miércoles, 2 de noviembre de 2022

LA ESPERANZA DE TRIANA, REPUESTA AL CULTO TRAS SU RESTAURACIÓN


Durante el pasado fin de semana y hasta ayer, día de Todos los Santos, la Virgen de la Esperanza de Triana ha permanecido expuesta en solemne veneración extraordinaria en el presbiterio de la Capilla de los Marineros. El motivo era su vuelta al culto después de la restauración llevada a cabo en las propias dependencias de la hermandad por parte de Pedro Manzano durante los últimos cuatro meses y medio.
En este tiempo, el restaurador ha llevado a cabo una concienzuda labor de base científica que ha permitido identificar la policromía más antigua de la imagen, con características tales como una preparación de yeso fino y cola animal, rematada por una carnación fina en espesor y compuesta por una mezcla de pigmentos tradicional fue muy habitual en la imaginería entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX.
Sobre esa policromía primigenia, se han detectado otras tres repolicromías por encima, siendo la primera de ellas oleosa y con sulfato de bario artificial, propia de finales del siglo XIX, mientras que las otras dos son de tipo óleo-resinoso y contienen pigmentos y molienda propios también de finales del XIX o de un tiempo posterior.
Estos datos vendrían a desmentir definitivamente la creencia mil veces repetida de que la talla original de la Esperanza de Triana habría sido sustituida tras el incendio de 1898 en San Jacinto, o que Antonio Castillo Lastrucci hubiera hecho una talla nueva durante su intervención sobre la imagen en la década de los años 20 del siglo pasado.
En cuanto a la restauración llevada a cabo por Pedro Manzano, ha trabajado en la consolidación estructural del cuerpo de la imagen, extrayendo elementos metálicos internos, cerrando grietas y fisuras, y aplicando resina acrílica en disolución orgánica para consolidar la madera calcinada del cuerpo por el mencionado incendio. Además, ha llevado a cabo el entrapado de las uniones de las distintas partes que componen la imagen, el estucado, el enrasado y la reintegración cromática del cuerpo.
En lo que respecta a la policromía, Pedro Manzano la ha fijado en las zonas que presentaban problemas de desprendimiento (sienes, frente y cuello), ha retirado la suciedad superficial, así como la sustancia siliconada aplicada sobre la policromía y los repintes de la intervención de Luis Álvarez Duarte de 1989, y ha repuesto los estucos en las zonas de pérdidas, donde ha llevado a cabo la reintegración cromática.
Otras actuaciones realizadas en esta intervención han sido la limpieza del vidrio de los ojos y de las lágrimas, la consolidación de un tercio de la pestaña del ojo derecho, la ampliación y mejora de los sistemas de protección de la encarnadura (corpiño, gorro y muñequeras), y la sustitución de elementos funcionales, como los brazos, el candelero, la sujeción de la corona y del aro de estrellas, y la sujeción también del cuerpo al candelero y al paso procesional.
El resultado de todo ello se ha podido ver de cerca estos días en esta veneración extraordinaria, para la que ha estado vestida con el manto morado conocido como el del Ave María, realizado a partir de los bordados del techo de palio de 1918 del taller de Olmo y de las bambalinas del Convento de Santa Isabel de 1951; un manto enriquecido y pasado a nuevo terciopelo por Charo Bernardino este mismo año.
Además, llevaba la saya de tisú de plata de 1968 y la toca de sobremanto de 1965, ambas de Martín Cruz, un rostrillo de seda blanco y el característico pecherín conocido como el "refregador". Por último, lucía sobre la cabeza la corona de oro de Orfebrería Triana con la que fue coronada canónicamente en 1984.
La Esperanza de Triana estaba elevada sobre su habitual peana de besamanos y flanqueada por dos jarras de su paso de palio con rosas, orquídeas, azucenas, margaritas y paniculata, todo ello de color blanco, y por cuatro blandones plateados con cera también blanca.


















No hay comentarios:

Publicar un comentario