jueves, 2 de mayo de 2019

MARTES SANTO 2019: ESTRENO DEL SEÑOR DE LA HUMILDAD EN UN DÍA SIN CAOS

Ni perfección ni caos. En sólo cuatro palabras se podría describir el Martes Santo de 2019, un día que estrenaba la traída y llevada configuración de horarios e itinerarios impuesta por la actual junta superior del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla, que desde antes incluso de las elecciones ya se sabía que no iba a tolerar un nuevo Martes Santo del revés en la carrera oficial, de Catedral a Campana, como el que se vivió en 2018.
Ya se habló largo y tendido del llamado "Santo Martes", por lo que ahora toca centrarse en 2019. En líneas generales (cuerpo a tierra, que empiezan los disparos contra quien esto escribe), se puede decir que el Martes Santo de este año salió bien. ¿Eso significa perfecto? No, puesto que el plan impuesto por el Consejo no era perfecto. Cruces cogidos con alfileres, San Esteban saliendo excesivamente temprano para ser una cofradía del centro y entrando de día, y la Bofetá con un horario de entrada tardío, aunque no tanto como en años anteriores (incluso entró con adelanto sobre lo previsto).
No era un plan perfecto. Puede que eso no exista, en una Semana Santa sobredimensionada, prácticamente en ninguna jornada. Pero tampoco fue un caos, como el que temían, anunciaban o hasta diría que deseaban ciertos sectores, ciertos opinadores. Pues no.
No hubo pescadilla mordiéndose la cola, no hubo irresolubles atascos, no hubo desmedidos retrasos. Pero, ojo, el mérito no es del Consejo, sino de las ocho hermandades de la jornada, que se esforzaron para que todo saliera bien, para que no se interrumpieran unas a otras y para que el día transcurriera con normalidad. Además, algunas hermandades propusieron modificaciones al plan inicial para mejorarlo, aunque lo cierto es que se podrían haber mejorado más cosas. En cualquier caso, las cofradías quisieron que el plan funcionara y funcionó, como también hicieron el año pasado. Eso es de reconocer.
Y, desde el punto de vista del cofrade de a pie, el que recorre la ciudad buscando cofradías (no el que las espera en plena lozanía sentado en una silla de los chinos engullendo pipas en modo loro), este Martes Santo fue un día cómodo, en el que se pudieron ver sin problemas las ocho hermandades y con tiempo incluso para descansar con calma entre unas y otras. Dicho de otro modo, para los obsesionados con verlas todas, entre los que se incluye este Periodista Cofrade, la jornada fue fácil.
Dicho esto, ¿qué pasará en 2020? Lo que quieran las ocho cofradías. Ya saben que mientras Francisco Vélez sea presidente no habrá más "Santo Martes". Con esta premisa, las hermandades tienen once meses por delante para proponer mejoras al plan de este año u otro distinto, pero siempre de Campana a Catedral. En caso contrario, este último plan volverá a repetirse. Un plan que no ha gustado a algunas cofradías, pero que a otras, lo reconozcan públicamente o no, les ha venido estupendamente.
Entrando en materia, este novedoso Martes Santo nos llevaba en primer lugar a la zona de la Alfalfa, por la que iba a pasar, unas dos horas antes de lo habitual, la Hermandad de San Esteban, la primera en recorrer este año la carrera oficial. Eso obligó a la cofradía a empezar a salir minutos antes de la una y media de la tarde, con el sol en todo lo alto.
Abría el cortejo la Agrupación Musical Santa Cecilia, que el Sábado de Pasión había acompañado al Señor de la Salud y Clemencia de Padre Pío, pero el paso de misterio de San Esteban volvió a contar con la Agrupación de la Redención, que se ha asentado firmemente poniendo sus sones tras Nuestro Padre Jesús de la Salud y Buen Viaje. El Señor sufre la humillación y la burla de dos sayones, un soldado romano y un miembro del sanedrín, todos ellos muy sonrientes tras la coronación de espinas y la entrega de una caña a modo de cetro para incrementar la diversión. Ese mismo día, y desde la tarde anterior, había muchos sayones por el mundo riéndose por el incendio de la Catedral de Notre Dame de París. Han pasado veinte siglos, pero la humanidad no parece haber entendido nada.
Con la marcha "Sangre de mi sangre", el paso de misterio de San Esteban, adornado con orquídeas cymbidium color púrpura, hipericum rojo y dendrobium morado, giró hacia la calle Jesús de las Tres Caídas, por la que también sonaría "Himno de San Antonio" antes de afrontar la bajada de la Cuesta del Rosario.

































Cerrando la cofradía, alcanzaba la Alfalfa desde la calle Águilas el paso de palio de María Santísima Madre de los Desamparados, para la que la Banda de Música de Las Cigarreras venía interpretando "Aurora, Reina de la mañana", preciosa marcha que fue interrumpida cuando el paso se detuvo. Esa incorregible manía de las bandas de música...
La Virgen de los Desamparados, con una pequeña imagen de plata de la Patrona de Valencia en la delantera de su paso, contaba con orquídeas cymbidium y dendrobium de color rosa como exorno floral. Además, por segundo año, el paso sacó los antiguos respiraderos de metal plateado de Juan Fernández, realizados en 1964 y restaurados el año pasado.
La dolorosa que tallara Manuel Galiano giró después a Jesús de las Tres Caídas con "Rocío", mientras que más adelante, al alcanzar la Cuesta del Rosario, fue el turno de una marcha muy interpretada este año, "Siempre la Esperanza".
Por delante, la Hermandad de San Esteban tenía el Salvador, Entrecárceles y Granada, recuperando en su camino de ida su paso por Tetuán y Velázquez, como era habitual hasta los años ochenta, cuando la incorporación de la Hermandad del Cerro a la jornada lo hizo imposible.





























Sin movernos de la Alfalfa quedaba poco para que llegara hasta allí la cofradía del barrio, la Candelaria, que ha escalado hasta el tercer puesto en carrera oficial, lo que ha llevado a adelantar su salida a las cuatro menos veinte de la tarde; y por consiguiente, permitiéndose además mantener prácticamente su itinerario habitual, su entrada también ha sido más tempranera, en torno a las doce y media de la noche.
Sobre un tupido monte de claveles rojos, tras largas filas de nazarenos blancos, el paso de Nuestro Padre Jesús de la Salud dejaba atrás la calle Candilejo y se disponía, tras un relevo de costaleros, a atravesar la Plaza de la Alfalfa. Ante de hacerlo, el capataz, Juan María Gallardo, realizó una emotiva levantá que gustó a todos los presentes: "Estamos en mitad de la Alfalfa, el barrio de la hermandad, y vamos a pedirle al Señor por todos los que están aquí viéndolo, para que no les falte nunca la salud".
Seguidamente, el Nazareno de Francisco de Ocampo comenzó a discurrir por la plaza mientras la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de las Tres Caídas tocaba "La Pasión", una de sus marchas más emblemáticas de los últimos años.



























Por su parte, dándole la potente luz de la tarde a ese palio que algunos consideran que es azul petróleo (lo de los apellidos de los colores siempre es fascinante) llegaba María Santísima de la Candelaria, la segunda dolorosa de Galiano de la Semana Santa, aunque retocada por Dubé de Luque.
Antes de alcanzar la Alfalfa, el palio de la Candelaria recibió una petalada desde un balcón de la calle Candilejo. Después, con la Banda de Música de la Cruz Roja detrás, atravesó la plaza, como es tradicional, a los sones de "Candelaria", la marcha que Manuel Marvizón dedicó en 2001 a la dolorosa, composición estrenada en el Pregón de la Semana Santa que pronunció Carlos Herrera, hermano de la corporación de San Nicolás.
























También ha mantenido su itinerario habitual hasta 2017 la Hermandad de San Benito, que en su caso ha adelantado un puesto respecto al Martes Santo, digamos, tradicional. De esta forma, de nuevo este año la calle Santiago, con la parada de sus respectivos pasos ante la representación de la Hermandad del Beso de Judas, estuvo en el camino de ida hacia la carrera oficial.
Desde dicha calle, en plena sombra, muy cotizada en la tarde de esta jornada, salió al sol el misterio de la Presentación al Pueblo junto a la Iglesia de Santa Catalina. Impresionante y muy completo el conjunto escultórico ideado por Antonio Castillo Lastrucci para representar el momento en que Pilatos se dirige a la multitud para mostrarles cómo ha quedado Jesús tras la injusta flagelación con la que el gobernador de Judea quiso calmar la sed de sangre de quienes, al final, preferirán a Barrabás. Una pintura de Ciseri inspiró a Castillo para la realización de este misterio donde Claudia Prócula intenta sin éxito salvar al Señor.
La Agrupación Musical de la Encarnación, de la propia hermandad, tocó para el Señor de la Presentación la marcha "¡Oh, bendita Estrella!" mientras giraba en dirección a la calle Juan de Mesa. Todo ello, bajo la atenta mirada del Señor de la Redención y la Virgen del Rocío, presentes en unas grandes fotografías ubicadas en un inmueble de esta esquina de Ponce de León.
Lirios morados adornaban el paso, mientras que el Señor de la Presentación al Pueblo vestía la túnica de terciopelo burdeos con bordados en oro de Mariano Martín Santonja, pieza estrenada en 2016 gracias a la donación de un grupo de hermanos.

























El paso de misterio buscaba San Pedro mientras el Santísimo Cristo de la Sangre, antigua advocación trianera recuperada por San Benito en 1966 con este crucificado de Francisco Buiza, seguía en la calle Santiago. El monte del paso estaba cubierto de claveles de un rojo muy oscuro salpicados de pequeñas flores moradas.
El misterio de la Presentación es siempre de los más esperados y seguidos por su forma de caminar, pero no hay que perder de vista el paso del Cristo de la Sangre, que al dejar atrás la calle Santiago iba a regalar a quienes contemplaban en este punto a la cofradía, una revirá impecable junto a Santa Catalina.
Antes de eso, el capataz, Manuel Roldán, quiso dedicar tanto la levantá como el giro a los donantes de sangre, colectivo muy relacionado con la hermandad por la advocación del Cristo. Fue con la marcha "Refúgiame", interpretada por la propia Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Sangre, con la que el paso giró muy lentamente hasta romper de frente en Juan de Mesa con el sol iluminando fuertemente el paso.
























Finalmente, el trío de joyas que componen la cofradía de San Benito se completó con el paso de palio de Nuestra Señora de la Encarnación, que el próximo mes de diciembre volverá a salir a las calles en conmemoración del XXV aniversario de su Coronación Canónica.
Entre las diversas especies florales de color blanco que adornaban el paso, la Virgen de la Encarnación abandonó con agilidad la calle Santiago y se dispuso a girar a los sones de "Virgen de la Palma", tocada por la Banda de Música de La Puebla del Río, que lleva bastantes años detrás de este palio. Poco después, por Almirante Apodaca, donde se produjo un relevo de costaleros, fue el turno de "Aniversario Macareno".




















El nuevo orden del Martes Santo dejaba para el final de la jornada en la carrera oficial a las tres cofradías de negro. La primera de ellas era la de los Javieres, que comenzó a salir de la Parroquia de Omnium Sanctorum a las ocho menos veinte de la tarde.
Uno, que muestra cada vez mayor predilección por las hermandades con un número razonable de nazarenos, considera toda una delicia que el cortejo completo del paso del Santísimo Cristo de las Almas, de la cruz de guía a los ciriales, quepa en el tramo de la calle Feria que va desde la parroquia hasta la confluencia con la calle Correduría. Y lo mismo cabe decir del cortejo del palio. Así da gusto contemplar una cofradía a pie quieto. Así, sí. Y sin sillas ni pipas...
Rafael Díaz Talaverón comandaba el paso del crucificado, que ha vuelto a salir este año a las calles sobre un monte de lirios morados. El Cristo de las Almas tuvo que salir con la cruz hundida en el cajillo para salvar la ojiva del templo. Una vez en la calle, recuperó su altura normal y comenzó a caminar con la única marcha que suena para este paso en toda la tarde, a cargo de la Banda de Música Julián Cerdán, de Sanlúcar de Barrameda, que acompaña al palio. La composición, no podía ser otra, era "Cristo de las Almas".
Finalizada ésta, el crucificado de José Luis Pires Azcárraga tomó la calle Feria y recorrió en silencio todo el itinerario marcado por la hermandad, que se vio modificado a la vuelta, renunciando a la zona de Santa Ángela de la Cruz y San Juan de la Palma, para no retrasar en exceso su recogida, prevista para las dos y cuarto de la madrugada.


















Poco después, los ciriales anunciaron la salida del paso de palio de María Santísima de Gracia y Amparo, acompañada por cuarto año consecutivo por San Juan Evangelista. Rafael Díaz Algaba, hijo del capataz del Cristo y nieto del recordado Díaz Palacios, se ocupaba de mandar delante del paso de palio, adornado con rosas blancas y orquídeas, flores colocadas en las jarras de forma cónica.
En el momento de la salida, la Banda Julián Cerdán tocó "Amparo de nuestras Almas", marcha con la que el paso tomó la calle Feria para que la Virgen de Gracia y Amparo siguiera los pasos de su Hijo.
En la misma calle Feria, la dolorosa de José Rodríguez Fernández-Andes, retocada por Manuel Ramos Corona, recibió una saeta a pie de calle. Después, siguió su camino hacia la carrera oficial a los sones de "Mater Dei, ego sum".





















Pese a todo, pese al novedoso Martes Santo, la gran noticia del día fue el estreno del nuevo paso para Nuestro Padre Jesús de la Humildad, que por fin se unió al cortejo de la Hermandad del Cerro. Ya en su momento, a raíz de la exposición "Un Cerro de Humildad", tuvimos ocasión de contemplar en todo su detalle el nuevo paso, obra en talla de Francisco Verdugo, con imaginería de Manuel Mazuecos y orfebrería de los Hermanos Delgado (ver).
Se trata de un fantástico paso diseñado con una estructura piramidal sobre la que destaca en su parte superior el Señor de la Humildad, Nazareno en el que Juan Manuel Miñarro reprodujo los rasgos físicos, regueros de sangre e incluso algunas lesiones del hombre de la Sábana Santa de Turín. Muy llamativa también la cruz que porta sobre su hombro derecho, diseñada por el propio Miñarro combinando la forma plana y la arbórea, y tallada por Enrique Gonzálvez y Enrique Lobo.
El resultado de todo ello gustó a los cofrades, que acogieron de muy buen agrado esta nueva incorporación que convierte a la Hermandad del Cerro en una cofradía de tres pasos y que dentro de un par de años parecerá que lleva procesionando así toda la vida. Una incorporación que ha llegado exactamente diez años después de que una hermandad sumara un nuevo paso en sus estaciones de penitencia a la Catedral, como fue entonces el paso de palio de la Virgen del Carmen Doloroso.
Y la que también se ha incorporado ha sido la banda encargada de acompañar al Señor de la Humildad en su primera estación de penitencia, que ha sido la Banda de Cornetas y Tambores del Nazareno de Huelva, algo que sorprendió en su momento porque se esperaba una agrupación musical y porque en cualquier caso esta banda onubense no estaba entre las opciones de los entendidos en el asunto musical. Por su parte, Manuel Millán ha sido el capataz que ha conducido al Nazareno de la Humildad hasta la Catedral en su primera salida, para la que iba sobre un monte de lirios morados.
La Hermandad del Cerro, que ha ocupado este año el segundo lugar en el orden de paso por la carrera oficial, estaba ya de regreso a su barrio por las amplias avenidas de Portugal y Doctor Pedro de Castro. Y lo hacía con los pasos andando con bastante celeridad, a la que obliga la gran distancia existente entre el Cerro del Águila y el centro histórico.





















Siguiendo el orden cronológico, el paso del Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono ha pasado a ser el segundo de la cofradía. El Señor ya ha muerto en la cruz y el centurión presente en el momento de su agonía se quita el casco y le presenta sus respetos al reconocer su divinidad. Otros dos soldados señalan al centurión por su sorprendente actitud ante el reo y un sayón, con el rostro de Miñarro, autor de las tallas secundarias, señala al cielo ante las tinieblas que siguieron a la expiración de Jesús.
Completo y poco representado pasaje evangélico el que lleva treinta años mostrando en las calles la cofradía del Cerro, que en esta ocasión estaba adornado con claveles rojos de tonalidad muy oscura, resultando una excelente combinación con el paso de madera en su color y los apliques de plata.
Por su parte, la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol se encargó un año más del acompañamiento musical tras este paso de misterio guiado por Francisco Reguera y presidido por el crucificado de Francisco de Ocampo, que llegó al Cerro procedente de la Parroquia de San Gil.




















Finalmente, la Virgen de los Dolores seguía los pasos de sus "dos hijos" acompañada por un gran número de vecinos que arropaban hasta su casa al centro devocional de todo un barrio. Atrás quedaba ya la frustrada salida extraordinaria del pasado 15 de septiembre por el LXXV aniversario de la parroquia a la que la dolorosa de Sebastián Santos le presta su nombre (ver).
Con "La Estrella Sublime", a cargo de la Asociación Filarmónica de las Nieves de Olivares, iba avanzando el paso de palio a las órdenes de Juan Antonio Guillén como capataz por la avenida Doctor Pedro de Castro. Poco después, por Miguel Rodríguez Piñero, sonó "Madre Hiniesta" y posteriormente el palio, adornado con flores blancas, salió a la Avenida de Ramón y Cajal con "Rosario de Monte-Sión".
Una larga línea recta esperaba a la Virgen de los Dolores hasta alcanzar de nuevo las calles del Cerro, ya con más calma que la que la cofradía llevaba por esta parte de su extenso itinerario.




















Si hay una hermandad a la que el nuevo Martes Santo no le ha gustado nada es, sin duda, los Estudiantes, que ha ocupado este año el penúltimo lugar en la carrera oficial. Una posición lógica, dada la cercanía de su capilla a la Catedral, pero que la ha obligado a dar un inmenso rodeo, llegando hasta las calles Zaragoza y San Pablo, al tener que salir con demasiada antelación para dejar libre el paso en Puerta de Jerez a la cofradía del Cerro. Además, a su hora oficial de entrada en el Rectorado, las dos menos cuarto, había que sumar el traslado de los pasos a la capilla bastante más tarde.
De esta forma, los Estudiantes parece una de las cofradías más interesadas en diseñar un nuevo plan para 2020, siempre, claro está, con el único sentido de la carrera oficial que admite actualmente el Consejo.
Por lo demás, puede que éste haya sido el último o uno de los últimos años en que el Santísimo Cristo de la Buena Muerte haya salido a las calles sobre el paso que conocemos, de líneas clásicas, sobrias y muy sencillas. La hermandad ya ha decidido que pronto habrá un paso nuevo para este genial crucificado de Juan de Mesa que está a punto de cumplir su cuarto centenario. A esta efeméride llegará la imagen en un inmejorable estado de conservación, gracias a la reciente restauración llevada a cabo por Pedro Manzano. A la Hermandad del Amor se le podría pegar algo...
Un perfecto monte de lirios morados adornaba el paso del Cristo de la Buena Muerte, que tras salir de la Catedral se dirigió a la Plaza del Triunfo y discurrió junto a la muralla del Alcázar en su camino de regreso a casa.













Tras una gran cantidad de penitentes con cruces y el cortejo de nazarenos del palio con cirios blancos, llegaba desde la Plaza de la Virgen de los Reyes el paso de palio de María Santísima de la Angustia, a la que en la Plaza del Triunfo se le cantó una saeta.
La Banda de Música Nuestra Señora del Águila, de Alcalá de Guadaíra, acompañaba al palio, para el que interpretó "Valle de Sevilla", seguida por "Quinta Angustia", antes de buscar la calle Miguel de Mañara con la ya centenaria marcha "Amarguras".
Antonio Santiago y su hijo guiaban a la Virgen que tallara Juan de Astorga de vuelta a casa, en su completísimo paso de palio, que había sido adornado este año con frecsias, rosas, minicalas y bouvardias, todo ello de color blanco.

















Inmediatamente detrás de los Estudiantes, ha recuperado este año el último lugar en el orden de paso por carrera oficial la Hermandad de Santa Cruz después de ser quinta el año pasado. Es otra hermandad con un número razonable de nazarenos, por lo que aún se oían los sones musicales tras el paso de la Virgen de la Angustia cuando el paso del Santísimo Cristo de las Misericordias y Santa María de la Antigua ya había abandonado la Catedral y se encaminaba hacia Joaquín Romero Murube y la Plaza de la Alianza por la Plaza del Triunfo.
Este paso de estilo neogótico estrenaba la restauración y dorado de los paños frontal y trasero de los respiraderos, labor llevada a cabo por Enrique Castellanos, quien ya en estos años de atrás hizo lo propio con el canasto.
Cristo mira al Cielo y habla con el Padre desde la cruz pidiéndole misericordia para sus verdugos porque "no saben lo que hacen", todo ello en presencia de la Virgen de la Antigua, recuperada para la escena del Stabat Mater hace ahora quince años. Y todo ello con un exorno floral a base de claveles con un tono bastante oscuro de rojo.













Poco después, se escuchó el Himno de España en los instrumentos de la Banda del Maestro Tejera, señal de que el último paso del Martes Santo abandonaba la Catedral. Efectivamente, el paso de palio de Nuestra Señora de los Dolores salía a la Plaza de la Virgen de los Reyes y se encaminaba hacia la del Triunfo con Carlos Yruela como capataz.
La Virgen de los Dolores ha presentado este año la restauración de su corona procesional y ha contado con claveles blancos adornando sus jarras de los costeros. Ya en la Plaza del Triunfo, la Banda de Tejera interpretó la marcha "Cristo de la Sangre" antes de alcanzar su esperado discurrir por la Plaza de la Alianza, muy cerca de su regreso a la Parroquia de Santa Cruz.

















Y así llegamos a la Hermandad de la Bofetá, que ha sido este año quinta en la carrera oficial, aunque el rodeo que ha tenido que dar en su regreso por el Arenal ha hecho que vuelva a ser la cofradía con la entrada más tardía del Martes Santo.
Ésta es una de las imperfecciones del plan del Consejo para esta jornada, dado que adelantar puestos en carrera oficial, con el consiguiente adelanto (exagerado) de la hora de salida, no se ha traducido en un adelanto equivalente de la hora de entrada.
Jesús comparece ante Anás y es abofeteado por el sayón al que conocemos como Malco, a quien el Señor, vestido este año con túnica blanca, invita a explicarle en qué ha hablado mal para merecer la agresión. Todo ello es lo que expresó en otro de sus grandes conjuntos escultóricos Castillo Lastrucci; en concreto, el primero salido de sus manos y con el que rompió con el hieratismo propio de los misterios del siglo XIX, creando una escena de gran teatralidad en el que Jesús va de espaldas a la dirección del paso. Una teatralidad intensificada por el pebetero con incienso que forma parte del conjunto.
La Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras acompañaba al misterio de la Bofetá, que camina siempre de frente, sin coreografías historiadas, sino con muy sutiles diferencias en la zancada de los costaleros a lo largo de las marchas que van sonando durante el recorrido. Una de esas composiciones, "Y dijo Anás", fue la escogida para el lento giro desde Trajano hasta Conde de Barajas en el tramo final de la estación de penitencia.























Y en este primer Martes Santo de la historia con dieciocho pasos en las calles, el que completa esta crónica es el palio de María Santísima del Dulce Nombre, acompañada por San Juan Evangelista. Si el misterio de la Bofetá fue el primero que hizo Castillo Lastrucci, la Virgen del Dulce Nombre fue su primera dolorosa. Tan agradecido estuvo el maestro imaginero por la confianza depositada por la hermandad en él en aquellos primeros años veinte, que regaló la imagen del Discípulo Amado, que en sus orígenes no estuvo en la mente de la cofradía.
Los Hermanos Gallego, capataces generales de la hermandad, guiaban sin prisa el palio por las últimas calles del recorrido, con el acompasado sonido de las caídas golpeando los varales. Sólo ese sonido ya es una emotiva música para un paso de palio, pero es que además ahí estaba la siempre brillante Banda de la Oliva de Salteras para interpretar por la calle Trajano marchas como "Esperanza Macarena", "Virgen de la Paz" o "La Madrugá", ésta en el giro a Conde de Barajas.
Poco después, ya en la Plaza de San Lorenzo, que estaba a oscuras, sonó tras el palio "Macarena", de Emilio Cebrián, que fue tocada dos veces mientras giraba para adentrarse en el centro de la plaza. A continuación, ya ante la puerta, fue el turno de "Pasa la Virgen Macarena", enlazada luego con "La Estrella Sublime", mientras el palio se daba la vuelta para acceder al interior del templo mirando hacia las personas que asistían a la entrada de la hermandad.
Los Hermanos Gallego llamaron por última vez en la calle y el paso se levantó, momento en que la Banda de la Oliva inició la interpretación de la marcha "María Santísima del Dulce Nombre", aunque la tuvo que interrumpir con el paso ya entrando en San Lorenzo para tocar en su lugar el Himno.































Eran las tres de la madrugada y nueve minutos cuando la Virgen del Dulce Nombre entraba en San Lorenzo, lo que significa que lo hizo con once minutos de adelanto sobre el horario oficial, y no con una o dos horas de retraso, como pronosticaron algunos agoreros en conversaciones de internet desde que se anunció por parte del Consejo la imposición del plan puesto en práctica este Martes Santo.
Lo dicho: no ha sido un plan perfecto. Hay muchas cosas que pulir, retocar o simplemente cambiar. Pero tampoco fue el caos, ni el desastre, ni el descrédito de nadie. Y no lo fue fundamentalmente gracias al esfuerzo de las ocho cofradías, que una vez más demostraron que, si se quiere, se puede.

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