazareno, y la calle Rosario, desde la que la cofradía alcanzó la Plaza Aladro, punto de inicio de la carrera oficial jerezana. Aquí un hermano advirtió a uno de los capataces de la necesidad de avanzar a buen ritmo para no llegar tarde.
A continuación, salió a la Alameda Cristina en dirección a la Puerta de Sevilla, donde para el Señor se interpretó "Pescador de hombres" y para la Virgen "Margot", seguida posteriormente por "Amarguras" en la cofradierísima calle Tornería.























Entre sorprendidos turistas que tapeaban por la Plaza del Santo Ángel, los titulares de la Hermandad del Consuelo iban acercándose a su destino por las calles Sedería, Carmen y Carpintería Alta, acompañadas por bastantes cofrades que querían asistir al histórico momento de su entrada en el Convento de las Hermanas de la Cruz.















Finalmente, por la estrechez de Juana de Dios Lacoste, donde el quinteto de metales Vía Crucis tocó el "Ave María" de Caccini, el Señor del Amparo accedió a la aún más estrecha calle Sor Ángela de la Cruz, desde uno de cuyos balcones se vio a algunas religiosas asomadas para ver llegar a los que se iban a convertir en pocos minutos en sus ilustres huéspedes.
Como guiño a las Hermanas de la Cruz, el quinteto tocó "Eres de todos", una de las composiciones más populares de la comunidad, dedicada a la entrañable santa fundadora de la orden. Y después, como a la salida, sonó nuevamente "Sanctus".
Ante la puerta del convento, poco a poco, los hermanos que en ese momento llevaban sobre sus hombros al Señor dejaron en el suelo las andas, que llevaban unas pequeñas ruedas, y el Nazareno se adentró en el convento, siendo recibido con emoción por las Hermanas de la Cruz, que cantaron "Abrid las puertas a Cristo", un cántico muy apropiado para el momento que se estaba viviendo.

















Poco después, llegó hasta las inmediaciones del convento la Virgen del Consuelo, con la que se repitió la difícil maniobra de entrada, que incluyó además poco antes tener que esquivar una farola de grandes dimensiones.
Las andas de la dolorosa tocaron el suelo y la Virgen se reunió con el Señor del Amparo en el interior del convento. También apropiado fue el cántico de las hermanas a la Virgen, que escogieron "Causa de nuestra alegría".














A las once menos cuarto de la noche, otro cierre de puertas, las del Convento de las Hermanas de la Cruz, simbolizaban el inicio de una etapa de transición en la joven historia de la Hermandad del Consuelo. Sus imágenes reciben ya culto en pleno corazón de Jerez, donde estarán hasta que las circunstancias permitan la vuelta al ahora lejano barrio del Pelirón.