viernes, 17 de octubre de 2014

JUAN MARTÍNEZ ALCALDE

 
Foto: Hermandad del Amparo

Tras la situación crítica a la que le llevó su enfermedad y de la que pudo recuperarse, con gran sentido del humor comentaba que Sevilla tenía dos resucitados, el que habita en Santa Marina y él mismo. La vida le concedió después unos meses de cierta mejoría, pero finalmente Juan Martínez Alcalde ha sido llamado ante el Amparo de Nuestra Señora, como miembro fiel del rebaño de la Divina Pastora.
Su presencia entre los cofrades que contemplan cada procesión de gloria, incluso cuando la enfermedad había hecho gran mella en él, era una constante. Sus ojos todo lo escrutaban con detalle, siempre desde una actitud humilde, como uno más. Pero no lo era.
Juan Martínez Alcalde, historiador del arte, volcó su vida a las hermandades y cofradías en general, y a las de gloria en particular, a las que dedicó varios libros que hoy son verdaderos clásicos de la literatura cofradiera del siglo XX y que, en gran medida, contribuyeron a sacar del olvido y revitalizar algunas de estas corporaciones cuyos titulares permanecían calladamente en sus altares, sin que demasiadas personas repararan en su existencia.
Si el mundo de las Glorias de Sevilla goza hoy de un gran auge, es en parte gracias a Juan Martínez Alcalde. Este mismo año, estuvo contemplando ante la capilla de su Divina Pastora a la Virgen de Araceli, que desde 2014 se ha unido al calendario anual de las cofradías letíficas. Y hace poco más de un mes estuvo junto a la Virgen de las Maravillas, advocación recuperada por la Hermandad del Carmen Doloroso que llegó a encontrarse cara a cara en San Juan de la Palma con su gran devoción penitencial, la Virgen de la Amargura.
Estos dos ejemplos, Araceli y Maravillas, demuestran que la segunda juventud de las Glorias es mucho más que un hecho. Y eso se lo debe la ciudad a personas como Juan Martínez Alcalde. Por eso, y pese a que son muchos los cofrades que piden al Ayuntamiento de Sevilla una calle, más que merecida, para perpetuar la memoria de este incansable investigador de las corporaciones letíficas, no habrá quizá mejor recuerdo y mejor homenaje que seguir viendo los fines de semana, entre mayo y diciembre de cada año, a gran cantidad de personas arropando y acompañando a las hermandades de gloria, de las que Juan Martínez Alcalde seguirá siendo un orgulloso observador de cada detalle desde donde esté.

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