domingo, 10 de noviembre de 2024

EL CRISTO DE LOS ESTUDIANTES REGRESA AL LUGAR PARA EL QUE FUE TALLADO


La Hermandad de los Estudiantes dio inicio ayer a una semana larga en la que se van a concentrar los actos centrales de su centenario fundacional. Así, el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de la Angustia fueron trasladados en andas desde su Capilla de la Universidad hasta la Iglesia de la Anunciación, donde fue fundada la hermandad en 1924 y templo para el que fue realizado, cuando era sede de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús, la imagen del crucificado por parte de Juan de Mesa en 1620.
En la Anunciación residió el Cristo de la Buena Muerte durante más de cuatro siglos, hasta el traslado de la corporación a la antigua Fábrica de Tabacos, hoy sede del Rectorado de la Universidad, donde continúa actualmente.
El traslado comenzó a las seis de la tarde, con un cortejo bastante nutrido de hermanos con cirios encabezados por la cruz de guía y separados por los distintos guiones de las facultades sevillanas que cada Martes Santo se pueden ver entre los nazarenos y penitentes de la cofradía universitaria. En concreto, ante el crucificado iban los de Económicas y Empresariales, Ciencias y Filosofía y Letras. Finalmente, se encontraba el estandarte corporativo antes del cuerpo de acólitos.







No tardó en salir de la capilla el Cristo de la Buena Muerte, tumbado sobre unas andas adornadas exclusivamente por unos lirios morados en la base de la cruz. Salió a la Lonja de la Universidad, que estaba bastante llena de personas, así como la zona de la calle San Fernando situada ante la fachada principal del Rectorado.
Sin apenas detenerse, el crucificado de Juan de Mesa avanzó por la Lonja y salió a la calle, comenzando así un traslado sin acompañamiento musical alguno durante el que, junto al Cristo, se irían realizando algunas oraciones y meditaciones sobre la Pasión.





















Detrás del Cristo de la Buena Muerte, la cruz patriarcal entre ciriales y el cortejo de la Virgen. Si los hermanos llevaban cirios color tiniebla en el cortejo del Señor, ahora eran blancos. Hubo dos guiones universitarios más; en este caso, los de las facultades de Medicina y Derecho. Y entre las insignias, también vimos la bandera concepcionista y el libro de reglas. En la presidencia, junto al hermano mayor, Jesús Resa, se encontraba el delegado diocesano de la Pastoral Universitaria, Pablo Guija.




Sobre unas andas cedidas por la Hermandad de la Estrella y la peana procesional de la Virgen del Valle, iba en este traslado María Santísima de la Angustia, que vestía el conjunto de manto azul y saya color corinto, ambos bordados en oro, realizados en 2017 por el taller de Santa Bárbara. Lucía también la corona procesional, así como cruz pectoral, puñal, un pañuelo, un rosario, la medalla de la Universidad de Sevilla y varios broches.
El capataz Antonio Santiago iba y venía de un titular a otro, contando con la ayuda de su hijo y demás auxiliares a lo largo del recorrido, que para la Virgen de la Angustia tuvo varias paradas en la Lonja, una de ellas ante la portada principal del Rectorado, donde recibió una ofrenda floral de la propia Universidad. A continuación, salió a la calle San Fernando y comenzó a recorrerla caminando a buen ritmo.




































Acababa de salir a San Fernando la Virgen de la Angustia y el Cristo de la Buena se adentraba en la calle San Gregorio, donde se detuvo unos instantes ante la sede del Consejo de Hermandades y Cofradías. Después, siguió hacia la plaza de la Contratación, siempre escoltado por dos faroles portados en los laterales de las andas por hermanos.
Los cofrades encargados de llevar sobre sus hombros al crucificado se iban relevando, como hicieron en la mencionada plaza, sin que se pudieran dejar las andas en el suelo al carecer de patas, como es habitual en las andas de los crucificados.
Buscó luego el Cristo de la Buena Muerte la calle Miguel de Mañara, desde la que salió hacia la plaza del Triunfo, donde, junto a la puerta del Alcázar, hubo una parada demasiado larga que extrañó a los propios capataces. Por alguna razón, el cortejo estuvo detenido más tiempo de la cuenta.
Cuando pudo continuar, el Cristo discurrió junto a la muralla del Alcázar para, pasando ante la Casa de la Provincia, encaminarse a la plaza de la Virgen de los Reyes, donde los operarios desmontaban la estructura de las pantallas instaladas para la ceremonia de beatificación de José Torres Padilla, que había tenido lugar en la Catedral esa misma mañana. La reproducción de una pintura del nuevo beato colgaba del balcón principal del Palacio Arzobispal.
El Cristo de la Buena Muerte tomó luego la calle Mateos Gago en dirección a la primera parada de importancia de este traslado: la Parroquia de Santa Cruz. Los cofrades de la hermandad decana del Martes Santo estaban en la puerta del templo con su estandarte corporativo mientras al fondo, totalmente iluminado, se podía ver al Cristo de las Misericordias.
El crucificado de los Estudiantes se volvió ante la puerta de Santa Cruz y allí se produjeron unas oraciones por las víctimas de las riadas sufridas principalmente en Valencia. El párroco hizo mención en este punto, ante el Cristo de la Buena Muerte, a la "muerte tan mala" encontrada por tantas personas y a la desgracia de quienes lo han perdido todo.

































Poco después llegó al mismo punto la Virgen de la Angustia, que también se volvió ante la Parroquia de Santa Cruz, repitiéndose las oraciones por los fallecidos y dañados por las riadas. Luego, acompañada desde el principio del traslado por el rezo del Santo Rosario, la Salve y otras oraciones marianas, la dolorosa de Juan de Astorga buscó la estrechez de la calle Fabiola.
Hubo cierta dificultad en el transitar de las andas de la Virgen por este punto. "Si pasa el palio de San Bernardo, ¿cómo no van a pasar las andas?", se preguntaba un hermano. A lo que otro respondía apuntando que las andas se cargan por fuera, lo que las hace más anchas de lo que parece. En cualquier caso, se solventó sin mayores problemas esta parte del recorrido, que luego continuó por las calles Madre de Dios y San José.
Desde esta última, al fondo, recibía a la Hermandad de los Estudiantes otra cofradía del Martes Santo, en este caso la Candelaria, que se encontraba en la puerta principal de la Parroquia de San Nicolás. Hacia ella avanzó la Virgen de la Angustia, momento en que, como había ocurrido antes en Santa Cruz, los presentes cantaron la Salve Regina.
A continuación, las andas se levantaron y procedieron a seguir hacia la plaza Ramón Ybarra Llosent. Entonces, se escuchó algo que caía, que era la pata trasera del costero izquierdo de las andas, que en la siguiente parada le fue colocada de nuevo antes de que la Virgen tomara la calle Muñoz y Pabón.


























































Volvemos al crucificado y nos lo encontramos detenido en la plaza de la Alfalfa. Hubo en el traslado algunas paradas de varios minutos que, conforme avanzaba el reloj, hacían que se fuera acumulando un retraso que hacía inviable cumplir con el horario de entrada inicialmente anunciado. No hacen falta pasos ni bandas de música para que haya retrasos.
El Cristo avanzó hasta la embocadura de la calle Alcaicería, donde se paró unos instantes antes de meterse por ella buscando la plaza del Pan. Por su parte, la Virgen de la Angustia salía de Candilejo para entrar en la plaza de la Alfalfa. La dolorosa fue con algo más de celeridad tanto por la plaza como por Alcaicería. De hecho, las andas se levantaron al principio de la calle y no se pararon hasta el final de ésta, casi en la confluencia con la plaza del Pan. Seguidamente, tomó Puente y Pellón en dirección a la plaza de la Encarnación.

























Llegamos ya a la Encarnación, donde se iba a producir la foto buscada por muchos cofrades en esta jornada: el Cristo de la Buena Muerte ante su retablo cerámico, que se instaló en la fachada lateral de la Iglesia de la Anunciación en 1953, cuando ésta era la sede de la hermandad.
De hecho, las andas se detuvieron ante el azulejo en un primer instante, mandando Antonio Santiago que los encargados de portarlas avanzasen un poco más hasta volver a pararse en una mejor ubicación para las fotografías.
Poco después, el crucificado continuó para finalizar el recorrido de su traslado, alcanzando la calle Laraña con las Setas de la Encarnación, desconocidas para la imagen, como telón de fondo. Pronto el Cristo de la Buena Muerte se adentró en la Anunciación, regresando así a la que fue su casa por más de cuatrocientos años, y en la que estuvo por última vez en 1999, cuando la hermandad celebró sus 75 años de historia.


















Ya estaba la dolorosa en la plaza de la Encarnación cuando el crucificado hacía hecho su entrada. También las andas de la Virgen se pararon junto al retablo cerámico del Cristo antes de seguir sus pasos hasta la calle Laraña.
La Virgen de la Angustia, al igual que instantes antes el Cristo de la Buena Muerte, entró en la Anunciación mirando hacia su interior. Eran las nueve y veinte de la noche. El estandarte corporativo de la Hermandad del Valle se situó entonces delante de las andas para guiar a la dolorosa hasta el presbiterio del templo, donde La Tuna Turquesa, de la Facultad de Filosofía y Letras, puso la nota musical al traslado.























En la Iglesia de la Anunciación tendrá lugar entre el miércoles y el viernes un triduo extraordinario, mientras que el domingo 17, a las diez de la mañana será la misa conmemorativa del centenario fundacional. Y por la tarde, a partir de las cinco y sobre sus pasos procesionales, se producirá la procesión extraordinaria de regreso de las imágenes titulares a la Universidad.

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