jueves, 5 de diciembre de 2019

1919: PASADO Y FUTURO


La sede del Círculo de Labradores de la calle Pedro Caravaca acoge la exposición "1919: pasado y futuro", una muestra enmarcada en los actos del centenario de la reorganización de la Hermandad de la Bofetá.
Fueron dos estudiantes, Alfredo Estrada de la Roza y Juan Pérez Calvo, quienes impulsaron la reactivación de la corporación tras leer en el libro "Glorias religiosas de Sevilla", de José Bermejo y Carballo, que existió una hermandad "de la Bofetada que le dieron a Nuestro Divino Redentor". Dicha corporación había residido en la antigua Capilla de las Huérfanas que se encontraba en la Plaza de la Magdalena, aunque tras el cierre de ésta las imágenes fueron llevadas al Beaterio de la Santísima Trinidad, donde se encontraban desde hacía más de un siglo.
Muchos jóvenes cofrades se unieron al proyecto de recuperación de la antigua hermandad y consiguieron que el 8 de noviembre de 1919 la autoridad eclesiástica aprobara la renovada "Hermandad de la Bofetada que le dieron a Nuestro Divino Redentor, Santísimo Cristo del Mayor Dolor y María Santísima del Dulce Nombre".
La exposición que puede verse estos días supone un repaso patrimonial de la Hermandad de la Bofetá, que junto a los enseres actuales ha logrado reunir otros que no siempre pueden contemplarse detenidamente, y mucho menos en un mismo espacio.
Como es costumbre, vamos a repasar absolutamente todo lo expuesto, para lo que es necesario comenzar por el conjunto de tallas secundarias del paso de misterio de Jesús ante Anás, que ocupan el espacio central del patio donde se desarrolla la muestra. Sin duda, estamos ante una oportunidad única de ver de cerca todas las figuras que conforman el conjunto escultórico que representa el momento en que Jesús recibe una bofetada del sayón Malco en presencia de Anás.
Antonio Castillo Lastrucci fue el autor de todo el conjunto entre los años 1922 y 1923. Fue éste el primer misterio tallado por el afamado imaginero, que creó una escena de gran teatralidad, alejada del hieratismo característico de muchos de los misterios hasta entonces conocidos. Son tallas de madera policromada que acompañan en el paso al Señor y que originalmente estaban vestidas con telas encoladas que fueron retiradas en 1961 por Juan Pérez Calvo.
Son Anás, Malco, dos sanedritas, el falso acusador y un soldado romano, que salieron por primera vez el Martes Santo de 1923 desde la Parroquia de San Román. Hay que añadir, además, el pebetero situado en el costero derecho del paso y que durante la estación de penitencia lleva incienso, y el trono de Anás, de madera dorada y policromada.
























Si nos fijamos ahora en los enseres expuestos en todo el perímetro del patio, y comenzando por el lado derecho de la puerta de acceso, encontramos en primer lugar dos paños de bocina donados por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1924 a la hermandad. El bordador realizó cuatro, dos bordados en terciopelo rojo y otros dos en terciopelo azul, sobre los que se encuentra el antiguo escudo de la hermandad.



Vemos también un antiguo retablo cerámico con la primitiva Virgen del Dulce Nombre, firmado en 1920 por José Gómez Perea y perteneciente a la fábrica de Manuel Ramos Rejano. Está formado por quince azulejos y fue adquirido por la hermandad a un particular que lo tenía a la venta a través de Internet.


A continuación, se muestran cuatro sayas de la dolorosa. La primera es la llamada saya de los toreros, de 1973, realizada a partir de dos trajes de torear pertenecientes a Diego Puerta y a Manuel Benítez 'El Cordobés'. El taller de Esperanza Elena Caro fue el encargado de realizar esta saya, para la que Dolores Gálvez Pedraja 'Lolina' adaptó los bordados.


A su lado hay una saya blanca de tisú de plata bordada en oro y sedas por Victoria Caro en 1943, siguiendo el diseño de Juan Pérez Calvo. Entre 1943 y 1999 era la saya utilizada en la estación de penitencia (a excepción de 1971). En 2006 fue restaurada por Rosario Bernardino.


La siguiente saya es de 1999, fue diseñada por José Manuel Elena Martín y bordada en oro a realce sobre tisú rosa en el taller de Herederos de Esperanza Elena Caro. En 2003 fue enriquecida esta prenda que donó a la Virgen del Dulce Nombre un hermano.


Y de este mismo año es la llamada saya del centenario, confeccionada por José Antonio Grande de León a partir de unos bordados de finales del siglo XVIII o principios del XIX procedentes de una dalmática barroca y adquiridos en un anticuario de Campo de Criptana (Ciudad Real).


Continuamos con los modelos intermedios de los bustos de Jesús ante Anás y de Malco, realizados en yeso a partir de los originales de barro. Son de Castillo Lastrucci y de entre 1922 y 1923. Estos bustos fueron donados en 2005 a la hermandad por Francisco Javier Méndez Castros, bisnieto del imaginero, y policromados por Jesús Méndez Lastrucci, sobrino bisnieto.




Tras ser aprobada la reorganización de la hermandad, la primera salida procesional fue el Martes Santo de 1920, consiguiendo para ello la cesión de pasos, insignias, enseres y túnicas. En aquella ocasión, los nazarenos del paso de misterio vistieron túnicas de ruán morado, al parecer alquiladas al hermano mayor de la Cena, Joaquín Herrera Maguilla, mientras que los del palio las llevaron de ruán negro, procedentes algunas de ellas de la Hermandad del Silencio.



A Jesús ante Anás pertenecen tres juegos de potencias que vemos a continuación. Las más antiguas, de fundición, tienen un diseño muy sencillo y fueron labradas por un autor desconocido en 1921.


También se muestran las potencias de plata de ley chapada en oro, obra de los orfebres Cruz y Frías de 1963. Cuenta con algunas piedras preciosas engarzadas y fueron doradas nuevamente en 2004, y restauradas y doradas en 2015 por Jesús Domínguez Machuca.


Y este año Jesús Domínguez ha reproducido el diseño de las potencias de 1921, pero realizadas en plata de ley chapada en oro. La cuadrilla de capataces y costaleros fue la donante de estas nuevas potencias que incluyen varias amatistas.


También se muestra la túnica roja de Jesús ante Anás, bordada en oro sobre terciopelo por Victoria Caro en 1945. En 2007, Rosario Bernardino restauró los bordados y los pasó a nuevo terciopelo.


A continuación, vemos la talla de Jesús de la Humildad ante Anás, que fue titular de la hermandad sólo durante dos años, entre 1921 y 1923, hasta la incorporación de la actual talla de Castillo Lastrucci. Esta antigua imagen, con la cabeza de barro cocido y el cuerpo de madera, fue realizada por Miguel Ángel Rodríguez Magaña entre 1920 y 1921, y restaurada en 2014 por Manuel Mazuecos García, quien hizo un nuevo cuerpo anatomizado y modificó la policromía. En la actualidad, recibe culto en la Parroquia de Nuestra Señora de las Flores y San Eugenio Papa con la advocación de Nuestro Padre Jesús Cautivo.







El Cautivo de la Parroquia de las Flores se encuentra sobre la peana procesional de la Virgen del Dulce Nombre, obra de 1921 labrada en metal plateado, cincelado y repujado por Eduardo Seco Imberg. Fue restaurada en 1998 por Fernando Marmolejo Camargo y en 2017-2018 por Jesús Domínguez Machuca.



Y flanqueando a este conjunto de imagen y peana están dos de los ángeles pasionistas del siglo XVII atribuidos a Francisco Antonio Gijón que forman parte del paso de misterio de Nuestro Padre Jesús ante Anás. Fueron restaurados en 2012-2013 por Carmen Bahima y Juan Alberto Pérez Rojas, y cuentan con atributos de bronce patinado realizados en 2013 por Jesús Domínguez.



Los otros dos ángeles se pueden contemplar en otro punto de la exposición.



Continuamos con la túnica blanca de Jesús ante Anás, diseñada por Juan Pérez Calvo y bordada en 1963 en el taller de las Hijas de la Caridad del Colegio de San Martín de Cádiz. Fue restaurada y pasada a nuevo tejido en 2015 por Carla Elena Meléndez, del taller de Sucesores de Sobrinos de Caro.


También fue diseñado por Pérez Calvo el simpecado, bordado en oro sobre terciopelo de dos tonalidades de azul por Victoria Caro en 1943. La orfebrería corresponde a Manuel Seco Velasco y la miniatura de la Inmaculada Concepción, de madera policromada con corona de plata repujada, es de José Paz Campano, quien se inspiró en la Cieguecita de Juan Martínez Montañés. El diseño del simpecado se basa en el de la Virgen de la Paz de la Hermandad de Santa Cruz.
Y delante del simpecado hay un Niño Jesús del siglo XVII de autoría desconocida, realizado en plomo o peltre policromado a partir del vaciado de un original que sigue el modelo iconográfico del que Martínez Montañés talló para la Hermandad Sacramental del Sagrario. El Niño Jesús que vemos aquí fue adquirido por un hermano en el Rastro de Madrid y lo donó a la hermandad.






A su lado vemos cuatro cartelas pertenecientes a los antiguos respiraderos del paso de palio de la Virgen del Dulce Nombre. Fueron realizados en 1924 por los hermanos Antonio y Manuel Castillo Lastrucci en galvanoplastia. En 2006 fueron donadas a la hermandad por Manuel Cabalga, que las había adquirido en una chatarrería en los años setenta. Estas cartelas representan diferentes escenas, como son la presentación de Jesús en el templo, el Niño perdido y hallado en el templo, el descendimiento y el traslado al sepulcro.





Las primitivas imágenes titulares de la hermandad (Nuestro Padre Jesús ante Anás, María Santísima del Dulce Nombre y San Juan Evangelista) también forman parte de la exposición. Las tres son tallas de autoría anónima del siglo XVII y fueron realizadas en pasta y madera con idea de ser vestidas. Miden entre 1,63 y 1,67 metros y desde 1803 reciben culto en el Beaterio de la Santísima Trinidad. Al ser reorganizada la hermandad fueron recuperadas y el Señor fue titular entre 1919 y 1921, cuando fue sustituido por el de Magaña que veíamos antes. En cuanto a la Virgen, permaneció en la corporación hasta 1924. En 1920 el Señor y la Virgen fueron restauradas por Ángeles Gutiérrez Duarte, y posteriormente, en 1985, volvieron a ser restauradas ambas, además de la talla de San Juan, para su participación en la exposición "La Semana Santa de ayer", celebrada en la sede de la Caja San Fernando. Adolfo Castillo y José Pérez fueron los encargados de dicha intervención.
La antigua Virgen del Dulce Nombre está vestida con el manto de camarín bordado en oro sobre terciopelo azul en el año 2000 por Sucesores de Sobrinos de Caro, según el diseño de José Manuel Elena Martín, y con la saya llamada del gato, del taller de Hijos de Miguel del Olmo (1923). En su origen estaba bordada sobre tejido blanco, pero en 1935 fue pasada a terciopelo granate. En 2013 José Antonio Grande de León pasó los bordados a nuevo terciopelo y los enriqueció.
Por otro lado, la Virgen lleva la corona del siglo XVII que en 2006 adquirió la hermandad al serle ofrecida por un anticuario. Se da por hecho que esta corona perteneció a la corporación en el pasado, dado que tiene una inscripción en la que puede leerse: "Es de la cofradía de la Bofetada. Se iso siendo su mayordomo Juan Venta". Está atribuida a Juan Laureano de Pina o a algún orfebre de su círculo. Y San Juan, por su parte, lleva el mantolín bordado por Victoria Caro Márquez entre 1934 y 1935, siguiendo un diseño de 1924 de Juan Manuel Rodríguez Ojeda. En 2007 fue restaurado y pasado a nuevo terciopelo por Rosario Bernardino.
Detrás de las imágenes está el manto procesional de la Virgen del Dulce Nombre, bordado en oro y sedas sobre terciopelo azul marino por Juan Manuel Rodríguez Ojeda. Ha sido restaurado y pasado a nuevo terciopelo por Esperanza Elena Caro en 1975 y por Jesús Rosado Borja en 2017. Precisamente, tras esta última restauración tuvo lugar una exposición del manto en el mismo Círculo de Labradores (ver).
















A los pies del antiguo Señor, sobre la peana de los besamanos de los titulares, vemos una pequeña imagen en terracota de Madre Isabel de la Trinidad (1693-1774), fundadora del Beaterio de la Santísima Trinidad. Es de autor desconocido y se representa con un limosnero en la mano para pedir ayuda destinada al mantenimiento del beaterio.


Precisamente, a continuación se muestra una pintura de la Madre Isabel, perteneciente al propio Beaterio de la Santísima Trinidad. Está pintada al óleo sobre lienzo y se la ve acogiendo a dos niñas, aludiendo así a la labor original de la institución, dedicada a la protección de la infancia desvalida.


Y sobre este retrato, otro; en este caso, se trata de Bartolomé Cabello Barroso, sacerdote que dirigió el Beaterio de la Santísima Trinidad al morir la Madre Isabel. Fue párroco de Santa María la Blanca y prebendado de la Catedral, pero la razón por la que su retrato forma parte de la exposición es porque fue el responsable del traslado de las primitivas imágenes de la Hermandad del Dulce Nombre al Beaterio en 1803. Unos años antes, en 1795, acogió a las niñas huérfanas de la capilla situada en la Plaza de la Magdalena, que fue sede de la hermandad.


Seguimos con un retablo cerámico de la Virgen del Dulce Nombre y San Juan Evangelista pintado por Enrique Orce Mármol en 1924 por encargo de un hermano de la cofradía. Hasta 2015 se encontraba en la fachada de una vivienda de la calle Rico Cejudo, en el barrio de Nervión, que fue demolida. Antes de que se perdiera, la hermandad consiguió que la propietaria del inmueble se lo cediera para poder ser conservado. Al dibujar el retablo, Enrique Orce se basó en una fotografía tomada en el taller de Castillo Lastrucci por parte del fotógrafo Cecilio Sánchez del Pando.


Pasamos ahora a contemplar una imagen advocada como Virgen del Remedio, una talla anónima del siglo XVIII que se encuentra en el Beaterio de la Santísima Trinidad y que podría proceder de la Capilla de las Huérfanas, al igual que las antiguas imágenes de la hermandad.
A su alrededor, se muestran diferentes enseres del paso de palio de la Virgen del Dulce Nombre, como el paño frontal de los respiraderos, labrado en 1992 por Ángel Gabella Pérez y finalizado por Emilio Méndez Picón, quien realizó las maniguetas y las esquinas. En su diseño se reproducen los antiguos respiraderos, de Andrés Contreras Ramírez (1941). La cartela central representa la escena de Pentecostés.
Sobre el respiradero hay un templete de plata con una imagen en miniatura de San Antonio de Padua, en alusión a la que era la sede de la hermandad antes de recalar en la Parroquia de San Lorenzo. Es obra de Jesús Domínguez, de 1953, aunque la miniatura tuvo que ser realizada de nuevo en 1981 por el mismo autor al haber sido robada la anterior el Viernes de Dolores de 1980.
Igualmente, vemos dos de los varales del palio, realizados por Andrés Contreras en metal plateado en 1941. Los varales sostienen la caída frontal, que al igual que el techo de palio es obra de Juan Manuel Rodríguez Ojeda de 1922. Están bordados en oro sobre terciopelo azul. La gloria, de 1942, es de Victoria Caro, mientras que el taller de Sucesores de Esperanza Elena Caro se encargó de pasar a nuevo terciopelo y malla los bordados del palio y el techo en 1985.




















A punto de terminar el repaso a la exposición, nos encontramos con la diadema de metal labrado, cincelado, dorado y plateado atribuida a Eduardo Seco Imberg, de 1920-1921.


Y a su lado está la corona procesional de la Virgen del Dulce Nombre, de plata de ley dorada en oro fino y realizada en 1927. Fue diseñada por Antonio Amiáns y Austria, y adquirida en Joyería Dalmás. Cuenta con ocho medallones de plata repujada y con fondos esmaltados en color rojo y azul. Tiene la particularidad de que la ráfaga está labrada únicamente por la parte delantera y es lisa por detrás. En 1998 fue restaurada por Fernando Marmolejo Camargo, y en 2018 por Jesús Domínguez Machuca.


Y concluye la muestra con el cartel del centenario de la reorganización, obra pintada al óleo sobre tabla por Francisco José García Rodríguez. Cuenta con una orla modernista, lo que supone un guiño relacionado con la época en que Castillo Lastrucci talló las imágenes de la cofradía, en plenos años veinte. En cuanto al tono sepia del fondo, alude al color que toman las estampas antiguas a lo largo del tiempo.


Hasta el próximo domingo día 8 estará abierta la exposición "1919: pasado y futuro", de la que se ha editado un catálogo que puede ser adquirido en el propio patio, donde se desarrolla una muestra que supone un resumen visual muy bien escogido de los cien años transcurridos desde la reorganización de una hermandad imprescindible en la tarde-noche del Martes Santo sevillano.

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