viernes, 27 de septiembre de 2024

CINCUENTA AÑOS ATADOS A TI


La imagen del Señor Atado a la Columna de la Hermandad de las Cigarreras, obra de Francisco Buiza, cumple medio siglo en este 2024. Por este motivo, la sede del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla en la calle Sierpes acoge desde el pasado miércoles y hasta el domingo la exposición "Cincuenta años atados a Ti", una muestra que celebra estos cincuenta años de la imagen titular de su paso de misterio después de varias imágenes distintas que pasaron por la corporación antes de su llegada.
Repasando la exposición, que se divide entre el patio y una de las salas, tenemos que comenzar comentando la presencia de diferentes herramientas de trabajo de Buiza, así como la que fue su mesa y su taburete. Se recrea así el taller que el imaginero tenía en la Casa de los Artistas de la calle Feria. Hay también algunas tallas del artista.







También en el patio hay una fotografía del rostro del Señor realizada por el recordado Fernand; probablemente una de las primeras fotos de estudio realizadas a la imagen tallada hace ahora cincuenta años.


Ya en la sala que ocupa la exposición nos encontramos con una pintura de 1986 del Señor Atado a la Columna, junto a un texto que reproduce el relato de la flagelación del Señor escrito por Sor Anna Katharina Emmerich.


"Pilatos, juez cobarde y sin resolución, había pronunciado muchas veces estas palabras llenas de bajeza: 'No hallo crimen en él; por eso voy a mandarle azotar y a darle libertad'. Los judíos continuaban gritando: '¡Crucificadlo! ¡Crucificadlo!'. Sin embargo, Pilatos quiso que su voluntad prevaleciera y mandó azotar a Jesús a la manera de los romanos.
Al norte del palacio de Pilatos, a poca distancia del cuerpo de guardia, había una columna que servía para azotar. Los verdugos vinieron con látigos, varas y cuerdas, y las pusieron al pie de la columna. Eran seis hombres morenos, malhechores de la frontera de Egipto, condenados por sus crímenes a trabajar en los canales y en los edificios públicos, y los más perversos de entre ellos hacían el oficio de verdugos en el Pretorio.
Esos hombres crueles habían ya atado a esa misma columna y azotado hasta la muerte a algunos pobres condenados. Dieron de puñetazos al Señor, le arrastraron con las cuerdas, a pesar de que se dejaba conducir sin resistencia, y lo ataron brutalmente a la columna. Esta columna estaba sola y no servía de apoyo a ningún edificio. No era muy elevada, pues un hombre alto, extendiendo el brazo, hubiera podido alcanzar la parte superior. A media altura había anillas y ganchos. No se puede expresar con qué barbarie esos perros furiosos arrastraron a Jesús; le arrancaron la capa de irrisión de Herodes y le echaron casi al suelo.
Jesús abrazó la columna; los verdugos le ataron las manos, levantadas por alto a un anillo de hierro, y extendieron tanto sus brazos en alto, que sus pies, atados fuertemente a lo bajo de la columna, tocaban apenas el suelo. El Señor fue así extendido con violencia sobre la columna de los malhechores; y dos de esos furiosos comenzaron a flagelar su cuerpo sagrado desde la cabeza hasta los pies.
Sus látigos o sus varas parecían de madera blanca flexible; puede ser también que fueran nervios de buey o correas de cuero duro y blanco. El Hijo de Dios temblaba y se retorcía como un gusano. Sus gemidos dulces y claros se oían como una oración en medio del ruido de los golpes.
De cuando en cuando los gritos del pueblo y de los fariseos, cual tempestad ruidosa, cubrían sus quejidos dolorosos y llenos de bendiciones, diciendo: '¡Hacedlo morir! ¡Crucificadlo!'.
Pilatos estaba todavía hablando con el pueblo y, cada vez que quería decir algunas palabras en medio del tumulto popular, una trompeta tocaba para pedir silencio. Entonces se oía de nuevo el ruido de los azotes, los quejidos de Jesús, las imprecaciones de los verdugos y el balido de los corderos pascuales.
Ese balido presentaba un espectáculo tierno: eran las sotavoces que se unían a los gemidos de Jesús. El pueblo judío estaba a cierta distancia de la columna, los soldados romanos, ocupando diferentes puntos, iban y venían, muchos profiriendo insultos, mientras que otros se sentían conmovidos y parecía que un rayo de Jesús les tocaba. Algunos alguaciles de los príncipes de los sacerdotes daban dinero a los verdugos y les trajeron un cántaro de una bebida espesa y colorada para que se embriagasen.
Pasado un cuarto de hora, los verdugos que azotaban a Jesús fueron reemplazados por otros dos. La sangre del Salvador corría por el suelo. Por todas partes se oían las injurias y las burlas. Los segundos verdugos se echaron con una nueva rabia sobre Jesús; tenían otra especie de varas: eran de espino con nudos y puntas. Los golpes rasgaron todo el cuerpo de Jesús; su sangre saltó a cierta distancia, y ellos tenían los brazos manchados.
Jesús gemía, oraba y se estremecía. Muchos extranjeros pasaron por la plaza montados sobre camellos y se llenaron de horror y de pena cuando el pueblo les explicó lo que pasaba. Eran viajeros que habían recibido el bautismo de Juan o que habían oído los sermones de Jesús sobre la montaña.
El tumulto y los griegos no cesaban alrededor de la casa de Pilatos. Otros nuevos verdugos pegaron a Jesús con correas que tenían en las puntas unos garfios de hierro, con los cuales le arrancaban la carne a cada golpe.
¡Ah! ¿Quién podría expresar este terrible y doloroso espectáculo? La horrible flagelación había durado tres cuartos de hora cuando un extranjero de clase inferior, pariente del griego Ctesifón, curado por Jesús, se precipitó sobre la columna con una navaja, que tenía la figura de una cuchilla, gritando en tono de indignación: '¡Parad! No peguéis a ese inocente hasta hacerle morir'.
Los verdugos, hartos, se pararon sorprendidos; cortó rápidamente las cuerdas, atadas detrás de la columna, y se escondió en la multitud. Jesús cayó casi sin conocimiento al pie de la columna sobre el suelo bañado en sangre. Los verdugos le dejaron y se fueron a beber, llamando antes a los criados, que estaban en el cuerpo de guardia tejiendo la corona de espinas".

Tras convencer sorprendentemente el canónigo Juan Francisco Muñoz y Pabón a la Hermandad de las Cigarreras de renunciar a la fantástica imagen del Señor atribuido a Hita del Castillo (que curiosamente acabó en Hinojos, pueblo natal del canónigo...), la corporación lo cambia por el realizado por Joaquín Bilbao en 1916, que no terminó de convencer por su gran tamaño. La hermandad buscó alternativas y una de ellas fue encargarle una imagen nueva a Antonio Castillo Lastrucci. En la exposición vemos la petición por escrito que se le envió al imaginero el 19 de noviembre de 1939, así como un boceto que se le atribuye.



Años después, en junio de 1968, un grupo de hermanos propone a Sebastián Santos Rojas la realización tanto del Señor como de las tallas secundarias. Tampoco se llevó finalmente a cabo, pero se muestra el presupuesto presentado por el imaginero, así como el boceto que ideó para el misterio.



Pero, como sabemos, el elegido finalmente fue Francisco Buiza, con quien la hermandad firmó el 25 de junio de 1973 un contrato que se reproduce a continuación para la realización de la imagen titular y de las figuras secundarias.


Vemos también dos recortes de prensa de El Correo de Andalucía, uno sobre el proceso de ejecución de la talla del Señor, que coincidió en el taller de Buiza con la talla del ángel de la Resurrección, y otro ya de la imagen finalizada acompañada de un exhaustivo análisis del médico Antonio Hermosilla sobre la flagelación.



A continuación, se muestran una serie de partituras de marchas dedicadas al Señor Atado a la Columna, como son "Y fue azotado", de Sergio Larrinaga Soler y Francisco Ortiz Morón (2011); "Azotes", de Jorge Martín Puerto (1990), llamada en su origen "¡Aguaó!", dado que se quiso dedicar a un anciano que ofrecía agua a los músicos durante las estaciones de penitencia; "Corona de Espinas", de Luis Alfonso Maraut; "Flagelación", de Enrique López Sánchez; "Columna Sagrada", de Manuel Orcera y Pedro M. Pacheco; "Columna y Azotes de Nuestro Señor", de Pedro M. Pacheco; "Cigarreras", de Bienvenido Puelles; "Yo soy la Luz del Mundo", de Azael Tormo Muñoz; y "Jesús, atado a la columna", de David Gómez Ramírez (1999).
También vemos las partituras de "Atado a Ti", de Francisco Javier González Ríos, una composición de siete capillas musicales compuestas con motivo del L aniversario de la imagen; de "Dos nocturnos a Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna", de Cristóbal López Gándara (2021); y de "Misa Brevis a tres voces", de Alberto Barea (2024), compuesta también por el medio siglo del Señor.












Pasamos a ver ahora las cabezas de dos sayones tallados por Francisco Buiza al tiempo que realizaba la imagen del Señor. El imaginero hizo cuatro esculturas: el Señor, estos dos sayones y un soldado romano, completando un conjunto que podemos ver detrás, en una gran fotografía.




Según se cuenta en la propia exposición, Buiza siempre se quejó del escaso, a su juicio, presupuesto que tuvo para realizar el misterio, que fue de 300.000 pesetas. Por ello, no estaba demasiado contento con el resultado. Así que en 1983, poco antes de su muerte, acordó con la hermandad la modificación de las tallas secundarias. Su temprana muerte hizo que fuera su discípulo Francisco Berlanga quien completara esta labor, que consistió en sustituir las cabezas de los sayones, manteniendo los cuerpos. Así, en la exposición vemos uno de estos sayones con el cuerpo de Buiza (1974) y la cabeza finalizada por Berlanga (1983). Hoy en día, los dos sayones y el romano pertenecen a la Hermandad de la Columna de Bollullos Par del Condado.





Y así llegamos a 2003, cuando se estrenan las actuales figuras secundarias, salvo un soldado romano que años atrás realizó José Antonio Navarro Arteaga. Este mismo imaginero es el que realiza cuatro tallas nuevas: los dos soldados flagelantes y otros dos más, uno de pie atrás junto al preexistente y otro delante, agachado, preparando el ungüento que evitaba el desmayo del reo y que aumentaba la duración del castigo.





Continuamos con una foto de Francisco Buiza realizada en diciembre de 1982 por Juan Manuel Miñarro, que fue uno de sus discípulos, en su taller de la calle Viriato. Junto a la foto se ofrecen algunas notas acerca del imaginero:

"Desde 1939 y hasta 1945 trabaja como tallista en el taller de Francisco Vélez Bracho, donde aprende a trabajar la madera con la gubia al tiempo que por las tardes completa su formación cursando dibujo y modelado en la Escuela de Artes y Oficios.
Desde 1945 pasa a trabajar como modelista en el taller de Pedro Navia. Allí contacta con jóvenes promesas como Luis Ortega Bru y con su gran maestro, Sebastián Santos Rojas. Empieza así una relación que se irá estrechando hasta llegar a ser su discípulo predilecto desde 1946 a 1952 y su amigo a lo largo de toda su vida.
Tras el éxito de sus primeras obras, Sebastián Santos le anima para que se instale por su cuenta. Así, en 1952 comienza su andadura en solitario en un taller de la sevillana calle Viriato, en una época en la que Buiza se especializa en imágenes del Niño Jesús".


Vemos ahora varias fotos más: Buiza rematando uno de los sayones ya mencionados, en otra policromando al Señor Atado a la Columna, la imagen completa a falta tan sólo de la columna a su lado, y el imaginero ante el paso el Jueves Santo de 1974, cuando se estrenó el nuevo misterio, portando un bastón que también vemos ante la foto y que necesitó desde el accidente de moto que sufrió en 1962 en el puente de La Algaba, lo que le provocó una cojera permanente.







Muy interesante es poder ver con detalle el molde del Señor, realizado por Buiza en escayola y sobre el que hizo algunos apuntes a lápiz. Gracias a una familia amiga del imaginero acabó en la hermandad, que lo conserva y lo ha restaurado poniéndolo en manos de Navarro Arteaga.






Nos detenemos ahora en una vitrina en la que se expone el boceto en barro cocido patinado presentado por Navarro Arteaga antes de la realización del nuevo misterio, que añadió una talla más y que consiguió un juego de líneas y miradas diagonales que ensalza la imagen protagonista de la escena.



Junto al boceto vemos uno de los flagelos con los que Jesús es torturado en el paso de misterio, el casco de uno de los soldados y la palangana y la brocha con la que el soldado agachado en la delantera prepara el ungüento que va a aplicar al Señor.



Seguimos con el diseño de unas potencias de José Manuel Bernet que se estrenarán el año que viene, donadas por las bandas de la hermandad con motivo del L aniversario del Señor. Serán labradas en plata de ley chapada en oro con pedrería de amatista tallada.


También se muestra una lámina recordatoria del L aniversario del Señor, dibujada a grafito por José Julián 'Pepillo' Gutiérrez Aragón.


Por su parte, Rafael de Rueda Berruezo es el autor del logotipo del L aniversario de la talla del Señor.


Y concluye la exposición con un busto de Francisco Buiza realizado en 1982 en resina de poliéster por Juan Manuel Miñarro López, quien afirmó de su maestro que "el magisterio de Buiza es el magisterio del oficio; sus enseñanzas no se olvidan nunca".


"Cincuenta años atados a Ti" es una exposición breve en contenido y en duración, pero llena de interés. Una forma sencilla, aunque muy correcta, de recordar que hace cincuenta años Sevilla recibió una nueva imagen para su Semana Santa, y la Hermandad de las Cigarreras recibió, después de diversos vaivenes, a su Cristo titular definitivo.

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