lunes, 10 de septiembre de 2018
LA VIRGEN DE GUADALUPE DEVOLVIÓ EL PULSO LETÍFICO AL CASCO HISTÓRICO
La Virgen del Juncal ya estaba en las calles de su barrio (ver), pero cada año el pulso de las hermandades de gloria se recupera en el centro de Sevilla, tras el paréntesis del mes de agosto (cuando sale únicamente la Virgen de los Reyes), gracias a la Hermandad de Nuestra Señora de Guadalupe, que cada 8 de septiembre acerca Sevilla y Extremadura con la réplica de la Patrona de dicha comunidad autónoma que sale desde el convento franciscano de San Buenaventura.
Repitiendo el adelanto horario que se llevó a efecto el año pasado (ver), con el inicio de la función principal de instituto a las siete y media de la tarde, el cortejo de esta hermandad se puso en la calle en torno a las ocho y media, encabezado por la cruz alzada entre faroles, a la que seguían varios niños con cirios blancos, la bandera de la Virgen, las representaciones de la Hermandad de la Oración en el Huerto de Don Benito (Badajoz) y la Soledad de San Buenaventura, el libro de reglas, el estandarte de la propia Hermandad de Guadalupe y la presidencia.
La Virgen de Guadalupe ha salido este año a las calles con manto celeste de brocado, saya blanca bordada en oro, toca de sobremanto de malla bordada también en oro y sus habituales atributos. Lisiantum, margaritas, gladiolos y nardos componían el exorno floral del pequeño paso que, por las calles Carlos Cañal, Zaragoza y Doña Guiomar buscó la Capilla del Mayor Dolor, siendo recibida a sus puertas por la Hermandad de Jesús Despojado.
A partir de ahí, y siempre bajo las órdenes del capataz José Manuel Rechi y sus auxiliares, siguió su itinerario habitual por Castelar, García de Vinuesa y Fernández y González, donde se encuentra la Casa de Extremadura en Sevilla.
Ante ella se volvió la Virgen de Guadalupe, momento en que sonó el himno de la región vecina a través de un equipo de audio y las voces de muchos de los presentes, encabezados por el presidente de la mencionada casa extremeña en Sevilla, Gonzalo Martín Domínguez, quien precisamente recibió el pasado viernes la Medalla de Extremadura en el Teatro Romano de Mérida.
Cumplimentada la tradicional visita, y tras la levantá dedicada al presidente de la Casa de Extremadura, el paso de la Virgen de Guadalupe se dispuso a continuar su camino en dirección a la Plaza Nueva mientras la Banda de Música Nuestra Señora del Sol interpretaba la marcha "Lágrimas de Guadalupe", dedicada a la dolorosa de la cercana Hermandad de las Aguas.
A esta marcha le siguió en su discurrir por la plaza "Esperanza Macarena", y después una doble interpretación de "Corpus Christi", con el paso caminando con ligereza hasta quedar detenido poco después de pasar ante el Hotel Inglaterra.
Ante un grupo de turistas de rasgos orientales que no perdían detalle de cuanto contemplaban, la Virgen de Guadalupe encaró el tramo final de su salida procesional dejando atrás la Plaza Nueva y girando a Bilbao a los sones de "Aniversario macareno".
Antes de la esquina que divide en dos esta calle con forma de L, el capataz quiso dedicar la siguiente levantá a Vicente, un costalero salmantino que cada año viaja hasta Sevilla para llevar sobre sus hombros a la Virgen de Guadalupe. Sevilla, Salamanca y Extremadura unidas por una devoción común por la Madre de Dios. La propia hija del costalero tocó el llamador ayudada por el capataz, quien destacó los kilómetros recorridos por este cofrade salmantino que, como dijo Rechi, "ama la Semana Santa y las Glorias de Sevilla".
A continuación, el paso discurrió por la segunda parte de la calle con "Pasan los campanilleros", hasta alcanzar la esquina de Bilbao con Carlos Cañal.
Desde dicha esquina hasta la misma puerta del Convento de San Buenaventura la Banda del Sol interpretó la última marcha de la procesión, que fue "Madrugá macarena". El paso fue girando y quedó detenido ya vuelto para entrar mirando hacia el característico horno que desapareció y que hoy es un local abandonado. Veremos lo que tarda en convertirse en una sucursal más de las franquicias de café aguado en vasos de papel.
Instantes después, el capataz llamó al paso y los costaleros, que ya se habían dado la vuelta bajo las trabajaderas, fueron acercando a la Virgen de Guadalupe hasta su templo, donde entró con el Himno de España minutos antes de las once de la noche y con la cuadrilla teniendo que agacharse ligeramente para que la corona salvara el dintel.
Uno de los frailes franciscanos que residen en el convento tomó la palabra con el paso parado a los pies de la nave principal del templo y dio las gracias a todos los cofrades y a las hermandades que habían participado en la procesión de la Virgen de Guadalupe.
Finalmente, se rezó por los hermanos difuntos y a continuación el capataz hizo que los costaleros giraran para meter el paso en el hueco del segundo arco de acceso a la nave de la Epístola de esta iglesia, a la que la creación de la calle Bilbao dejó sin nave del Evangelio.
Ahí, junto al Santísimo Cristo de la Salvación, quedó definitivamente colocada la Virgen de Guadalupe, cerrándose así una salida procesional que este año ha caído en sábado, pero que siempre tiene lugar, sea el día de la semana que sea, en la festividad de la Natividad de la Virgen María, que coincide con el Día de Extremadura.
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