miércoles, 26 de junio de 2019

CORPUS 2019: TRASLADO DEL SEÑOR DE LA CENA DE VUELTA A LOS TERCEROS


La Custodia de Arfe acababa de entrar en la Catedral, poniendo así fin a la procesión del jueves de Corpus, cuando desde el interior del Palacio Arzobispal salía a la calle Cardenal Carlos Amigo la cruz alzada entre ciriales que anunciaba el inminente regreso del Señor de la Cena a la Iglesia de los Terceros.
Poco después, llegó desde la Plaza Virgen de los Reyes la Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras, que sustituía en el acompañamiento musical a la Escolanía Salesiana María Auxiliadora y al quinteto de metales Air Brass, cuyos integrantes son precisamente miembros de la banda que tantos años viene acompañando al misterio de la Cena el Domingo de Ramos y al Señor en solitario en su vuelta a casa el día del Corpus Christi.
No tardó la cofradía en ponerse en marcha ante una multitud que se concentraba para ver este apéndice de la procesión eucarística; desde luego, mucha más que la que acompaña al Señor en su tempranero traslado de ida. Y además, pese a ser ya 20 de junio, lo cierto es que no hacía tanto calor como otros años, lo que contribuyó a hacer algo más fácil esperar, incluso a pleno sol, la salida del paso de la puerta del Palacio Arzobispal desde la que asistió al completo discurrir de la procesión de la Catedral.
Cuando el cortejo, de nuevo con el guión sacramental y el estandarte corporativo, salió del Palacio, el capataz Alfonso Morillo hizo sonar el llamador y el paso se levantó y comenzó a avanzar hacia la calzada de la calle mientras la Banda de Las Cigarreras tocaba “Cantemos al amor de los amores”. 
Con ella, el Señor de la Cena fue girando hacia su derecha y luego empezó a caminar de frente. La banda encadenó la primera composición con la marcha “Eucaristía” y, cuando finalizó, el paso se detuvo antes de tomar la estrechez de Placentines, sin desviarse para subir la Cuesta del Bacalao, por la que había bajado horas antes.













De Placentines, el Señor de la Cena pasó de nuevo por Francos, antes los altares montados por las hermandades de San Benito (segundo premio en el concurso del Ayuntamiento) y los Negritos. Y de ahí, a la Cuesta del Rosario, que la subió el paso en una larga chicotá muy bien trabajada por los costaleros mientras la banda enlazaba las marchas “Cordis Mariae”, “Sobre los pies te lleva Sevilla” y “Un cielo para mi Virgen”.
Como el Domingo de Ramos, una vez junto a la Parroquia de San Isidoro, tomó Jesús de las Tres Caídas, donde sonó la marcha “Cautivo”. Con ella, el paso se internó por Odreros.


























A un ritmo bastante ágil, el Señor de la Sagrada Cena se desvió del que había sido el camino de ida buscando Sales y Ferré para salir a la Plaza del Cristo de Burgos y, tras pasar junto a la Parroquia de San Pedro, avanzó por Doña María Coronel y Gerona, tomando ahora parte del recorrido de cada Semana Santa, pero en sentido inverso.

























Con las marchas “Ante Pilatos el Hijo de Dios”, composición estrenada este año, y “Lux Aeterna”, el paso abandonó Gerona y giró, ante una representación con estandarte de la Exaltación, hacia la Plaza de los Terceros. Hace sólo un año ambas hermandades coincidían en San Román como sede provisional, mientras que ahora cada una está en su casa tras sus respectivas obras de restauración, mucho más complejas y dilatadas en el tiempo en el caso de Santa Catalina.
Por fin, sin entretenerse innecesariamente, el Señor de la Cena alcanzó la calle Sol, donde la Banda de Las Cigarreras interpretó “Y fue azotado” hasta que se detuvo frente a la misma puerta de Los Terceros.
A continuación, y como ya es tradición, el paso se levantó y comenzó a acercarse a la puerta, ya con los costaleros dados la vuelta bajo las trabajaderas, mientras sonaba “Costalero del Soberano”. Al completar la partitura, la banda repitió parte del final para enlazarla con la Marcha Real cuando pasó el dintel y ésta se enlazó con “Cantemos al amor de los amores”, composición que siempre abre y cierra este traslado de vuelta del Señor de la Cena.



















A las tres y media de la tarde, la Hermandad de la Cena cerraba en la calle Sol, que hacía honor a su nombre, su jornada del Corpus tras nueve horas en la calle con el Señor que talló Sebastián Santos Rojas.

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