sábado, 14 de abril de 2012

LUNES SANTO 2012: LA FE Y EL ORIGEN

Lo de la Hermandad del Polígono es realmente desmoralizador. Después de incorporarse a la nómina de la Semana Santa en 2008 y completar dos larguísimas y emocionantes estaciones de penitencia, la de ese año y la del siguiente, llegó 2010 y se mojó durante una interminable búsqueda de refugio desde San Benito hasta el Salvador; en 2011 no salió por las previsiones de lluvia que luego no se cumplieron; y en este 2012 exactamente lo mismo, sólo que en este caso sí que cayó agua durante la tarde, y de qué manera. Por lo tanto, tres años seguidos afectados por la lluvia, aunque éste ha sido el primer año en que la junta de gobierno ha acertado con su decisión.


El Polígono San Pablo fue la primera víctima de una segunda jornada de Semana Santa que arrancaba exactamente igual que la primera. El principal estreno era el mismo que el de Pino Montano tres días antes: la nueva puerta de la parroquia que por primera vez iba a permitir que los pasos salieran a la calle desde el templo de San Ignacio de Loyola, y no desde la carpa habitual. Pero no pudo ser. Jesús Cautivo y Rescatado, que sigue sin poder estrenar su túnica de lanilla morada donada por una hermana el año pasado, y la Virgen del Rosario se quedaron en el interior de la moderna iglesia con sus vecinos.








La cosa estaba tan clara a esa hora que antes incluso de tener que empezar su estación de penitencia la Hermandad de Santa Genoveva anunciaba también que desistía del intento. No le hicieron falta ni prórrogas ni retrasos. Los partes no dejaban lugar a la duda. El hermano mayor, Francisco Javier Bonilla, explicaba que la del Tiro de Línea es una cofradía "de mañana, tarde y noche", y se anunciaba lluvia para los tres momentos del día. Poco más había que decir, por tanto.
Para las tres de la tarde estaba prevista la salida de San Gonzalo y el Beso de Judas. Curiosamente, con bastante antelación en Triana se apuntaba a las cinco y cuarto como nueva hora de salida de la primera de ellas. ¿No es exagerado semejante retraso? Si los hermanos, los muchísimos nazarenos de San Gonzalo, deben estar, se supone, a las dos ya dispuestos, ¿no es un disparate tenerles más de tres horas esperando, teniendo en cuenta además que no caben todos en la parroquia? ¿El Consejo no ha sido este año especialmente generoso concediendo prórrogas?
Pero es que ocurrió exactamente lo mismo en Santiago. En las dos horas largas de espera las pacientes personas que esperaban la salida soportaron varios aguaceros mientras la junta de gobierno seguía anunciando prórrogas confiando en que se repitiera la mejoría de la tarde del Domingo de Ramos.


Al final, el hermano mayor, José Antonio Moncayo, anunciaba que la cofradía saldría porque, según los partes que manejaba, la probabilidad de lluvia era del veinte por ciento hasta las seis de la tarde y a partir de ahí quedaba reducida prácticamente a la nada. A esa misma hora, sin embargo, el CECOP hablaba de un setenta por ciento de probabilidad durante toda la tarde. ¿Cómo puede haber partes tan contradictorios? Damos por hecho que la autoridad municipal tenía los datos de la Agencia Estatal de Meteorología. ¿Cuál era la fuente de los datos que tenía el hermano mayor? En cualquier caso, tanto el Beso de Judas como San Gonzalo se aferraron, quizá con más fe que certidumbre, a esos partes que veían muy improbable la lluvia para lo que quedaba de jornada y se pusieron en la calle.
Como en la salida de San Roque el día anterior, también los nazarenos del Señor de la Redención fueron abandonando el templo con bastante celeridad, incluso de tres en tres.


En menos de un cuarto de hora desde la apertura de las puertas el misterio de Castillo Lastrucci asomó por el dintel de la Iglesia de Santiago. El cielo presentaba aún una gran masa de nubes de un amenazante color gris, pero cuando el misterio reviraba hacia la calle Santiago salió el sol, haciendo pensar a todos que las dificultades ya se habían superado y que efectivamente las predicciones tan optimistas en las que justificó la salida el hermano mayor eran las acertadas.








Algunos minutos después de las seis hacía su aparición el paso de palio de la Virgen del Rocío, que probablemente pueda hacerse con el título del exorno floral más original del año: verónicas azules, lathirus azules, hibericum cremas, dendrobium verdes, cymbidium verdes y rosas verdes. Ante tal variedad, y tan exótica, uno no puede dejar de recordar aquellos tiempos en que este palio iba invariablemente con claveles blancos, e incluso la gran innovación que supuso en 2002 que apareciera con claveles de color rosa. Cómo cambian las modas...







Antes de marcharse hacia Santa Catalina, la dolorosa recibió una saeta y una lluvia de pétalos desde el balcón principal del Palacio de Villapanés y otra en la esquina entre la calle Santiago y la plaza de Jesús de la Redención.



Tanta prisa se dio la cofradía en llegar con su cruz de guía a la Campana que el cortejo sufrió diferentes cortes quedándose los pasos en ocasiones bastante descolgados.
Mientras tanto, por la calle San Jacinto avanzaba la Hermandad de San Gonzalo, al tiempo que el cielo se iba oscuriendo de nuevo de forma inquietante. Cuando el misterio del Soberano Poder estaba en pleno Altozano comenzó a llover cada vez con más intensidad. Los paraguas comenzaron a abrirse mientras los nazarenos y los acólitos aguantaban, nunca mejor dicho, el chaparrón. En ese momento algunos auxiliares subieron al paso y cubrieron con sendos chubasqueros las imágenes de Jesús y Caifás, mientras que el resto de las figuras secundarias fueron tapadas con plásticos. Varios costaleros rodearon el paso para evitar que la gente tocase el dorado y el misterio puso rumbo hacia la Parroquia de la Magdalena. La llegada allí fue un auténtico caos de gente, nazarenos, paraguas, costaleros, agentes de la autoridad... y todo ello cuando el agua caía con más fuerza.





Y en el antiguo templo dominico, una vez más, se quedaría el misterio hasta la tarde del Domingo de Resurrección, según las instrucciones del CECOP. Hay que señalar que el Señor vestía la túnica bordada por Mariano Martín Santonja y diseñada por Francisco Javier Sánchez de los Reyes que donaron varios hermanos y devotos para el Vía Crucis de las Cofradías del año pasado.



El paso de palio de la Virgen de la Salud, por su parte, seguía también hacia la Magdalena. Sin embargo, cuando la lluvia más arreciaba, se dio la vuelta para meterse en la Capilla de la Estrella, donde igualmente aguardaría a su Hijo hasta el domingo. La imagen de los dos palios juntos, uno detrás de otro, en el pequeño templo quedará para la historia de las Semanas Santas trastocadas por la lluvia.




Entretanto, la Hermandad del Beso de Judas pasaba deprisa y corriendo por la Campana para, apartadas las sillas de Martín Villa, dirigirse hacia la Iglesia de la Anunciación, donde la Hermandad del Valle demostró una generosidad y una capacidad de reacción dignas de alabar y agradecer.
No sorprendió a nadie, como es lógico, que cerquita de allí, en la Parroquia de San Andrés, la Hermandad de Santa Marta decidiera no salir. Por cierto que, después del experimento de los jacintos en 2011, la cofradía había vuelto a los tradicionales lirios morados.


Pasaban las horas y quedaba la duda de saber qué harían las cuatro últimas hermandades. Las Aguas, que estrenaba la restauración de la Virgen del Mayor Dolor por Álvarez Duarte, intentó primero esperar, aunque no necesitó ni agotar la prórroga solicitada para optar por no salir; y más tarde en San Vicente la Hermandad de las Penas tomó la misma decisión. El Señor de las Penas estrenaba una nueva túnica bordada; la tercera en pocos años. Esta vez era una donación de un hermano que encargó la pieza, en terciopelo burdeos, al taller malagueño de Manuel Mendoza y Salvador Aguilar, los mismos autores de las otras dos túnicas estrenadas en 2001 y 2006.


En cuanto al palio de la Virgen de los Dolores, el estreno era la restauración del techo en el taller de José Manuel y Carlota Elena.


La Hermandad de la Vera+Cruz, por su parte, tardaba en tomar una decisión que iba a ser finalmente muy sorprendente hasta el punto de generar un intenso debate en el mundo cofradiero.
Y en la Anunciación la Hermandad del Beso de Judas se preparaba para un rápido regreso a Santiago. La consigna era regresar sin apenas detenerse y sin marchas, sólo a tambor. Poco antes de las nueve y media de la noche se iniciaba el traslado con celeridad, pero en perfecto orden. El camino elegido, obviamente, fue el más corto: Encarnación (con las gradas de las setas a reventar), Imagen, San Pedro, Almirante Apodaca, Juan de Mesa y Santiago.
Después, ya más cerca del templo, se ralentizaría el ritmo aprovechando que, ahora sí, el tiempo daba una larga tregua.











La última decisión vino desde la cofradía decana de la jornada. El Museo decidió no salir al no haber garantías suficientes para una tranquila estación de penitencia. Hasta muy tarde se mantuvieron abiertas las puertas de la capilla para que todo aquél que lo deseara pudiera visitar los pasos del Cristo de la Expiración y la Virgen de las Aguas, que iban este año a ver la calle solamente a través de las características ventanas del templo.










La Vera+Cruz estaba en la calle. Todo el cortejo de nazarenos, todas las insignias, todas las representaciones habituales de otras hermandades con el mismo título, incluso la coral Crux Fidelis y la capilla musical Gólgota. Pero los pasos del Cristo de la Vera+Cruz y la Virgen de las Tristezas se habían quedado en la Capilla del Dulce Nombre de Jesús.
El hermano mayor, Francisco Berjano, había estado madurando esta idea desde que supo que las previsiones meteorológicas eran complicadas. La primera titular de la corporación es la Vera+Cruz, es decir la verdadera cruz en la que murió Cristo, por lo que Berjano planteó, al modo Javier Criado, que si la estación de penitencia no se podía llevar a cabo con todos los titulares, al menor sí podría hacerse con uno, el Lignum Crucis, el que habitualmente forma parte del cortejo y se da a besar a los fieles que así lo desean. Pero además, otra reliquia de la cruz forma parte de la cruz de guía, con lo que el cortejo se abría y se cerraba con un trozo del madero, símbolo de la Pasión y Muerte de Jesucristo, y de la fe de todos los cristianos.









Fue una estación de penitencia rápida, casi sin parar en ningún momento. Se cambió incluso el itinerario de vuelta, pasando por Hernando Colón hacia Plaza Nueva, Tetuán, Velázquez, Campana, Plaza del Duque, Alfonso XII y Jesús de la Vera+Cruz. Pero, sobre todo, fue una estación de penitencia que nos trasladó a los orígenes mismos de la Semana Santa; a los tiempos en que no había pasos, ni bandas, ni flores... Sólo hermanos ataviados con túnicas transmitiendo por las calles su fe, acompañando, si acaso, a un crucifijo. Como aquellos primeros nazarenos que salían de Omnium Sanctorum hacia San Lázaro. Como en el origen; cuando lo principal no era lo secundario ni lo secundario eclipsaba a lo principal.
Fue la Hermandad de la Vera+Cruz. La única que realizó una ejemplar estación de penitencia a la Catedral el Lunes Santo de 2012. Así habrá de constar en los futuros anales de las cofradías.

viernes, 13 de abril de 2012

DOMINGO DE RAMOS 2012: ENTRADA TARDÍA EN JERUSALÉN

Fue la única jornada de la Semana Santa de 2011 con un cero por ciento de probabilidades de lluvia, y la que más años llevaba sin verse perjudicada por las (frase hecha al canto) inclemencias del tiempo. En concreto, desde 2003 no sabíamos lo que era la suspensión de una estación de penitencia en el día más esperado. Hasta ahora.
No se puede decir que no estuviéramos advertidos. Tanta tecnología, tanta web de información o desinformación meteorológica, tanto aficionado a hombre del tiempo con móvil de última generación… Era difícil confiar en un Domingo de Ramos completo con tan malos augurios.
En cualquier caso, la mañana no presentaba un aspecto tan malo como imaginábamos. Incluso hubo momentos en que el sol ganaba la batalla a los nubarrones. Pero duró poco el engaño. A las puertas de la Parroquia de San Sebastián los paraguas se tenían que abrir cada pocos minutos por una levísima llovizna que hacía presagiar lo peor. La Hermandad de la Paz lo intentó: esperó, preguntó, consultó y rogó. Pero no sirvió de nada. Pasadas las dos de la tarde se confirmaba que no saldría porque la llovizna hasta entonces vista no era nada comparada con lo que estaba por venir. Dentro se quedaron el Señor de la Victoria y su nueva túnica bordada por Manuel Solano, y la Virgen de la Paz bajo su restaurado palio.


Las expectativas no podían ser peores. En el Salvador, la Hermandad del Amor no se lo pensaba demasiado y se confirmaba lo que anunció días antes el hermano mayor si los pronósticos se cumplían: la Borriquita pospuso su estación de penitencia a la noche, para salir junto a los otros dos pasos de la cofradía. De esta forma, se repetiría la escena vivida doce años antes, en 2000, aunque algún cronista de la Semana Santa se empeñara en la prensa en asegurar que esto sucedió en 1999, año éste en el que pudieron, cosa extraña, salir todas las cofradías de todas las jornadas.
Casi a la misma hora que la Borriquita tenían que salir Jesús Despojado y la Hiniesta, y para ellas no había oportunidad nocturna. O salían esa misma tarde o tendrían que esperar un año. Ambas pidieron tiempo para ver si la cosa se arreglaba. Sin embargo, pronto se anunció en Molviedro que Jesús Despojado, con sus nuevos elementos dorados del paso, y la Virgen de los Dolores y Misericordia, con el manto bordado por Grande de León, se quedarían en casa.


La Hiniesta aguantó más. Se anunciaba una mejoría en el tiempo que no acababa de llegar. Y no había llegado cuando, sorprendentemente, el hermano mayor, Francisco Granados, afirmó que “la Hiniesta lloraría en la calle”. La cofradía iba a salir. La noticia se acogió con satisfacción, pero también con asombro en la calle Sol, qué ironía, entre el público que se protegía de la lluvia a las puertas de la Iglesia de los Terceros, donde la Hermandad de la Cena deliberaba.
Mucho se criticó el año pasado a Maruja Vilches por lo ocurrido en los Javieres, con la decisión de salir cuando llovía y tener que recular ante la evidencia. No ha habido, sin embargo, tanto colmillito contra Granados, al que alguno, si acaso, le ha acusado de haber cometido el “marujazo” de 2012. Y es que ya no es sólo que el cortejo de nazarenos del Cristo de la Buena Muerte se mojara (ninguno de los Javieres se mojó en 2011), sino que incluso el hermano mayor de la Hiniesta dio la inexplicable orden de asomar el paso del crucificado a la puerta ojival de San Julián bloqueando la misma mientras todo el cuerpo de nazarenos de la primera parte de la cofradía se ponía como una sopa sin posibilidad de refugio. Como poco, se le puede achacar a esa junta de gobierno una injustificable falta de responsabilidad y de seriedad. Eso como poco…
Tras el “franciscazo”, la atención se centró en la Cena. Seguía anunciándose esa mejoría que no se veía por ninguna parte y además, lo ocurrido en la Hiniesta no invitaba al optimismo. Se esperó mucho en Los Terceros, más que en otras ocasiones similares. Pero la cofradía no podía permitirse esperar más y al final la estación de penitencia fue suspendida.


Una pena fundamentalmente por dos razones: el Señor de la Cena acababa de ser restaurado (su policromía presenta ahora una tonalidad mucho más clara) y la Virgen del Subterráneo llevaba la corona de plata que donó la cuadrilla de costaleros en 2004, cuando se cumplió el L aniversario de la proclamación de la Realeza de María. Lamentablemente, el equipo de priostía volvió a apostar por los candelabros de cola del paso de la Virgen de la Encarnación para iluminar el misterio.




A partir de este momento el Domingo de Ramos quedaba partido en dos. Cuatro hermandades no harían estación de penitencia y otras cuatro estaban por decidir. San Roque y la Estrella serían las siguientes. Seguía lloviendo. “La cola del frente”, decían los expertos y los aficionados con móvil. Pero no terminaba de pasar. Así las cosas, casi simultáneamente, a las seis y media de la tarde se abrían por fin las puertas de los templos, y de la misma Semana Santa, y la plaza Carmen Benítez y la calle San Jacinto empezaban a llenarse de nazarenos.
En San Roque la salida fue rapidísima. La hermandad se había comprometido a no incumplir en demasía su horario de llegada a la Campana y efectivamente no llegó con un gran retraso a pesar de haber puesto la cruz de guía en la calle una hora y tres cuartos más tarde de lo previsto. Pese a todo, un enorme aplauso la recibió en cuanto asomó por el dintel.


Hay que destacar que los respiraderos del paso del Señor de las Penas habían sido restaurados y dorados. Además, después de varios años saliendo con la túnica bordada por Fernández y Enríquez en 1995, el nazareno de San Roque volvió a vestir una túnica lisa. Su primera parada fue ante la representación de la Hermandad de los Negritos frente a su Capilla de los Ángeles.





Pronto, con buen ritmo, los capirotes morados pasaron a verdes y en muy poco tiempo el sonoro palio de la Virgen de Gracia y Esperanza se puso en la calle siguiendo los pasos de su hijo.






Con San Roque en la calle y la Estrella saliendo, la siguiente cita estaba en San Juan de la Palma. La Hermandad de la Amargura arrastra la fama de no arriesgar mucho en caso de duda meteorológica. De hecho, en el recordado Domingo de Ramos de 2000, cuando Jesús Despojado, San Roque y la Estrella estaban en la calle y el tiempo mejoró considerablemente, la Amargura se quedó en casa junto a los pasos de Monte-Sión que aquel año y el siguiente salieron de su mismo templo por obras en la capilla de la antigua Plaza de los Carros. Este año, sin embargo, no hubo dudas y los blanquísimos nazarenos con la cruz de San Juan en el pecho pusieron rumbo a la Catedral encabezados por esa cruz de guía que pausadamente iba abriéndose paso por la calle Feria.


Ejemplar, como siempre, el discurrir del Silencio Blanco y soberbio el misterio del Desprecio de Herodes, que dio una lección de sobriedad y fuerza costalera en la revirá de Feria a Conde de Torrejón.




El palio de la Amargura fue como siempre, lo cual es decirlo todo. Fiel a sí misma, la dolorosa y el discípulo amado completaron un itinerario en el que contaron con un repertorio musical formado por diecisiete marchas, algunas más que en años anteriores.




El Domingo de Ramos es tradicionalmente la jornada de la Semana Santa que acumula una mayor cantidad de público, por lo que la ausencia de la mitad de las cofradías hizo que toda esa masa humana tuviera que repartirse entre las cuatro que habían salido. Eso se notó, por ejemplo, en la salida de la Catedral, con una ingente cantidad de público en Alemanes cuando San Roque se dirigía a la Cuesta del Bacalao.


Pero también eran muchas las personas que esperaban a la Estrella en la zona de la Plaza del Triunfo y el Postigo. El cortejo del misterio salió con una excesiva lentitud que contrastó con la rapidez de la segunda parte, la más amplia, de la cofradía. El misterio iba exornado exclusivamente con lirios morados, lo que dio lugar a una apariencia novedosa, dado que en otras ocasiones los lirios simplemente han servido de complemento al monte de claveles rojos. Además, se estrenaba una túnica blanca situada a los pies del Señor.





Con el misterio de nuevo en la calle comenzó precisamente esa aceleración de la cofradía, que provocó una curiosa escena que no se da todos los años, como es la coincidencia de los dos pasos al mismo tiempo en la Avenida: uno a punto de meterse en Almirantazgo y otro entrando en la Catedral. Manuel Vizcaya incluso avisó a los costaleros de esta circunstancia y el Señor de la Penas fue girado levemente hacia su Madre. La Estrella, por cierto, presentó la imagen recuperada en la salida extraordinaria de 2010 y confirmada en 2011, con la presencia de cera rizada, además de los varales de Orfebrería Triana.






La imagen del día, en cualquier caso, estuvo en la Hermandad del Amor, con los tres pasos unidos en un mismo cortejo después de doce años. La Plaza del Salvador fue por ello otro de los puntos más concurridos tanto a la salida como a la entrada. En este último caso, además, existía el aliciente de ver pasar de vuelta a la Amargura.


Posteriormente, la cruz de guía del Amor asomaba desde Álvarez Quintero seguida por los pequeños nazarenos blancos con palmas e insignias de menor tamaño. Lo tardío de la hora redujo bastante el número de niños que acompañaban al Señor de la Sagrada Entrada. Hubo unos cuantos que regresaron a la antigua colegial (hoy iglesia-museo ‘pay per pray’) dormidos en los brazos de sus padres.
Los candelabros de guardabrisas del misterio tuvieron más utilidad de lo que es habitual poniendo luz al conjunto escultórico en una plaza completamente a oscuras. Con cierta celeridad el paso subió la ‘rampla’ de regreso a casa seguida de la Banda del Sol, que se introdujo también en el templo.



Con el Cristo del Amor volvimos a recuperar la normalidad de cualquier Domingo de Ramos. Silencio absoluto. Tanto que ni siquiera sonó una saeta en toda la plaza. Momento éste en el que se recordó al desaparecido Peregil, que en años anteriores acompañó con su cante la entrada del crucificado de Juan de Mesa.




Por último, más tarde de lo habitual, llegó la Virgen del Socorro, que estrenaba una saya bordada en oro sobre terciopelo burdeos por José Antonio Grande de León y donada por un hermano. Como viene siendo habitual, la dolorosa se despidió de la plaza a los sones de “La Madrugá”.




Nos faltó medio domingo, pero al menos pudimos disfrutar con la otra mitad. Algunos, sin embargo, apenas digirieron lo vivido porque, en cuanto la Virgen del Socorro desapareció de su vista, sacaron sus modernos móviles para ver cómo venía el Lunes Santo. Anda, hijo, si lo mejor es no mirar…