martes, 14 de mayo de 2019

SÁBADO SANTO 2019: DÉCIMA VISITA DEL SOL A LA CATEDRAL EN UN DÍA DE CALMA

La Semana Santa de 2019 estaba alcanzando poco a poco su final. Era ya Sábado Santo, una jornada que se iba a librar de la lluvia de los días anteriores, pese a que en las primeras horas de la tarde cruzaran el cielo unas cuantas nubes grises de aspecto amenazante. Pero no.
El Sábado Santo va camino de convertirse en el nuevo día afortunado, el que se suele librar de la lluvia, como hasta 2005 lo era el Miércoles Santo. Exactamente, desde que en 2011, aquel año desastroso en lo meteorológico para la Semana Santa, la lluvia dejara sin salir a cuatro de las cinco cofradías y a la única que salió, el Sol, la obligara a refugiarse en la Catedral durante algunas horas sin llegar a recorrer la carrera oficial, el Sábado Santo no se ha visto perjudicado por la meteorología. Es cierto que ocho años de bonanza no son muchos en comparación con las tres décadas que acumuló el Miércoles Santo. Pero bastan de momento para considerar a esta jornada la afortunada en estas cuestiones.
Así las cosas, las cinco cofradías del Sábado Santo pudieron realizar sin sobresaltos sus estaciones de penitencia, después del Viernes Santo completamente en blanco que nos tocó vivir. La primera en salir fue la Hermandad del Sol, que lo hizo a la una menos cuarto del mediodía desde su capilla anexa a la Parroquia de San Diego de Alcalá.
Puede que le haya costado más que a otras, pero esta cofradía, personalísima como pocas, con señas de identidad que la hacen única y perfectamente identificable, se ha hecho un hueco en la Semana Santa, guste más o guste menos.
Su primer paso, el del Varón de Dolores de la Divina Misericordia, que no es un Resucitado, como un hombre le explicaba a su acompañante en la calle Camilo José Cela, avanzaba a los sones de la propia Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol, que el día anterior se quedó sin tocar detrás del Nazareno de la O. 
“Consolación y Lágrimas” era la marcha que por esta ancha calle de la zona de Viapol venía interpretando la banda para este Cristo que muestra las llagas de su Pasión, mientras abraza el instrumento de la salvación de la humanidad y posa su pie sobre la calavera de Adán. Es todo simbólico en esta imagen de José Manuel Bonilla Cornejo, que ha casado bien en esta jornada de importantes alegorías. 
El paso contaba con un cuidado exorno floral compuesto por rosas rojas, claveles violetas, dendrobium morado, iris azul, flor de cera blanca, liatrix morado, helecho morado y diversos verdes para complementar cromáticamente todo el conjunto.
Desde Camilo José Cela, donde, lo que son las cosas, un hombre contemplaba la cofradía con un conejo en sus brazos, el Varón de Dolores cruzó la Avenida de la Buhaira hacia la calle Torero Manolo Vázquez. Allí, uno de los capataces auxiliares de José Manuel Palomo, capataz general de la cofradía, quiso dedicar una levantá a un niño: “Por Pablo, un niño que nació con 500 gramos; el tío se va recuperando, pero todavía necesita que el Señor le eche una manita”, dijo. A continuación, el paso siguió hacia Campamento a los sones de la marcha “Nuestra Señora de la Caridad”. 
Poco después, la cofradía se encontró con un obstáculo inesperado: tres cables que no tenían que estar ahí. Los dos primeros los sorteó el paso, con los costaleros agachándose levemente hasta que pasó el remate de la cruz. El tercero no era posible. El paso se detuvo y los miembros de la cofradía hablaron con los capataces buscando una solución. Finalmente, tras intentar infructuosamente elevar el cable con un cirial, se optó por llamar a los bomberos del cercano cuartel de San Bernardo. Llegaron enseguida con una larga pértiga y posibilitaron que el paso pudiera continuar. Al parecer, según comentaron después, esos cables habían sido recientemente colocados por un ‘okupa’ de un inmueble cercano…
La cofradía, como ocurre desde 2016, volvió a discurrir en su camino de ida por el barrio de San Bernardo, alcanzando la calle del mismo nombre con la marcha “Cristo del Amor”. Y no se habían acabado las dificultades tras el cable felizmente pasado, dado que el Varón de Dolores tuvo que sortear también algunas ramas de los árboles antes de poder seguir ya sin problemas en dirección al puente para entrar en el centro histórico por la Puerta de la Carne.






































Más atrás, el paso de palio de Nuestra Señora del Sol, que estrenaba parihuela, también requirió de la ayuda de los bomberos para atravesar las dificultades de los cables del ‘okupa’. E igualmente ocurrió después con las ramas bajas de la calle San Bernardo. Incluso al pasar, una pequeña ramita se desprendió y recorrió algunos metros enganchada en la esquina delantera del costero derecho hasta que se cayó al suelo.
Fue un efímero adorno vegetal improvisado que se unió al llamativo conjunto floral que llevaba el paso de palio, compuesto de anthurium, rosas, frecsias, dendrobium, flor de cera, iris, estátice, varios verdes y flores secas plateadas; un conjunto, en definitiva, nada habitual en un paso de palio, aunque sí en los pasos de misterio, como hemos tenido ocasión de comprobar a lo largo de la Semana Santa.
El hermano mayor de San Bernardo, Teodoro Mauriño Hidalgo, estaba viendo a la cofradía del Sol por esta zona y fue invitado a tocar el llamador en una levantá a pulso que le dedicó el capataz. Seguidamente, el paso avanzó con la marcha “Virgen del Sol”, interpretada precisamente por la Banda de Música Nuestra Señora del Sol.
Tras un relevo de costaleros a la altura de la calle Cofia, el palio, que llevaba este año unas corbatas en las esquinas de las caídas, siguió por la calle San Bernardo a los sones de “Azul y plata”, con la que la Virgen del Sol, acompañada por San Juan Evangelista y la Magdalena, continuó su camino hacia la Catedral, que esta hermandad visitó por décimo año consecutivo, desde su incorporación a la nómina en 2010.






























El Sol discurría por la zona de la Alfalfa cuando la Hermandad de los Servitas, que había salido a las tres y media de la tarde, se encaminaba a la carrera oficial por Doña María Coronel. También esta cofradía tiene una gran personalidad que se nota desde la misma cruz de guía, precedida por una capilla musical, en este caso la de San Telmo.


La cofradía servita, y especialmente en estas primeras horas de la tarde, transmite tranquilidad, serenidad. Sus nazarenos caminan con la calma propia de las cofradías que no tienen un cortejo sobrepasado, sino medido, cómodo, perfectamente asumible sin necesidad de ir en busca de los pasos.
El primero llegó pronto, asomando desde la esquina de la calle Bustos Tavera. El Santísimo Cristo de la Providencia descansa muerto en brazos de su Madre, Nuestra Señora de los Dolores, en un conjunto escultórico que, si la Hermandad de los Servitas no se hubiera convertido en cofradía de penitencia y no hubiera empezado a salir a las calles en Semana Santa en los 70, quizá pasaría completamente desapercibido en su capilla, como tantas joyas descansan silentes en numerosos templos de la ciudad.
Con la Asociación Musical Nuestra Señora del Águila, de Alcalá de Guadaíra, detrás, el paso fue avanzando a las órdenes de los Villanueva y con rosas rojas como único exorno floral, tanto en el friso del canasto de madera en su color como en las jarras de los costeros.
Sigue llamando la atención la cruz de plata, carey y marfil estrenada hace tres años en este paso de diseño muy particular, ideado por el imaginero y ex hermano mayor, Antonio J. Dubé de Luque. Es curioso cómo, representando lo mismo que la Piedad del Baratillo, la cruz, el sudario, la peana, el suelo del paso, sólo visible desde los balcones, y hasta el estilo de los bordados lo hacen un conjunto tan diferente.



























Y también es muy especial el paso de palio de María Santísima de la Soledad, un palio al que le sienta mejor la noche que la hora tan tempranera en la que se pone en la calle. La Soledad servita, guiada por los Hermanos Pagés, venía acompañada por la Banda Municipal de Música de Coria del Río, que interpretó por el pequeño tramo de Doña María Coronel que recorre la hermandad a la ida la marcha "Quinta Angustia".
Grandes calas blancas adornaban en las jarras de los costeros el paso de palio, que alberga a esta dolorosa tallada por Dubé de Luque hace 52 años sobre una talla anterior de Castillo Lastrucci de la que no queda prácticamente nada, pudiéndose esta imagen considerar obra completa de Dubé, autor igualmente del diseño de todo el paso, cuyos bordados de los faldones laterales se irán completando en los próximos años.
Tras pasar por la calle Dueñas, el palio de la Soledad se dirigió a la calle Santa Ángela de la Cruz, en cuyo convento la esperaban sus religiosas, mientras la banda interpretaba "Tus Dolores son mis Penas".

























Y si hablamos de bordados en los respiraderos laterales, hay que hablar del paso del Sagrado Decreto, de la Hermandad de la Trinidad. Ése fue el estreno de este paso alegórico que la cofradía recuperó para su cortejo hace ya un cuarto de siglo. En 2018 se estrenaron los bordados de la zona de malla de los respiraderos frontal y trasero, y ya este año se ha completado esta parte del paso gracias a la labor de Mariano Martín Santonja, quien ha transformado en hilos de oro el diseño, de nuevo lo nombramos, de Dubé de Luque, responsable de varias de las tallas secundarias del paso.
En concreto, Dubé realizó las imágenes de los cuatro padres de la Iglesia Occidental: San Gregorio (de pie, con capa pluvial), San Ambrosio (a su lado también de pie), San Jerónimo (agachado con una pluma y un papel por su condición de traductor de la Biblia) y San Agustín (también agachado). E igualmente es obra suya la imagen de la Fe, que está en el costero izquierdo.
El resto de las tallas de este misterio de difícil comprensión para mucha gente son, además de la Santísima Trinidad, la Iglesia Dormida, San Miguel y el ángel que dispara una flecha al corazón de Dios Hijo. Y todo esto lo que pretende representar es el acuerdo entre las tres personas de la Trinidad para enviar al mundo a Jesús para dar su vida por la humanidad.
La Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras cerraba con este paso su Semana Santa sevillana y para él interpretó por la Plaza Ponce de León la marcha "Cristo del Amor". Como es costumbre desde hace años en este paso, el exorno floral era íntegramente blanco, en este caso con claveles, lilium y anthurium.



























Y también finalizaba su nómina particular la Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas tras el paso del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas y María Santísima de la Concepción, principales imágenes del misterio en el que vemos a Nicodemo sobre una de las escaleras colocadas detrás de la cruz para proceder al Descendimiento del cuerpo de Jesús, que en el suelo van a recoger José de Arimatea, San Juan Evangelista y las Tres Marías.
Una alfombra muy tupida de claveles rojos adornaba el paso, que desde 2018 está ya completamente concluido una vez que los Hermanos González finalizaron la labor de dorado de esta obra de otros hermanos, los Caballero.
Carlos Villanueva mandaba delante del paso desde que sustituyera al recordado "Lope". Junto a la Iglesia de Santa Catalina lo detuvo ante una representación de la Hermandad de la Exaltación, a la que se dedicó la siguiente levantá. A continuación, el misterio del crucificado de Luis Álvarez Duarte se marchó hacia Almirante Apodaca con la marcha "Vía Crucis de Salud".































Finalmente, llegaba por la Plaza Padre Jerónimo de Córdoba el paso de palio de Nuestra Señora de la Esperanza, bellísima dolorosa de Juan de Astorga que el año que viene cumplirá doscientos años desde que fuera tallada.
Flores blancas de numerosas especies adornaban el paso de palio. Exactamente, podían verse rosas, astromelias, frecsias, bouvardias, orquídeas cymbidium, calas, ornithogalum e hipericum. Y en la candelería tenía un cirio decorado con el lema "Esperanza por la Vida", dedicada a las donaciones de órganos, y la pegatina de la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada con la intención de las oraciones de este año entre las cofradías, ya que se leía "Yo también rezo por los cristianos perseguidos".
La Sociedad Filarmónica de Nuestra Señora de la Oliva, de Salteras, acompañaba un año más a la Esperanza Trinitaria, interpretando para Ella "Virgen de Montserrat" por la Plaza Ponce de León hasta parar también junto a la representación de la Exaltación. Más adelante, la banda tocó "Virgen de la Paz" por la zona de San Pedro y con "Señorita de Triana" pasó por las Setas de la Encarnación.


































El Sábado Santo avanzaba, ya con el color azul ganando espacio entre las nubes, y a las siete en punto de la tarde se abrían las puertas de la Parroquia de San Lorenzo para la salida de la Hermandad de la Soledad, la cofradía con más nazarenos del día, destacando especialmente entre ellos la cantidad de niños, auténtica cantera para esta corporación.
Tras el millar largo de nazarenos de túnica blanca con antifaz y escapulario de color negro, los ciriales anunciaban la salida del paso de María Santísima en su Soledad, un año más en completo silencio después del intento fallido de hace unos años de poner una banda de música detrás. La música la ponen las saetas, siendo la primera la que un hombre cantó desde un balcón de la misma plaza frente a la puerta del templo.
El saetero acompañó el andar de la Soledad por el centro de la plaza, después de haberse girado levemente hacia la representación de la Hermandad del Gran Poder, ante la que el paso se paró, momento que se aprovechó para subir la cruz, que debía ser bajada para poder salvar el dintel.
En varias ocasiones, los distintos saeteros que le cantaron a la que podría ser la dolorosa más antigua de la Semana Santa a lo largo de su recorrido insistieron en la antigua letra que se refiere a ella como el "divino broche de oro que cierra la Semana Santa".
Los Ariza siguen acumulando años ante el llamador de la Soledad, cuyo paso estaba adornado con rosas blancas en el friso y en las jarras, y con lirios morados detrás del manto. Un manto que ocultaba como cada año el sobre de la caridad, donde los hermanos y devotos depositan los donativos para la obra social de la corporación: "si puedes mucho, mucho; si puedes poco, poco; si no puedes nada, nada".
Por la calle Conde de Barajas se marchó la Soledad de San Lorenzo rumbo a la carrera oficial, por la que pasa en último lugar... del Sábado Santo. No olvidemos a la Resurrección, pese a la letra de la antigua saeta.
























Antes de ver a la Hermandad del Santo Entierro, que estaba en la carrera oficial con su largo cortejo social, político, militar..., acudimos de nuevo a la Hermandad del Sol, que regresaba al Plantinar tras realizar su décima estación de penitencia en la Catedral.
Detalle muy bonito el de la hermandad, que por esta zona dejó que acompañara al paso del Varón de Dolores la Agrupación Musical Santa María de la Esperanza, del Proyecto Fraternitas, que venía abriendo la cofradía delante de la cruz de guía. La Banda del Sol se retiró momentáneamente para volver más tarde y la agrupación del Polígono Sur mostró su calidad interpretativa con marchas como "Christus vincit", que es la que sonó entre la Avenida de Carlos V y Enramadilla.
















Y detrás llegaba el paso de palio de la Virgen del Sol, a los sones de "Coronación de la Macarena". Con ella, esta zona de Sevilla, que hasta la incorporación de esta hermandad al Sábado Santo sólo conocía a la Hermandad del Cerro en la jornada del martes, ponía fin a la Semana Santa, cuando el manto verde de terciopelo se alejaba de regreso a su casa, donde entró sobre las once de la noche.















Más tarde, la Hermandad del Santo Entierro, despejada ya del aburrido cortejo de chaqués y saludos a un lado y a otro de la calle, buscaba la vuelta a la Iglesia de San Gregorio a un ritmo bastante rápido, y eso que iba con adelanto sobre el horario oficial. 
Desde la Campana y la Plaza del Duque iluminadas, la cofradía se internó por la oscuridad de la calle Alfonso XII en dirección contraria al modo en que la recorrió por la tarde nada más salir de su templo. En primer lugar, el paso de la Canina, más correctamente llamado el Triunfo de la Santa Cruz, el tercer paso alegórico del día.
La muerte es vencida por la Muerte. La nada es derrotada por la Muerte de Jesús, que en realidad es vida eterna. El detallado esqueleto que tallara Antonio Cardoso Quirós en 1693, y que algún experto en anatomía identifica con un cuerpo femenino, se muestra humillado por su fracaso, sentado sobre el mundo y ante el pecado igualmente vencido por la salvación de toda la humanidad.
Entre hojarasca y cardos, y una levísima iluminación a base de cuatro cirios rojos, el paso de la Canina avanzó con celeridad por Alfonso XII hasta entrar en San Gregorio, maniobra para la que los costaleros tuvieron que agacharse y evitar así rozar con el dintel del templo mercedario.












Y tras el paso de estilo gótico, como en general toda la obra artística de la cofradía, las representaciones de muchas de las hermandades de penitencia con sus túnicas de nazareno y sus estandartes corporativos. Siempre suele haber ausencias, hermandades que no participan en el cortejo y que, en este caso, fueron Padre Pío, la Corona, Jesús Despojado, la Cena, San Roque, el Polígono de San Pablo, Santa Marta, la Vera-Cruz, las Penas, el Cerro, los Javieres, los Estudiantes, la Bofetá, Santa Cruz, el Cristo de Burgos, los Negritos, la Quinta Angustia, Pasión, el Silencio, el Gran Poder, el Calvario, la O, San Isidoro y Montserrat.


Ya había entrado en San Gregorio el paso alegórico cuando desde la Campana desembocaba en el Duque y en la calle Alfonso XII el paso de la Urna, con el Cristo Yacente atribuido al genial Juan de Mesa.
Calas de una tonalidad muy oscura componían el exorno floral de la Urna este año. Ante el paso, iba la Coral Polifónica Portuense, mientras que detrás venía la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, estupenda formación musical que desgraciadamente no está pasando por su mejor momento por cuestiones de la administración local.
"Amarguras", la marcha que acaba de cumplir cien años desde su composición por parte de Font de Anta por insistente encargo de su padre, fue la composición musical con la que el Yacente fue despidiéndose de las calles antes de su entrada en San Gregorio.













Cerrando la cofradía, el paso del Duelo, una misterio con una configuración propia del siglo XIX, caracterizada por el hieratismo de sus imágenes, todas ellas de Juan de Astorga, a excepción de María Santísima de Villaviciosa, obra como la Canina de Cardoso Quirós.
Muy interesantes también los bordados de las imágenes, con motivos geométricos en su mayoría, unos diseños igualmente decimonónicos en tonos en general oscuros, que contrastaban con las variadas flores blancas que adornaban el paso.
La Banda de Música del Acuartelamiento Aéreo de Tablada ha sido este año la encargada de acompañar a la Virgen de Villaviciosa, que sobre el paso recibe el pésame y la cercanía de San Juan, las tres Marías, José de Arimatea y Nicodemo. "La Madrugá" fue la última marcha que sonó en la calle Alfonso XII, interrumpida cuando el paso entraba en San Gregorio para ser sustituida por el Himno de España.
Después, ya cerrado el templo, los músicos de la banda militar desfilaron entre aplausos en dirección a la Plaza del Museo una vez cumplida su labor tras el tercer y último paso del Santo Entierro. Faltaban ocho minutos para las once de la noche, hora fijada para la entrada; un adelanto producido por las prisas que parecía llevar la cofradía en su camino de vuelta a casa.











Por Cuna y Orfila también buscaba su templo la Soledad de San Lorenzo, con la amplia candelería de su paso completamente encendida. La Hermandad de los Panaderos mantenía abiertas las puertas de la Capilla de San Andrés y había asomado a la calle el paso de palio de la Virgen de Regla, que también tenía todos sus cirios encendidos; esos cirios que no se gastaron el Miércoles Santo al no haber podido salir por la lluvia.
La Soledad se paró ante la capilla y después continuó su recorrido con el cadencioso caminar de los costaleros, que, pese a ello, recorrían bastantes metros en cada chicotá.
Desde Orfila, la hermandad se encaminó a San Lorenzo por Javier Lasso de la Vega, Aponte, Jesús del Gran Poder y Las Cortes, en dirección a la Gavidia y a Cardenal Spínola, calle por la que alcanzó la Plaza de San Lorenzo y entró con algo de retraso sobre su horario, que ya de por sí este año había visto cómo se retrasaba en la entrada, para adecuarse al horario real de cada año.























El "divino broche de oro" de la saeta ya había entrado, pero por la Ronda Histórica seguía en la calle la Hermandad de la Trinidad. Los dos primeros pasos ya estaban dentro cuando el paso de palio de la Esperanza, tras abandonar la calle Sol, veía cómo se relevaban sus costaleros en Madre Isabel de la Trinidad.
A esta calle había salido con la marcha "Triunfal", y después del relevo alcanzó la Ronda con "Esperanza de la Trinidad Coronada". Muchos cangrejeros se acumulaban delante del palio dispuestos a entrar en el callejón de acceso a la Basílica de María Auxiliadora. A este callejón accedió el palio mientras la Banda de la Oliva tocaba "Madrugá Macarena", a la que después seguirían "Esperanza" y "Hosanna in excelsis", composición esta última que los músicos comenzaron a interpretar por segunda vez mientras el paso giraba ya ante la puerta.
Finalmente, tras la parada para que los costaleros se dieran la vuelta bajo las trabajaderas, el paso se levantó y comenzó a sonar "Mi Esperanza", marcha con la que lentamente se fue agotando este Sábado Santo, que definitivamente se cerró en la Basílica cuando el Himno de España rubricó la entrada de la Esperanza de la Trinidad. Era exactamente la una de la madrugada y treinta y cuatro minutos.

















Lejos quedan ya los años en que la Esperanza Trinitaria entraba a eso de las dos y media de la madrugada. Desde hace algunos años, la hermandad optó por adelantar su entrada, lo que supuso adelantar igualmente el fin de la última noche de la Semana Santa sevillana. El broche de oro, no el de la saeta, sino el de Santa Marina, era lo único que quedaba para completar una intensa semana de, como dice la canción, más de siete días.

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