lunes, 14 de marzo de 2022

LA LLUVIA RECORTÓ EL VÍA CRUCIS CON EL SEÑOR DE LA SALUD Y BUEN VIAJE


La Hermandad de San Esteban llevó a cabo este sábado el rezo del vía crucis, con la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Buen Viaje recorriendo algunas de las calles de la feligresía. Un día después de su acto de veneración (ver), el Señor de San Esteban volvió a ser protagonista en los cultos cuaresmales de la corporación del Martes Santo.
Al contrario que en 2020, cuando pocos días antes del confinamiento el Señor cruzó la Ronda para pasar por calles del otro lado que forman también parte de la parroquia (ver), en esta ocasión el itinerario volvía a limitarse a las calles tradicionales que se encuentran entre San Esteban y San Bartolomé.
La previsión de lluvia, sin embargo, trastocó en parte los planes iniciales, dado que se esperaba que empezara a caer a eso de las ocho y media de la tarde, sólo hora y media después de la salida. Por este motivo, la hermandad optó por salir, aunque recortando el recorrido y no llegando a la Parroquia de San Bartolomé para estar de vuelta antes de la anunciada lluvia.
El Señor de la Salud y Buen Viaje salió sin clámide textil alguna sobre la talla y con la corona de espinas de plata que ha sido recientemente restaurada. Además, tenía las potencias de oro, la caña de plata sobredorada y un cordón del siglo XIX atándole las manos.
A las siete en punto de la tarde, informada la Policía Local del cambio de planes respecto al itinerario, la cruz de guía de la hermandad salió y giró hacia su izquierda para comenzar el vía crucis. Las dos primeras estaciones se rezaron dentro del templo y, al concluir la segunda, el trío de capilla de la Banda de Música María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras, salió para ocupar su lugar en el cortejo, entre el estandarte corporativo y el cuerpo de acólitos.
Una vez en la calle, el Cristo de San Esteban se detuvo junto a su ventana, desde la que es posible verle durante el año, para el rezo de la tercera estación del vía crucis.

















Cuatro guardabrisones con cera color tiniebla iluminaban las andas, que además contaban con un exorno floral en forma de friso alrededor de todo el perímetro compuesto por claveles color cardenal, estátice, erangium, lirios morados, clavel chino y flor de cera.
Desde la calle San Esteban, el cortejo tomó Vidrio, calle con tramos realmente estrechos en la que se rezarían la cuarta y la quinta estación, ésta última muy cerca ya del giro hacia la plaza de las Mercedarias.
















Precisamente fue en la plaza de las Mercedarias donde se evidenció el cambio de itinerario, ya que lo previsto era llegar a Levíes y después a San Bartolomé. En su lugar, el Señor de la Salud y Buen Viaje avanzó hasta la puerta del Convento de las Salesas, donde tendría que haber llegado más tarde y donde se detuvo para la sexta estación del vía crucis.
A continuación, siguió por la calle Conde de Ibarra, donde se rezó la séptima, y por Lirio. En la esquina entre ambas se detuvo el cortejo para la octava estación, y luego, en la parte más ancha de Lirio, para la novena.
En todas las paradas para el rezo de las estaciones una hermana pasaba el cuaderno con los textos que había que leer a un hermano de entre los que se fueron sucediendo en las lecturas, e incluso en las zonas de menos luz les alumbraba el papel con la linterna del móvil. Un micrófono y un altavoz ayudaban a propagar el rezo entre todos los presentes.









Desde Lirio, el Señor de la Salud y Buen Viaje salió a la calle Águilas, donde le esperaban las hermanas clarisas del Convento de Santa María de Jesús. Desde su ventana, se encargaron de la lectura de la décima estación y le cantaron al Señor, cuyas andas se volvieron ligeramente hacia ellas.







La décima estación fue la última que se rezó en la calle, dado que, con rigurosa puntualidad sobre lo anunciado, a las ocho y media empezaron a caer algunas gotas, aunque de forma muy leve. Esto llevó al cortejo a acelerar para volver a San Esteban con rapidez, aunque no por ello se dejó de pasar por delante de la fachada de la Casa de Pilatos, donde se habría rezado una de las estaciones que faltaban, en lugar de seguir en línea recta por la calzada.
Pasada la plaza de Pilatos y en el inicio de la calle San Esteban, el Señor se detuvo, ya que las gotas habían dejado de caer, pero poco después se levantaron para regresar al templo bastante antes de lo previsto.










Una vez dentro de la iglesia, el Señor fue llevado por la nave central hasta el presbiterio, donde quedó detenido para el rezo de las cuatro estaciones del vía crucis que quedaban. A continuación, el director espiritual de la hermandad, José Robles Gómez, dirigió las oraciones finales.





Tras el vía crucis que cerraba los cultos cuaresmales en su honor, el Señor de la Salud y Buen Viaje fue conducido hasta la cabecera de la nave de la Epístola. Allí quedó a la espera de ser bajado de las andas y colocado de nuevo junto a su ventana, esto ya a puerta cerrada.

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