lunes, 31 de octubre de 2022

EL TRASLADO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS DE JEREZ A LA CATEDRAL


Jerez ha acogido este fin de semana el IX Congreso Nacional de Hermandades y Cofradías de Nuestra Señora de las Angustias, que ha reunido a corporaciones de esta advocación procedentes de un total de veinticuatro ciudades de toda España.
El congreso comenzó el viernes, con la acogida de los participantes, cerca de doscientos, y varias visitas, como a las iglesias de Santiago y de San Juan de los Caballeros. El sábado hubo algunas conferencias, visitas a puntos de interés de la ciudad y se eligió la localidad valenciana de Sueca para albergar el décimo congreso el año que viene.
Ya por la tarde el protagonismo lo tuvo por completo la Virgen de las Angustias, que fue trasladada en su paso procesional a la Catedral, donde este domingo iba a tener lugar la solemne eucaristía pontifical de cierre del congreso, oficiada por el obispo de Asidonia-Jerez, José Rico Pavés.
Fue un traslado de apenas dos horas y a un ritmo muy rápido, quizá demasiado, durante el que la cofradía recorrió a la inversa prácticamente el mismo itinerario que sigue cada Domingo de Ramos en su vuelta a la capilla desde la Catedral.
Todo comenzó a las siete de la tarde, cuando se abrieron las puertas de la Capilla de las Angustias, en la plaza del mismo nombre. Delante se había montado durante la mañana una alfombra de sales en la que, entre dos franjas con los colores de la bandera española, veíamos el logotipo del IX Congreso de las Angustias, el escudo de Jerez y el lema "Causa nostrae laetitiae" ("Causa de nuestra alegría"), todo ello sobre un fondo de color negro, como el de los nazarenos de la hermandad.


La cruz de guía daba inicio al cortejo, del que formaron parte cofrades de las hermandades que asistieron al congreso. Sólo dos de ellas participaron con sus estandartes en este traslado de ida: la de Zamora y la de Granada. A continuación, iba una representación de la Asociación de María Auxiliadora del Oratorio Festivo, muy vinculada con la Hermandad de las Angustias de Jerez, y la de la Candelaria, corporación con la que está hermanada.
Después, seguida de varias parejas de hermanos de la cofradía jerezana con cirios blancos, veíamos la insignia más antigua y característica de la Hermandad de las Angustias, como es el llamado Pendón de los Siete Cuchillos. Finalmente, tras la presidencia, iban la Capilla Musical Sonos Angeli y el cuerpo de acólitos.








No tardó en alcanzar la puerta de la capilla el paso de la Virgen de las Angustias, que recorrió la nave del templo desde el altar. En el paso se vio nuevamente al conjunto formado por la Virgen, talla anónima, y el Cristo Yacente, de Ramón Chaveli, sobre una antigua peana de las llamadas de carrete y de estilo rocalla del siglo XVIII, recuperada para la salida procesional el Domingo de Ramos de este mismo año.
Comandado por el capataz Joaquín Bernal Benítez, el paso de las Angustias salió de la capilla y bajó la rampa hasta el asfalto de la plaza. No se detuvo en cuanto estuvo ya en la calle, sino que, demostrando desde el primer momento la prisa que iba a caracterizar a este traslado, giró a su izquierda y después a su derecha, de forma que hasta que no se detuvo casi a la altura de la calle Molineros no se subió la cruz situada tras la Virgen.
Hay que mencionar que en el momento de la salida la Capilla Musical Sonos Angeli estrenó la composición "Mater Dolorosa", de Antonio Moral Jurado, basada en distintos pasajes de la marcha "Al pie de la cruz" que Germán Álvarez Beigbeder dedicó a la Virgen de las Angustias. Otras piezas que iban a sonar durante el traslado fueron "Plegarias del Valle", "Tríptico de la Mortaja", "El Desconsuelo", "El Nazareno del Calvario" o el "Ave María" de Listz.
















La Virgen de las Angustias, que lucía su corona procesional y un enorme broche con el corazón traspasado por los siete puñales, vestía su manto de salida, de terciopelo de seda color burdeos bordado en oro a finales del siglo XVIII, y una saya del mismo color también bordada.
Sobre su paso y tras dejar atrás su plaza, recorrió la calle Molineros, desde la que salió a Ramón de Cala. Prueba de la injustificada velocidad que llevaba la cofradía es que en la misma confluencia entre ambas calles hubo un momento en que el paso llegó a adelantar a algunos acólitos. Al completar el giro, el paso se detuvo para un relevo de costaleros y los acólitos pudieron regresar a su posición habitual.





















El paso, magnífica obra de Manuel Guzmán Bejarano, se levantó tras el relevo de costaleros y siguió avanzando por Ramón de Cala hacia la Cruz Vieja, para tomar después la calle Barja en dirección a la Parroquia de San Miguel.
Allí, ante la puerta principal del templo, recibió a la Virgen de las Angustias la Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud, con la que también está hermanada. Ante la representación de la cofradía que abre la Madrugada del Viernes Santo se detuvo el paso de las Angustias, que contaba con un exorno floral de color blanco, lo que nunca ocurre el Domingo de Ramos (suele ser rojo o, como este año, morado). En concreto, llevaba rosas, lisiantum, minicalas, astilbe y phalaenopsis, además de helecho entre las flores, y ramas de eucalipto detrás, a los pies de la cruz.


















Tras la parada ante la Hermandad del Santo Crucifijo, cuyos cofrades rezaron la Salve, la Virgen de las Angustias siguió su camino por la calle Santa Cecilia, continuando después por San Agustín y Conde de Bayona hacia la calle Puerto. Desde ahí, buscó la Alameda Vieja pasando junto a la torre octogonal del Alcázar.
En una parada en esta zona un hermano aprovechó para subir a colocar bien una tulipa del candelabro delantero del costero izquierdo, que estaba muy suelto y existía el riesgo de que cayera en una levantá. En este sentido, hay que remarcar que desgraciadamente corría un aire que hacía muy complicado mantener los codales encendidos en estos candelabros que tienen una curiosa particularidad; y es que su forma se inspira en la de los candelabros de cola de un paso de palio, pero se orientan hacia el interior del paso en lugar de hacia fuera.





















Tras su paso por la Alameda Vieja, la Virgen de las Angustias tomó la calle Manuel María González, cerca ya de alcanzar la Catedral. Por esta zona se redujo la velocidad a la que iba el paso, lo que permitió disfrutar algo más de un conjunto magnífico de talla y escultura, encargado cada año de cerrar en la carrera oficial la primera jornada de la Semana Santa.
Bajó después la característica calle De la Rosa, junto a la bodega de González Byass, cuyos muros casi rozan todos los pasos que discurren por ella cuando regresan ya a sus templos tras haber realizado su estación de penitencia en la Catedral, o cuando van a ella, como era este sábado el caso de las Angustias.





















Llegó así la Virgen de las Angustias a la plaza de la Encarnación, desde la que se dirigió al Reducto para alcanzar la puerta principal de la Catedral. Ante ella se detuvo durante algunos minutos, ya que se dio algo de tiempo al encargado de encender la candelería para que la entrada en el primer templo de la Diócesis de Asidonia-Jerez se realizara con el mayor número de codales encendidos. A continuación, el paso se levantó por última vez en la calle y entró en la Catedral.


















El canónigo Luis Piñero Carrasco fue el encargado de recibir a la Virgen de las Angustias, acompañado por miembros de las hermandades del Santísimo Cristo de la Viga y del Resucitado, que tienen en la Catedral, dedicada al Señor San Salvador, su sede canónica.
A continuación, con los participantes del cortejo haciendo un pasillo a la Virgen, el paso fue conducido por la nave de la Epístola hasta el presbiterio, donde fue ubicado en el lado derecho. Allí quedó situado de cara a la eucaristía pontifical que tendría lugar en la mañana del domingo y a la que el canónigo emplazó a todos los que habían asistido a este traslado.

















Antes de abandonar la Catedral y acudir al bodegón donde iba a celebrarse la cena de gala prevista en el programa de actos del congreso, algunos de los miembros de las hermandades asistentes aprovecharon para hacerse fotos ante el paso. Una cofrade de alguna de estas corporaciones confesaba en voz alta haberse emocionado al ver caminar por el interior de la Catedral a la jerezana Virgen de las Angustias. Y aún quedaba vivir junto a ella el solemne pontifical y el regreso a su capilla en una luminosa mañana de domingo.

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