viernes, 27 de octubre de 2023

100 AÑOS DE PATROCINIO. 1923-1973-2023


La Hermandad del Cachorro viene celebrando durante este año el centenario del cambio de su antigua dolorosa del Patrocinio, conservada hoy en día en su templo como Virgen de los Dolores, por una antigua imagen de autor desconocido que se perdería hace medio siglo en un incendio fortuito. Hace, por tanto, cincuenta años de la llegada de la actual imagen, tallada por Luis Álvarez Duarte manteniendo los rasgos de la anterior.
Dentro de los actos de esta celebración, que culminará con la salida extraordinaria de la Virgen del Patrocinio el próximo 26 de noviembre, se incluye la exposición "100 años de Patrocinio. 1923-1973-2023", que puede visitarse en la sede de la Fundación Cajasol hasta el próximo 4 de noviembre; una muestra cuyo contenido repasamos con detalle.
Para ello, hay que comenzar por el punto de acceso a la sala Murillo, donde se exponen dos tallas de ángeles turiferarios del siglo XVII atribuidos al círculo de Pedro Roldán. Son de madera tallada, estofada y policromada y estaban en la Iglesia (hoy Basílica) del Cristo de la Expiración aquel fatídico 26 de febrero de 1973, día del incendio. Uno de los ángeles resultó dañado por el fuego, como podemos ver. Lo cierto es que no se entiende por qué no ha sido restaurado en el medio siglo que ha transcurrido desde el incendio. Pero el caso es que aquí está para ver parte de los efectos de aquel desastre.



Entramos ya en la sala y vemos un texto que nos explica el origen de la devoción trianera a la Virgen del Patrocinio:

"Triana era, tras la Reconquista, el único barrio extramuros de Sevilla. En el extremo norte de la calle Castilla, ya en las afueras, la leyenda sitúa el origen de la devoción a Nuestra Señora del Patrocinio, hallada bien en un pozo o bien en una cueva.
En 1522 parte de los esclavos negros sevillanos fueron obligados a trasladarse a Triana, donde construyeron hospital y fundaron su cofradía, titulada de Nuestra Señora del Rosario. A ésta le interpone pleito la del Rosario del Convento de San Pablo (hoy fusionada con Montserrat), que se resolvió en 1587, advocándose como la de las Cuevas y trasladándose a su actual ubicación.
En el siglo XVII recuperaron su título original de Rosario, pero en 1673 los dominicos les piden trasladarse al nuevo convento trianero de San Jacinto. Ante esto, deciden cambiar nuevamente de nombre, que pasará a ser el actual de Patrocinio".

Al lado hay un antiguo plano de la ciudad de Sevilla en el que se marca la ubicación de la Capilla del Patrocinio, luego Iglesia del Cristo de la Expiración y hoy Basílica. También hay varias fotos antiguas de la zona y del paso del Cachorro, así como un fragmento del libro "Glorias religiosas de Sevilla", de José Bermejo y Carballo:

"En la cueva o hueco de un pozo existente en el mismo sitio en que está la capilla de esta hermandad, fue hallada una imagen pequeña de la Santísima Virgen. (...) Se labró un pórtico y, colocada en él la Santa Efigie, los vecinos del dicho barrio le asistían diariamente con luces. Aumentada con el tiempo la devoción (...) construyeron una pequeña capilla en unas casas (...) en las que sin duda estaría el pozo del hallazgo, y puesto en ella el Soberano Simulacro".





La exposición está dividida en varios apartados con títulos independientes. Así, vemos uno llamado "Oro fundido a fuego" con un texto que indica lo siguiente:

"El ángel calcinado que mostramos es un claro ejemplo de lo ocurrido en el Patrocinio hace cincuenta años. Esta corona, fundida con el oro de sus hermanos, fue soñada para una imagen y puesta sobre las sienes de otra. El destino quiso que la estrenase la que esculpió Luis Álvarez Duarte, talla que tiene depositadas en su pecho los restos calcinados de la antigua Señorita.
En ese pecho y en ese oro fundido a fuego están prendidas las oraciones y el amor de sus devotos, que vieron en esta nueva imagen un símbolo de continuidad, una historia viva que permanece en torno a Dios expirante y a su madre/niña que derrama su Patrocinio desde hace cien años".

Esa corona, la actual de salida de la Virgen, es la que vemos ahora en una vitrina. Se trata de una obra de oro y brillantes de Fernando Marmolejo Camargo (1974).


Bajo el título de "Prefiguraciones", se nos habla de otras coronas que antes de la que hizo Marmolejo tuvo la antigua Virgen del Patrocinio:

"La Señorita de Triana, antes de tener una corona procesional que satisficiera las pretensiones estéticas de los ideólogos de la Hermandad del Patrocinio, usó indistintamente las coronas de la Virgen del Carmen y la de la Abuela del Señor de la trianera Parroquia de Santa Ana. Unos años después, el orfebre Francisco Bautista Lozano labró una presea muy inspirada en la de Santa Ana, la que tantas veces ciñó sus sienes. Esta corona pereció en el incendio de 1973, pero revivió en la de oro de Marmolejo de 1974, ya que le sirvió de modelo".

Precisamente, vemos ahora por un lado la corona de Santa Ana, de plata sobredorada (Ignacio del Villar, 1690) y por otro la de la Virgen del Carmen, también de plata sobredorada (anónima, finales del siglo XVII y principios del XVIII), perteneciente a la Hermandad del Carmen de Santa Ana.



"La institución de la festividad del Patrocinio, el segundo domingo de noviembre, se debe a la iniciativa del rey Felipe IV, que en 1655 dirigió un memorial a todos los cabildos de las iglesias españolas indicándoles su deseo, refrendado en 1656 por bula del Santo Padre Alejandro VII.
Esta advocación en Triana podría explicarse por el emplazamiento de la capilla, situada hasta finales del siglo XX en una de las salidas de la ciudad, por donde pasaban los viajeros pidiendo protección y patrocinio. Sin embargo, la tradición oral y la leyenda han querido dar origen regio al nombre de la Virgen, vinculándola al viaje que, en 1624, Felipe IV realizó a Sevilla y que incluyó la visita a la ermita de la Hermandad de los Negros de Triana, orando ante la Virgen.
El título de Patrocinio no llegó al barrio hasta 1673, ocho años después de la muerte del monarca. Si bien es imposible afirmar la vinculación entre el rey y la corporación, es lógico que se eligiese esta advocación, tanto por el fervor que despertó como por la situación geográfica de la ermita. Por ello, no extraña que surgiese la inquietud en la hermandad de hacer honras fúnebres cada año a Felipe IV como fundador de la advocación".

Junto a este texto sobre la advocación del Patrocinio, se muestra un retrato de Felipe IV de autor anónimo. Es un óleo sobre lienzo que el cofrade del Cachorro y pregonero de la Semana Santa de 2002, Francisco Ruiz Torrent, donó a su hermandad.


Continuamos con una vitrina en la que vemos algunos enseres de la Virgen del Patrocinio Gloriosa, como una saya anónima del siglo XIX bordada en sedas de colores; unos zapatitos de filigrana de plata del XIX; las coronas de oro de la Virgen y del Niño, de Joaquín Ossorio (2007); y una saya bordada en oro sobre tisú de plata de Juan Antonio Curquejo (años ochenta).




También encontramos una demanda de plata de ley de Miguel María Palomino (principios del siglo XIX); un libro de reglas de 1691 y otro de 1789, de pergamino pintado a color.




Nos detenemos ahora en un óvalo de un simpecado del siglo XVIII, pintado al óleo sobre lienzo con un marco de madera dorada; junto a una vara de la Virgen del Patrocinio con remate de plata de ley de Miguel María Palomino, de principios del XIX.




A su lado, está el sinelabe bordado en oro sobre tisú de plata, realizado en 1922 por el taller de José Caro Márquez, siguiendo el diseño de Ignacio Gómez Millán.


También se muestra el mediatrix, del mismo taller y el mismo diseñador (1926), con orfebrería de plata de ley de Emilio García Armenta (1966).



Seguimos con una talla de San José de la segunda mitad del siglo XVIII que presidía el retablo de la capilla. La hizo un escultor desconocido en madera tallada, estofada y policromada al óleo.


Al lado encontramos dos antiguas fotografías en las que se ve el retablo de la Virgen del Patrocinio Gloriosa y, en una de ellas, la ubicación del Cristo de la Expiración en la que era la Capilla del Patrocinio antes de su ampliación.



"La pequeña Virgen del Patrocinio se encuentra en un retablo barroco anónimo, obra del segundo cuarto del siglo XVIII. Éste era uno de los altares colaterales del crucero del convento carmelita de San Alberto de Sevilla. Como consecuencia de la supresión de monasterios masculinos, en 1811 es instalado en la capilla durante la francesada, cedido por petición expresa de la junta de gobierno. Se trata de una obra realizada en madera tallada, dorada y jaspeada, estructurada por estípites. La calle central aloja a la titular de la corporación, aunque antes estaba presidida por esta imagen barroca de San José".

Vemos por otro lado un óleo sobre lienzo de autor anónimo que representa a la Virgen en su advocación de Patrocinio y que pertenece a la Parroquia de San Román.


Subimos ahora a la parte alta de la sala Murillo, donde en primer lugar encontramos tres fotografías de la que fue la Virgen del Patrocinio entre 1923 y 1973, y enfrente otras tres fotos de la imagen actual, desde el boceto en barroco a la talla en madera sin policromar y al resultado final.



"Ave Fénix renacida" es el título de la siguiente zona de la exposición, que muestra tres piezas y que se acompaña del siguiente texto:

"Las tres obras que exponemos en esta sala tienen una fuerte carga simbólica. Por un lado, la saya de terciopelo labrado, primera que vistió la antigua Virgen del Patrocinio. Por otro, la corona de Francisco Bautista y la saya bordada por los Hijos de Miguel Olmo, que son las prendas que lucía la Señorita cuando sufrió los efectos del fuego. Prendas que, gracias al esfuerzo de sus hermanos, han cobrado vida en el XXV y el L aniversario de aquel aciago día de febrero de 1973, en el que todo renació mientras nos secábamos las lágrimas con sabor a ceniza".

Como queda dicho, se muestra una saya de finales del siglo XIX y autor desconocido, realizada en terciopelo negro labrado sobre seda malva.


Después está la reproducción de la corona de Francisco Bautista Lozano, realizada en plata dorada por Joaquín Ossorio en 1998.


Por último, la reproducción de la saya de Hijos de Miguel Olmo, diseñada por Herminia Álvarez Udell (1927). Francisco Carrera Iglesias la ha reproducido con bordados en oro sobre tisú este mismo año.


Seguimos con un manto de camarín bordado en oro sobre terciopelo burdeos por el taller de José Caro Márquez (1932).


Vemos al lado un nuevo título parcial en la muestra, que en este caso indica "El ajuar de la Señorita", y que nos enseña dos sayas procesionales de la Virgen del Patrocinio. La primera está bordada en oro sobre terciopelo azul por Sobrinos de Caro, con diseño de Luis Álvarez Duarte (1975); y la segunda la diseñó Antonio Garduño Navas y la bordó en oro sobre tisú de plata el taller de Fernández y Enríquez (1993).



Leemos ahora unas palabras de Francisco Herrera del Pueyo acerca del incendio de 1973:

"Y al girar es como si desapareciera el suelo de debajo de los pies, perderte en el abismo del sinsentido, de lo irreal. En el lugar exacto donde habría de estar la Virgen del Patrocinio, un montículo de restos ardía con más intensidad. Los gritos de los que llegaban se hacían más fuertes, se rompía en quejidos. ¡La cara, Señor, la cara!, que encontremos su cara, que no se pierda para siempre, que estaremos ya para siempre huérfanos"...

El torero Juan Belmonte fue hermano del Cachorro. Por ello, junto a una foto suya vistiendo la túnica de la hermandad, se muestra uno de sus trajes de luces, bordado en oro sobre seda morada, así como un manto de camarín realizado con otro traje, convertido en saya por José Rincón Galicia en 1975.




"Enjoyada con oro de Ofir" es el título de una estancia ocupada por una gran vitrina que expone un buen número de joyas del ajuar de Nuestra Madre y Señora del Patrocinio. Así, vemos en primer lugar la Cruz de Isabel La Católica otorgada a Ivita Halcón Álvarez-Ossorio; es de plata y esmaltes (siglo XX). Al lado está la Gran Cruz al Mérito Civil de José Manuel Muñiz Orellana, de oro de ley y piedras preciosas.


También hay un rosario de oro de ley del siglo pasado.


Volvemos a Juan Belmonte, cuyo trofeo de plata sobredorada de la Feria de Lima de 1928 forma también parte del patrimonio de su Hermandad del Cachorro.


Y también fue del torero un reloj de oro de ley que se expone justo al lado.


Se muestran también la Medalla de Sevilla, de metal dorado, concedida a la Hermandad del Cachorro en 2016; y un broche de oro con el logotipo del centenario de la Virgen del Patrocinio perdida en el incendio y del medio siglo de la actual.


Continuamos con un conjunto de sortija y zarcillos de oro de ley y amatistas del principios del siglo XX.


Vemos igualmente una gargantilla con borlón, realizada en plata de ley y brillantes en el siglo XIX.


Se muestran además unos zarcillos de plata de ley y topacios de finales del siglo XIX, junto a un broche de la Inmaculada Concepción de oro, amatista y esmalte de principios del XX.


Encontramos también aquí un rosario de oro y cuentas de vidrio tallado, del siglo XIX con la cruz del XX; y otro de filigrana de plata con cuentas de nácar del XX.



Vemos ahora un broche de lazo y zarcillos a juego de oro y esmeraldas del siglo XVIII.


Continuamos con tres broches que se exponen juntos: el de oro blanco, brillantes y rubíes donado en 1926 por la infanta Luisa de Orleans; el de palmas de oro de ley y brillantes de mediados del siglo XX; y el de oro blanco y brillantes también del siglo pasado.


Y terminamos con tres cruces, todas ellas del siglo XX: la de oro de ley y esmeraldas, la de oro y sodalita, y la de oro, perlas y amatistas.


Y antes de abandonar esta sala, nos detenemos en el pergamino con el que el 27 de febrero de 1983 se quiso conmemorar el décimo aniversario de la actual Virgen del Patrocinio, tallada por Luis Álvarez Duarte.


Cambiamos de sala y nos dirigimos a la que recibe el nombre de Vanguardia. Antes de entrar vemos un pequeño texto bajo el título "Un cielo de filigrana":

"A manera de antesala, nos recibe este imponente techo de palio bordado en oro y cielo. Una obra que es toda una declaración de intenciones, la de una hermandad que se reinventa a principios del siglo XX, apostando por algo novedoso y diferente. Ese algo que la hace única y atractiva a los ojos del que la mira, asombrado por esta artística obra que combina la malla y el terciopelo a partes iguales".

Efectivamente, el techo del palio es lo que nos encontramos en este punto de la exposición; una obra diseñada por Herminia Álvarez Udell y bordada en el taller de Hijos de Miguel Olmo (1923), con la gloria de José Caro Márquez (1935). Está bordado en oro sobre malla y sobre terciopelo burdeos. Al lado vemos dos varales: uno de los actuales, de plata de ley, obra de Jorge Ferrer Caro (1947), y uno de los antiguos, también de plata de ley, realizado por Rafael Ruiz (1923) y perteneciente en la actualidad al paso de palio de la Virgen de Regla de los Panaderos.











Accedemos al interior de la sala Vanguardia, donde vemos un título que dice "La herencia decimonónica", una foto del paso de palio anterior al actual y un texto que dice lo siguiente:

"A mediados del siglo XIX, en la época de los Montpensier, la ciudad está empeñada en revitalizarse. Se abandona el rigor penitencial mantenido hasta finales del siglo XVIII y lo barroco se dulcifica en una estética romántica, resurgiendo la Semana Santa que progresivamente se vinculará a un nuevo contexto, atento a la promoción turística de la ciudad. Reinventada la tradición sobre la base del gran legado barroco de las imágenes sagradas, como la del Cachorro, vino la definitiva reformulación festiva y religiosa, popular y formal, de la Semana Santa".


Encontramos aquí en primer lugar una corona de plata de principios del siglo XIX, labrada por Miguel María Palomino.


A continuación nos encontramos con la caída frontal del palio que veíamos en la foto antigua mencionada. El diseño se atribuye a Manuel Beltrán Jiménez y fue bordado en oro sobre terciopelo negro por las Hermanas Antúnez entre 1892 y 1894. Actualmente pertenece a la Hermandad de la Vera-Cruz de Utrera.




En 1881 las mismas bordadoras realizaron una saya en terciopelo burdeos bordado en oro.


A su lado hay otra saya, bordada en oro sobre terciopelo verde por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1913.


Leemos ahora un texto sobre la evolución del bordado cofradiero:

"A comienzos del siglo XX todo se convirtió en novedad basada en la reinterpretación de lo antiguo, que se estima como legado de las grandes edades que ha vivido la ciudad: neomudéjares, neorrenacentistas, neobarrocos o neogóticos serán tanto los pasos como los edificios regionalistas. La búsqueda de la transparencia fue una constante en las artes; la talla y la joyería fueron pioneras; en los textiles hemos de esperar al barroco, época en la que se fue experimentando hasta conseguir el efecto calado de la malla a finales del siglo XVIII".

En este punto vemos enseres de otras hermandades que demuestran esa evolución del bordado. En primer lugar, se expone una muceta del siglo XVII bordada en oro fino sobre seda blanca, perteneciente a la Hermandad de la Alegría.



A la Parroquia de Santa Cruz pertenece el simpecado de la Virgen de la Paz, bordado en oro y sedas sobre malla de oro por Bernardo Barbossa en 1784.



Otro simpecado está a continuación; en este caso, la réplica que entre 2007 y 2008 hizo el taller de Santa Bárbara del original, diseñado por Herminia Álvarez Udell y bordado en oro sobre malla por el taller de Hijos de Olmo (1919) para la Hermandad del Silencio.



Por último, se muestra la caída frontal del palio que para la Hermandad de Monte-Sión hizo en 1913 el taller de Juan Bautista Jimeno. Está bordado en hojilla de oro sobre tul y fue el primer palio translúcido del regionalismo, precedente de los palios de malla que llegarían después. Al lado hay una foto antigua de la Virgen del Rosario bajo ese palio, que hoy pertenece a la Hermandad de los Dolores de Constantina.




Volvemos al patrimonio de la Hermandad del Cachorro bajo el título "Ars Nova: la primicia de la malla":

"Los terciopelos oscuros bordados por las Antúnez, hechos para cobijar a una imagen que lloraba de modo inconsolable, se sustituyeron por las mallas de oro recamadas con labor de hojilla, que permitían ver el cielo de Sevilla a una Virgen niña exenta de llanto que presagiaba la resurrección. Éstas pueden considerarse las primeras caídas de palio bordadas íntegramente en malla calada, causando un enorme impacto, una Ars Nova, sugerente, plena de belleza, originalidad y riqueza".

Encontramos aquí la caída frontal y una de las laterales del actual paso de palio de la Virgen del Patrocinio, bordadas en oro fino sobre malla por el taller de Hijos de Miguel Olmo, con diseño de Herminia Álvarez Udell (1923). Asimismo, se puede ver una foto de una de las primeras salidas de dicho palio discurriendo por el Puente de Triana.












Enmarcada se conserva la gloria original del techo de palio, bordada en hilos de seda en el taller de Hijos de Olmo hace un siglo.


Y siguiendo con los bordados del paso de palio, nos queda el manto, bordado en oro sobre terciopelo burdeos y malla. Es también de Hijos de Olmo con diseño de Álvarez Udell (1926).







Pasamos a la parte de la exposición denominada "El fulgor de la plata", con el siguiente texto:

"Muchos y destacados orfebres han participado en el engrandecimiento del tesoro argénteo de esta corporación, pasando desde el decimonónico Palomino al reciente Ossorio. Aunque hay una triada destacada en la conformación del ajuar de plata de la cofradía, compuesta por Jorge Ferrer, Emilio García Armenta y Fernando Marmolejo. Éstos son los responsables de la monumentalidad de la platería del paso de la Virgen del Patrocinio, donde lo rotundo de la forja y la frágil filigrana se dan de la mano al mismo tiempo".

Contemplamos aquí el senatus, diseñado por Ignacio Gómez Millán, con bordado en oro sobre malla de Hijos de Miguel Olmo (1931) y asta de plata de ley de Jorge Ferrer Caro (1944).



Al lado hay una bocina, también diseñada por Gómez Millán. El paño está bordado en oro sobre malla por José Caro Márquez (1935), mientras que la bocina es de plata de ley, de Jorge Ferrer Caro (1944).


Son también de Jorge Ferrer los apliques de plata sobre terciopelo burdeos del libro de reglas (1928).


Vemos igualmente la cruz de guía, obra de Rafael Román (1917) de carey fileteado de plata de ley y apliques de metal plateado.



Se muestran también un cirial del paso del Cristo de la Expiración, realizado por Fernando Marmolejo Camargo en plata de ley (1972).


Los ciriales del paso de palio, por su parte, son de Emilio García Armenta, también de plata de ley (1957).


Al lado están los faroles de la cruz de guía, de plata de ley. El farol y la vara son de Jorge Ferrer (1940 y 1944), pero en 1982 fueron reformados por el taller de Viuda de Villarreal.


Seguimos con el respiradero frontal del paso de palio de la Virgen del Patrocinio, labrado en plata de ley por Fernando Marmolejo Camargo en 1974.





Las maniguetas delanteras están junto a su respiradero, pero las traseras se exponen en otro punto de la muestra. Son de madera tallada y fileteada en plata de ley, obra de Jorge Ferrer Caro (1943).



A su lado está el llamador, de plata fundida, realizado a principios del siglo pasado por un autor desconocido.


En la delantera del paso de palio van unas imágenes de plata de San Isidoro y San Leandro, obra de Emilio García Armenta en 1944.


Y en el centro va la Virgen del Rocío, de plata de ley en su color y sobredorada, y carnaciones de marfil tallado. Jorge Ferrer Caro fue su autor en 1943.


Nos detenemos ahora en el candelabro de cola del costero derecho, que es el que ha sido llevado a la exposición, labrado también por Jorge Ferrer en plata de ley (1942).








Vemos ahora un conjunto de seis jarras y jarritas de plata de ley. Las jarras son de Emilio García Armenta (1967), mientras que las jarritas son anteriores, obra de Francisco Bautista Lozano (1938-1942).





Y los últimos enseres que se muestran son algunas de las piezas de la candelería del paso de palio, obra en plata de ley de Emilio García Armenta (1962-1965).




Y llegando al final de la exposición, hay que mencionar que en cuatro de las ventanas de la sala se muestran, aprovechando sus cristales, recortes de prensa y fotografías de los efectos del incendio de 1973.





El incendio fue una desgracia. Y podría haberlo sido aún más de no ser por la intervención de Rafael Blanco Guillén, el héroe que salvó al Cachorro de las llamas. Pero de aquellas cenizas surgió una nueva dolorosa con el alma de la anterior y que dio continuidad a la devoción secular del barrio de Triana por la Virgen del Patrocinio.

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