viernes, 9 de febrero de 2024

CLAVIS FIDEI. JESÚS NAZARENO, LA LLAVE DE SANTIPONCE


Después de la exposición dedicada a la Hermandad de la Milagrosa (ver), el ciclo "Círculo de Pasión" del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla continúa ahora con "Clavis Fidei. Jesús Nazareno, la llave de Santiponce", una muestra dedicada a la próxima entrega de la llave de la ciudad de Santiponce a la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una de las principales devociones de la localidad.
Pedro Manuel Fernández Muñoz es el comisario de esta exposición que recibe a los visitantes en el patio, donde encontramos un texto que explica el motivo y los contenidos de la muestra:

"La Muy Antigua, Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Nuestra Señora del Rosario Coronada y Divina Pastora de las Almas de Santiponce celebrará con gozo el próximo 15 de junio de 2024 la entrega de la Llave de Oro de la Villa de Santiponce a su amantísimo titular Jesús Nazareno.
De manera unánime fue aprobada la concesión por la Corporación Municipal del Excelentísimo Ayuntamiento de Santiponce reunida en sesión ordinaria del pleno celebrado el 26 de enero de 2023.
Alrededor de esta celebración, la Hermandad de Jesús Nazareno desarrollará durante el presente año diversas actividades de carácter cultual y cultural. Y una de ellas es esta exposición dentro del ciclo 'Círculo de Pasión' en la sede del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla.
En ella se rememora la histórica relación devocional de Santiponce con su Nazareno en tiempos pretéritos y actuales, siendo hoy en día una de las señas de identidad de la localidad con la celebración anual del Vía Crucis de Itálica, declarada en 2001 Fiesta de Interés Turístico Nacional, así como las representaciones de los dramas sacros del Belén Nazareno y la Pasión Nazarena, que tienen por escenarios los nobles vestigios de la ciudad romana de Itálica, y por protagonistas a los habitantes de Santiponce.
La imagen de Jesús Nazareno, una meritoria obra de finales del siglo XVII procedente del Monasterio de San Isidoro del Campo, donde recibía culto, es el vector temporal que une el pasado y el presente del pueblo de Santiponce, motivo que justifica sobradamente la distinción otorgada".

Es precisamente la llave de la villa de Santiponce lo primero que vemos en la exposición, realizada en plata bañada en oro por Fernando Marmolejo Hernández el año pasado.


A su lado está la pintura original del cartel anunciador de la entrega de la llave, pintada por Ángel Velázquez Vega.


Antes de abandonar el patio vemos el cartel anunciador del Vía Crucis del Aljarafe en la ciudad romana de Itálica de 1996.


Accedemos a la primera sala, donde hay un extenso texto titulado "Iconografía y devoción a Jesús Nazareno":

"Y con esto se hicieron cargo de Jesús. Él, llevando a cuestas su cruz, salió para un lugar que llamaban la Calavera, en arameo Gólgota (Jn 19,17).
A continuación, prepararon la cruz y, echándosela sobre los hombros, le impelieron a caminar. Así llegó Jesús a la puerta de la ciudad con la cruz a cuestas (Evangelio de Nicodemo, Recesión B).

Es el Evangelio de San Juan la base iconológica para la representación del tema de Jesús cargando con la cruz, o Jesús Nazareno, pues los otros tres evangelios canónicos indican que fue Simón de Cirene quien cargó con el madero. Este pasaje de la Pasión, según la Biblia Pauperum (1462) y en el Speculum Humanae Salvationis (1309-1324), está prefigurado en el Antiguo Testamento en los pasajes de Isaac cargando con la leña para el sacrificio y en el de Aarón caminando mientras marcaba con una tau salvadora las puertas del pueblo de Dios en Egipto.
La primera representación del tema de Cristo camino del Calvario la tenemos en un sarcófago paleocristiano de hacia el año 350 que se encuentra en el Museo Pío Cristiano del Vaticano, que nos muestra al Cirineo con la cruz sobre los hombros y con el patibulum hacia arriba.
Vemos por primera vez a Jesús cargando con la cruz en una de las placas de marfil de una arqueta del primer tercio del siglo V que se conserva en el British Museum, e igualmente el signo de los cristianos es portado por el stipes (el palo vertical) como si de un estandarte de Victoria se tratara manifestando con ello una visión de la Majestad y omnipotencia de Cristo.
Este mismo carácter tendrán las representaciones cristíferas en el románico. Refiriéndonos a este tema es de destacar el capitel de la Iglesia de Saint-Autremoine de Issoire, en Auvernia (Francia), del siglo XII.
En el gótico se revaloriza la dimensión humana de Cristo, así como la meditación en los Dolores de su Pasión. La influencia de San Francisco de Asís (1182-1226) y de la mística franciscana se dejan sentir, y el desarrollo del teatro sacro y las representaciones paralitúrgicas de la Pasión de Cristo están presentes en ello, como la obra dramática "La tragedia de la Pasión", escrita en Mallorca en el siglo XIII.
La cruz es en el Gótico un elemento de dolor y sirve para la contemplación de la Pasión. Una de las primeras representaciones de este tema en estética gótica es la vidriera de la Redención (1205-1240), de la Catedral de Chartres (Francia). Pero hasta finales del siglo XV y principios del siglo XVI no podemos percibir claramente en el arte el dolor que experimenta Cristo en su camino al Calvario. Ejemplo de ellos tenemos en "Cristo cargando con la cruz" (1490) de Botticelli, o en el Jesús Nazareno del Bosco (1500), de la Kunsthistorisches de Viena, y también en el Tríptico del Maestro Virgo inter Virginus (1480-1495) en el Museo de Bellas Artes de Beaverbrook (New Brunswick, Canadá). Sin duda es el famoso "Pasmo de Sicilia" (1516) de Rafael quien marca la plenitud de esta iconografía.
En cuanto a escultura es necesario reseñar a Felipe de Vigarny en las representaciones que tiene de Jesús Nazareno tanto en el retablo mayor de la Catedral de Toledo (1497-1504), como en el retablo mayor de la Capilla Real de Granada (1520-1522). Es también de destacar el Nazareno que aparece en el retablo mayor de la Catedral de Huesca, obra de Damián Forment, y el que realiza Jorge Fernández Alemán (1518-1526) para el retablo del altar mayor de la Catedral de Sevilla.
A mediados del siglo XVI se pone de moda la iconografía de Jesús Nazareno de bulto redondo, teniendo mucho que ver en ello las visiones y la labor de San Juan de la Cruz y los carmelitas.
Destaca de esa época el que Pablo de Rojas (maestro de Martínez Montañés) realiza para Priego de Córdoba. Son en un principio estas imágenes de talla completa, como el Nazareno de las Fatigas de Gaspar del Águila en la Parroquia de la Magdalena de Sevilla.
Es en el último tercio del siglo XVI cuando se empiezan a hacer imágenes de Jesús Nazareno para ser vestidas, con cuerpos interiores más o menos anatomizados y con articulaciones en los codos y hombros, como el Nazareno de Utrera de Marcos Cabrera (1597).
El primer barroco en Sevilla produce dos imágenes de Jesús Nazareno con una enorme trascendencia: Jesús de la Pasión, de Juan Martínez Montañés (1610-1615), y Jesús del Gran Poder, de Juan de Mesa (1620). La evolución de la Escuela Sevillana de Escultura transitará hacia un estilo barroco más dinámico, produciendo entre otras la imagen de Jesús Nazareno de Santiponce, obra de magnífica factura que se viene atribuyendo a José de Arce o de Aerst (1600-1666), o a su discípulo Andrés Cansino (1636-1670) y que conjuga a la perfección la belleza formal con el realismo expresivo y dramático".

Para ilustrar todo lo anterior, la exposición cuenta con tres interesantes obras, como son el óleo sobre lienzo de Jesús Nazareno de la Parroquia de San Martín, obra anónima de finales del siglo XVI; el Niño Jesús Nazareno 'El Manuel' del Convento del Santo Ángel, realizado en terracota y tela encolada policromada por Cristóbal Ramos a finales del siglo XVIII; y el óleo sobre lienzo de Jesús Nazareno también del Santo Ángel, anónimo del siglo XVII.




Centrándonos ya en el Nazareno de Santiponce, vemos ahora algunos elementos de su paso procesional, como el respiradero delantero, obra de madera tallada y policromada de Antonio Martín (1983) y dorada por el Taller Nuestra Señora del Carmen; dos de los faroles de metal plateado cincelado, de Manuel Fernández Martínez; las cartelas realizadas por Miguel Ángel Domínguez Velázquez; los cuatro Evangelistas, tallados por José Lucena Gómez; el ángel Cirineo de Ángel Velázquez Vega (2010); el faldón delantero, bordado en oro y sedas sobre terciopelo morado; y el llamador.



















Observamos ahora un grabado de autoría desconocida del siglo XVIII que representa la visión de San Juan de la Cruz con el Nazareno y pertenece al Convento del Santo Ángel.


A su lado está la túnica bordada del Nazareno de Santiponce, bordada en oro a realce sobre terciopelo morado por Pepi Maya, con diseño de Enrique Bendala (2015).




Nos detenemos ahora en un nuevo panel explicativo, titulado "La Hermandad de Jesús Nazareno y la Virgen del Rosario, Patrona de Santiponce":

"La Muy Antigua, Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Nuestra Señora del Rosario y Divina Pastora de las Almas de Santiponce tiene sus orígenes en el Monasterio de San Isidoro del Campo.
La Cofradía del Santo Rosario de Nuestra Señora fue instituida el 29 de julio de 1581 en este cenobio jerónimo que había fundado Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno, en 1301, siendo responsable de la fundación el fraile dominico Fray Diego del Rosario, que se presentó ante el prior de San Isidoro del Campo, Fray Alonso de León, con intención de crear una hermandad dedicada "a propagar el culto y la devoción en los fieles a la Santísima Virgen mediante la práctica del rezo al Santo Rosario, portando para ello autorización y bula del cardenal, general de la Orden de Santo Domingo y legado de Gregorio XIII, Fray Vicente Justiniano". En la bula que portaba el dominico se lee "... te concedemos que puedas establecer una cofradía de la Santísima Virgen del Rosario en aquellos lugares donde no tenemos congregación de nuestra orden y allí dedicar un santuario y un altar bajo su invocación... 24 de agosto de 1570".
Aparte del auge que adquiere la devoción a la Virgen del Rosario a partir de la victoria en la Batalla de Lepanto, ocurrida el 7 de octubre de 1571, es necesario recordar la especial coyuntura por la que pasa el Monasterio de San Isidoro del Campo en esos años, habiendo sido uno de los focos más importantes de protestantismo en España durante el reinado de Felipe II (hacia 1555-1557), por lo que el fomento del marianismo en Santiponce con la fundación de una hermandad del Rosario estaba en la línea de contrarrestar la doctrina de quienes negaban la mediación de la Virgen María y de los santos.
En un principio quedó establecida la Capilla de la Virgen del Rosario dentro de la clausura, en el Claustro de los Muertos, y se hacía una procesión con la imagen de la Virgen del Rosario cada primer domingo de mes por la tarde, con lo que los beneficios espirituales de estas prácticas estaban destinados en principio sólo a los frailes. Pero sabemos que en 1585 ya recibía culto la Virgen del Rosario en la parroquia de Santiponce por el Libro de Visitas del prior del Monasterio a Santiponce.
Destruido el antiguo núcleo poblacional de Santiponce por las riadas de 1603, y trasladado el pueblo a las inmediaciones del monasterio, tenemos noticias de que la Virgen del Rosario ya en el siglo XVII era la devoción más fuerte en Santiponce.
La actual imagen de la Virgen presenta rasgos morfológicos propios del primer barroco, y en concreto del imaginero Juan de Mesa. Por su parte, desconocemos si existió durante la Edad Moderna una cofradía en Santiponce dedicada al Santo Rosario, pues existe un amplio vacío documental al respecto como consecuencia de la desamortización de Mendizábal.
De lo que sí hay certeza es de la enorme devoción que debió tener la imagen de Jesús Nazareno en Santiponce, una obra de finales del siglo XVII atribuida a José de Arce o a Andrés Cansino, a juzgar por el magnífico retablo barroco de estípites que tenía.
En los años 50 del siglo XX se funda una hermandad de penitencia en el Monasterio de San Isidoro del Campo que tenía por titulares a la Virgen del Rosario, Patrona de Santiponce, y a Nuestro Padre Jesús Nazareno. Esta corporación se refundará en los años 80, añadiendo a sus titulares la Divina Pastora de las Almas. El 8 de junio de 2008 Nuestra Señora del Rosario, Patrona de Santiponce, fue coronada canónicamente en la Plaza de Santiponce".

Continuamos con el estandarte corporativo de la hermandad, obra de Benjamín Pérez Pérez en los bordados y de Viuda de Villarreal en el asta y la cruz (2004).



Seguimos con dos documentos enmarcados: el de la entrega del escudo heráldico e insignia de alcaldesa de Santiponce a Nuestra Señora del Rosario (1983) y el de la concesión de la Medalla de Santiponce (2021), todo ello por parte del Ayuntamiento de la localidad.



Vemos ahora el simpecado de la Virgen del Rosario, bordado sobre terciopelo rojo por un autor desconocido en el siglo XVIII, con una pintura al óleo sobre lienzo de Joaquín Ojeda Osuna.



También se han llevado a la exposición dos antiguas credencias de altar del obrador de bordados de los Jerónimos, con bordado de trepa, cordoncillo en oro y sedas sobre base de seda.



Entre ambas credencias hay una antigua foto de la Virgen del Rosario.


De la exposición forman parte cuatro sayas de la Virgen del Rosario. La primera de ellas es la conocida como de la Inmaculada, con bordados en oro a realce y de seda sobre damasco blanco, realizada por José García Castillo con bordados del siglo XVIII.


Al lado está la saya de los espejitos, bordada en oro con talcos sobre tisú de oro, del obrador de la corte de Isabel II de principios de los años 60 del siglo XIX.


Nos paramos ahora en la saya blanca de tisú bordada en oro y sedas por Benjamín Pérez Pérez en 1997.


Y la cuarta saya es la de las estrellas, bordada en oro a realce sobre terciopelo azul pavo, diseñada por Francisco Javier Sánchez de los Reyes y realizada por Josefa Maya (2018).


Vemos también los bocetos de la antigua corona de salida (Fernando Marmolejo Camargo, 1960) y de la corona de la Coronación Canónica (Antonio Dubé de Luque, 2007).



Llegamos a una vitrina en la que se muestra en primer lugar una antigua corona de la Virgen del Rosario de plata repujada, de autor anónimo del siglo XVIII.


Junto a ella hay un rosario de filigrana dorada con cuentas de tonalidad morada.


Al lado está la corona de la Coronación Canónica y la coronita del Niño Jesús, ambas de oro repujado, diseñadas por Dubé de Luque y labradas por Marmolejo (2007).



Ante estas coronas se puede ver la medalla de oro de la villa de Santiponce, de oro de ley cincelado, obra de Fernando Marmolejo Camargo (1983).


También está la antigua corona de salida, de plata cincelada sobredorada, de Fernando Marmolejo Camargo (1960).


Y por último, vemos un rosario de oro y coral, obra de Joyería Félix del Pozo (1993).


En el centro de la sala vemos otra vitrina con diversos enseres, como las potencias de salida del Nazareno, de plata repujada bañada en oro con incrustaciones de brillantes, de los Hermanos Delgado López.


A su lado están las potencias de flor de lis del siglo XIX, de cobre moldeado y recortado bañado en plata. Hay también una foto de los años cincuenta del Nazareno en su retablo de San Isidoro del Campo con esas mismas potencias.



Y otro juego de potencias es el de las flores de lis y rayos flamígeros de plata de ley repujada, de autor anónimo del siglo XVIII.


Al lado está el libro de reglas, con cubiertas de metal plateado y repujado sobre terciopelo morado de Manuel Seco Velasco, de los años cincuenta del siglo XX.


También podemos observar un alfiler donde pone Jesús Nazareno y unos gemelos de oro y brillantes de Joyería Ruiz, de los años cuarenta.


Continuamos con un elemento bordado en oro y sedas para el altar de cultos del obrador de bordados del Monasterio de San Isidoro del Campo, del siglo XVI.


Igualmente se muestran las partituras de varias marchas dedicadas a Nuestro Padre Jesús Nazareno, como son "Visión del Gólgota", "Padre Nazareno", "Pasión Nazarena" y "Tríptico a Nuestro Padre Jesús Nazareno".




Y al otro lado de la vitrina vemos cuatro trajes del Niño Jesús de la Virgen del Rosario, un cíngulo rojo bordado en oro a realce sobre terciopelo rojo (Benjamín Pérez Pérez, 2009), tres pañuelos de encaje, un cíngulo calado bordado en oro a realce (Josefa Maya, 2019), dos rosarios, un puñal de corales y plata sobredorada (Joyería El Toisón, 2021) y varias fotografías, entre ellas una del primer besamanos a Nuestra Señora del Rosario, en los años cincuenta del siglo XX.






Pasamos ahora a las tres representaciones que lleva a cabo la hermandad y sobre las que hay otro texto explicativo, "El Belén Nazareno, la Pasión y la Devoción Nazarena":

"En la segunda década de la presente centuria la Hermandad del Nazareno de Santiponce comenzó a organizar tres representaciones ideadas por su diputado de Formación y Juventud, Venancio González García, que han arraigado con rapidez entre los hermanos y el público que asiste a ver estas obras dramáticas, con enorme éxito de crítica, y que a pesar de tener estas diferentes temáticas comparten la misma denominación de Nazareno o Nazarena.
Esto se debe en parte a la atmósfera general que se vive en el ambiente cofradiero, donde desde esta época toman mucho impulso los pasos y devociones cristíferas, por delante de los pasos de palio, debido en parte al auge que experimentan las formaciones musicales dedicadas a acompañar a los pasos de Cristo, así como al boom que experimentan las cuadrillas de costaleros de estos pasos, despertando la admiración de una gran parte del público cofradiero dentro y fuera de Sevilla.
Aunque esta moda generalizada en Santiponce no ha ido en detrimento de la enorme devoción que se siente hacia su Patrona, la Virgen del Rosario, sí es cierto que en esos años crece como en otros muchos sitios el interés por el Señor de la hermandad, yendo acompañado de un sentimiento de noble orgullo que hace que se comience a emplear la denominación de Nazareno para cuestiones como el nombre del grupo joven de esta corporación, la Juventud Nazarena, promotores por cierto de la solicitud al Ayuntamiento de la concesión de la llave de la villa de Santiponce a la venerada imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Y así, el ciclo dramático creado por su hermandad refleja la devoción hacia el Nazareno, convirtiéndolo en seña de identidad grupal y viviéndose éste como una fiesta comunitaria. Toda una ópera coral que, aunque de nuevo cuño, hunde sus raíces en las esencias y las claves del Barroco, convirtiéndose los cofrades en actores y protagonistas del drama.
La primera de las tres representaciones que se creó fue el Belén Nazareno en el año 2010, que actualmente se encuentra en trámites de ser declarado como Fiesta de Interés Turístico Nacional. Éste tiene lugar en torno al tercer domingo de Adviento en las calles del casco antiguo de Santiponce, en el llamado Cerro de San Antonio, que es el promontorio que hay sobre el Teatro Romano de Itálica.
La esmerada puesta en escena de este Nacimiento viviente es una experiencia inmersiva en la que el visitante entra en las calles que recrean la población de Belén de Judea, siendo testigo de pasajes donde sus habitantes conversan, ríen o pelean entre ellos, los niños juegan, se realizan oficios o en el mercado pregonan y venden... interactuando los actores con los visitantes al modo de la Comedia del Arte. Y por supuesto el eje sobre el que gravita la obra es el misterio del Verbo encarnado en niño, recordando en su forma de hacerlo a aquel primer Nacimiento de la historia, ideado por San Francisco de Asís en 1223 en la localidad italiana de Greccio.
En el año 2014 se empezó a representar la Pasión Nazarena, escenificándose este drama pasionista en el interior del Teatro Romano de Itálica. Los pasos escénicos se desarrollan en diferentes ubicaciones de este teatro abierto al aire libre, siendo todos ellos sobrecogedores y estando cargados de mucha emotividad. La acción de la escena de la Vía Dolorosa transcurre por los pasillos del graderío del teatro entre el público asistente, que acaba convertido en partícipe de la obra.
Durante el otoño, en el Monasterio de San Isidoro del Campo, lugar para el que se hizo la imagen del Nazareno de Santiponce, se representa la Devoción Nazarena, una obra teatral que trata de la historia de Santiponce y de los orígenes de la hermandad, siendo realizada desde el año 2019.
En estas tres representaciones es de destacar la participación de la Asociación Cultural Amigos del Monasterio de San Isidoro del Campo - Centuria Romana de Santiponce, siendo una gran parte de sus miembros también cofrades de Jesús Nazareno y actores en estas obras de teatro. Los donativos de la entrada a estas representaciones teatrales se destinan a financiar las actividades solidarias de la hermandad".

A continuación, se pueden ver fotos de las tres representaciones, así como algunas de las vestimentas que los actores llevan en ellas; unos trajes que, siguiendo el recorrido de la exposición, nos llevan de nuevo al patio antes de alcanzar la segunda sala.











Y así llegamos a la última parte de la exposición, que se dedica íntegramente al vía crucis que la hermandad celebra con la imagen de Jesús Nazareno en Itálica. De hecho, lo primero que nos encontramos es el cartel anunciador de la edición de este año, que se celebrará el próximo sábado 17 de febrero.


"La devoción piadosa del Vía Crucis" es el título del texto que podemos leer en esta sala:

"El Vía Crucis o camino de la cruz es un ejercicio piadoso de oración itinerante que tiene por finalidad meditar sobre la Pasión y Muerte de Jesús a través de las catorce estaciones que describen los sufrimientos padecidos por Cristo desde el Pretorio hasta su crucifixión en el Monte Calvario.
La visita a los lugares de Jerusalén donde aconteció la Pasión de Jesucristo se convirtió en objetivo de muchos peregrinos a Tierra Santa desde la legalización del Cristianismo en el Edicto de Tolerancia de Milán dado por el emperador Constantino en el año 313. Su propia madre, la emperatriz Santa Elena, desmontó el templo dedicado a Venus en Aelia Capitolina (Jerusalén) que había construido Adriano sobre el Gólgota con el objetivo de buscar la Santa Cruz y, tras su hallazgo, dignificó el espacio haciendo construir sobre lo que fue el Monte Calvario la Basílica del Santo Sepulcro.
De la veneración que sentían los cristianos por estos Santos Lugares donde padeció el Señor nos dan idea las descripciones que hacen de éstos, y de la liturgia desarrollada en ellos, el Itinerario de Egeria (siglo IV) y algo posteriormente el Itinerario del Pseudo-Antonino de Piacenza.
Queda constancia en la obra de Egeria que era ya una práctica ritual, en la Jerusalén del año 381, el ejercicio devocional de seguir los pasos de Jesús por la Vía Dolorosa, describiendo la liturgia, tal y como se realizaba en Tierra Santa, en oficios de diario, domingo y durante las fiestas de Semana Santa y Pascua.
Desde el siglo XII hay testimonios de peregrinos que se refieren a la Vía Sacra como una ruta que realizaban para conmemorar la Pasión, quedando estas prácticas reguladas para los católicos por los franciscanos en el siglo XIV, habiendo recibido esta Orden la custodia de los Santos Lugares en 1342.
El santo ejercicio del Vía Crucis se exportó al resto del orbe católico, teniendo el efecto espiritual de transportar al creyente que devotamente lo practicase a la Vía Dolorosa de Jerusalén, y pudiendo disfrutar de los mismos bienes espirituales que si lo realizase allí.
En la creación del Vía Crucis del Aljarafe, conocido también como de Itálica, es necesario referirse a José García Castillo, que fue uno de los refundadores de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario y Nuestro Padre Jesús Nazareno de Santiponce, y quien tuvo la feliz ocurrencia en 1989 de proponer realizar un vía crucis por el anfiteatro de Itálica con la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, inspirándose en el realizado el Viernes Santo por el Papa en el Coliseo de Roma. La idea presentaba la novedad de unificar el formato del vía crucis que realizaba el Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla en la Santa Iglesia Catedral presidido por una imagen cristífera con el modelo romano antes mencionado.
El primer vía crucis celebrado en Itálica fue el 3 de marzo de 1990. Ese año se realizó a la entrada del anfiteatro y no en su interior, y sólo por la hermandad de Santiponce. El 16 de febrero se celebró por segunda vez y en esta ocasión con la participación de otras trece hermandades, procedentes todas ellas de diferentes localidades del Aljarafe. Cada una portó su cruz de guía y realizó una estación asignada previamente por la hermandad de Santiponce.
El Vía Crucis del Aljarafe fue declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2001, habiendo participado hasta la fecha 123 hermandades procedentes de la comarca del Aljarafe, del resto de la provincia de Sevilla, incluyendo la capital, así como de otras provincias de España".

No son trece, sino dieciséis las cruces de guía que se encuentran en esta sala. Son la de la propia Hermandad del Nazareno de Santiponce y las de otras corporaciones que han participado asiduamente en el Vía Crucis del Aljarafe. En cuanto a la del Nazareno de Santiponce, es de metal plateado repujado y madera tallada, obra de Isaura del primer tercio del siglo XX, y está acompañada por dos faroles.




Alrededor de esta primera cruz de guía vemos las del Santo Entierro y Soledad de Gerena, la del Santo Sepulcro de Castilleja de la Cuesta, la del Nazareno de Fuentes de Andalucía y la del Cristo de los Afligidos de Albaida del Aljarafe.





Y junto a las paredes de la sala están la antigua cruz del cortejo alegórico del Santo Entierro de Sevilla, la cruz de guía de la Humillación de Camas, la de la Hermandad de San Juan Bautista de San Juan de Aznalfarache, la del Cristo del Buen Fin de Aznalcázar, la de la Vera-Cruz de Valencina de la Concepción, la de la Amargura de Sevilla, la de la Vera-Cruz de Almagro, la antigua Cruz de las Toallas de los Negritos de Sevilla, la de la Vera-Cruz de Bormujos, la de la Vera-Cruz de Gines y la de la Vera-Cruz de Huévar del Aljarafe.












Para trasladarnos aún mejor al Vía Crucis del Aljarafe, la sala, que cuenta con una iluminación especial, se completa con grandes fotografías de este culto que tiene como escenario el Teatro Romano de Itálica.









Este domingo será clausurada esta interesante exposición que, como cada muestra de una cofradía de la provincia, viene a demostrar la riqueza devocional, histórica y patrimonial que existe en tantas hermandades de tantos puntos diferentes de nuestra geografía más cercana.

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