La Agrupación de los Desamparados del Convento del Santo Ángel mantuvo situado días atrás a su crucificado titular en el presbiterio del templo, de forma que la veneración habitual de su capilla se trasladó de sitio sin más, dado que no estaba expuesto en besapié para que la imagen no se estropee debido al contacto directo de los fieles.
Ya sabemos que aún quedan corporaciones que, cinco años después del coronavirus, siguen negándose a celebrar besamanos o besapiés, pero no renuncian al jaleíllo de montar altares especiales que recuerdan a los cultos que prefieren no recuperar sin razón aparente.
En cualquier caso, con beso o sin él, el Cristo de los Desamparados recibía a los devotos ubicado entre cuatro altos blandones dorados con cirios blancos, y tumbado sobre los primeros escalones del presbiterio. El crucificado, que llevaba unas potencias de plata, estaba flanqueado por cuatro jarras con diferentes especies florales de variadas tonalidades. Además, junto a la base de la cruz veíamos dos ángeles sujetando un paño con la cara pintada del propio Cristo a modo de paño de la Verónica.
Al fondo, bajo el camarín de la Virgen del Carmen que preside la iglesia del Santo Ángel, se encontraba la dolorosa de la Salud vestida de hebrea. Y en el lado izquierdo del presbiterio se situaba el estandarte corporativo entre dos ciriales.
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