martes, 29 de marzo de 2022

LA VIRGEN DE LOS DESAMPARADOS, EN VENERACIÓN EN EL ALTAR DE SAN ESTEBAN


Al contrario que el Señor de la Salud y Buen Viaje, que para su acto de veneración fue colocado en la pequeña capilla sacramental y con escasa iluminación, María Santísima Madre de los Desamparados ocupó para el suyo el presbiterio de la Iglesia de San Esteban, delante del altar mayor, donde se la pudo contemplar subida en una fina peana de plata.
Para este culto, la dolorosa estaba vestida con su antiguo manto de salida, saya blanca de tisú y toca de malla, estas dos últimas prendas bordadas en oro. Asimismo, lucía un fajín rojo con borlones dorados, la corona procesional, un puñal y una cruz pectoral que colgaba de un broche con su advocación. En las manos sujetaba un pañuelo con la derecha y dos rosarios y una rosa de pasión con la izquierda. Además, del fajín pendían dos broches, uno de ellos con el escudo de la hermandad colocado en el nudo.
Junto a la Virgen de los Desamparados había dos jarras de su paso de palio con llamativas rosas de color rosa, flores que veíamos también en un gran centro delante de la alfombra situada bajo la peana de la imagen. Y en los laterales se dispusieron dos mesas de madera dorada; en cada una de ellas, se colocó una jarra también con rosas y siete candeleros con cera blanca, mientras que a su lado había otros dos de mayor tamaño situados directamente en el suelo.
Detrás, un cortinaje de terciopelo rojo tapaba el retablo, y ante él veíamos el tapiz del Cautivo de San Ildefonso a modo de dosel entre dos pequeñas jarras con flores de talco. Por último, en el lado derecho del presbiterio estaba el estandarte corporativo.
























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