jueves, 10 de diciembre de 2009

ESTO ES SEVILLA


El Lunes Santo de 2001, cuando el paso de misterio de la Hermandad de San Gonzalo llegó a la plaza de la Campana, el capataz, Manolo Garduño, les dijo a sus costaleros lo siguiente: "Esto es Sevilla y nosotros, Triana. ¿Pa`qué más arte?".
Sevilla se resume en esta foto, tomada el día en que ocho mil músicos de un centenar de bandas procedentes de toda España desfilaban junto a la Catedral, mientras por las recónditas calles del barrio de San Román rodaba Tom Cruise su última película. Y la Inmaculada, que sabe más de milagro sin ciencia que de cienciología, interrumpía el rodaje de la producción hollywoodiense en su camino hacia la Basílica de María Auxiliadora, dejando tras de sí las caras admiradas de unos 'guiris' que se encontraron con la madre de Dios en pleno decorado urbano. "Reina de Triana" o "Encarnación Coronada" fueron durante un instante una inmejorable banda sonora para persecuciones en moto por callejuelas.
Sevilla es un móvil orientado a un paso de Virgen. Y unas zapatillas que, cansadas de caminar, se alzan hasta lo más alto para verla pasar. La vista aérea de Sevilla bien vale subir "a los cables", como decían los costaleros antiguos.
Sevilla es cine y devoción, fidelidad a su imagen y a sus tradiciones. Es el racheo de un paso y el motor de las cámaras... y acción. Es un clavel blanco en una esquina de un paso, y una esquina cortada al girar una calle porque el niño de "Top gun" se ha venido a la Bética a salvar el mundo. Sevilla es un río de agua y otro de jartibles capillitas alrededor de un altar que se desplaza. Sevilla es una ciudad en besamanos. Y es una algarabía a la caza de un autógrafo. Es una estrella de cine y una Estrella que falta por San Jacinto. Es una ciudad rendida a la gran pantalla y un pueblo que se rinde ante la Caridad baratillera en forma de medalla prendida del pecho. Y todo en un día.
"¿Pa`qué más arte?", decía Garduño. Si más arte no cabe...

martes, 8 de diciembre de 2009

FRAY CARLOS AMIGO VALLEJO: "LA IGLESIA ES LA 'EMPRESA' QUE MÁS PUESTOS DE TRABAJO GENERA"


Tras 27 años como arzobispo de Sevilla, el cardenal Amigo dejó su cargo en la sede hispalense el mes pasado. Ahora, con su vocación como seguidor del santo de Asís por bandera, ha aceptado la invitación de la comunidad franciscana de Alcázar de San Juan para pronunciar el próximo sábado día 12, a las ocho de la tarde, el XXV Pregón de Navidad.

—No será la del próximo día 12 la primera vez que visite Alcázar de San Juan. Ya lo hizo hace algunos años con motivo del traslado del monumento a la Inmaculada Concepción. ¿Cómo recuerda aquella visita?
—La recuerdo como un clamor popular en torno a la Inmaculada Concepción, como una muestra de afecto muy grande a los franciscanos y dentro de un ambiente muy propio de una ciudad donde las tradiciones tienen una actualidad admirable. La tradición no es ni mucho menos para Alcázar algo que ha pasado, sino algo que pervive, que se celebra y se vive. Por otra parte, el misterio de la Inmaculada Concepción y los franciscanos son inseparables.
—Ahora llega a Alcázar para pregonar la Navidad. ¿Qué mensaje va a transmitir?
—La Navidad se ensalza por sí misma. El mensaje de la Navidad es inmutable y es vivido siempre con una enorme fidelidad. A veces le ponemos muchos ropajes a la Navidad; que si la secularización, que si son tradiciones que se reducen a una fiesta con más o menos colores, que si está muy unida a sentimientos... Y todo esto parece como que quisiera reducir el contenido religioso; pero no es así, ni muchísimo menos. No hay que dejarse llevar por las apariencias. Muchas veces el exterior, el vestido, hace que olvidemos a la persona que hay por dentro. Haremos también alguna referencia al afán secularista de quienes insinúan que se puede molestar a personas que no son de nuestra misma fe, lo cual es una injuria de personas intolerantes e incapaces de aplaudir la alegría de los demás y sentirse felices por los cristianos que celebran su fiesta, igual que nosotros podemos sentirnos muy felices de que amigos nuestros musulmanes celebren la fiesta del cordero, que hace poco la han celebrado.
—El portavoz de IU en Sevilla calificó la Navidad como “fiesta del solsticio de invierno” y algo parecido se ha intentado recientemente en Cataluña. ¿Qué le parece?
—Creo que fue simplemente una fórmula en la que expresaba que la Navidad hay muchas personas que la celebran, sí, pero desde otro punto de vista. No hay que darle mayor importancia ni tampoco pensar que estas cosas al creyente le van a asustar. A veces la crítica debe ser un motivo para la reflexión y para la fidelidad a aquello que como cristianos estamos celebrando. Es muy conocida la famosa distinción que hacía un filósofo respecto a la opinión pública manipulada y la opinión pública crítica. Tenemos que aceptar esta última porque nos ayuda, y no la opinión pública manipulada, que quiere conseguir otro tipo de finalidad.
—¿Qué le pasa por la cabeza cuando el Tribunal de Estrasburgo condena al Gobierno italiano a indemnizar a una estudiante de un instituto público con 5.000 euros, por los daños morales que supone que le ha causado la presencia de un crucifijo en su aula?
—Son cosas anecdóticas. Algo que le puede ocurrir a una persona en una circunstancia particular tampoco hay que extrapolarlo y universalizarlo de tal manera, pensando en que todas las personas del mundo estamos llenas de traumas, de resentimientos... No. Afortunadamente y gracias a Dios, sabemos defendernos muy bien los hombres y las mujeres del mundo de todas estas cosas con un poco de sentido común, de autocrítica y de formación, que es muy importante.
—En su momento, causó cierto revuelo que recibiera en el Palacio Arzobispal de Sevilla a los representantes de una asociación de gays y lesbianas. ¿Qué les dijo?
—Había habido un encuentro en una mesa redonda en la que habían participado representantes de distintos grupos. Me invitaron y estuve hablando sobre diversos temas. Después, un grupo de personas me pidió que les recibiera y lo hice. Me expusieron sus ideas y su situación. Pero una cosa es que uno reciba a las personas, hable con ellas y las escuche, y otra cosa es que uno esté de acuerdo con todo lo que estas personas pueden pensar o hacer.
—¿Le sorprendió ese ruido social y mediático?
—No. Las personas que tenemos una presencia pública tenemos que aceptar también la crítica. A lo largo de mi vida he tenido que conversar con muchas personas de distintas religiones, he visitado muchas veces las cárceles, donde he tenido que hablar con personas con las que no estoy de acuerdo en absoluto, pero que son personas a las que uno debe escuchar para que uno también transmita un poco lo que piensa.
—Muchos acusan a la Iglesia de dar la espalda a la realidad social que la rodea. ¿Encuentros como aquél sirven para acallar esas voces?
—No. Aquel encuentro fue simplemente algo muy particular de un grupo de personas de Sevilla que querían hablar con su arzobispo. Estaban perfectamente en su derecho de hacerlo. Yo les escuché con atención y ellos también estuvieron conmigo correctísimos en todo momento y me escucharon. Pero repito que una cosa es la conducta que una persona pueda seguir y otra cosa es aceptar que esa persona pueda hablar contigo.
—En cualquier caso, usted, como decía antes, ha procurado estar siempre cerca de aquéllos a los que más cuesta acercarse. Por ejemplo, los presos o los barrios marginales.
—Como todos, cuando llegamos a un cargo solemos decir: “Yo quiero ser el obispo de todos; yo quiero ser el alcalde de todos; el presidente del Gobierno de todos...”. Todos decimos eso enseguida que llegamos. Pues sí. Me propuse ser el obispo servidor de todos, muchas veces ofreciendo simplemente los oídos para que me dijeran aquello que querían decirme, porque hay personas que a lo mejor lo que necesitan es sólo alguien que les escuche y desahogarse un poco. Y no sé si puedo decir como el famoso Don Juan Tenorio: “A los castillos subí y a las cabañas bajé”. Cuando hay una persona, no hay cabaña ni hay castillo; sólo una persona que merece la pena estar a su lado.
—El año pasado pronunció en Ciudad Real una conferencia en la que hizo hincapié en la labor social que realiza la Iglesia y que muchas veces es tan desconocida. ¿Quizá ha llegado el momento de que la mano izquierda se entere de lo que hace la derecha?
—Tenemos las dos manos. Lo importante es que se entere la cabeza de cuáles son sus obligaciones. Unas veces hay que hacerlas con la mano derecha y otras efectivamente hay que hacer las cosas de forma que no se entere la otra mano, con discreción, sobre todo cuando se puede humillar a los demás. Eso es muy importante. Hay quien dice eso de “caiga quien caiga”; pero no, tenemos que procurar que no caiga nadie. Muchas veces la intolerancia tremenda o la ley rígida llevan a cometer unos errores de protocolo deshumanizado. Por eso, creo que un sentido de apertura nos viene muy bien a todos.
—En esa conferencia hizo alusión a un dato sobre el empleo que genera la Iglesia y que, sólo en Andalucía, supera con creces al volumen de trabajo de las empresas más potentes.
—Estaba hablando de la labor social de las hermandades y cofradías, y de la Iglesia en general. Recuerdo perfectamente aquella conferencia y el enorme interés por alguno de estos asuntos. Naturalmente, como es lógico, Ciudad Real tiene su propio estilo y manera de celebrar la Semana Santa y la salida de sus hermandades. Pero hay unos elementos comunes detrás de estas asociaciones de fieles, particularmente de estas hermandades y cofradías. Algunos dicen: “Bueno, y ¿qué hace la Iglesia por la sociedad?”. Pues di unos datos aunque a veces da un poco de reparo el decirlo porque parece que es presunción de si la Iglesia hace esto o lo otro. Pero bueno, hacemos lo que tenemos que hacer. Que la Iglesia dé de comer a los pobres o que subsidiariamente tenga que ayudar a los marginados es lo mínimo que debe hacer. Entonces di esos datos de aspectos sobre el número de ancianos o de niños en manos de la Iglesia, o sobre cooperación internacional. Y también hablaba de las instituciones y actividades de la Iglesia que generan muchos, muchos puestos de trabajo. Y en Andalucía, después de las administraciones públicas, la Iglesia es la “empresa”, entre comillas, que más puestos de trabajo genera.
—Recientemente se ha definido a sí mismo como “un franciscano vestido de cardenal”. Por más cargos que haya desempeñado en su vida, su vocación inicial como franciscano siempre ha pesado más.
—Son estas frases que se dicen. “¿Cómo quiere usted que le recuerden en Sevilla? Bueno, pues como un franciscano que llegó aquí vestido de cardenal”. No sólo me refería al ropaje de la púrpura, sino a todo lo que significaba la responsabilidad de actuar como un pastor en una iglesia. Y ahora, que tengo otro tipo de actividades, estoy más vinculado a mi vocación franciscana y paso muchas horas en un convento franciscano donde tengo allí mi habitación y mi lugar de trabajo, pues efectivamente veo que es una vocación que persiste. Pero esto es lógico y le ocurre a todas las personas que mantienen su primera vocación. Yo recuerdo a mi padre, que fue médico de pueblo, después se especializó y se trasladó a otro sitio. Y él decía que si volviera a nacer sería otra vez médico de pueblo, pero que se quedaría en el pueblo, que fue su primera vocación, aunque luego tuvo que estar en situaciones distintas.
—Precisamente usted empezó a estudiar Medicina.
—Era una especie de mal de familia. En mi familia, cuando un hijo nacía no se le preguntaba nunca qué iba a estudiar cuando fuera mayor. Tanto por parte de mi padre como de mi madre, los tíos, los abuelos... todos estaban dentro de esa gran comunidad que es la Medicina. Pero, como en todas las familias, siempre hay algún garbanzo negro que se desvía hacia otro lado. Mejor dicho: siempre hay alguien al que Dios tira de la mano y le pone en otro sitio.
—Ahora dedicará su tiempo, entre otras cosas, a ultimar un libro sobre San Francisco de Asís. ¿Qué visión va a ofrecer del fundador de la orden?
—Bueno, ésa era mi ilusión. Pero, como siempre, el grado de libertad que uno tiene está condicionado y hay un requerimiento para que escriba un libro sobre unos temas de actualidad, una reflexión entre filosófica y cultural de algunos de los problemas modernos con un enfoque dirigido al gran público, pero siempre para ayudar a situar algunos conceptos. Estoy trabajando en ello, pero mi ilusión es escribir un libro sobre San Francisco en el que daré rienda suelta a todo lo que puede suponer mi vocación franciscana.
—A usted le tocó vivir un momento muy duro como fue el asesinato del concejal del PP Alberto Jiménez Becerril y su esposa a manos de ETA, precisamente en las inmediaciones del Palacio Arzobispal. ¿Qué recuerdo guarda de entonces?
—Aquello no es un recuerdo. Es algo permanente y vivo. Yo tengo metido en los ojos y en el alma las escenas, las caras, todo. Les asesinaron justamente debajo del dormitorio del Palacio Arzobispal. En un primer momento no podía dar crédito a la noticia; hacía poco tiempo que había estado con ellos, con Alberto y Ascen, y me acordé de sus niños. Todo se agolpaba. También había muchas tensiones en otra región con este tema de la participación de la Iglesia en los funerales y todas estas cosas. A la alcaldesa de entonces, Soledad Becerril, le dije que estaba a su disposición para acompañarles en todo lo que hiciera falta. Después, cuando llegaron los cuerpos al Ayuntamiento, yo tenía que estar allí, recibirlos y estar con sus familias; y desde el Palacio Arzobispal hasta el Ayuntamiento, que hay muy poco trayecto, recuerdo qué caras tenía la gente y también tuve que oír algunas cosas sobre la Iglesia. No se referían a la Iglesia de Sevilla pero, al fin y al cabo, yo era el arzobispo. Y recuerdo todos los momentos y las palabras que tuve que decir, y que podría repetir de memoria, en la homilía porque fueron palabras muy meditadas, ya que tenía que decir claramente lo que pensaba en ese momento.
—Algo parecido ha tenido que afrontar recientemente junto a los padres de Marta del Castillo. Supongo que no es fácil en momentos así ofrecer palabras de consuelo.
—Es muy difícil, muy difícil. Las palabras deben ayudar a acercarnos a las personas, pero poco más. Hay que estar junto a estas personas. Por ejemplo, cuando llegué a la misa que tuvimos al principio, me vi con el padre de Marta, me abracé a él y el hombre me decía: “Mi hija, mi hija, mi hija”. Y de ahí no salió más conversación. Y ¿qué le iba a decir yo? Pues dejarlo que estuviera abrazado a mí. En esos momentos te haces partícipe de su dolor y te identificas con estas personas. Otra vez, con los padres y algún otro familiar, he recibido unas lecciones de sensatez en el dolor, de dignidad, de estar en su sitio con su hija. Son escenas y momentos que no solamente no olvidas, sino que se viven con ellos.
—Mucha gente ha lamentado la inusual rapidez con que el Papa ha aceptado su renuncia como arzobispo de Sevilla y ha criticado que no vaya a tener ningún puesto de relevancia dentro de la Iglesia. ¿Qué tiene que decir a esas personas?
—Yo había hablado con el Santo Padre hacía ya bastante tiempo. He estado 36 años como arzobispo, que son muchos años. Como decía un compañero mío de una forma un poco castiza: “36 años con la mitra puesta son muchos; y la mitra pesa”. También se puede decir que la mitra pesa pero abriga. Por otra parte, son 27 años en Sevilla. Que yo sepa, desde San Isidoro creo que he sido el arzobispo que más tiempo ha estado. Entonces, hablé con el Santo Padre, entre otras cosas, por la realidad de los 75 años de edad. Y cuando uno se jubila, lo hace no para tener puestos importantes, sino porque la edad del DNI es inexorable. Y además, en una diócesis tan grande como Sevilla, tan compleja, con gran historia, era conveniente que la transición se hiciera de la forma más llana, más normal y más adecuada. Así lo hablé con el Santo Padre, que lo entendió perfectamente. Ésta ha sido la trayectoria y nada más.
—Ahora vive usted en Madrid. No sé si sabe que por la visita de Benedicto XVI prevista para 2011 han pedido a la Hermandad del Cachorro que trasladen allí al Cristo de la Expiración. ¿Se imagina encontrarse al Cachorro por las calles de Madrid?
—Me imagino encontrármelo en las calles de Madrid. Alguno ya ha dicho una cosa yo creo que exagerada. Pero bueno, el Cachorro está en Sevilla y con mucho gusto iré a verle todas las veces que pueda. De todas formas, la elección de la imagen en esa circunstancia creo que, en primer lugar, es un honor para la hermandad. Hablé con el hermano mayor y está con el arzobispo estudiando la respuesta que tienen que dar. Me manifestó el cardenal Rouco de forma personal, y después también por escrito, que él tiene mucho interés en este tema.
—De momento, la hermandad está dividida entre quienes consideran un riesgo innecesario ese traslado de la imagen y quienes no ven problema alguno. ¿Usted qué haría?
—Esto está dentro de la forma de hacer de las hermandades. Los técnicos son los que tienen que decir el grado de riesgo que esto puede suponer. Y cuando hay un riesgo, hay que ver la fórmula de evitarlo pero también hay que ver lo que tiene de positivo la presencia del Cachorro en Madrid.
—En Alcázar de San Juan, desde hace varios años existe un convento de las Hermanas de la Cruz, que tan cerca han estado de usted en los últimos 27 años. ¿Aprovechará para visitarlo?
—Por supuesto, si tengo ocasión con muchísimo gusto iré porque les tengo un enorme afecto a las Hermanas de la Cruz.
—¿Es posible que le escuchemos pronto en la radio como tertuliano?
—¡Ustedes están al tanto de todo! Me propusieron que teníamos que hablar sobre este tema, pero lo estoy madurando porque en este tiempo yo tengo quizá otras perspectivas y otros compromisos. Pero no se descarta que haga también algún escarceo por la radio.

sábado, 5 de diciembre de 2009

LA POLÉMICA VUELVE A SAN ESTEBAN


Ya es definitivo. Después de una semana de rumores no confirmados por ninguna de las partes, se puede asegurar que la Hermandad de San Esteban ha decidido cambiar a la banda que cada Martes Santo acompaña al misterio de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Buen Viaje. Ahora que se ha hecho oficial que la Agrupación Musical Virgen de los Reyes será sustituida por la vecina Agrupación de Nuestro Padre Jesús de la Redención es el momento de opinar.
En primer lugar, y contra algunos de los comentarios que han podido leerse en determinados foros durante estos días, hay que alegrarse de que una gran formación musical, como es la de La Redención, vaya a tocar tras otro paso de misterio en la Semana Santa; y ya van tres, sin contar las vísperas. En los últimos años parece que esta agrupación está de moda, y eso es una buena noticia.
Ahora bien, al margen de gustos sobre ‘folclorismos’ y ‘flamenqueos’, nadie podrá negar que la Agrupación Musical Virgen de los Reyes es una de las bandas de mayor calidad interpretativa, y que su presencia tras el Cristo de la Ventana, cofradía de la que sus músicos son hermanos honorarios, era una de las señas de identidad de la Semana Santa.
Y tras la noticia, como era de esperar, llega la polémica. Muchos hermanos empiezan a mostrar su disconformidad con una decisión que, a todas luces, se antoja innecesaria y caprichosa. Es cierto que cambios de banda en las cofradías se dan todos los años y no pasa nada. En la misma Hermandad de San Esteban, este año se cambió en el palio a la Filarmónica de Pilas por la Banda de Música de Las Cigarreras y apenas se oyó queja alguna. Pero la Agrupación Virgen de los Reyes y San Esteban conformaban una institución en sí misma, una unión perfecta que ahora, por causas que de momento no se han dado a conocer, se ha roto.
Hay quien habla de malas relaciones entre las partes; otros culpan a los Ariza, los capataces de la cofradía desde 2007; algunos dicen que el contrato con la Redención, que de momento es por un solo año, es el primer paso para que en 2011 San Esteban lleve cornetas y tambores, y apuntan incluso a la Centuria Macarena, que, años ha, ya acompañó al misterio. Y los más señalan directamente a Jesús Creagh, máximo responsable actual de la hermandad, escogido por el Arzobispado para recuperar la paz perdida durante el mandato de Carlos García Guisado, quien fuera, por cierto, el responsable del cambio de capataces.
Y es precisamente por ello, por ser Creagh una persona colocada a dedo, por lo que me pregunto cómo va a volver la normalidad a San Esteban si toma decisiones tan polémicas quien no ha sido escogido por los hermanos. Dicho de otra manera: si García Guisado, hermano mayor votado democráticamente por la cofradía, generó broncas monumentales con la sustitución de los capataces; ¿qué peleas internas no va a ocasionar el despido de una banda muy querida en la Puerta Carmona, decidido por alguien que no se ha presentado a unas elecciones? ¿Así volverá la tranquilidad? Por este camino, lo veo realmente difícil.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

JOSÉ CAPA MUÑOZ


Mi complejo de Peter Pan (diagnosticado con acierto por Domin Villarejo, compañera de Onda Cero en Alcázar de San Juan) me lleva en numerosísimas ocasiones a echar la vista atrás, fundamentalmente a mis felices años de estudiante universitario. Hoy lo he vuelto a hacer cuando las circunstancias han refrescado en mi mente la imagen de José Capa Muñoz.
A la edad de 85 años, Pepe, como todos le llamaban, ha fallecido en Sevilla. Pepe era el hermano número uno, por antigüedad, de la Hermandad de la Sagrada Cena. Pero además, Pepe, junto a su mujer, Encarna, era el dueño del piso donde viví durante más de dos años. Vamos, mi casero.
De repente me he visto trasladado a la calle San Joaquín. Yo vivía en el segundo piso; Pepe y Encarna en el primero. Era frecuente que, para cualquier cosa, o sencillamente para saludar cuando intuían que andábamos por ahí, nos llamaran desde el patio interior. De esa forma, hablábamos de las cosas del piso, del ruido de los vecinos o de cómo llevábamos los estudios.
El alquiler, 60.000 pesetas por un piso de tres habitaciones a dos patadas del centro histórico (una ganga, hoy en día), lo pagábamos en mano bajando hasta su casa. Normalmente, la visita no consistía únicamente en el intercambio del dinero y el recibo, sino que nos invitaban a pasar mientras Pepe, lenta y cuidadosamente, anotaba la cantidad entregada y el mes correspondiente. Incluso, en una de esas visitas, insistieron en regalarme una camiseta del restaurante Casa Pablo, de Puerto de la Cruz (Tenerife), donde habían estado hacía poco tiempo.
Lo primero que llamaba la atención nada más acceder a la vivienda era el enorme cuadro con la imagen de la Virgen del Subterráneo, la dolorosa titular de la hermandad a la que Pepe pertenecía desde los cinco años. Tanto él como Encarna eran cofrades hasta la médula. Y no eran pocas las fotografías y libros sobre Semana Santa que así lo demostraban, algunos de los cuales me prestó en varias ocasiones. Incluso el mueble de la televisión albergaba una de las últimas colecciones de videos sobre cofradías editados en VHS: "Bajo el cielo de Sevilla", ofrecida a sus lectores por el ABC, diario que tenía su sitio en la pequeña mesa camilla colocada junto a la cristalera del salón.
Por supuesto, era habitual encontrar al matrimonio, impecablemente vestido, en la Iglesia de los Terceros cada mañana de Domingo de Ramos, horas antes de la salida de la cofradía, o en los diversos actos celebrados durante el año, principalmente en los besamanos de la Virgen del Subterráneo o en los besapiés del Señor de la Cena y el Cristo de la Humildad y Paciencia. Pepe se movía por el templo, controlando que todo estuviera en su sitio y el culto se desarrollara con la solemnidad requerida; y Encarna permanecía sentada en un banco con la mirada fija en los titulares, hablando con otras hermanas o vendiendo estampitas y lotería de Navidad a los devotos.
El Martes Santo de 2002 bajaba yo las escaleras del edificio de la calle San Joaquín para acudir a ver la salida de la Hermandad de San Esteban. Al llegar al primero me encontré en el rellano con Encarna. Me preguntó que dónde iba con esas prisas y le expliqué que si me retrasaba más iba a ser difícil hacerme con un sitio para ver la dificultosa maniobra con que los costaleros ponen cada año en la calle al Cristo de la Salud y Buen Viaje, y a la Virgen de los Desamparados. Seguí bajando pero me detuve cuando recordé que dos días antes había asistido por primera vez a la salida de La Cena en la calle Sol. Se lo conté y me preguntó con interés: "¿Te gustó?". Le respondí: "Mucho". Su cara fue de auténtico orgullo cofrade y supe que le gustaría compartir ese sentimiento con su marido, por lo que añadí: "Dígaselo a Pepe". "Yo se lo diré", contestó.
Encarna, que compartía nombre con la Virgen que su hermandad pasea por las calles cada mes de octubre, se fue antes; y ahora la acompaña Pepe. Han dejado la tierra bajo la que, según la tradición, apareció la antigua dolorosa de su cofradía, para subir quizá a lo más alto, más arriba incluso de la azotea de aquel sencillo edificio de la calle San Joaquín.

jueves, 12 de noviembre de 2009

EL MUSEO DE LA MACARENA


El segundo museo de Sevilla en número de visitantes, el de la Hermandad de la Macarena, reabrió hace dos semanas sus puertas, tras unas intensas obras de ampliación y reforma que lo han convertido en un espacio cultural de primer orden gracias a unas instalaciones modernas y accesibles que ponen en valor el importante patrimonio artístico que atesora la cofradía después de más de 400 años de historia.
Distribuido en tres plantas, el nuevo museo comienza por contarle al visitante, a través de diversos paneles, algunos de los hitos más destacados de la hermandad, como su fundación en San Basilio en 1595, su traslado a San Gil a mediados del XVII, la creación de la Centuria Macarena o la construcción de la actual Basílica Menor. También puede verse todo el conjunto de insignias que durante la Madrugá pasan prácticamente desapercibidas entre tanto nazareno. Una de las túnicas del Señor de la Sentencia, la conocida como de los "ochos", y un traje de "armao" anteceden al espacio que el museo dedica a la Virgen del Rosario, titular letífica de la antigua Hermandad del Rosario de San Gil, fusionada con la de la Esperanza cuando ambas coincidieron en dicho templo. Así, se puede ver completamente montado el paso que sale a las calles cada mes de octubre, el manto de salida, la ráfaga, la corona, la saya y la vestimenta del Niño Jesús.
Posteriormente, en la Sala II aparecen distintos elementos, como las antiguas bambalinas del paso de palio de la Macarena, uno de los mantos de camarín, el estandarte de la hermandad, una relación de hermanos mayores y otra de los miembros de la Casa Real que han formado parte de la cofradía. También se puede ver el famoso cuadro de José García Ramos titulado "Nazareno, dame un caramelo", una muestra del costumbrismo como motivo artístico.
El recorrido diseñado por los responsables del museo nos traslada ahora hasta la segunda planta. Nada más salir del ascensor nos topamos con un enorme plano de la ciudad de Sevilla donde está marcado el itinerario que recorre cada año la cofradía. En él se integran varios monitores donde se proyectan imágenes de los dos pasos por algunos de esos lugares que el visitante puede buscar en el plano, junto al que se ha situado la cruz de guía de plata inmediatamente delante de una antigua fotografía en la que un grupo de macarenos sonríen a la cámara portando esa misma insignia en una mañana de Viernes Santo.
Otros monitores en esta sala dan a conocer los aspectos de la Hermandad de la Macarena más desconocidos para los neófitos, como su larga lista de cultos internos que celebra durante el año o su labor asistencial y social. Además, con el título de "Macarena en el mundo", se puede ver cómo no se exagera un ápice cuando se habla de la devoción universal a la Virgen de la Esperanza. Y es que una pantalla va continuamente mostrando cómo la Macarena está presente en prácticamente todo el mundo a través de retablos callejeros en ciudades como Roma o Viena, pero sobre todo con imágenes de la Virgen que han tomado también como advocación la del popular barrio sevillano de las antiguas huertas a extramuros. Así, es curioso observar la presencia de la Macarena en Pennsylvania, Miami, Paraguay o Filipinas, sin olvidar ciudades españolas como Madrid, Barcelona o Villarrobledo.
En esta sala hay también diferentes cuadros de los carteles pictóricos que la hermandad edita cada año con motivo de la Semana Santa, junto al cartel de la Coronación Canónica que tuvo lugar en 1964. Frente a éste se exponen el manto celeste y la diadema utilizados en los cultos que tuvieron lugar en la Catedral y diversos regalos que, con este motivo, hicieron otras cofradías sevillanas.
Una de las piezas más llamativas expuestas es el cajón de madera en el que se ocultó a la Macarena en 1936 para sacarla de San Gil y ocultarla en el domicilio particular de un miembro de la hermandad en la calle Orfila, ante el temor de que el templo pudiera ser víctima de uno de los diversos incendios con que los republicanos defendían "la paz, la democracia y la libertad". No se equivocaron los hermanos. El 18 de julio San Gil era pasto de las llamas sin que la Virgen de la Esperanza, el Señor de la Sentencia y la Virgen del Rosario sufrieran daño alguno. Adosada a la urna de metacrilato que alberga el cajón y una reproducción del coche en el que se trasladó a la dolorosa se ha colocado una fotografía de la misma en el interior de su humilde altar provisional.
Por último, esta sala del museo muestra a los visitantes las túnicas de los nazarenos de ambos pasos, diversos carteles de cultos, el boceto de la escultura de Pilatos que figura en el paso de misterio y otra de las túnicas de salida de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia.
El recorrido finaliza en la planta primera, donde lo más destacado es la presencia de los dos pasos completamente montados (a excepción de las imágenes titulares que, obviamente, se encuentran en la Basílica), lo que permite detenerse en la contemplación de los infinitos detalles de talla, orfebrería y bordado en los que casi no da tiempo a reparar en las típicas bullas de la Madrugá.
Rodean a los pasos todos los elementos que les acompañan en la calle, como las bocinas, los ciriales, las navetas y los incensarios. Además, es posible observar con detalle los tres mantos de salida de la Macarena, varias sayas, el simpecado, los mantos de camarín y la corona, que se expone de forma que pueda ser vista desde todos los ángulos posibles.
La guasa sevillana ya ha bautizado al nuevo Museo de la Macarena como MOMA (Museum of Macarena Art). Así pues, lo único que me queda es recomendar a todo aquél que sepa apreciar el arte multidisciplinar que no deje de visitar en cuanto tenga ocasión el MOMA sevillano. Merece la pena.













martes, 10 de noviembre de 2009

LA ENFERMEDAD Y EL REMEDIO







El pasado 14 de septiembre os contaba el vergonzoso aspecto que presentaba el Puente de Isabel II por culpa de las muchas parejas de idiotas que se dedican a colocar en su barandilla enormes candados como símbolo de su amor, siguiendo así la brillante idea de un tal Federico Moccia en su novela "Tengo ganas de ti" (El puente de Moccia).
Pues bien, a esa enfermedad del puente, causada por otra incurable (la estupidez humana), ha respondido el Ayuntamiento de Sevilla con un remedio que, ahora sí, está dañando lo que es un Monumento Histórico Nacional. Como podéis ver en las fotos que incluyo en esta entrada, muchos de los candados han sido retirados. El problema es que el instrumento utilizado para tal fin, probablemente una radial o algo parecido, está perjudicando a la reja, que, como el resto del puente, data de mediados del siglo XIX.
Se pueden apreciar numerosos cortes en los artísticos hierros que conforman la barandilla; unos daños absolutamente irreparables que una ciudad que, como dijera el periodista Francisco Robles, "va de monumental por la vida", no se debería permitir.
Hay que exigir a quien corresponda un remedio urgente, sin que éste sea, como está siendo, peor que la enfermedad. Y mientras, los idiotas siguen a lo suyo. Ayer mismo, una sonriente pareja se hacía una foto junto a su candado recién enganchado al monumento. Algo me detuvo y evitó que les recomendara otro lugar más recóndito donde podían habérselo colocado...

lunes, 9 de noviembre de 2009

LAS ÚLTIMAS GLORIAS



Ayer, segundo domingo de noviembre (aunque la temperatura pareciera más propia de otro mes), la Sevilla cofrade cerró un año más el ciclo de las Glorias con dos de las hermandades de más clásico sabor en la ciudad, gracias a los siglos que llevan a sus espaldas, pero también gracias a la presencia estética y musical que mantienen en sus salidas procesionales. La Virgen del Amparo partió de la Magdalena a las seis de la tarde para recorrer un itinerario de lo más elegante, con calles como San Pablo, Gravina, Pedro del Toro o la plaza del Museo. Una hora más tarde, y en plena calle Feria, la Virgen de Todos los Santos, patrona del barrio, salía de Omnium Sanctorum a los sones, para añadir aún más clasicismo a la escena, de la banda de Tejera. Acompañadas por una enorme cantidad de personas, las últimas Glorias (a excepción de la despedida rociera del año que llegará del Salvador) cumplieron el rito y cerraron una ventana que, más pronto que tarde, volverá a abrirse...