martes, 29 de octubre de 2013

LA VIRGEN DE GRACIA Y ESPERANZA VOLVIÓ A SUS ORÍGENES 75 AÑOS DESPUÉS


La Hermandad de San Roque ha conmemorado este fin de semana los 75 años de su actual dolorosa titular, Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, llevándola de nuevo al templo de Santiago, donde fue bendecida el 30 de octubre de 1938.
En julio de 1936 fue incendiada la Parroquia de San Roque, lo que provocó la pérdida de las imágenes titulares de la hermandad, así como del devotísimo Cristo de San Agustín. Destruida por completo la iglesia, la cofradía se traslada provisionalmente a Santiago. La primitiva imagen, advocada como Virgen de Gracia, fue sustituida en primer lugar por una nueva de Manuel Vergara que salió en 1937 sobre el paso del Señor de las Penas, que se había salvado del fuego al no encontrarse en la parroquia, vestida de hebrea y con una cruz vacía detrás. En 1938 saldría bajo un sencillo palio.
Sin embargo, no era del gusto de los hermanos, por lo que ese mismo año deciden encargar una nueva imagen a José Rodríguez Fernández-Andes, que es la talla actual, aunque posteriormente, en 1958, Sebastián Santos la reformaría, dándole la fisonomía con la que la conocemos.
Para conmemorar el 75 aniversario de la imagen, la Hermandad de San Roque ha querido devolverla por unas horas al templo donde se bendijo, traslado que tuvo lugar la tarde del sábado sobre las andas cedidas por la Hermandad de la Candelaria, estrenadas en 2012, en el Vía Crucis de las Cofradías presidido por Nuestro Padre Jesús de la Salud.
A las seis de la tarde se abrían las puertas de San Roque para el inicio de este acto que consistió en un vía lucis durante el que la Virgen de Gracia y Esperanza visitó a las hermandades cercanas a su templo. Abría el cortejo la cruz de guía y faroles, bandera concepcionista y estandarte corporativo, con varios tramos de hermanos con cirios.




Las dos primeras estaciones de este vía lucis se rezaron en el interior de San Roque; una junto al Sagrario, a los pies de Nuestro Padre Jesús de las Penas y San Juan Evangelista, y la segunda en el altar mayor, frente a la Virgen de la Sierra, que se encontraba presidiendo el triduo en su honor.
El hermano mayor del Beso de Judas, José Antonio Moncayo, acompañó en todo momento en la presidencia al de San Roque, Antonio Barrero, delante del cuerpo de ciriales. Tras éste, asomó a la Plaza Carmen Benítez la dolorosa de Gracia y Esperanza, que vestía manto verde de camarín y saya roja, ambos bordados en oro, además de la corona de salida y la Medalla de la Ciudad bajo el característico broche con el escudo de la hermandad.
Los Hermanos Villanueva, capataces de la corporación, guiaron las andas en este vía lucis al que asistieron muchísimas personas, un buen número de ellas de fuera de Sevilla, probablemente llegados a la ciudad para la salida extraordinaria de la Virgen de las Angustias, otra talla de Fernández-Andes que también ha sido protagonista este fin de semana.













La tercera estación del vía lucis tuvo como escenario el interior de la Capilla de los Ángeles de la vecina Hermandad de los Negritos. Nuestra Señora de los Ángeles observó desde su altar lo que acontecía, antes de que la dolorosa de San Roque se diera la vuelta para salir de nuevo a la calle Recaredo, desde la que continuó su camino en sentido contrario al que toma habitualmente cada Domingo de Ramos.













La Virgen de Gracia y Esperanza se internó en el centro histórico por la calle Guadalupe, donde tuvo lugar el rezo de la cuarta estación del vía lucis, y continuó por Juan de la Encina, Calería e Imperial, hasta desembocar en Medinaceli.




























En este punto iba a tener lugar una nueva visita a corporaciones vecinas, con la entrada en la Iglesia de San Esteban, a la que accedió por su puerta principal, la de la calle Medinaceli, la que no tiene dientes de piedra en la ojiva. Y es que, en las iglesias de estilo mudéjar la puerta principal es siempre la que está justo frente al altar mayor, aunque no sea la que más se utiliza actualmente, como ocurre en este caso o en San Vicente, o haya sido directamente eliminada con las transformaciones arquitectónicas a lo largo de los siglos, como en San Lorenzo.
En el interior de San Esteban fueron los cofrades de la cofradía del Martes Santo y de la Virgen de la Luz, con sus respectivos hermanos mayores entre ellos, quienes se encargaron de portar las andas en lo que fue un auténtico rodeo al templo. Así, en primer lugar la Virgen de Gracia y Esperanza se dirigió al altar de la Virgen de la Luz, donde se rezó la sexta estación, para posteriormente encaminarse hacia la nave de la Epístola, poniéndose frente al Señor de la Salud y Buen Viaje, y luego ante la Virgen de los Desamparados, rezándose aquí la séptima estación.











La salida de San Esteban sí se produjo por la puerta lateral, donde dos dientes de piedra gastados por los roces de los varales señalan la altura exacta que alcanza el palio de los Desamparados en su salida y entrada del templo, más o menos la misma altura a la que llegaba la corona de la Virgen de Gracia y Esperanza.
Y como hacen las hermandades de San Esteban y la Virgen de la Luz, el cortejo giró hacia la Plaza de Pilatos, donde, junto a la Casa de Pilatos, que hace pocos días veíamos nuevamente en televisión convertida en refugio de los malos de la película “Noche y día”, de Tom Cruise y Cameron Díaz, tuvo lugar el rezo de la séptima estación del vía lucis.



















No podía faltar en esta salida extraordinaria de la Virgen de Gracia y Esperanza la calle Caballerizas, que este año se quedó, por la lluvia, sin ver cómo el palio de San Roque rozaba sus blancos muros, como dejó escrito y recitado Rodríguez Buzón. Y superada la estrechez, las andas entraron en San Ildefonso, donde esperaban a la dolorosa las hermandades de los Sastres y la Sacramental de dicho templo. Allí se rezó la novena estación del vía lucis.











Y de un templo a otro, ya que acto seguido el cortejo siguió hacia el Convento de San Leandro, que tan necesitado está de ayuda para su conservación. Dentro las andas se acercaron hasta las religiosas agustinas que, tras la reja situada a los pies de la iglesia, dedicaron un cante africano (la inmensa mayoría de las integrantes de esta comunidad proceden de allí) a la Virgen. Fue un momento muy bello por la originalidad del canto, nada habitual como ofrenda musical a una dolorosa sevillana.
Antes de abandonar el convento, las andas se situaron a los pies del altar mayor, presidido por el Sagrado Corazón de Jesús, para el rezo de la décima estación.
Tras salir de nuevo a la Plaza de San Leandro, la Virgen de Gracia y Esperanza siguió su camino hacia Cardenal Cervantes. Al final de esta calle, en la confluencia con Santiago, se rezó la undécima estación.















Ya era noche cerrada cuando las andas con la dolorosa de San Roque recorrieron el breve tramo de Santiago hasta la Plaza Jesús de la Redención. Allí se rezó la duodécima estación del vía lucis antes de que los propios hermanos del Beso de Judas se encargaran de llevar a la Virgen de Gracia y Esperanza hasta el interior de la Iglesia de Santiago, una entrada difícil por los tres escalones, tres, como aclararon los Villanueva para que no hubiera ningún traspiés, que hay que bajar para acceder al templo.









Una vez dentro, la Virgen de Gracia y Esperanza se acercó hasta la capilla sacramental, que estaba presidida en esta ocasión por la Virgen del Rocío, vestida curiosamente igual, con manto verde y saya roja, mientras que el Señor de la Redención ocupaba el altar mayor. Ante la dolorosa del Lunes Santo se rezó la decimotercera estación, dejando la última para el altar mayor. Allí se quedó la Virgen de Gracia y Esperanza cuando se dio por finalizado este vía lucis extraordinario.





Al día siguiente se celebró un besamanos extraordinario en el presbiterio de Santiago, en recuerdo del que se celebró tras la bendición de la dolorosa hace 75 años. La Virgen, subida sobre una peana de plata, estaba flanqueada por los candelabros de entrevarales de su paso de palio y flores blancas. Detrás de ella, había varios candeleros de cera blanca y los faroles del palio de la Virgen del Rocío, mientras desde arriba era testigo el Señor de la Redención. A un lado de la Virgen de Gracia y Esperanza estaba el estandarte de su hermandad y la bandera concepcionista, mientras que en el lado contrario se encontraba el estandarte de la Hermandad del Beso de Judas.













Los actos del LXXV aniversario de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza se completaron con una función solemne en Santiago y su posterior traslado en la tarde del domingo de regreso a la Parroquia de San Roque.

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