martes, 3 de junio de 2014

MACARENA: REGRESO A LA BASÍLICA


Estaba previsto que a las seis de la tarde la Esperanza Macarena saliera de la Universidad rumbo a su basílica en un traslado sin horarios, ya que esa misma mañana se había descartado que la procesión finalizara a las cinco y media de la madrugada, como se anunció en un primer momento. "La Virgen entrará cuando Ella quiera", se había dicho.
Pero tampoco salió a la hora anunciada, aunque en este caso parece que se debió a la necesidad de atención médica de una joven que sufrió un desvanecimiento en la calle San Fernando y que, tras ser atendida en la Tienda Universitaria, requirió de la presencia de una ambulancia que se abrió paso entre la multitud para llegar hasta allí y llevársela al hospital.
Para entonces el palio de la Esperanza ya había salido. Para aumentar el tiempo de contemplación de la Virgen por parte de las personas que llenaban la calle, principalmente la que se encontraba justo frente a la puerta principal del Rectorado, la hermandad decidió que saliera primero el paso y se quedara parado ya en el exterior, pero antes de atravesar la reja, mientras salía todo el cortejo de esta procesión de regreso.
Nueve insignias conformaban este cortejo, desde la cruz de guía hasta el estandarte corporativo, aunque éste no daba inicio a un tramo de hermanos con cirios, sino que antecedía directamente al cuerpo de acólitos. Eran, por tanto, ocho los tramos que iban delante de la Esperanza en esta última parte de una serie de días inolvidables.









Por fin, bajo el sol que algunas nubes pasajeras habían ocultado durante la salida del cortejo para alivio de todos, salió a la calle San Fernando, bajo los cables del tranvía, la que por unas horas fue estudiante o cigarrera, como la Angustia y la Victoria son o han sido. Como era de esperar, la Banda del Carmen se reencontró con la Esperanza con la marcha "Coronación de la Macarena", seguida sin solución de continuidad por "Aniversario macareno". Avanzando ya en dirección a la Pasarela, sonaría "Pasa la Virgen Macarena".
Es curioso. La Macarena es la dolorosa a la que se dedican más marchas año tras año; y, sin embargo, las marchas de siempre, las más conocidas y valoradas, son las que, salvo excepciones más modernas, coparon el repertorio de los diferentes traslados de esta celebración del cincuentenario de la coronación canónica. Si a eso le añadimos que venimos de una Semana Santa en la que ha triunfado la vuelta a lo clásico, podemos concluir que estamos ante una especie de involución musical, y no precisamente en sentido negativo.











Los cables del tranvía afean el entorno. Eso es evidente. Pero entre la muchedumbre que esperaba, alguna más nerviosa de lo razonable (una mujer llegó a tirarle el móvil al suelo a un chaval por haberse puesto delante mientras intentaba sacar una foto al palio), nadie se fijaba en el entorno. En la amplitud de la Pasarela y el inicio de Menéndez Pelayo, las miradas eran única y exclusivamente para Ella, para la Esperanza de todos, la Macarena.
Avanzaba con decisión, con ese leve bote al caminar que caracteriza, y así debe seguir siendo, a este paso de palio, entre "vivas" y aplausos con cada parada, con cada levantá, con cada inicio de marcha. "Madrugá macarena" (enlazada de nuevo con "Coronación de la Macarena"), "Esperanza Macarena", "Virgen de las Aguas", "Virgen de Montserrat"... Un sinfín de marchas acompañaban a la Virgen de la Esperanza en el inicio de la larguísima Ronda, que casi se quedó estrecha para tanta gente como la seguía cuando el sol iba poco a poco cayendo detrás de los Jardines de Murillo, del Alcázar y de la Giralda. Sevilla era la envidia del universo con la belleza de la Esperanza Macarena recorriendo semejante paisaje.



































En la calle Recaredo, una alfombra de sales de colores esperaba a la Esperanza. Estaba situada ante la puerta de la Capilla de los Ángeles y había sido elaborada por la Hermandad de los Negritos, que salió con su estandarte a la puerta. El dibujo se basaba en el diseño del palio de la Virgen de los Ángeles, sin que faltasen elementos macarenos, como el ancla y las mariquillas.



Tardó en llegar la Macarena a este punto, pero cuando lo hizo, se desataron las emociones. La banda tocó "Virgen de los Negritos", la que empieza con los compases de los "Angelitos negros" de un Antonio Machín que, maracas en mano, asistía desde la Plaza Carmen Benítez como espectador a este momento tan especial.
Poco a poco el paso de palio fue girando para situarse frente a la capilla. Cuando comenzó a entrar en ella, la enorme cantidad de gente que abarrotaba esta zona rompió en un atronador aplauso. La Virgen de la Esperanza, frente a la Virgen de los Ángeles en el interior del templo. Momento para pensar en esos otros angelitos, los que adornan los techos y paredes de la basílica y que, según cuentan, tienen las caras de niños fallecidos de la Hermandad de la Macarena. Ángeles con Esperanza.
Una vez el palio se detuvo dentro de la capilla, la Coral Polifónica de Jesús Despojado interpretó, desde fuera y a capela, el Himno a la Esperanza Macarena. Lo cantó la coral y una grandísima parte de los presentes. Después, cantó la "Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles".
















Mucho rato pasó la Macarena dentro de la Capilla de los Ángeles, donde hubo que elevar la lámpara del techo para que el paso de palio pudiera dar la vuelta para salir de nuevo a la calle. Dos miembros de la Hermandad de los Negritos esperaban ese momento junto a la espadaña para arrojar sobre el palio una enorme petalada que se inició cuando uno de ellos gritó "¡Viva la Reina de los sevillanos!". En ese momento la Banda del Carmen comenzó a interpretar "Coronación de la Macarena", aunque tanto la marcha como la petalada se interrumpieron cuando Antonio Santiago mandó detener el paso. Y es que faltaba otra sorpresa, una saeta que desde uno de los balcones de la casa hermandad cantó Erika Leiva.
Posteriormente, acabada la saeta, la Macarena continuó su camino con la petalada y "Coronación de la Macarena", a la que siguió "Pasan los campanilleros".









Eran ya cerca de las doce de la noche cuando se vivió otro gran momento de esta procesión de regreso y uno de los más esperados pese a que hasta última hora no se confirmó: la visita de la Macarena a la Hermandad de los Gitanos. Cuando ya transitaba por la parte de la Ronda Histórica que recibe el nombre de María Auxiliadora, la Virgen de la Esperanza se desvió de su camino para meterse intramuros por la calle Mateos, antecedida únicamente por el estandarte y el cuerpo de acólitos.
Sonaba "Madre de los Gitanos Coronada", en honor a la dolorosa que el pasado mes de octubre celebró los veinticinco años de su coronación canónica.
En la confluencia de Mateos con Verónica la Virgen de la Esperanza recibió una gran petalada. El estandarte de los Gitanos había salido a recibirla cerca de dicha esquina, pero la Macarena no iba a quedarse ahí. La banda interpretó "Reina de San Román" mientras el paso de palio se acercaba muy poco a poco a la puerta del Santuario de los Gitanos. Con dicha marcha y con los aplausos de todos los presentes, la Macarena entró por primera vez en la historia en el templo que hoy es de los Gitanos y que siglos atrás fue la casa del Gran Poder. Los hilos de la Madrugá, en un momento mágico al que después se sumó, mientras la Esperanza se postraba ante el Señor de la Salud, la marcha "A ti, Manué".











Dentro y fuera se cantó la Salve. Miles de voces unidas en una misma oración a la Esperanza. Después, tras un momento que se hizo eterno para quienes esperaban fuera, pero que pasaría volando para los de dentro, la Macarena salió del templo de los Gitanos. Como en cada parada, se escuchó una vez más "Coronación de la Macarena", entre los aplausos de todos.
El estandarte de la Hermandad de los Gitanos salió de nuevo, pero ahora para despedir a la Virgen de la Esperanza tras esta histórica visita. Y al igual que en los Negritos, también aquí hubo una saeta para la Macarena antes de que ésta siguiera su camino, en este caso desde un balcón de la calle Mateos. Desde María Auxiliadora llegaron también aplausos; éstos debido a que la Esperanza volvía hacia los que la esperaban y la habían dejado marchar para el pequeño desvío hacia el Santuario de los Gitanos.













Pese a las horas que llevaba la Macarena en la calle, desde las ocho de la mañana, y la hora que era en ese momento, la calle María Auxiliadora seguía a rebosar de gente. Aún quedaban grandes emociones por vivir: en la Basílica de la Trinidad, en la casa natal de Santa Ángela de la Cruz, en San Julián y en San Gil.
Y en todos esos lugares, como en todos los que hasta ese momento había recorrido desde su traslado a la Catedral una semana antes, como en cada Madrugá que sale a las calles, como en cada mes de diciembre, cuando ofrece sus manos, como en cada día del año desde su camarín... demostró por qué es la Reina de los sevillanos, la que bajó del Cielo para que la llamáramos Macarena.







"Macarena en este mundo, y de aquí a la eternidad"...

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