miércoles, 28 de febrero de 2024

ANTONIO DEL CANTO Y TERESA DEL CASTILLO. EL BORDADO ELEVADO A ARTE


Antonio del Canto y Teresa del Castillo fueron un matrimonio de artistas del siglo XIX vinculados al arte del bordado, él diseñador y ella bordadora, que contribuyeron a la evolución que esta disciplina experimentó en dicha centuria.
Ambos son los protagonistas de una de las exposiciones que estos días pueden ser visitadas en la sede de la Fundación Cajasol y que recibe por título "Antonio del Canto y Teresa del Castillo. El bordado elevado a arte". Es una muestra breve en cuanto al contenido, pero muy rica por la calidad de los enseres expuestos.
Repasamos con detalle esta propuesta cuaresmal de Cajasol comenzando por reproducir el primer panel explicativo que encuentra el visitante y que se titula "El siglo XIX: de la tradición a la novedad":

"El bordado erudito sevillano de la primera mitad del siglo XIX planeó en torno a dos vertientes: una de corte tradicionalista y otra de estilo romántico. La primera reinterpretaba elementos tardobarrocos desde un prisma neoclasicista que desarrollaba la ornamentación, en algunos casos a lo largo de los perímetros de las piezas.
La segunda se articulaba en base a una estructura simétrica y bilateral que desplegaba unos simbólicos motivos decorativos a lo largo del espacio, rebasando los límites perimetrales que imponía el Neoclasicismo.
Frente a esto, en la década de 1850 Antonio del Canto ideó un nuevo concepto espacial, estructural y ornamental que rompía con todo lo establecido. La materialización de estos proyectos estuvo a cargo de su esposa, la bordadora Teresa del Castillo, que de manera sublime y novedosa hizo realidad las ideas de su marido. Este trabajo conjunto germinó en un nuevo estilo: el Posromanticismo.
En la presente muestra se dará a conocer la trayectoria profesional de estos artistas y lo que con ella aportaron al mundo del arte, devolviéndoles, de esta forma, el merecido reconocimiento que nunca debieron perder".

La exposición nos ofrece en primer lugar una muestra de obras de bordado anteriores a la aparición del matrimonio protagonista de la exposición en el mundo del bordado sevillano, pudiendo así comparar lo que se hacía hasta entonces con las propuestas de ambos artistas. Así, vemos el llamado estandarte de Ánimas de la Hermandad Sacramental y del Redentor Cautivo de Utrera, obra de la bordadora Joaquina Benítez (1802) con una pintura al óleo de Francisco Escamilla (1863). Está bordado en hilos tendidos de plata sobredorada sobre terciopelo negro.


Seguimos con la saya de la Virgen de las Mercedes de Bollullos Par del Condado (Huelva), bordada en plata sobredorada sobre tisú también de plata por Francisca de Paula Zuloaga Sánchez (1839).


Al lado está el estandarte del Hospital de la Santa Resurrección de Utrera, bordado en plata sobredorada sobre terciopelo negro y con borlas doradas por Manuel María Ariza Campelo, con un óleo sobre lienzo de Andrés Cortés Aguilar (1853).


Y vemos igualmente la saya de la Virgen de los Dolores en su Soledad de Alcalá del Río, bordada en plata sobredorada sobre terciopelo negro en la segunda mitad del siglo XIX y atribuida a Patrocinio López García.


Encontramos ahora un nuevo texto sobre el matrimonio de artistas al que se dedica esta exposición:

"El 28 de octubre de 1838, en la Parroquia de la Magdalena de Sevilla, contrajeron matrimonio Antonio del Canto Torralbo y María Teresa del Castillo Morilla. De esta sagrada unión floreció uno de los binomios artísticos más prolíficos de la Sevilla del siglo XIX.
Ambos iniciaron una importante renovación del bordado en oro sevillano. Fueron calificados como 'los inventores de la nueva escuela', ya que modernizaron diseños y técnicas que, incluso, siguen estando vigentes en la actualidad. Pese a ello, esta contribución no ha sido lo suficientemente valorada a lo largo de los años".

Precisamente, bajo este texto se expone el Libro de Matrimonios número 22 de la Parroquia de Santa María Magdalena (1819-1848), en cuyo folio 216 consta la celebración de este matrimonio el día 28 de octubre de 1838.


La primera obra que se expone de la unión entre el diseñador y la bordadora es una túnica de la imagen de San Juan Evangelista de la Hermandad de la Quinta Angustia. Es de terciopelo verde bordado en hilos tendidos y en picado de plata sobredorada (1856-1857).


Y del San Juan de la Quinta Angustia es el mantolín realizado también entre 1856 y 1857, pero éste en terciopelo rojo bordado igualmente en plata sobredorada.




"Antonio del Canto: diseñador" es el título del siguiente panel explicativo que podemos leer siguiendo el recorrido propuesto:

"Antonio del Canto Torralbo (Palma del Río, ha. 1815 - Sevilla, 1894) fue todo un erudito. La pintura, el dibujo, la música, la arqueología o la lengua árabe fueron disciplinas que cultivó a lo largo de su vida.
Esos conocimientos le permitieron ser miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla, la de San Fernando de Madrid o la de los Quirites de Roma. También formó parte de la Comisión de Monumentos Histórico-Artísticos e incluso se involucró en los trabajos arqueológicos llevados a cabo en Itálica.
El desarrollo de sus cualidades en el campo del arte se enfocó, de manera predominante, en la pintura y el diseño. En sus dibujos se aprecian las ideas intelectuales que adquirió gracias a las reuniones de eruditos a las que acudía en la corte de los duques de Montpensier. Todo ello derivaría en unos diseños únicos y en un estilo personal plenamente reconocible.
Una característica muy particular de su obra es la asimilación e investigación de los historicismos. Tanto es así que las formas propias del Barroco, el Gótico o el Mudéjar se reconocen de manera evidente en muchas de sus novedosas creaciones.
A través de las rosas, las espinas y los acantos aporta una carga simbólica a cada uno de sus diseños, desarrollando un modo de hacer propio que no ha dejado indiferente a nadie".

De su labor como dibujante vemos en una vitrina varios diseños, como sus proyectos para farolas datados entre los años 1880 y 1885, conservados en la Biblioteca Capitular Colombina del Cabildo de la Catedral de Sevilla.


Y también están el diseño del vestuario de las Sibilas de la Hermandad del Santo Entierro (1891) y los proyectos de dos canastillas para la Hermandad del Valle (1891).






Volvemos a las obras conjuntas de Antonio del Canto como diseñador y de Teresa del Castillo como bordadora. La siguiente es la túnica y el manto de la imagen de José de Arimatea de la Hermandad de la Carretería. La túnica es el terciopelo morado y el manto es de terciopelo marrón, ambos bordados en plata sobredorada (1861).


A su lado se encuentran un paño de bocina de la Hermandad del Santo Entierro (1880) y la saya de la Virgen de Villaviciosa de la misma hermandad (1871), obras ambas bordadas en plata sobredorada sobre terciopelo negro.



Continuamos con la túnica de la Virgen de los Milagros de El Puerto de Santa María (1864), bordada en hilos de plata sobredorada sobre tisú también de plata.


Vemos ahora otro texto que dice lo siguiente:

"Además de los historicismos, una de las aportaciones más novedosas que Del Canto plasmó en sus diseños fue la interpretación de las delirantes composiciones que caracterizan las telas indianas, también denominadas 'palampores'.
Estos tejidos, de manufactura oriental y cuyas decoraciones se realizaban por medio de la estampación, muestran unos dibujos cargados de dinamismo, conformados en su totalidad por motivos vegetales y florales de gran tamaño. La fama que alcanzaron en el continente europeo, donde se comercializaron, hizo que estuvieran muy presentes tanto en la moda romántica femenina como en los ajuares domésticos.
Asimismo, es posible observar una clara influencia en la estructura de los diseños que imperan en los tejidos bizarros, realizados entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, muy empleados en los ajuares sacros.
La presencia en el día a día de estos tejidos pudo convertirse en una gran influencia e inspiración para Antonio del Canto, pues los reinterpretó en sus novedosos diseños, aunando así tradición y modernidad en un perfecto equilibrio de formas".

Contemplamos ahora el manto de la Virgen de los Dolores de la Hermandad de los Servitas de Osuna, atribuido a la pareja Del Canto-Del Castillo. Está datado entre 1870 y 1880, y bordado en plata sobredorada sobre terciopelo negro.






Y enfrente de dicho manto hay otro, éste de la Virgen del Valle de Manzanilla (Huelva), bordado en plata sobredorada sobre terciopelo granate (1860-1870).




Subimos a la sala superior de la exposición, que nos recibe con otro panel, éste dedicado a la bordadora Teresa del Castillo:

"María Teresa del Castillo Morilla (Sevilla ha. 1805 - 1881) es considerada como una de las más importantes maestras bordadoras del siglo XIX sevillano. Aunque debió de desarrollar su aprendizaje en alguno de los principales talleres de la ciudad, no existen noticias de su etapa formativa. Sin embargo, en su obra se advierten novedosos recursos trabajados en el manto verde de la Virgen de los Reyes (Hermanas Gilart, 1853).
Paradójicamente, pese a regentar durante treinta años su propio taller, en el que dirigía a otras bordadoras, Del Castillo se recogía en los documentos administrativos del momento (padrones municipales o incluso su acta de defunción) como simplemente casada o dedicada a su casa.
La consideración del bordado como un oficio femenino que se desarrollaba en el tiempo libre o de ocio dificultó el reconocimiento profesional de muchas mujeres. A esto se unía la economía sumergida, bajo la que se realizaba la mayor parte de la producción de las artes suntuarias textiles, lo que demuestra las dificultades personales y laborales a las que se enfrentaban las mujeres a lo largo del siglo XIX.
Si bien es cierto que Teresa del Castillo fue reconocida como una destacada artista por sus coetáneos, desgraciadamente su figura ha ido perdiendo reconocimiento con el paso de los años dentro de su campo artístico".

Junto a este texto se muestra el manto de la Virgen de los Remedios Coronada de Villarrasa (Huelva), bordado en hilos de plata sobredorada sobre terciopelo verde en 1875, obra atribuida al matrimonio.




Y delante de este manto está la túnica del Señor del Gran Poder conocida como la de la corona de espinas, bordada en plata sobredorada sobre terciopelo morado en 1857.



Antes de acceder a un pasillo con más obras nos detenemos en el texto titulado "El arte del bordado en oro":

"El bordado se define como la acción de adornar un tejido mediante el uso de hilos y otros elementos. La referencia más antigua al bordado en oro se encuentra en el Antiguo Testamento, donde Moisés describe las túnicas que deben vestir Aarón y sus hijos en su consagración sacerdotal (Éxodo: 39,2-43).
Asimismo, los restos arqueológicos hallados en contextos fenicios y romanos confirman el uso de laminillas de oro como elementos ornamentales de sus vestiduras. Esta tradición continuó en época medieval, tanto en los reinos cristianos como andalusíes, consolidándose en la Edad Moderna hasta llegar a la actualidad.
Según la técnica, se pueden clasificar en dos grupos: por un lado, el bordado en hilos tendidos, donde éstos se disponen sobre un soporte que actúa como preparación previa y se fijan mediante un hilo complementario de seda. Por otro, el bordado en picado u oro trevesado, donde es el propio hilo el que atraviesa la superficie textil, técnica que entraña una gran complejidad.
Aunque en la obra de Teresa del Castillo se aprecia la combinación magistral de ambos recursos, fue precisamente en los intrincados motivos trabajados en picado donde demostró su extraordinaria destreza, resolviéndolos de forma impecable".

Al lado del texto, sobre un bastidor, hay un pequeño ejemplo del trabajo de bordado.


Siguiendo con las obras conjuntas del diseñador y la bordadora, marido y mujer, nos detenemos ahora en el sinelabe de la Hermandad de la Carretería, bordado en plata sobredorada con flecos del mismo metal sobre terciopelo azul marino (1861).


También se muestra un vestido de la Inmaculada Concepción de la Hermandad Sacramental de Castilleja de la Cuesta, bordado en hilos de plata sobredorada sobre tisú también de plata (1861).


Vemos ahora el hábito de la Virgen del Carmen de Cádiz, con piezas de terciopelo marrón y tisú de plata bordadas en hilos tendidos y en picado de plata sobredorada (1859).



Observamos también una saya de la Virgen de los Dolores de la Hermandad de la Misericordia, de Arahal. Sus bordados, también de plata sobredorada, tienen el tisú de plata como soporte (1860-1870).


Seguimos con un hábito de la Virgen del Carmen de la Parroquia de San Juan Bautista de la localidad onubense de San Juan del Puerto. Es de terciopelo marrón con bordados de plata sobredorada (1880).


De la Hermandad del Valle es el vestido de su dolorosa, bordado en plata sobredorada sobre terciopelo azul pavo en 1879.


Un nuevo texto se muestra a continuación:

"Teresa del Castillo fallece el 11 de abril de 1881, veinticinco días después del estreno de su obra póstuma: la túnica de Jesús con la Cruz al Hombro de la Hermandad del Valle. Aquí, la manera en que Del Canto distribuye los motivos ornamentales a lo largo de la pieza, así como la forma en que su esposa los interpreta y ejecuta, podría suponer una influencia de los preceptos que William Morris venía desarrollando en Inglaterra y que desembocarían, años más tarde, en el famoso movimiento Art&Crafts.
De confirmarse dicha hipótesis, esto adelantaría la genialidad del matrimonio de artistas a la hora de adaptar los nuevos estilos artísticos y de diseño, en boga en la Europa del momento, al bordado en oro en Andalucía".

Precisamente es esta túnica, la procesional del Señor con la Cruz al Hombro, la que vemos ahora; una pieza bordada en plata sobredorada sobre terciopelo morado (1881).


Nos encontramos seguidamente con una saya de la Virgen de los Dolores de la Hermandad de la Vera-Cruz de Villanueva del Ariscal, bordada en plata sobredorada sobre terciopelo azul entre 1860 y 1870.


"Modificaciones históricas" es el título del penúltimo texto que forma parte de la exposición:

"La fragilidad y la específica funcionalidad que tienen estas piezas han motivado que sus bordados hayan sido traspasados a nuevos soportes a lo largo de su historia. Este tipo de intervenciones han permitido que las obras sigan cumpliendo su función. No obstante, también ha conllevado la pérdida de muchos de sus valores intrínsecos y algunos elementos principales como sus soportes textiles.
Además, estos trabajos implican una alteración que en el mejor de los casos le resta limpieza visual en sus acabados. Pero también es posible que se modifiquen sus esquemas ornamentales desvirtuando su concepción original al redistribuir los elementos o incluso al añadirle otros nuevos.
Las composiciones de las piezas expuestas en esta sección han sido alteradas a lo largo de su historia material. Pese a ello, confirman la personalidad que imperó en la producción de los Canto-Castillo, pues poseen grafías y modos de trabajo perfectamente identificables".

Vemos a continuación algunas obras que han sido modificadas a lo largo de los años. Es el caso de la túnica de la Virgen de los Dolores de Osuna, bordada en plata sobredorada sobre terciopelo burdeos entre 1870 y 1880, y modificada por las Dominicas del Convento de Santa Catalina de la misma localidad hacia 1970.


Al lado hay una saya de la Virgen de las Lágrimas, de la Hermandad de la Exaltación, bordada en plata sobredorada sobre terciopelo morado (1874) y modificada por José Guillermo Carrasquilla Perea hacia 1950 y por Joaquín Ojeda Osuna en 1993.


Y una tercera obra modificada es una saya de la Esperanza Macarena de 1864, que tenía en su origen como soporte el terciopelo blanco bordado en plata sobredorada. Fue modificada por Juan Manuel Rodríguez Ojeda y Elisa Rivera Dalvi en 1881; por un desconocido hacia 1940; por José Guillermo Carrasquilla hacia 1970; y por José Ramón Paleteiro en 2005 y en 2008.


Y llegamos al último texto, llamado "Bajo la estela de Antonio del Canto y Teresa del Castillo":

"La aportación de los Canto-Castillo al arte del bordado sevillano fue tal que sus maneras fueron reproducidas por los artífices coetáneos a ellos. La influencia de sus diseños y técnicas se observa claramente en la producción de las hermanas Juana, Josefa y Ana Antúnez Meléndez, conocidas bordadoras que desarrollaron sus trabajos entre 1866 y 1903, especialmente en los diseños que ejecutó para ellas Manuel Beltrán Jiménez.
Del mismo modo, el popular diseñador Juan Manuel Rodríguez Ojeda asimiló los conceptos de nuestro matrimonio proyectándolos en las túnicas, sayas y mantos que dibujó durante su primera época creadora, que abarcó desde 1879 hasta 1900.
Un caso singular se observa en la última etapa de la bordadora Patrocinio López, cuya producción se caracterizó por un marcado romanticismo adquirido de su maestra Francisca Zuloaga. Sin embargo, a través de los diseños que desde 1881 le proyecta el pintor Francisco Requena y Algaba, sus bordados evolucionaron hacia la estética impuesta por los Canto-Castillo.
Actualmente, la estela de Antonio del Canto y Teresa del Castillo sigue más que vigente en el gusto cofradiero. Así lo manifiestan algunos diseños que han visto la luz bajo las firmas de muchos diseñadores como Fernando Prini, Javier Sánchez de los Reyes o Gonzalo Navarro. Con sus aportaciones personales han desarrollado un nuevo discurso y han concebido nuevas ideas que han enriquecido el noble y antiguo arte del bordado sevillano".

Y siguiendo con lo que se comenta en este último texto, vemos ahora tres obras de otros bordadores que siguieron en estas obras la estela de los Canto-Castillo. Es el caso de la túnica del Señor de las Tres Caídas, de la Hermandad de San Isidoro, bordada en hilos tendidos de plata sobredorada sobre terciopelo morado por Patrocinio López García, según el diseño de Francisco Requena y Algaba (1891).


De la Hermandad de los Blancos de Valverde del Camino (Huelva) es un mantolín de San Juan Evangelista de terciopelo de seda bordado en hilos de plata sobredorada tendidos y picados por las Hermanas Antúnez con diseño de Manuel Beltrán Jiménez.



Y la exposición concluye con una saya de la Esperanza de Triana de terciopelo negro, bordada en plata sobredorada por Josefa Rodríguez Ojeda según el diseño de su hermano Juan Manuel (1891).


Este domingo es el último día para disfrutar de esta exposición que es un auténtico y merecido homenaje a un matrimonio al que se deben grandes obras del bordado del siglo XIX que afortunadamente podemos seguir contemplando hoy en día en una amplia relación de cofradías de Sevilla y de fuera.

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