martes, 26 de abril de 2022

MADRUGÁ 2022: NOCHE DE BULLAS, DE MASA Y DE UN OASIS AFORTUNADO

Alguna vez hemos comentado en este mismo espacio que Sevilla mantiene el concepto de bulla como algo romántico, algo propio de pregones y de leyendas superadas por la realidad. Ya saben, aquello de "Sevilla sabe moverse en las bullas" (los que no saben son de fuera porque en ningún otro lugar del universo hay celebraciones que reúnan a mucha gente...) y todas esas cosas.
Pero ya hemos tenido ocasión de señalar alguna vez que la realidad es que en numerosas ocasiones, y esta Semana Santa ha pasado en unas cuantas, la bulla deja de serlo y se convierte sencillamente en masa. Una masa informe que acompaña al tal Vicente (que va donde la gente) de forma ordenada o no (normalmente no) y además todos por las mismas calles porque los atajos no sé si los conoce la bulla; la masa, desde luego que no. Sí, amigos, hay mucha masa vagando por las calles del centro que no sabe realmente moverse por las calles del centro. Y esas lagunas sobre el callejero, atajos, callejones... no es algo exclusivo de los cofrades y turistas foráneos.
Toda esta introducción viene al caso porque esta Madrugá lo que en muchos momentos de la jornada hubo por las calles no fue bulla. No. Desterremos ya conceptos románticos anticuados. Lo que hubo en ciertos momentos fue simplemente masa. Y con la masa, dejémonos de aspirantes a pregoneros, no se disfruta de la Semana Santa. Que zonas de la ciudad habitualmente mucho más cómodas para ver cofradías estuvieran hasta arriba de gente, imposibilitando lo que otros años han sido desplazamientos relativamente sencillos al encuentro de las cofradías, demuestra lo que digo: en lugares donde otros años ha habido bulla, o ni eso, este año ha habido masa. Y la masa, disfrazada con algún eufemismo, quedará muy bien en los pregones. Pero para el cofrade de a pie, agradable, lo que se dice agradable, no resulta.
Empecemos por el principio, con la Hermandad del Silencio, que un año más tuvo que dar el rodeo de regreso a casa por San Andrés y la Gavidia para que el Calvario pueda llegar a la Campana por la zona del Museo y Alfonso XII. El paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno camina con celeridad, como toda la cofradía. Casi se agradece que a veces se enfrente a algún parón en su camino de vuelta porque al menos así las paradas duran un poquito más y se puede uno detener en los numerosos detalles que su paso, tan personal y tan atrevido en su momento, ofrece al espectador. 
Una de esas paradas algo más largas de lo normal se vivió en la plaza de la Gavidia, a la que desembocó desde San Miguel, Jesús del Gran Poder y Las Cortes. Por delante, el paso del Nazareno de Ocampo, siempre adornado con lirios morados, sólo tenía San Juan de Ávila, Santa Vicenta María y Alfonso XII.






















El paso de palio de María Santísima de la Concepción camina por esta zona más deprisa que el paso del Nazareno. Y es que, al poder transitar ya por Alfonso XII, la cofradía ya no está atascada cuando el palio llega a Las Cortes desde Jesús del Gran Poder, donde hubo un relevo de costaleros.
A la cofradía se la conoce como el Silencio de una manera paradójica, dado que tiene una serie de sonidos muy particulares. Y no es sólo el hecho de contar con música de capilla, sino que el paso de palio, único en su estilo, tiene un sonido inconfundible en cada levantá, en la que parece que el palio vaya a salirse de su sitio. 
Por otro lado, hay que reconocer que el horario de la cofradía, con una entrada tan temprana, aunque haya ido retrasándose en los últimos años con cada ampliación del rodeo, no la beneficia estéticamente. Sería maravilloso llegar a ver las primeras luces del amanecer iluminando sus pasos, pero sobre todo el palio, con esa versión en orfebrería de la fachada de la Basílica de San Marcos de Venecia.
El paso de la Virgen de la Concepción, acompañada de San Juan Evangelista, deja además un rico aroma de azahar a su paso, única especie presente en su característico exorno floral.




















Normalmente, ver el Gran Poder, tras haberse marchado el Silencio, por la zona del Museo y San Vicente es una buena elección. Este año, sin embargo, la masa, que no la bulla, inundó las calles por las que iba a pasar la cofradía. Había que armarse de paciencia (o arrollar a la gente) para intentar alcanzar un buen sitio. Incluso las bocacalles estaban a reventar de gente que sólo iba a adivinar al Señor del Gran Poder cuando pasase por ellas.
Este cronista vio el paso del Señor de Sevilla, sí. Pero a mucha distancia. Tanta, que ni siquiera mereció la pena tratar de hacer una foto de su paso. Lo cierto es que la túnica lisa y los claveles rojos posibilitarían rescatar alguna foto de cualquier año anterior (menos los contados en que ha llevado túnica bordada) y podría pasar por hecha en la Madrugá de 2022. 
La cosa fue mejor con el paso de palio, como ocurre con otras hermandades en las que se ven con más facilidad que los pasos de Cristo. Normalmente es por la gente a la que atraen el corneterío y las coreografías de los costaleros. Al menos en el caso del Gran Poder el motivo es devocional.
María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso ha vuelto a sacar este año el manto rojo de Rodríguez Ojeda, que combina con el palio del mismo autor. Recordemos que en 2019 salió con el manto de Fernández y Enríquez. Lo que no cambia tampoco en este palio es el exorno a base de claveles blancos.
Desde Pedro del Toro y Bailén, el palio salió a Miguel de Carvajal para después recorrer la plaza del Museo ante una cantidad de gente inferior (quizá aquí sí era bulla y no masa) a la que contempló al Señor.















Afortunadamente, el tramo final del itinerario de la Hermandad del Calvario y su entrada en la Parroquia de la Magdalena siguen siendo un oasis en la jornada de la Madrugá. Es, para quien esto escribe, el gran momento de la Madrugá. Sus ingredientes son inmejorables: una gran cofradía, imágenes titulares de gran calidad, muy buenos pasos, un número asequible de nazarenos y una cantidad de gente lejos del romántico concepto de la bulla e infinitamente mucho más del de masa. Mejor imposible.
En su camino de ida, la hermandad ha recuperado este año la salida por la puerta que da a la calle San Pablo, después de varios años saliendo por la de Cristo del Calvario. Después ha rodeado por Bailén, San Pedro Mártir, Gravina y Pedro del Toro, para salir al Museo por detrás. Pero el camino de vuelta no tuvo ninguna novedad.
Amanecía cuando el paso del crucificado recorría la calle Zaragoza. La noche da paso a la luz y también al color, ya que en este paso se combinan el color de la madera, el morado de los lirios del monte y del friso sobre los respiraderos, el rojo de los claveles de las jarras, el blanco de la plata de jarras y cartelas, el color tiniebla de los hachones y, cuando alcanza la calle San Pablo, el verde de los árboles situados ante la parroquia.
Para ser perfecta esta entrada, lo único que haría falta es que los pasos fueran un poquito más despacio para tener más tiempo para disfrutar de un instante aún no invadido por la masa. Y que siga así.

































Cuando el Cristo del Calvario estaba ya en el interior de la Magdalena, el paso de palio de Nuestra Señora de la Presentación terminaba de recorrer la calle Zaragoza. También con celeridad camina este palio de muy destacados bordados de Rodríguez Ojeda. Si de gran calidad son las caídas, restauradas hace unos años, muy impresionante es el manto, con una serie de dibujos vegetales de pequeño formato que llenan por completo toda la superficie del terciopelo.
Otro exorno floral muy clásico, con claveles blancos, es el que llevaba este palio, que tenía encendida toda la candelería de cirios a esa hora muy gastados y con llamativos chorreones de cera. Sin darse la vuelta, como el paso del crucificado, el palio de la Virgen de la Presentación entró en la Magdalena y la cofradía cerró su estación de penitencia cuando pasaban ocho minutos de las ocho de la mañana del Viernes Santo.

























Quedaban en la calle las tres cofradías de capa. La más cercana, la de la Esperanza de Triana, la encontrábamos con su cruz de guía en Pastor y Landero, mientras que muchísima gente, de nuevo la masa, se arremolinaba como podía alrededor de la Capilla de la Piedad del Baratillo para asistir al habitual recital musical y coreográfico del paso del Santísimo Cristo de las Tres Caídas.
Por la calle Arfe avanzaba el paso de misterio, sobre el que el Cristo llevaba su nueva túnica bordada en oro sobre terciopelo morado por Jesús Rosado Borja. El diseño, realizado por Francisco Javier Sánchez de los Reyes, se basa en el de una antigua túnica del siglo XIX que poseía el Señor y que ahora, gracias a unos donantes, se ha podido recuperar.
Por otro lado, hay que subrayar el exorno floral que adornaba el paso de Guzmán Bejarano, compuesto por claveles rojos, orquídeas cymbidium, crisantemos burdeos, hipericum rojo, hojas de roble, hiedra, tuya, romero, photinia, menta poleo, hojas de plataneros y esparragueras.
Ante una gran expectación, el paso alcanzó Adriano y fue acercándose poco a poco a la Capilla del Baratillo, volviéndose ante ella. La Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas, con sus impolutos trajes blancos, interpretó diversas marchas, como "El alma de Triana", con el paso mirando de frente al palio de la Virgen de la Caridad.




















Más tarde, tras detenerse ante la Capilla de la Pura y Limpia, el paso de palio de Nuestra Señora de la Esperanza cruzó el Arco del Postigo y comenzó a recorrer la calle Arfe. Iba con bastante prisa el paso de palio de la Esperanza de Triana. Tanta que ni siquiera le dio tiempo a un saetero a terminar su cante desde un balcón del inicio de la calle. El palio, que se detuvo unos segundos, se marchó rápidamente e incluso la Banda de Música María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras, empezó a tocar la marcha "Virgen de los Estudiantes".
El siempre exuberante exorno floral de este paso de palio estaba compuesto este año de gladiolos, rosas, lilium longiflorum, delfinium, fresias, paniculata, flor de arroz, hojas texturadas en blanco y hojas secas con pinceladas de pan de oro. Y a todo eso hay que añadir el resultado de las diversas petaladas que fue recibiendo el palio a lo largo del recorrido, como se podía comprobar en cada levantá, cuando caían del techo numerosos pétalos. La parada ante el Baratillo se aprovechó para que un hermano subiera con una escalera y retirara bastantes de esos pétalos.
Por otra parte, hay que señalar que la Virgen de la Esperanza ha estrenado este año una saya de terciopelo granate bordada en oro por Francisco Carrera Iglesias, diseñada también por Francisco Javier Sánchez de los Reyes.
















Más cerca de su casa estaba la Hermandad de la Macarena, que concentraba todo el protagonismo del barrio de la Feria. El paso de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia acababa de girar de Feria a Relator y pasaba junto a la antigua calle Escuderos, rebautizada como Señor de la Sentencia.
Este año el Señor ha llevado en su estación de penitencia la túnica de terciopelo morado bordado en oro por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1910. En cuanto al paso, estaba adornado con los invariables claveles de color rojo.
Tras una parada junto al negocio desde el que habitualmente se ofrece un pequeño desayuno a los Armaos, el paso se levantó y continuó para girar hacia la calle Parras, lo que hizo mientras que la Banda de Cornetas y Tambores de la Centuria Macarena interpretaba la marcha "Sentenciado".

























Por su parte, la Esperanza Macarena, tras detenerse ante la puerta de San Juan de la Palma y ante la Capilla del Rosario de Monte-Sión, avanzó por la calle Feria a los sones de diferentes marchas, como "Siempre Macarena", que la Banda del Carmen de Salteras interpretó por el tramo de calle anterior y posterior al cruce con Cruz Verde.
La Macarena presentaba como estreno en la calle la restauración del manto de la Coronación Canónica, bordado en oro sobre terciopelo verde por Esperanza Elena Caro en 1964, según el diseño de Fernando Marmolejo. El Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) ha sido el encargado de restaurar esta importante pieza del ajuar de la Virgen de la Esperanza, que además lució la saya conocida como la de las corbatas, obra también de Elena Caro de 1965, restaurada recientemente por Cyrta.
Ante la puerta de la Parroquia de Omnium Sanctorum recibió a la Esperanza una representación de la Hermandad de los Javieres. Hasta ahí llegó el paso de palio a los sones de "Virgen de los Estudiantes", marcha que fue interrumpida al detenerse. En ese momento un hombre interpretó una saeta y después la Esperanza Macarena continuó por Feria con la marcha "Virgen de los Negritos".





















La Madrugá, ya mañana de Viernes Santo, se completaba con la Hermandad de los Gitanos, que regresaba a su Santuario por la zona de San Pedro. Después de salir en 2019 con la túnica bordada de Sucesores de Caro, con la que se recuperó el diseño de una antigua de Rodríguez Ojeda, este año Nuestro Padre Jesús de la Salud ha llevado una nueva túnica lisa de terciopelo burdeos regalada a la imagen por un grupo de hermanos.
Desde la plaza del Cristo de Burgos y la de San Pedro, el Señor de la Salud se dirigió a Almirante Apodaca a los sones de "Gitano de Sevilla", interpretada por la propia Agrupación Musical de los Gitanos. Después el paso, adornado con un monte de claveles rojos, siguió hacia Santa Catalina, donde había una representación de la Hermandad de la Exaltación, ante la que se detuvo. 
Y más adelante, a la altura de la calle Santiago, se situó con su estandarte corporativo una representación de la del Beso de Judas, que este año ha salido desde el propio Santuario de los Gitanos, aunque la lluvia del Lunes Santo impidió que regresara a él, ya que la cofradía se quedó en el Salvador.

























Por su parte, María Santísima de las Angustias ha estado vestida este año para su estación de penitencia con el mejor de sus mantos de salida, el de color azul pavo bordado por Carrasquilla en 1961. Y además, llevaba la mantilla blanca que otros años ha combinado con el mismo manto, dando un precioso resultado. 
Por otro lado, la dolorosa lució la saya de Gitanillo de Triana, restaurada el año pasado por Cyrta. Se trata de una prenda que el taller de Sobrinos de José Caro confeccionó en 1945 con el traje de luces que el mencionado torero llevaba puesto el día en que recibió las cornadas que le produjeron la muerte en 1931. Su familia decidió donarlo a la hermandad para la realización de un conjunto de saya y mangas para la Virgen de las Angustias que ahora ha sido restaurado. Es de seda gris y cuenta con bordados en plata y sedas de colores.
En cuanto al exorno floral, estaba formado por un conjunto muy colorido de diversas especies, como rosas, rosas de pitiminí, jacintos y margaritas, entre otras especies.
La Banda de Música de las Nieves de Olivares interpretó en la plaza del Cristo de Burgos las marchas "Reina de Triana" y "Encarnación Coronada", a las que siguió luego "Madre de los Gitanos Coronada" para adentrarse en Almirante Apodaca. Después, llegó a Santa Catalina con "Al cielo con Ella". También se detuvo el palio ante la representación de la Exaltación, y la siguiente marcha, "Virgen de la Palma", se interrumpió cuando el paso se paró ante los cofrades del Beso de Judas. Finalmente, se marchó por Ponce de León a los sones de "Madrugá de canela y clavo", buscando el regreso al Santuario.
















































La Madrugá, que no vivíamos desde hacía tres años, terminaba y daba paso a una jornada de Viernes Santo que no vivíamos desde hacía cuatro. E incluso entonces la lluvia marcó su final. Pero la jornada del Viernes Santo de 2022 lo tenía todo para ser una gran jornada. Y estaba a punto de comenzar.

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