miércoles, 13 de diciembre de 2017

MULTITUDINARIO REENCUENTRO EN JEREZ DE LA AMARGURA CON SU PROPIA HISTORIA


Después de la emotiva mañana vivida en Jerez el pasado día 3 (ver), el viernes tuvo lugar la segunda parte de la salida extraordinaria de María Santísima de la Amargura, que permitió disfrutar en la calle de una de las grandes joyas de la Semana Santa de la ciudad gaditana, como es esta dolorosa del Miércoles Santo, en su llamativo paso de palio al que no le falta un detalle de belleza y perfección.
Al que esto escribe se le notará su preferencia por esta Virgen a la que, como ya conté en la anterior crónica, me unen grandes e imborrables lazos de la memoria. No importa. Tampoco tengo intención alguna de disimularlo.
Mucha gente, muchísima, acompañó a la Amargura en esta procesión extraordinaria. También muchos sevillanos que, sin duda, se tuvieron que llevar una buena impresión de lo que vivieron. Y eso pese a una nota negativa, como fue el excesivamente lento andar del palio, con continuas paradas, normalmente bastante largas, unos relevos de costaleros muy cercanos entre sí y chicotás en algunos casos demasiado cortas. Claro que a eso los sevillanos, especialmente en salidas extraordinarias, están más que acostumbrados.
Todo comenzó por la mañana, donde la Amargura, por expreso deseo del obispo, José Mazuelos, y después del triduo celebrado en días anteriores, presidió en la Catedral la función solemne a la Inmaculada Concepción y la renovación del voto inmaculista de la ciudad de Jerez, que por primera vez se produjo hace cuatrocientos años.
Y después llegó el regreso a la Parroquia de San Juan Bautista de los Delcalzos. La cosa, sin embargo, empezó torcida, dado que hasta las cinco y veinte de la tarde no se abrieron las puertas para comenzar la procesión. Es decir, veinte minutos más tarde de lo anunciado. Ni el público que esperaba en el Reducto, ni la Banda de Música Julián Cerdán, de Sanlúcar de Barrameda, que desde las cinco menos diez estaba perfectamente formada junto a la puerta, ni la televisión local que iba a grabar la salida fueron avisados de retraso alguno. Así lo confirmó un hermano de la corporación, diputado de tramo, que ante la pregunta de un familiar en la salida dijo que no entendía por qué se había salido tan tarde.
En cualquier caso, todo esto se queda en una mera anécdota. Lo importante era que la Amargura iba a reinar por las calles de Jerez en pleno mes de diciembre y bajo su simpar paso de palio. Antes salió el cortejo, encabezado por la cruz de guía y con diversos tramos separados por las banderas concepcionistas, la bandera de España, el simpecado, las representaciones de las hermandades de la Humildad y Paciencia, y las Angustias, cuyas sedes canónicas pertenecen a la Parroquia de los Descalzos, y el propio estandarte de la Hermandad de la Amargura.









No tardó en salir el paso de palio de la Amargura tras recorrer, como en su llegada a la Catedral el día 3, la nave de la Epístola hasta la puerta principal del primer templo de la Diócesis de Asidonia-Jerez, surgida en 1980 tras desligarse de la Archidiócesis de Sevilla.
Los cuatro ciriales que portaban los acólitos anunciaron la salida de la dolorosa, para la que, después del Himno de España, la Banda Julián Cerdán tocó "La Estrella Sublime" en dos ocasiones mientras el palio giraba lentamente a su izquierda camino de la Plaza de la Encarnación. Fue un giro muy bien trabajado que gustó a todos los cofrades allí congregados y que hizo olvidar el retraso. Aunque un hermano lo tenía bien presente. Tanto que, todavía en el Reducto, se acercó a uno de los capataces para decirle: "ya vamos tarde".
A tambor realizó la Amargura, después de un primer relevo de costaleros, el giro tan estrecho desde el Reducto a la Encarnación, al que siguió después otra breve chicotá a tambor antes de que el palio, adornado con rosas, nardos y anthurium, todo ello de color blanco, afrontara la subida de la calle De la Rosa hasta Manuel María González con la marcha "Pasa la Virgen Macarena".

































A continuación, el palio siguió con “Triana de Esperanza” por la calle Manuel María González, desde la que accedió a la Alameda Vieja para pasar junto al Alcázar, donde sonó “Cristo en la Alcazaba”. Más adelante, se vivió un momento que se ha convertido en noticia de alcance fuera de Jerez por parte de medios que parecen no tener mejores cosas que contar.
La situación, sin adornos, fue la siguiente: se levanta el paso y la Amargura sigue bordeando el Alcázar cuando la Banda de Música Julián Cerdán comienza a tocar el pasodoble “Suspiros de España”. Poco después, un hermano ordena al capataz, Paco Yesa, que el paso se pare y se dirige a la banda para que dejen de tocar, como así ocurre. Y todo porque el canónigo mayordomo de la Catedral, Manuel Lozano, dijo que esa música es para los toros, pero no para acompañar a la Señora.
Lo curioso es que, desde que la Macarena avanzara en su salida extraordinaria de 2014 por la Plaza de España a los sones de tan conocido pasodoble, varias han sido las hermandades que, en procesiones extraordinarias similares, han decidido imitarla. Eso incluye incluso a Jerez, ya que en la procesión de regreso a la Iglesia de Santiago de la Hermandad del Prendimiento en octubre de 2016 también se escuchó “Suspiros de España” tras la Virgen del Desamparo.
¿Tiene sentido tocar un pasodoble tras un paso? Bueno, “Ione” es una ópera; “Alma de Dios” es una zarzuela; y “Margot” procede de una obra de teatro… ¿Tiene sentido imitar a la Macarena incluso en cosas como ésta? Desde luego, no es necesario. Lo que está claro es que, como dice el sabio refranero español, doctores tiene la Iglesia. Y las hermandades, no lo olvidemos, se deben a la Iglesia. O mejor dicho: son parte de ella.
Suspendido, no sin cierto pesar de parte del público que seguía a la Amargura, el momento pasodoble, la banda volvió a las marchas con una doble interpretación de "Aniversario Macareno", "La Virgen de los Desamparados" y "La Caridad del Arenal", con la que el palio abandonó la Alameda Vieja para salir a la calle Puerto, a los pies de la torre octogonal del Alcázar.





































Se echó en falta un repertorio musical compuesto de más marchas jerezanas en esta salida extraordinaria, ya que, a las composiciones sevillanas ya mencionadas, se unieron a continuación tres marchas macarenas seguidas. En concreto, en el giro de Puerto a Conde de Bayona sonó "Macarena", de Abel Moreno, mientras que más adelante, desde esta última calle a San Agustín se encadenaron en una lenta revirá "Coronación de la Macarena" y "Como tú ninguna".
Las campanas de la cercana Parroquia de San Miguel comenzaron a sonar ante la inminencia de la llegada de la Amargura. Al contrario de lo que ocurrió en el traslado de ida, en esta ocasión la Hermandad del Santo Crucifijo salió con su estandarte a la plaza de San Miguel para recibir a la dolorosa del palio celeste. En este punto el cortejo se redujo al marcharse las representaciones de la Humildad y Paciencia, y las Angustias, así como las diferentes insignias, salvo la cruz de guía y el estandarte corporativo. También se retiraron los miembros de la Unión de Hermandades y las autoridades eclesiásticas.
El palio de la Amargura llegó hasta este punto subiendo a los sones de "El Corpus" la calle Santa Cecilia, donde se vieron los primeros reposteros cedidos por la Hermandad de la Amargura de Sevilla y que estuvieron repartidos por diversas calles del itinerario.
Una vez en la Plaza de San Miguel, el paso se detuvo ante el estandarte del Santo Crucifijo y después se levantó para moverse, sin avanzar, con la marcha "Calvario". Tras una nueva parada, la Amargura se alejó con "Mater Dei, ego sum" hasta la altura de la casa hermandad de la cofradía que abre la Madrugada jerezana. Y a continuación, sonó "Virgen de la Estrella".
























El repertorio sevillano continuó con marchas como "La Esperanza de Triana", con la que la Amargura alcanzó la calle San Pablo, o "Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono", que sirvió para salir a Caballeros, donde también sonaron "Madre Hiniesta" y "Pasan los campanilleros". Con esta composición, la Amargura llegó a una casa de esta calle, ante la que se detuvo. En un balcón, un hombre cantó una versión muy llamativa del Ave María acompañado por las notas de un piano.
Desde esta vivienda, que contaba con más reposteros de la Amargura sevillana con las letanías del Santo Rosario escritas en ellos, se lanzó una petalada sobre el paso de palio mientras la banda tocaba "Palma Coronada", dedicada a la Virgen de la Palma de Cádiz.
Poco después, la Amargura giró desde Caballeros a Pedro Alonso con la marcha "Virgen de los Negritos". La lentitud con la que avanzaba el palio dio para varias chicotás en Pedro Alonso, donde también se pudo escuchar la marcha "Jerusalén". Además, pese a que la Plaza de las Angustias estaba ya libre de las obras que en el traslado de ida obligaron a modificar el itinerario, la Amargura no salió directamente a ella, sino que dio un rodeo por las calles Sol y Granados. El giro hacia Sol, otra muestra del saber hacer de la cuadrilla, lo hizo la Virgen a los sones de "Madrugá Macarena".






















Y al final de dicho rodeo, la Plaza de las Angustias, uno de los puntos más destacados del itinerario de la Amargura no ya de esta salida extraordinaria, sino de cada Miércoles Santo, estaba repleta de personas que vieron al palio desembocar por Granados a los sones de "La sangre y la gloria", quedando después detenido frente al azulejo de la Virgen de las Angustias.
Seguidamente, la Banda Julián Cerdán comenzó a tocar "Amarguras", con la que lentamente el paso de palio realizó dos giros mientras se acercaba a la Capilla de las Angustias. La marcha, que ya es larga, no dio para que la Amargura pudiera llegar a volverse ante la capilla, por lo que la banda tuvo que comenzar la interpretación de la conocida pieza de Font de Anta por segunda vez, aunque la interrumpió cuando el palio se paró mirando de frente a la dolorosa que cierra el Domingo de Ramos jerezano.
Los cofrades de las Angustias, como es costumbre, salieron a la plaza con cirios y con su estandarte corporativo y rezaron la Salve ante la Amargura. Después, sonó el órgano de la capilla y desde dentro se dedicó otro cántico a la Virgen que en la noche de cada Miércoles Santo visita como el otro día a la que sostiene en su regazo el cuerpo inerte de Su Hijo.
Cumplimentada la visita, la Virgen de la Amargura continuó su camino, ahora con la marcha "Madre de los Gitanos Coronada", de camino hacia la Iglesia de la Santísima Trinidad, ante la que se volvió con la partitura de Germán Álvarez Beigbeder "Amargura". Con estos sones, la Virgen entró en el atrio del antiguo templo trinitario, donde la recibió la Hermandad de la Humildad y Paciencia.
"Esto es histórico; nunca había entrado ahí", comentó una mujer que asistía a este momento en la Plaza de las Angustias. En realidad, habría que decir que sí que entró ahí muchas veces. Muchísimas. Tantas, que la Amargura tuvo en este templo su residencia durante muchos años, cuando era titular de la primitiva Hermandad de la Humildad y Paciencia. De esta forma, los actuales cofrades de la hermandad del Martes Santo vieron cómo visitaba su casa la que fue su titular mariana.
La Amargura se encontraba así con sus orígenes, con la que fue su casa hasta que la desamortización de Mendizábal acabaría provocando la extinción de la Hermandad de la Humildad y Paciencia, quedando sólo el Cristo en la Trinidad, y siendo depositadas en la Iglesia de San Juan de los Caballeros las imágenes de San Juan, hoy propiedad de la Hermandad del Amor, y la Amargura, que en 1938 pasó a la recientemente fundada hermandad del mismo nombre.
El canto del Ave María a las mismas puertas de la Trinidad pusieron la mejor música, casi melancólica, para el fugaz reencuentro de la Amargura con su historia. Sin embargo, eso sí, quiso la casualidad que la dolorosa acabara encontrando acomodo en la misma feligresía.
























Finalizados los rezos en la Trinidad, la Amargura salió de nuevo a la plaza a los sones de “Mater mea”, para girar después hacia la calle Santísima Trinidad con la marcha “Virgen del Dulce Nombre”.
Quedaba ya poco para el regreso de la Amargura a su templo, ya que desde Santísima Trinidad salió a su calle, a la calle Medina, avanzando ahora con un poco más de celeridad por el retraso acumulado en dirección a Los Descalzos. A este templo se aproximó con “Virgen de Montserrat” para girar después ante la puerta con la marcha “Coronación”.
Y después, la Amargura entró en su iglesia y puso el punto final a una brillante salida extraordinaria en dos partes: su impecable traslado a la Catedral y el multitudinario y algo lento regreso a casa. Un inmejorable cierre a un año muy especial en Jerez, que ha sabido darle al cuarto centenario del voto inmaculista de la ciudad la importancia que tiene desde el punto de vista de su indiscutible fervor mariano. El besamanos magno o la exposición conmemorativa del pasado mes de octubre (ver) son un buen ejemplo de ello.
Y aunque ya se habla de que el traslado de una imagen mariana a la Catedral por la festividad de la Inmaculada va a ser algo fijo a partir de ahora, e incluso se apunta a la Virgen de la Piedad para 2018, año en que la dolorosa de la Hermandad del Santo Entierro cumple tres siglos, a la Amargura le ha tocado el inmenso honor de ser protagonista de la celebración de los cuatrocientos años del voto inmaculista. Y al autor de esta crónica, el emocionante honor de acompañarla después de tanto tiempo por las calles de Jerez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario