La Hermandad de los Javieres celebra este fin de semana el último besamanos a María Santísima de Gracia y Amparo en su actual sede, la Parroquia de Omnium Sanctorum, antes de su traslado a su sede fundacional, la Iglesia del Sagrado Corazón, en fecha aún por determinar.
Se trata, por tanto, de una ocasión muy especial para venerar a la dolorosa en el templo de la calle Feria, con sabor ya a despedida. Y es que con toda seguridad la próxima vez que se puedan besar las manos de la Virgen de Gracia y Amparo habrá que ir a buscarla a la calle Jesús del Gran Poder.
Para este besamanos, la dolorosa que tallara José Manuel Rodríguez Fernández-Andes y retocara Manuel Ramos Corona se encuentra en el presbiterio bajo de la parroquia, sobre la peana de besamanos estrenada en 2016. Viste su manto procesional y saya de terciopelo azul bordada en oro. El tocado es de tul bordado y sobre la cabeza tiene su corona de salida. En el pecherín se ven diversos broches y un puñal, y en cada mano sujeta un rosario, siendo la derecha la que ofrece a los devotos. Un tercer rosario lo tiene colocado sobre la saya a la altura del vientre.
Todo el espacio del montaje del besamanos cuenta con una amplia alfombra roja sobre la que hay otra con artística decoración a los pies de la Virgen, que está flanqueada por dos jarras de su paso de palio sobre sendos pies de madera dorada y base cuadrada. Cada jarra cuenta con rosas de color rosa dispuestas de forma cónica; flores que vemos en otras dos jarras sobre pies de mayor altura en la parte frontal del conjunto, entre parejas de altos blandones dorados con cera blanca.
Detrás de la dolorosa del Martes Santo se puede ver un dosel de cultos de terciopelo rojo con crestería de madera dorada. Cobija el dosel una pintura del sevillano José María Romero, "Adoración del Corazón de María", obra que habitualmente se encuentra en la sacristía de la Iglesia del Sagrado Corazón. Delante de la pintura hay varios candeleros del paso de palio con velas blancas, y en los laterales hay dos mesas de madera dorada. Sobre cada una se distribuyen siete candeleros y dos bandejas de plata.
Se completa el montaje de este besamanos con la presencia del estandarte corporativo en el lado izquierdo del presbiterio y la de dos paños de terciopelo rojo con el escudo de la hermandad en los púlpitos del altar mayor.










































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