lunes, 24 de septiembre de 2018

LA VIRGEN DE LOS DOLORES DE SAN FELIPE, A LOS PIES DEL CRISTO DE SANTA ISABEL


La comunidad de religiosas filipenses del Convento de Santa Isabel ha concluido estos días la celebración del bicentenario del nacimiento de Madre Dolores Márquez, fundadora de la orden, durante los cultos anuales en honor al Santísimo Cristo de la Misericordia, crucificado de Juan de Mesa que recibe culto en la iglesia de dicho cenobio.
Así, a lo largo de estos cultos, que finalizaron ayer, domingo, con el besapié al Cristo, ha estado en Santa Isabel, a los pies de la talla de Mesa, la Virgen de los Dolores del Oratorio de San Felipe Neri, nombre popular con el que se conoce a la Iglesia de San Alberto Magno, situada en la calle Estrella.
Así, esta imagen, atribuida a Pedro Roldán y que guarda un llamativo parecido con la Virgen de la Amargura (pese a la diferente tonalidad que presentan por la suciedad que acumula la dolorosa del Domingo de Ramos), estuvo ayer expuesta en besamanos extraordinario a los pies del Cristo de la Misericordia, conformando la escena del Stabat Mater.
Hay que recordar que la fundadora de las religiosas filipenses, conocidas como Hijas de María Dolorosa, quiso que esta orden viviera siguiendo el ejemplo de la Virgen y de su entrega en la labor de salvación de la humanidad de Su Hijo, soportando con ello el máximo dolor que culminó viendo la muerte de Jesús clavado en la cruz. En este sentido, es destacable una talla advocada también como Virgen de los Dolores que se encuentra en el propio Convento de Santa Isabel presidiendo el retablo mayor y que está atribuida a Cristóbal Ramos. Esta imagen, de talla completa, estuvo también en besamanos a los pies del Cristo en marzo de 2016 (ver).
El Cristo de la Misericordia y la Virgen de los Dolores de San Felipe Neri estuvieron colocados para su besapié y besamanos, respectivamente, en el presbiterio bajo del templo del Convento de Santa Isabel, ante un dosel de damasco rojo que en la gotera tenía en letras doradas la inscripción "Hic est filius meus dilectus" ("Éste es mi hijo predilecto"), frase extraída de los Evangelios en el misterio de la Transfiguración.
El Cristo estaba en el centro, con diversas flores de tonalidades moradas a sus pies, y la Virgen de los Dolores a su derecha. Vestía la dolorosa manto y saya de terciopelo negro con bordados en oro y tenía una corona plateada y un enorme corazón llameante con los siete puñales, pieza de orfebrería también plateada.
En la parte delantera de este altar tan especial veíamos cuatro altos blandones de madera dorada con cirios blancos y las mismas flores moradas entre ellos: algunas de ellas en el suelo, en el centro, y otras colocadas sobre columnas doradas de fuste estriado en medio de cada pareja de blandones.
Finalmente, hay que comentar que en las rejas existentes a un lado y otro del presbiterio alto de la iglesia veíamos sendos lienzos de damasco rojo en los que podía leerse "Ubi est mors victoria tua" ("¿Dónde está, muerte, tu victoria?"), frase tomada de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.














































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