El pasado fin de semana tuvo lugar el besamanos a Nuestra Señora de las Lágrimas, de la Hermandad de la Exaltación; un culto que sorprendió en su montaje al encontrarnos a la dolorosa bajo su palio, pero sobre todo porque lucía una ráfaga, una visión nada habitual en ella.
El palio estaba montado en el presbiterio de la Iglesia de Santa Catalina sobre sólo diez varales, ya que dos de ellos faltaban para permitir a los devotos entrar por un lado para besar la mano derecha, la que ofrecía la Virgen, saliendo a continuación por el lado contrario. Vestía su manto procesional, del taller de Olmo (1919), y la saya azul de Teresa del Castillo (1874). En la cabeza tenía su corona de salida, de Eduardo Seco Imberg (1938), y en el pecherín un puñal, una cruz pectoral y el alfiler con su advocación.
La ráfaga, de orfebrería dorada, fue cedida para la ocasión por la Hermandad de Santiago Apóstol de Aznalcázar, que también prestó la media luna que Nuestra Señora de las Lágrimas tenía colocada a sus pies.
Junto a la dolorosa, que estaba elevada sobre una sencilla peana plateada, había dos candeleros con velas rizadas, y en el lado izquierdo había otro candelero con el lema "En cada lágrima una vida" pintado en el cirio, en alusión a los pacientes oncohematológicos y a los donantes de médula. Y delante, ante los primeros varales del palio, había unos pequeños candelabros con cinco velas blancas cada uno.
En cuanto al exorno floral, repartido en un friso entre los candelabros y en cuatro jarras del palio entre los varales, estaba compuesto por rosas de color crema, tulipanes de tonalidad lavanda, orquídeas, hortensias rosas y azules, claveles, flor de arroz y serrurias.
Detrás, ocultando el retablo mayor del templo, se alzaba el altar del triduo celebrado días atrás, presidido ahora por las imágenes de San Juan y Santa María Magdalena de la hermandad, situados sobre la peana procesional de la Virgen y ante el repostero del Cautivo de San Ildefonso. En el altar se utilizaron también parte de los respiraderos del paso de palio, numerosos candeleros con cera blanca, los antiguos faldones, un manifestador con una talla de San Juanito, dos faroles y dos ángeles escoltando el templete que figura en la calle central de la candelería del palio.
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