El pasado Viernes de Dolores la Hermandad de la Misión realizó su estación de penitencia por las calles de Heliópolis y llegó a visitar un año más el Hospital Virgen del Rocío para llevar consuelo a los enfermos y a sus familiares.
Para esta salida, si el año pasado fueron novedad los respiraderos del único paso de la cofradía, así como las potencias del Santo Cristo de la Misión (ver), en este caso el Señor lució una corona de espinas en su cabeza, además de volver a presentarse con las mismas potencias de plata de 2024.
No fue el único estreno que pudimos ver en el paso, dado que para la imagen de María Cleofás, que va en el costero izquierdo, se ha labrado un nimbo de plata que ha sustituido a la aureola más sencilla que portaba hasta el año pasado.
No sólo visitó la cofradía el hospital, sino que en su camino de ida paró ante el centro de día Heliópolis, y a la vuelta ante la residencia de ancianos de la calle San Antonio María Claret. Aquí la encontramos cuando ya había caído la noche sobre Heliópolis y el sol que da nombre al barrio ya hacía rato que se había marchado.
La Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras volvió a acompañar al Cristo de la Misión y a la Virgen del Amparo, interpretando la marcha "Soberano" en su llegada a la residencia, ante la que se volvió el paso. En la puerta estaban muchos de los residentes sentados en un espacio reservado para ellos. Cuando el paso se detuvo el Cristo recibió una saeta.
A continuación, el misterio, adornado con una variedad de flores moradas a las que se sumó un ramo ofrecido por la residencia, se dispuso a continuar su camino a los sones de "Jesús, Salvador y Soberano". Y un poco más adelante sonó "Cristo de la Púrpura" en el giro a la calle Fotógrafo Antonio del Junco. Aquí se produjo un relevo de costaleros, tras el que el paso salió a la avenida de la Reina Mercedes con la marcha "Oración de gloria".
El Cristo de la Misión, la Virgen del Amparo, las tres Marías y esa talla de San Juan que perteneció a la Hermandad de Jesús Despojado se acercaban así a las callejuelas del barrio, que recorrió la cofradía claretiana antes de volver a su templo cuando pasaba un cuarto de hora de la una de la madrugada.
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