martes, 18 de octubre de 2022

NO LA TOQUÉIS YA MÁS, QUE ASÍ ES LA VIRGEN DE LAS AGUAS DEL MUSEO


Adaptando aquel famoso verso de Juan Ramón Jiménez y cambiando la rosa a la que el onubense se refería por la Virgen de las Aguas de la Hermandad del Museo, habría que decir, habría que gritar, algo así como "No la toquéis ya más, que así es la Virgen de las Aguas". O al menos así debería ser. Tal cual salió el pasado lunes a las calles de su barrio en una procesión extraordinaria brillante (sin necesidad de establecer comparaciones) que fue el culmen de la celebración de los 250 años de la dolorosa de Cristóbal Ramos.
Y es que la hermandad tuvo a bien regalarnos a los cofrades una noche de Lunes Santo (esa noche que se nos robó los últimos tres años) en pleno mes de octubre, con la Virgen de las Aguas luciendo sus manos originales, las que le hizo su autor en 1772. Unas manos entrelazadas que incomprensiblemente la hermandad sustituyó por unas nuevas de Infantes Reina cuando en 1922 estrenó paso de palio, dejando de ir desde entonces en el único paso que tenía la cofradía a los pies del Santísimo Cristo de la Expiración. Y ahí fue donde una dolorosa tan personal y única como es la Virgen de las Aguas perdió una parte importante de su personalidad, cambiando sus manos primitivas por unas manos más, como las de cualquier otra imagen de igual iconografía.
Con gran acierto, la junta de gobierno de la corporación decidió que para su salida extraordinaria del pasado sábado la Virgen recuperaría sus manos originales. Todo un regalo, sin duda. Pero, en la práctica se quedará en un caramelito fugazmente consumido cuando en su capilla, en su besamanos y el próximo Lunes Santo veamos a la Virgen de las Aguas con unas manos que no son las suyas.
Eran las cinco y media de la tarde cuando el paso de palio, bajo la luz del día, salía de la capilla para la misa conmemorativa que el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, iba a presidir en la misma plaza del Museo, delante de la fachada del pequeño templo. Con ella se clausuraba la misión evangelizadora que durante el último año ha llevado a cabo en la feligresía la Hermandad del Museo.
Después llegó la salida extraordinaria, que comenzó a las nueve menos cuarto, prácticamente a la misma hora a la que el Lunes Santo se pone en camino la cofradía. Y como sucede siempre, el paso de palio rodeó la plaza al completo antes de tomar, no Alfonso XII hacia la Campana, sino en este caso la calle San Vicente, donde visitó el Convento de las Siervas de Jesús, antes de dirigirse a la Parroquia de San Vicente. En ella fue recibida por las hermandades de las Penas y las Siete Palabras. De hecho, llegó a la puerta de Cardenal Cisneros con la marcha "Jesús de las Penas" y, tras la intervención del coro de la Hermandad del Rosario de los Humeros, se marchó con "Pasan los campanilleros".
Hay que mencionar en este sentido que el acompañamiento musical corrió a cargo de la Banda Municipal de Música de La Puebla del Río, ya que la banda habitual de la Virgen de las Aguas, la de la Oliva de Salteras, tenía un compromiso con la Virgen de la Soledad Coronada de su propio municipio. La estrecha relación entre ambas bandas facilitó buscar sustituta para esta salida extraordinaria. Y la Banda de La Puebla sonó magníficamente bien, con mucha fuerza y alternando marchas más solemnes con composiciones alegres, como es el repertorio tradicional de la Virgen de las Aguas. Impresionante fue el discurrir del paso de palio por Cardenal Cisneros a los sones de "Soleá, dame la mano" y luego el giro lento a Jesús de la Vera-Cruz con "María Santísima del Dulce Nombre".
En esta calle hubo dos paradas destacadas. La primera en la capilla del Colegio de las Esclavas, donde las religiosas le cantaron a la Virgen, y la segunda, tras llegar hasta allí con "Coronación de la Macarena" y con "Virgen de las Tristezas" (marcha que apenas se interpreta), en la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, donde la dolorosa de las manos entrelazadas fue recibida por la Hermandad de la Vera-Cruz.
La Virgen de las Aguas estrenaba en esta salida una saya conmemorativa del CCL aniversario de la imagen, bordada por Manuel Solano en oro sobre tisú de plata, reuniendo diversas técnicas de bordado a lo largo de toda la superficie. Por otro lado, en lugar de su clásico tul, lucía una mantilla alrededor de la cabeza que caía por detrás sobre el manto.






















Con una cantidad de cangrejeros algo exagerada, aunque en cierto modo comprensible por la estrechez de las calles que conformaban el itinerario, el paso de palio se alejó de la cofradía hermana del Lunes Santo, en cuya puerta estaba el presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Francisco Vélez, a los sones de "Virgen de las Aguas", la composición de Santiago Ramos que tanto se identifica con la dolorosa.
El palio tomó entonces la calle Baños, donde se añadieron algunos cangrejeros más, éstos debido a los agentes de la Policía Nacional que iban delante del paso, que empezaron a quitar gente de las aceras argumentando que no cabría con más de una fila en uno de los lados de la calle. Aún fue peor en el tramo entre Miguel Cid y San Vicente, donde la estrechez se acentúa aún más.
En Baños la Banda de La Puebla interpretó marchas como "Procesión de Semana Santa en Sevilla", que precisamente sonó tres días antes en esta zona tras la Virgen del Rosario de los Humeros (ver), "La Virgen del Museo", "Rocío" y "Virgen de las Aguas". En este sentido es importante comentar que "La Virgen del Museo" es una marcha de Jesús Joaquín Espinosa de los Monteros estrenada este mismo año con motivo del CCL aniversario de la dolorosa.


















Desde Baños, el cortejo, del que formaban parte la cruz de guía, el simpecado, el libro de reglas y el estandarte corporativo, giró a Goles en dirección al siguiente punto de interés, que estaba en la Capilla de las Mercedes. Hasta ahí llegó la Virgen de las Aguas con una doble interpretación de "Madre Hiniesta". Se detuvo ante la puerta y luego se alejó por San Laureano con "Pasa la Virgen Macarena", marcha que también sonó dos veces, mientras desde la azotea de la capilla se tiraron algunos pétalos.









La procesión había acumulado ya bastante retraso. De hecho, la hora anunciada para la entrada era la una de la madrugada y dejaba la Capilla de las Mercedes cuando faltaban menos de treinta minutos para dicha hora. 
Las campanas de la cercana Capilla del Rosario de los Humeros repicaron al tener a la Virgen de las Aguas en sus inmediaciones. Una representación de la hermandad con su estandarte salió a recibirla en la esquina de San Laureano con Marqués de Paradas y le cantaron la Salve. A continuación, el paso tomó la calle, con diferencia, más amplia de todo el itinerario con la marcha "María Santísima del Subterráneo", seguida después por "La Virgen de las Angustias".
La amplitud de la calle no redujo en gran medida la sensación de enorme cantidad de gente acompañando a la Virgen de las Aguas, que después giró a Pedro del Toro con "Hiniesta Coronada". La marcha había terminado cuando el palio seguía ganando metros quizá para recuperar algunos minutos del retraso. No se detuvo hasta llegar a la confluencia con Gravina. Desde este punto, a la Virgen de las Aguas le quedaban las calles habituales de las últimas horas del Lunes Santo.
















Por el segundo tramo de Pedro del Toro la Virgen de las Aguas se adentró sonando de nuevo la marcha "La Virgen del Museo". Más adelante, en el pequeño tramo de Bailén y hasta bien entrada la calle Miguel de Carvajal, la Banda de La Puebla tocó "La Madrugá", composición interpretada dos veces y durante la que el paso de palio realizó una impecable revirá como las de cada Lunes Santo por esta zona.
Después, la Virgen de las Aguas alcanzó la plaza del Museo con "Como tú, ninguna", a la que siguió, tras una saeta cantada por alguien en la misma plaza, "El Corpus".







No sonó "Amarguras" en la recta ante la fachada del Museo de Bellas Artes, como muchos esperaban. Pero el que no faltó fue otro clásico tras el paso de palio: la marcha "Nuestro Padre Jesús", que la banda interpretó para el giro hacia la propia capilla. Luego, como era esperable, fue el turno de la composición "Virgen de las Aguas", que se oyó dos veces seguidas mientras el palio realizaba un giro de ciento ochenta grados ante la puerta.
Después de una parada para que los costaleros se dieran la vuelta, la Virgen de las Aguas se acercó en silencio a la puerta y entró por ella, momento en que la banda tocó el Himno de España a las dos y veinte de la madrugada.









La última estampa que nos dejó la Virgen de las Aguas tras su entrada, y ya con la puerta cerrada, fue su contemplación tras una de las ventanas enrejadas de la capilla. Así nos despedimos de la dolorosa orante de las manos entrelazadas.
El mejor legado que nos podría dejar desde el punto de vista artístico y patrimonial la celebración de los dos siglos y medio de la imagen de Cristóbal Ramos sería precisamente recuperar definitivamente esas manos tan expresivas, tan suyas. Entre otras razones, por respeto al propio Ramos, al que la hermandad dedicó orgullosa y con todo merecimiento una gran exposición la pasada Cuaresma (ver).

No hay comentarios:

Publicar un comentario