lunes, 13 de abril de 2020
SEMANA SANTA 2020: LA NO CRÓNICA
Es ya Lunes de Pascua cuando escribo la crónica, que más bien es una "no crónica", de una Semana Santa de 2020 que ya es historia. Afortunadamente, cabría añadir. Cuando debería empezar a contar jornada a jornada todo lo vivido, la realidad es que en un simple texto sin galería gráfica se puede resumir lo que otros años me lleva once textos (doce si añadimos el Jueves de Pasión jerezano), cientos de fotos y algunas semanas.
Por empezar por algo, empezaré refiriéndome al tiempo, que es de lo que se habla cuando no se tiene nada de lo que hablar. Sólo las primeras cofradías del Lunes Santo habrían tenido problemas esta Semana Santa. Eso que se han ahorrado sus juntas de gobierno. También habría habido cierta incertidumbre en el inicio del Jueves Santo, aunque probablemente sin mayores consecuencias. Sí, se puede decir tranquilamente. En términos meteorológicos la Semana Santa 2020 habría sido muy buena. ¿Alguien lo dudaba?
Los medios de comunicación han hecho lo que han podido. Es de agradecer el esfuerzo de algunos de ellos por contar algo, en vivo y en directo, durante toda la semana. Si difícil es hacer una retransmisión en jornadas de lluvia, con cofradías que no salen y no pasan por delante de las cámaras, hacer lo que han hecho este año tiene mérito y es de justicia reconocerlo. También han estado diligentes en la retransmisión de los Oficios; ésos que en una Semana Santa normal no les habrían interesado. En cualquier caso, se agradece el servicio público prestado.
Otra cosa es el interés informativo que podía tener estar en directo ante la puerta cerrada de un templo, mostrando las flores y estampitas dejadas por devotos; algo que quizá empezó de forma espontánea y sincera los primeros días, pero que en algunos casos se nos ha ido de las manos. Hay quien habla de "postureo". Cada uno sabrá por qué y para qué, qué hay detrás de cada ramo. Eso sí, impresionantes las fotos de devotos arrodillados ante las puertas cerradas, rezando a sus devociones sin verlas, como aquella vecina del Cerro del Águila delante de la cancela de la Parroquia de los Dolores con el carrito de la compra a su lado. Hay barrios que son verdad con mayúsculas tanto en el gozo como en la pena. Quiera Dios que en septiembre salga a esas calles la Reina del Cerro, pero quiera antes y con urgencia que la desgracia que vivimos nos abandone.
Grande, muy grande, la Policía Local mostrando sus respetos cada día a las cofradías en las puertas de los templos y haciendo sonar en sus inmediaciones marchas procesionales para consuelo y aliento a los vecinos que quizá, como quien esto escribe, estarán ya hartos del "Resistiré". Al menos los agentes pudieron hacerlo sin que la Subdelegación del Gobierno se lo prohibiera, como les impide ahora felicitar a los niños que cumplen años. Que no son actividades prioritarias ni propias de la Policía, dice la prohibición. Pues mire usted, señor subdelegado, prioritarias no son; pero lo mismo debería usted darle una vueltecita al tema, dadas las circunstancias especiales que vivimos.
En cuanto a las cofradías, ha triunfado la iniciativa de contar en tiempo real a través de las redes sociales, con fotos y vídeos de otros años, lo que debería haber estado pasando éste. El Consejo, por su parte, se ha centrado en ejercer de transmisor de las oraciones del arzobispo, Juan José Asenjo, y del delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Marcelino Manzano. Asimismo, ha amenizado nuestra Semana Santa sin cofradías rescatando artículos del Boletín de las Cofradías de Sevilla, algunos de ellos bastante antiguos y curiosos.
Además, desde el Consejo se ha promovido la asistencia (vía internet y televisión) a los diferentes cultos de estos días y se ha promocionado la proyección de vídeos de la vasta colección de "Momentos Cofrades" a través su plataforma "Neflicofrades". Hay que destacar esta generosa iniciativa de la productora RVG, así como la similar de "Costal y Molía" (ésta con imágenes tanto de Sevilla como de Jerez), que han ofrecido de manera gratuita su trabajo cada día, mostrándonos imágenes de las hermandades que en cada jornada tenían que haber realizado sus estaciones de penitencia. Con eso, internet y las colecciones de vídeos que cada uno tenga en su casa, la Semana Santa de la ausencia y de la nostalgia se ha hecho un poco más llevadera. Esto los cofrades del último año sin cofradías, el lejano 1933, no lo tuvieron.
Finalmente, cabe preguntarse: ¿esta Semana Santa ha servido, como algunos aconsejaron, para vivirla de una forma interior, para reflexionar con calma sobre el significado de los días santos, para meditar sobre la Pasión del Señor? Es verdad que para muchos la Semana Santa es sólo corneterío, izquierdos y gritos de "¡guapa!". Pero quien reduce a eso nuestra fiesta mayor no la habrá vivido precisamente con ese carácter interior, reflexivo... Cierto es que en la fiesta de los sentidos que es la Semana Santa hay muchos elementos que nos pueden distraer del espíritu básico de una cofradía en la calle, de la evangelización, que aunque no lo parezca, sigue existiendo. Pero esa reflexión interior también se consigue viendo un paso por la calle o vistiendo una túnica.
Para lo que sí que debería haber servido esta Semana Santa es para que las propias cofradías, sus juntas de gobierno y sus hermanos, reflexionen sobre lo importante que es hacer manifestación pública de fe por las calles. Simplemente eso: salir a las calles con el objetivo original que da sentido a todo esto, y no discutir hasta el aburrimiento sobre horarios, itinerarios, órdenes de paso por carrera oficial y todas esas cuestiones que nos desvían de lo principal y que muchos, cofrades y no cofrades, son incapaces de comprender.
La Semana Santa de 2020 ha acabado sin ni siquiera haber comenzado (en las calles, claro está, que Semana Santa ha habido). No hay rastros de cera en las calles, no hay pasos que desmontar, no hay fotos que descargar en los discos duros, ni crónicas que escribir. Y en el horizonte, por no haber, no hay de momento ni ciclo de Glorias que comenzar.
Hoy, sin ir más lejos, en San Bartolomé debería estar en besamanos la Virgen de la Alegría, mientras que los cofrades de la Virgen de Montemayor deberían tener ya prácticamente preparado el traslado de su titular a la Catedral para el Pregón de las Glorias. Se avecina un goteo de cofradías letíficas que tendrán también que suspender sus salidas. ¿Y el Corpus? Veremos...
Hablaba de la Semana Santa de la ausencia y de la nostalgia. También se podría decir del arrepentimiento. ¿Cuántos cofrades no se habrán arrepentido durante estos días de los esfuerzos no realizados en años anteriores? Nos hemos acordado de aquella entrada que nos perdimos por estar muy cansados, de aquella jornada que no nos acercamos a tal barrio a ver tal cofradía por estar muy lejos, de aquel año que por ver el resto de cofradías dejamos de salir en la nuestra y dijimos "el año que viene"; o lo contrario, ese año que vestimos la túnica de nuestra hermandad, nos perdimos el resto y dijimos "el año que viene". Nos aferramos con esperanza a estas cuatro palabras: "el año que viene". Quedan 348 días para el Domingo de Ramos, 348 días para la Semana Santa "del año que viene".
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