domingo, 3 de abril de 2011

CORONA DE FLORES EN SANTA CATALINA


A sólo unos metros, en la plaza de la Encarnación, sevillanos y visitantes admiraban (¿en serio?) las horrendas setas, el último atentado urbanístico cometido en la ciudad que, como dijera Paco Robles, "va de monumental por la vida"; esa monstruosa obra que ha costado la friolera de cien millones de euros; ese megalómano homenaje al despilfarro, a la fealdad y a la modernidad mal entendida, absolutamente confundida...
Y mientras, en la puerta principal de Santa Catalina podía verse una corona de flores junto a una foto del azulejo situado en la fachada de San Román, y en el que se representa a la santa que da nombre a lo que desde hace casi un siglo (dieciséis años antes que la Catedral) es monumento nacional. Una iglesia clausurada en 2004 y sin fecha alguna no ya de reapertura, sino de comienzo de su restauración integral.
Dicen que en esto la culpa la tiene el Arzobispado y que tanto la Junta como el Ayuntamiento han cumplido hasta ahora con su parte en la reparación de las cubiertas. Da igual a quién le pongamos la etiqueta de irresponsable. Unos por otros...
Pero reflexionemos por un momento: si se nos han ido cien millones en las setas, presupuestadas en su inicio en cincuenta, ¿cuántos monumentos nacionales como Santa Catalina podríamos haber recuperado con esa cantidad? ¿Qué es más urgente? ¿Llenar los bolsillos de un arquitecto extranjero con poco o ningún respeto por la ciudad y los de la empresa que ha incumplido todos los sucesivos plazos de ejecución? ¿O evitar el deterioro de una joya artística y cultural con varios siglos de historia? ¿En qué preferimos gastarnos el dinero que no tenemos?

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