domingo, 19 de julio de 2015
HISTÓRICO TRASLADO DEL CARMEN DEL BUEN SUCESO AL CONVENTO DE SANTA ANA
Este sábado, la Sevilla cofradiera escribió un nuevo capítulo destacado de su historia con la salida de la Virgen del Carmen del Buen Suceso, que volvió a recorrer las calles nueve años después de la última ocasión, motivada entonces por las obras en el convento carmelita, aunque hasta hace alrededor de medio siglo era mucho más habitual ver a esta Virgen, obra de Rafael Barbero, sobre un paso.
Ahora ha sido el centenario de la refundación de la Orden Tercera Carmelita el motivo de esta salida de la Virgen del Carmen, que ayer se trasladó al Convento de Santa Ana, de las hermanas Carmelitas Descalzas.
Para este traslado, la Hermandad de la Salud de San Isidoro cedió el paso procesional, mientras que José María González Mesa y su equipo se encargaron de guiar a los costaleros por un itinerario que dejó momentos algo complicados que, sin embargo, fueron sorteados por la cuadrilla.
Curiosamente, antes incluso de abrirse las puertas del Convento del Buen Suceso, los costaleros tuvieron que realizar una pequeña labor con la que no contaban. Un coche estaba aparcado frente a la puerta. Según informó la Policía Local, se trataba de un coche de alquiler y en el salpicadero había un cartel avisando de que el conductor estaba en un hostal cercano. Sin embargo, nadie respondía a la llamada, por lo que no hubo más remedio que apartar el coche, un Mini, a las bravas, hasta quedar completamente girado. Habría sido curioso ver la cara del conductor al encontrarse después el coche...
Superada la dificultad, que obligó a retrasar algunos minutos la salida del cortejo, se abrieron las puertas y la cruz alzada y los ciriales comenzaron a bajar la rampa de madera que se colocó para salvar los escalones. Detrás, varios niños con cirios y el simpecado de la Virgen del Carmen de la Venerable Orden Tercera. Pronto apareció el paso, que no contaba con la peana de la Virgen de la Salud, sino con una peana procesional propia algo más baja.
El capataz dedicó la levantá antes de salir a los enfermos de la congregación, "para que el año que viene estén todos aquí". A continuación, el paso salió a la pequeña Plaza del Buen Suceso, y una vez en ella, el Coro de Campanilleros Paz y Misericordia de Rochelambert comenzó a interpretar diversos cánticos con la melodía de conocidas marchas procesionales.
Se notaba la emoción de los presentes, especialmente de los miembros de la Orden Tercera, por ver a la Virgen del Carmen en esta salida procesional extraordinaria que dio lugar a un conjunto de paso muy conseguido que, como exorno floral, contaba con rosas, azucenas, gladiolos y margaritas, entre otras especies.
Nada más salir, el paso tomó la calle Ortiz de Zúñiga, buscando la Plaza del Cristo de Burgos. Aquí llamaron la atención las mecidas que los costaleros imprimieron al paso a los sones de la versión cantada de "Pasan los campanilleros"; unos movimientos que no desentonaron en absoluto y que llegaron a dar lugar a algunos aplausos, como también ocurrió después, cuando el coro, con la melodía de "Encarnación Coronada", llegó a la parte del Ave María.
En la Plaza del Cristo de Burgos contemplaba a la Virgen del Carmen el prior general de los Carmelitas, Fernando Millán, quien, por invitación del capataz, tocó el martillo en una levantá. A continuación, el paso siguió hacia la calle Doña María Coronel.
La primera visita del Carmen del Buen Suceso durante este traslado fue el Monasterio de Santa Inés, ante el que el paso se volvió, aunque no del todo por la estrechez de la calle, y donde las hermanas clarisas cantaron a la Virgen del Carmen. Cuando terminaron, el capataz se dirigió a sus costaleros: "Yo no sé cómo será el Cielo y tampoco tengo prisa, pero seguro que se parece a lo que tengo delante", en relación a las religiosas, a las que invitó a situarse ante el paso y caminar junto a él durante algunos momentos. "Vengan delante, no tengan prisa, que están al lado de casa", bromeó. Finalmente, cuando ya se retiraron, les dio las gracias y les dijo "hasta el año que viene"; y eso pese a tratarse de una salida extraordinaria, aunque no es difícil imaginar que más pronto que tarde, la Virgen del Carmen del Buen Suceso se convertirá en una cita más del calendario anual de las Glorias.
En Doña María Coronel comenzó el rezo del rosario, que se fue intercalando durante el itinerario con las intervenciones del coro de Rochelambert. Más adelante, ante otro convento, el del Espíritu Santo, se encontraba el hermano mayor de la Salud de San Isidoro, Francisco José Muñiz, al que el capataz invitó a tocar el llamador en agradecimiento por la cesión del paso.
Desde allí, la Virgen del Carmen siguió hacia San Juan de la Palma, donde una familia de fuera de Sevilla y de Andalucía comentaba lo que estaban viendo. La mujer se sorprendió de que, en una parada del paso, no salieran los costaleros. "¿No salen? Entonces, ¿para qué descansan?". Pues eso, para descansar...
Más adelante, en Madre María de la Purísima, hubo una nueva dedicatoria de levantá; en este caso, al coro: "A ver si somos capaces de gastarle el tambor", dijo. En respuesta inmediata a la dedicatoria, el coro comenzó a cantar con la melodía de "Macarena", de Abel Moreno.
La Virgen del Carmen continuó por la calle Amparo y se metió por Don Pedro Niño, donde la estrechez obligó al equipo de capataces y costaleros a dar lo mejor de sí mismos para poder superar la calle sin que el paso rozara con las paredes. Fueron en concreto dos los tramos de gran estrechez; aún peor el segundo, donde el capataz pidió que se apartara todo el mundo ante el paso para poder guiar con precisión la maniobra porque "no lo veo yo esto claro". Pero, con mucha calma, poco a poco el paso superó esta nueva estrechez, dando lugar a los aplausos de los presentes. Uno de los auxiliares del capataz comentaba acto seguido que "esto no lo hay en Semana Santa, una chicotá como ésta"; a lo que José González Mesa respondía después: "Pues vamos a darle para atrás, que hay uno que no lo ha visto". Y no quedaron ahí las bromas, ya que la siguiente levantá la dedicó "al gerente de Urbanismo que hizo esta calle; que la Virgen lo tenga en su gloria". "¡Qué grandes sois!", añadió.
La Virgen del Carmen del Buen Suceso llegó a San Andrés con los cánticos basados en la melodía de "Caridad del Guadalquivir". El paso se volvió ante la puerta de la parroquia, donde esperaba una representación de la Hermandad de Araceli, que cantó la Salve. Después, continuó por García Tassara con "Pasan los campanilleros" en las voces del Coro Paz y Misericordia.
El itinerario continuó por Amor de Dios y San Miguel, donde el capataz dedicó la levantá a "cuatro ángeles que están dándonos el incienso", refiriéndose a las cuatro monaguillas que iban en el cortejo. Después, antes del giro a la calle Jesús del Gran Poder, la dedicatoria fue por dos miembros de la Venerable Orden Tercera "que ya están en el Cielo".
El último tramo del traslado fue prácticamente una sucesión de dedicatorias, ya que antes de alcanzar Conde de Barajas la levantá fue por Ana y Mari Paz, camareras de la Virgen; mientras que en la Plaza de San Lorenzo se dedicó al Señor de Sevilla, para "que Él y la Virgen del Carmen nos protejan". Finalmente, ya en la calle Eslava, se dio una levantá por el cuerpo de acólitos, miembros de la Hermandad de Santa Genoveva, que colaboró así con esta salida extraordinaria.
Por fin, la Virgen del Carmen del Buen Suceso llegó a la calle Santa Ana. Antes de entrar en el convento del mismo nombre, el capataz advertía a los costaleros: "Vengo de dentro del convento y están las monjitas en un charco de lágrimas esperando a la Virgen; vamos a llevársela dentro".
Con el coro Paz y Misericordia cantando una composición basada en "Encarnación Coronada", el paso entró en el convento. En primer lugar, se acercó hasta la zona donde se encontraban las hermanas, para finalmente dirigirse hasta el presbiterio.
Una vez en el presbiterio, las hermanas carmelitas le cantaron a la Virgen del Carmen del Buen Suceso, con la que iban a poder compartir el convento durante todo un día, antes del regreso triunfal de la Virgen hasta su casa. De nuevo, la Virgen del Carmen de Rafael Barbero pisó las calles de Sevilla.
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