La Virgen, aún vestida de hebrea, fue llevada por varios hermanos en unas pequeñas andas precedidas por los acólitos que portaban cruz alzada y ciriales, y que perfumaban el templo con nubes de incienso. Mientras, desde el coro, una voz femenina interpretaba diversos cánticos.
El pequeño cortejo rodeó la capilla dirigiéndose por su lado izquierdo (visto desde el altar) hacia la puerta y regresando por el lado derecho hasta el paso, donde esperaban cinco hermanos preparados para colocar a la Virgen. Obviamente, aún no habían sido montadas las piezas de la candelería. Sólo estaban ya en su lugar la peana y el manto, además de los candelabros de cola, los que se sitúan en los costeros y una pareja de jarras entre los últimos varales.
Una vez situada bajo su palio, todos los presentes cantaron la Salve y la Hermandad del Baratillo dio por cumplido uno de los más esperados trámites de cara al Miércoles Santo. Este fin de semana será la Virgen de la Piedad la que suba hasta su paso.
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