lunes, 10 de octubre de 2022

ALEGRÍA


La Hermandad de Nuestra Señora de la Alegría celebra en este 2022 su CCCL aniversario fundacional, así como el L aniversario de su fusión con la Hermandad Sacramental de San Bartolomé. Por este motivo, el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla acoge en su sede de la calle Sierpes una exposición conmemorativa que supone un repaso al rico patrimonio de la corporación, así como a su trayectoria histórica.
El patio da la bienvenida al visitante con la presencia de una antigua foto de la Virgen de la Alegría, junto al logotipo del CCCL aniversario, diseñado por Manuel Alba.



Entramos en la primera sala y vemos en primer lugar un panel con un texto que sirve de introducción. Se dice en él lo siguiente:

"El 3 de noviembre de 1972 se firmaba el decreto de fusión de la primitiva Hermandad Sacramental de San Bartolomé con la Hermandad de Nuestra Señora de la Alegría, que por entonces cumplía su tercer centenario fundacional. Doble efemérides por tanto la que estamos celebrando: el cincuentenario de la fusión y el CCCL de la fundación de la primitiva hermandad de gloria.
El 16 de mayo de 1672 se aprobaban las primeras reglas de la Congregación de la Madre de Dios de la Alegría con el fin de dar culto a una imagen de María Santísima, venerada desde antiguo en San Bartolomé, en la capilla de San Juan Evangelista, cabecera de la nave del Evangelio. Sobre esta imagen de la Santísima Virgen cuenta una leyenda que procedía de Jerusalén y que, ocultada en tiempos de la dominación sarracena, fue descubierta en 1482 por unos pastores en las cercanías de Mérida, siendo entregada al mismísimo Rey Fernando El Católico, quien a su vez la regaló a su fiel mayordomo Don Nuño Núñez. Fue este ilustre señor el que la depositó en 1526 en Sevilla, en la antigua Parroquia de San Bartolomé (primitiva sinagoga), con motivo de su venida a Sevilla para los esponsales del Emperador Carlos V.
Lo cierto es que, a pesar de las restauraciones y transformaciones sufridas, estamos ante un icono de los años centrales del siglo XVI, originalmente de talla y atribuible con mucho fundamento al gran imaginero de la Madre de Dios, el flamenco Roque de Balduque".

Junto al texto comenzamos a ver los primeros enseres expuestos. En un vitrina encontramos una corona de plata de autor desconocido, de alrededor de 1694.


A su lado, hay un portapaz anónimo del siglo XVIII realizado en plata, donde aparece representado San Bartolomé.


Seguimos con una jarra aguamanil donada a la hermandad por el Marqués de Villa Alegre para la ceremonia del lavatorio en 1697, y realizada en plata repujada y cincelada de probable origen americano.


El mismo donante regaló una bandeja del mismo material, igualmente para la ceremonia del lavatorio en 1697. También, por su estilo, podría tener origen americano.


Tras el llamador del paso de la Virgen de la Alegría se suele colocar un relicario de San Bartolomé realizado en plata de 1694.


Finaliza esta vitrina con la presencia de un atril de plata repujada de 1680 de autor desconocido.


Con el título "Hermandades fusionadas", vemos ahora otro panel con un texto en el que seguimos conociendo la historia de la Hermandad de la Alegría:

"La primitiva Hermandad de Ánimas de la parroquia se encontraba unida a la Sacramental prácticamente desde sus tiempos fundacionales a mediados del siglo XVII. Pero además se fundaron en San Bartolomé otras hermandades que fueron uniéndose a la Sacramental.
La gran devoción despertada por el devoto crucificado de las Ánimas llevó a la fundación de otra hermandad para darle culto en 1714 con permiso de la Sacramental, propietaria de la imagen. Con el título de Hermandad del Santísimo Cristo de Ánimas no duró mucho, pues en 1750 se consta su disolución definitiva integrándose en la Sacramental.
En el camino se había fusionado con ésta la Hermandad de la Santa Cruz, fundada en 1691 para dar culto a la cruz de forja situada en la calle, cercana al templo, obra del siglo XVII, y que hoy se venera en la pared izquierda de acceso a la parroquia por la calle San Bartolomé.
Por último, queda la de Nuestra Señora de los Dolores, que secularmente presidió su capilla propia en la cabecera de la nave de la Epístola y hoy preside el retablo de la capilla del Sagrario desde 1951. Consta la existencia de un legado de 1789 por parte de Don Ignacio de Armenta, canónigo de la Santa Iglesia Catedral, para el mantenimiento del culto a esta devota y antiquísima imagen de la Piedad, nombrando administradora del mismo a la Hermandad Sacramental".

A continuación, vemos otra vitrina donde se exponen un libro manifestador para el viático realizado en plata, madera y terciopelo en el siglo XVIII, junto a cuatro candeleros de plata de 1680.




Vemos ahora una fotografía silueteada del Cristo de Ánimas ante un dibujo que sigue las líneas del retablo que ocupa en San Bartolomé. El crucificado es obra de Fernando de Uceda (1593), realizado en madera tallada y policromada. Delante se ven cuatro zapatas de metal plateado del siglo XIX que se hicieron para el altar de novena de la Virgen de la Alegría que es hoy el retablo permanente de la Virgen. El conjunto en total consta de seis unidades.




Podemos contemplar también un lignum crucis de madera tallada y dorada con cruz de palo santo y remates de marfil, del siglo XIX. La reliquia está en el nudo de la cruz. El lignum crucis se muestra entre dos varas de Ánimas de metal plateado del siglo XVIII.




El siguiente texto que se ha situado en esta exposición recibe como título "La Hermandad Sacramental", y cuenta lo siguiente:

"El documento probatorio más antiguo de la existencia de la Hermandad Sacramental de San Bartolomé son precisamente sus primeras reglas, aprobadas el 30 de octubre de 1659. Junto a la Sacramental de San Nicolás, son éstas las dos únicas hermandades sacramentales del siglo XVII, figurando en este orden en el llamamiento del Corpus. No obstante, en estas reglas, en las que ya constituían una sola hermandad, la del Santísimo y la de Ánimas, se dice que desde tiempo inmemorial están unidas e incorporadas entre sí.
Durante siglos fue la hermandad más importante y rica de la parroquia. Sin embargo, a mediados del siglo XX se encontraba en estado de decadencia, por lo que se propició su fusión con la hermandad de gloria de Nuestra Señora María Santísima de la Alegría, hecho que tuvo su aprobación final por decreto del Arzobispado de Sevilla firmado el 13 de mayo de 1972.
La hermandad mantiene sus cultos sacramentales en vigor, entre los que destaca la procesión del Corpus Christi por las estrechas calles de su barrio de la Judería el domingo solemnidad del Corpus".

De la mencionada Hermandad Sacramental es el ostensorio que se expone a continuación; una espléndida obra de Antonio Agustín Méndez (1801) labrada en plata, plata dorada, diamantes, brillantes y esmeraldas. Es de un estilo de transición entre el barroco y el neoclásico, y la peana cuenta con relieves que representan el Pozo de Jacob, Noli me tangere, el Ave Fénix y el León de Judá. Junto al ostensorio se muestran cuatro blandones de metal plateado del siglo XIX de autor desconocido, también, como las zapatas anteriores, labradas para el entonces altar de novena de la Virgen de la Alegría.






También hay hueco en la exposición para obra nueva, como es el estandarte sacramental que este mismo año ha realizado Artesanía Sosa en tisú de plata bordado en oro a realce y sedas. Está confeccionado a partir de la cartela central de un antiguo estandarte, con cenefa perimetral de nuevo diseño con algunas piezas antiguas y dos nuevas cartelas que representan a las ánimas benditas.





Continuamos nuestro recorrido en esta primera sala con un grabado de la Virgen de la Alegría de 1855 pintado por J. Tristán.



Bajo el grabado vemos un capillo humeral para portar al Santísimo Sacramento en las procesiones eucarísticas. Es de lienzo de algodón bordado en hojilla de oro en el siglo XVII y recuerda al bordado de las caídas del palio de la Virgen del Valle.


Concluye esta primera sala con una vitrina con diversos documentos históricos. El primero son las reglas de mencionada Hermandad de la Santa Cruz, fusionada en 1715 con la del Cristo de Ánimas. El libro está fechado el 22 de mayo de 1691.


Seguimos con el primer libro de registro de hermanos de la Hermandad de la Alegría, referente al periodo comprendido entre los años 1672 y 1710.


A su lado se muestra un manuscrito sobre papel del siglo XIX que reproduce el Jubileo Toties Quoties, concedido por el Papa Gregorio XIII el 11 de enero de 1573 a la capilla de San Juan Evangelista de la Parroquia de San Bartolomé, donde hoy recibe culto al Virgen de la Alegría.


Otro manuscrito, éste de 1801, es el que hace constar el legado del ostensorio que veíamos antes por parte de Manuel Molviedro y Ponce a la Hermandad Sacramental de San Bartolomé.


Y el último documento expuesto en esta vitrina es el libro de actas de la Hermandad del Santísimo Cristo de Ánimas, del periodo comprendido entre 1714 y 1750.


Pasamos a la segunda sala de la exposición, y nos recibe en ella otro texto, titulado "Primitivo rosario público de María Santísima de la Alegría:

"La gran devoción a Nuestra Señora de la Alegría propicia el incremento del patrimonio de su hermandad desde sus primeros años. Durante el siglo XVIII la hermandad fomenta igualmente la devoción al Santo Rosario. De hecho, fue la primera hermandad en rezarlo públicamente por las calles de Sevilla.
Fue un 17 de junio de 1690, fecha que constituye uno de los hitos del marianismo sevillano. Ese día se celebraban en el Convento de San Pablo honras fúnebres por el alma del fraile dominico de dicho convento Fray Pedro de Santa María Ulloa, conocido como el apóstol del Rosario, que había fallecido el día 6 de ese mes de junio de 1690. Los hermanos de la Alegría congregados en San Bartolomé se echaron espontáneamente a las calles para rezar el Santo Rosario.
A pesar de los vaivenes de la historia nunca ha perdido la hermandad su impronta y devoción rosariana, manteniéndose con celo en la actualidad el rezo público del mismo en la forma en que se generalizó a partir de los primeros años del siglo XVIII por Fray Diego de Cádiz, con cruz alzada y faroles, y presidido por el simpecado de la Señora".

Vemos en esta sala en primer lugar otra vitrina con más documentos históricos. Así, observamos el cuaderno de agregación de la Hermandad de la Alegría a la Archicofradía del Rosario de San Pablo, recogiendo todas las gracias e indulgencias y con un listado de todos los hermanos en el año 1718 y en el periodo de 1721 a 1776.


Seguimos con el libro de actas del periodo 1731-1759, donde se recoge la autorización para restaurar la primitiva imagen de la Santísima Virgen.


Vemos también un pedazo de tejido donde consta la autoría de los bordados de un vestido de la Virgen y del Niño de mediados del siglo XIX por parte de dos camareras, quienes asimismo se hicieron cargo del coste.


Seguimos con la convocatoria de la novena a la Virgen de la Alegría celebrada en junio de 1872.


Al lado está el libro de hermanos del periodo 1814-1852, abierto por el asiento de Joaquín Felipe Llorente el 7 de mayo de 1826, quien fuera hermano mayor y gran benefactor de la hermandad, aunque moriría sólo cuatro años después.


Del mismo año de 1826 es el contrato con la bordadora Antonia Bajuelo de un manto de raso de color granate con bordados en plata, que fue confeccionado entre los meses de julio y noviembre.


En el libro de actas de 1824-1848 se recoge el acuerdo de restauración de la Virgen de la Alegría por parte de Juan de Astorga con fecha 21 de enero de 1827.


En 1828 la hermandad estrena libro de reglas tras la aprobación de las nuevas por parte del Real y Supremo Consejo de Castilla el 29 de febrero del mismo año. Vemos el libro abierto por las láminas en las que en acuarela se representa a la Virgen de la Alegría y a San Bartolomé y San Fernando.


Continuamos con las partituras de las "Coplas a Nuestra Señora de la Alegría", compuestas hacia 1900 por M. Lerdo de Tejada con letra de Juan Gómez Quintana.


Finalmente, vemos el dibujo de la instalación definitiva del altar de plata en la capilla de la hermandad y la carta en la que la corporación invita a hermanos y feligreses a su bendición, lo que tuvo lugar el Domingo de Resurrección 15 de abril de 1968.





Sobre la vitrina se expone un exvoto pintado en 1822 que narra el suceso ocurrido a José Ascarza, quien, tras precipitarse desde los Caños de Carmona y resultar gravemente herido, sanó de sus dolencias al encomendarse a la Virgen de la Alegría.


Ocupando una de las paredes de esta sala vemos un conjunto formado por el simpecado de la hermandad, dos faroles y dos dalmáticas. El simpecado es del siglo XVIII, de autor desconocido, y está bordado en oro a realce sobre terciopelo burdeos, con una pintura al óleo de la Virgen cuando se mantenía en su estado original de talla completa. Los faroles son de forja y cristal sobre vara de madera, del siglo XX; y las dalmáticas son del siglo XVII, aunque la hermandad las adquirió en 1761. Son de terciopelo de algodón y otomán de seda bordado en oro tendido y milanés.








Reproducimos a continuación otro texto, referido al ya mencionado hermano mayor y benefactor Joaquín Llorente:

"Las epidemias y los sucesos políticos de los comienzos del siglo XIX hicieron mella en la hermandad, que sufrió unos años de cierta postración. Pero a partir de 1826, la llegada a la hermandad de Joaquín Llorente Teruel, administrador de Aduanas, llevó a la hermandad a un vertiginoso esplendor, recuperándose sus cultos y sobre todo incrementando sobremanera su patrimonio.
En 1828 se aprueban nuevas reglas y la hermandad se agrega a distintas órdenes religiosas, obteniendo incontables gracias y privilegios. En los pocos años de hermano mayor de Don Joaquín, el enriquecimiento material y espiritual de la hermandad es impresionante, teniendo en cuenta que falleció en agosto de 1830.
De estos años son el altar portátil para la novena (hoy instalado de forma permanente en la capilla), sus candeleros y blandones, la reja de la capilla, el manto bordado en plata, la peana del paso, el rosario de oro, así como diversas alhajas y elementos del ajuar litúrgico".

Joaquín Llorente donó en 1829 un copón de cobre repujado y dorado que vemos a continuación, junto a dos de los candelabros de plata labrados en 1791 por José Guzmán el Mozo.



Al lado se expone un bocaporte pintado al óleo sobre lienzo en 1828, que es la pintura que se ponía en el camarín del altar de novena para sustituir a la Virgen de la Alegría.


Se muestran ahora dos jarras de metal plateado del siglo XIX que formaban parte del exorno del antiguo paso de la Virgen de la Alegría.



A continuación, vemos un conjunto formado por el manto ya mencionado de Antonia Bajuelos (1827), que originalmente tenía como soporte el raso granate, pero que actualmente es de terciopelo rosa tras ser pasado por las Madres Filipenses del Convento de Santa Isabel. Fue donado por Joaquín Llorente, al igual que la saya, bordada en plata sobre raso de seda blanco.





"Patrona del barrio de la Judería" es el título del último texto que encontramos en la exposición:

"La Hermandad de Nuestra Señora de la Alegría es un referente en su barrio de la Judería, que siempre la ha considerado su Patrona. De hecho, desde 1880 se titula con el nombre de Virgen de la Alegría la estrecha calle que pasa por los pies del templo, siendo quizá uno de los más antiguos ejemplos en el nomenclátor cofradiero.
En 1877 había nacido en el número 22 de la calle Vidrio el apóstol de los sagrarios abandonados, San Manuel González, bautizado en la Parroquia de San Bartolomé. Fue arcipreste de Huelva, obispo de Málaga y Palencia, y, sobre todo, gran impulsor de la devoción eucarística como fundador de congregaciones eucarísticas para seglares y consagrados. Fue beatificado en 2001 por San Juan Pablo II, acogiéndolo entonces la hermandad como titular, y canonizado en 2016 por el Papa Francisco.
Hoy en día la hermandad apuesta por abrirse y darse a conocer a la ciudad, por mantener su rico patrimonio, el esplendor de sus cultos y la triunfal procesión de gloria de Nuestra Señora de la Alegría en mayo. Su paso por las estrechas calles de la Judería con los guardabrisas pasando milimétricamente entre cierros y balcones es una de las estampas más clásicas de la primavera sevillana. Su besamanos del Domingo de Pascua de Resurrección es además el tradicional acto que abre el tiempo de Gloria en nuestra ciudad de Sevilla".

Continúa la exposición con la saya de tisú de plata bordado en oro de autor desconocido (1854), que es la habitualmente utilizada en las salidas procesionales.


Y junto a la saya procesional, el manto de salida, de Eduardo Rodríguez, bordado en oro a realce sobre terciopelo rojo en 1924 siguiendo un diseño renacentista. Custodian el manto dos de los candelabros del paso, de madera tallada y dorada, obra de Manuel Fuentes (1930).













Ahora se nos muestran las varas de presidencia de la hermandad, realizadas en el siglo XIX en plata y plata dorada por un autor desconocido. En las galletas se reproduce el escudo de la corporación.



Vemos también el cartel conmemorativo del CCCL aniversario de la Hermandad de la Alegría, realizado en papel sobre tabla por Manuel Caliani Santos con técnica mixta, que incluye acuarela, cartulina, papel y textil, lo que da como resultado un colorido collage donde aparecen las frases "¡Viva María! ¡Viva Nuestra Señora de la Alegría!", sacadas del estribillo de sus coplas.


La exposición termina con dos vitrinas que muestran importantes enseres del ajuar de la Virgen de la Alegría. En la primera están la corona procesional de la Virgen, de plata dorada repujada y cincelada; la corona del Niño, de plata dorada repujada y calada; y el cetro, de plata dorada, todo ello del siglo XVII.




Y en la segunda vitrina encontramos un rosario de filigrana de oro de 1827 con una cruz de la que cuelgan tres medallas; el ramillete del cetro, de plata y cristal a imitación del diamante, del siglo XIX; y un juego de joyas de filigrana de oro y brillantes de principios del mismo siglo.




Hasta el próximo domingo permanecerá abierta esta interesante exposición de una de las hermandades de gloria de mayor peso histórico de la ciudad de Sevilla y que alcanza ya los tres siglos y medio de intensa vida.

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