martes, 19 de octubre de 2021

LA VIRGEN DE LA PAZ RECORRIÓ EL PORVENIR EN EL ROSARIO DE LA AURORA


María Santísima de la Paz volvió el domingo a recorrer las calles más características del barrio del Porvenir durante la celebración del tradicional rosario de la aurora; un culto que se dedicó a los fallecidos debido a la pandemia del coronavirus.
Para este rosario de la aurora, la dolorosa de Antonio Illanes estaba subida a las andas y situada en el presbiterio alto de la Parroquia de San Sebastián. Se encontraba vestida con el manto de tisú bordado en plata por Sucesores de Elena Caro en 2009, la saya también de tisú de plata bordada en el mismo metal por Manuel Solano (2014), la toca de sobremanto a juego que el mismo bordador realizó en 2016 (la saya se hizo por el LXXV aniversario de la hermandad y la toca por la Coronación Canónica) y el fajín rojo de capitán general de 1990.
Por otra parte, lucía la corona procesional, obra de Juan Fernández (1941) enriquecida en 2016 por los Hermanos Delgado; una cruz pectoral de plata con rosas de Francia y aguamarinas, del siglo XIX; un rosario de oro del siglo XX en la mano izquierda; otro de grandes cuentas blancas en la derecha; la rama de olivo de plata de los Hermanos Delgado (1995); y varios broches y medallas, entre ellas la de la ciudad de Sevilla prendida del fajín.



Eran las ocho en punto de la mañana cuando dio comienzo el rosario de la aurora con la salida del cortejo, encabezado por la cruz de guía. Un solo tramo de hermanos con cirios blancos formaban este cortejo, ya que el estandarte corporativo iba inmediatamente antes del cuerpo de acólitos.
El coro de campanilleros de la Hermandad de San José Obrero se encargó del acompañamiento musical, interpretando sus habituales canciones adaptadas a la música de conocidas marchas procesionales. Ernesto Sanguino guiaba las andas como capataz, mientras que diversos hermanos se encargaron de portarlas con frecuentes relevos durante el recorrido.
La Virgen de la Paz salió de San Sebastián y, como hace cada Domingo de Ramos, siguió de frente por la calle Río de la Plata. En ella se rezó el primero de los misterios gloriosos del Santo Rosario, la resurrección del Señor.











A la altura del cruce con la calle Brasil, la Virgen de la Paz abandonó Río de la Plata, pero para girar a su izquierda, al contrario que en el inicio de su estación de penitencia. En la misma esquina entre ambas calles se inició el rezo del segundo misterio, la ascensión del Señor.





Fue en la calle Brasil donde terminó de amanecer en este rosario de la aurora (éste sí es literalmente un rosario de la aurora). Y desde esta calle, la dolorosa giró a la derecha en Exposición. Entre ambas se rezó el tercer misterio glorioso, la venida del Espíritu Santo. El cuarto, la asunción de la Virgen, fue rezado en la calle Nuestra Señora de la Paz, en cuya esquina con Río de la Plata se inauguró hace cinco años un retablo cerámico en el que aparece vestida de hebrea (ver).















Desde su calle, la Virgen de la Paz salió de nuevo a Río de la Plata, ahora en su tramo final, y pronto tomó la calle Porvenir, donde se rezó el quinto y último misterio glorioso del rosario, la coronación de la Virgen. Una hermana comentaba que había más gente que otros años acompañando a la Virgen de la Paz en este rosario de la aurora, lo que atribuía a las ganas de cofradías en la calle tras la pandemia.























Las andas, iluminadas con seis candeleros y adornadas con rosas blancas en el friso y nardos en las esquinas, dejó atrás la calle Porvenir adentrándose en Santa Rosa, y posteriormente tomó Montevideo, donde se rezaron las letanías que ponen fin al Santo Rosario.














Finalmente, desde Montevideo la primera dolorosa que sale a las calles en Semana Santa volvió a Río de la Plata, ahora en dirección a la parroquia, donde entró dándose previamente la vuelta en el atrio para mirar hacia el exterior. Una vez dentro, regresó al presbiterio cuando eran aproximadamente las diez de la mañana.
















De esta forma, la Hermandad de la Paz pudo vivir la mañana del tercer domingo de octubre con la normalidad acostumbrada, con su dolorosa por las calles. Al finalizar el rosario de la aurora, presidió desde el altar mayor, ante la Virgen del Prado, la misa posterior. Por su parte, Nuestro Padre Jesús de la Victoria se encontraba solo en el retablo de la capilla sacramental, sin la compañía de San Juan, que por alguna razón no estaba en su lugar habitual.


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