sábado, 29 de septiembre de 2012

LA MARCHA NO ES PARA LOS COSTALEROS


Repasaba estos días algunas retransmisiones televisivas del Jueves Santo de 2010 (tenía cierto ‘mono’ de esta jornada después de dos años en blanco) y disfrutaba con la salida de la Hermandad de Monte-Sión cuando, estando la Banda de Música de La Puebla del Río interpretando tras el paso de palio una marcha que me gusta bastante, como es “Rosario de Monte-Sión”, el paso se detiene y acto seguido un golpe de bombo acaba de improviso con la composición musical.
Cierto es que esa parada estaba prevista para que desde un balcón situado frente a la Capilla del Rosario un hombre cantara una saeta. En este caso quizá la abrupta interrupción de la marcha estuviera justificada, pero no es nada raro, sobre todo con los pasos de palio, que cuando éstos se detienen la banda de turno corte la música por donde pille, ya queden dos minutos de partitura o veinte segundos. Nunca he entendido ni me ha gustado esta costumbre. Nunca la entenderé ni me gustará.
Durante la pasada salida procesional de la Pastora de Triana, el paso se detuvo en la calle Betis cuando la Banda de la Oliva tocaba “Pasan los campanilleros”. Pero el hecho de parar no significó que un desacorde en forma de golpe de bombo estropeara la interpretación. Al revés, la banda continuó y sólo dejó de tocar cuando se alcanzó la última nota de la partitura. En ese momento, un hermano comentó con otro ese detalle que le acababa de llamar la atención: ¡la banda no había interrumpido la marcha pese a estar el paso arriado! Su interlocutor, con el tono y la convicción de quien argumenta algo indiscutiblemente lógico, le respondió: “Es que la marcha es para la Virgen, no para los costaleros”.
Aplastante. La lógica de la respuesta no pudo ser más aplastante. La inmensa mayoría de las marchas están dedicadas a las imágenes titulares de las hermandades. Se componen en su honor y quiero pensar que se interpretan en su honor. Algún compositor incluso ha comentado que crear una marcha pensando en una determinada imagen es similar a dedicarle una oración.
Si quiero rezar un Padre Nuestro a un Cristo, no necesito que se esté moviendo dando ‘izquierdazos’; si quiero rezar el Ave María a una Virgen, no me hace ninguna falta escuchar el acompasado roce de las caídas con los varales de un palio. Entiendo que las bandas callen cuando un paso está parado, entre otras cosas porque también tienen derecho a descansar. Pero no veo por qué si la marcha no ha terminado hay que cortarla de una forma tan irrespetuosa con el compositor, con quienes están escuchando la interpretación… e incluso con la propia Virgen, que ve interrumpida la oración musical que se le ha dedicado.
Siempre se dice que la Semana Santa es la fiesta de los sentidos. Cuando un paso se detiene, no nos cierran los ojos para que no veamos nada hasta la siguiente levantá; no nos tapan la nariz para que dejemos de oler el incienso, la cera, las flores… ¿Por qué me tienen que “tapar los oídos” dejándome sin poder seguir disfrutando de la marcha que hasta el temido golpe de bombo venía sonando?

1 comentario:

  1. Muy acertada reflexión. Le enlazo en mi blog. No tenía el gusto de haber visitado el suyo.
    Un saludo

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