Toda esta actuación ha sido posible gracias a un convenio de colaboración entre la cofradía del Sábado Santo y la Real Maestranza de Caballería. La primera fase se centró en la eliminación de las humedades que presentaban los muros de la capilla, así como en la cubierta de la misma para prevenir las filtraciones. En esta fase se eliminó una grieta entre el muro de la capilla y el de la torre; todo ello dirigido por el arquitecto José Antonio López.
Posteriormente, se restauró el zócalo de azulejería, algunas de cuyas piezas estaban en muy mal estado (ha habido que reponer once) y desordenadas, debido a caídas y reposiciones sin ningún criterio estético. El ceramista Alfonso Orce, autor de esta parte del trabajo, ha llevado a cabo además una nueva mesa de altar que incluye un escudo sacado de una antigua convocatoria de cultos de la Hermandad de Rocamador.
Otra parte fundamental fue la desarrollada por Juan Abad Gutiérrez, Ana Álvarez Moguer y María José Sánchez Barrera, centrada en la limpieza y restauración de las pinturas murales de la capilla. Aquí se aprovechó para eliminar diferentes repintes realizados en las restauraciones que a lo largo de los años se le ha practicado a las pinturas, fundamentalmente a la de la propia Virgen.
En cuanto al retablo, la actuación consistió en la eliminación del polvo acumulado, fijación del dorado y de las capas pictóricas, eliminación de elementos metálicos y reposición de algunos fragmentos y de diversos espejitos que forman parte del conjunto.
Tras esta completísima labor de restauración, la capilla fue bendecida por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, el pasado domingo día 2 de diciembre.
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