jueves, 6 de octubre de 2022

PEDRO RIVERA, MUY PRESENTE EN EL RECUERDO EN LA SALIDA DE SANTA LUCÍA


Las cofradías son sus hermanos, y hay hermanos que son su cofradía; caras reconocibles alrededor de unos titulares, de unos cultos, de unos pasos... Pedro Rivera Gutiérrez era uno de esos cofrades imprescindibles, casi ubicuos. Lo era en los Servitas y también en la Hermandad de Santa Lucía, que este domingo salió a las calles con Pedro, con "nuestro hermano Pedro", como dijeron varias veces el capataz y el hermano mayor, muy presente.
Pedro falleció a finales del pasado mes de junio y el domingo se notó mucho su ausencia; se notó la falta de ese cofrade de muchos años de antigüedad que se movía por el cortejo, pero especialmente alrededor del paso, para que todo saliera estupendamente.
Después de la lluvia del año pasado, que obligó a regresar antes de tiempo (ver), Santa Lucía salió el domingo bajo un sol radiante y un cielo despejadísimo, quizá para que Pedro pudiera ver con detalle su cofradía. O quizá no estaba arriba, sino como siempre, alrededor del pequeño paso de una imagen a la que se pudo ver esplendorosa tras la impecable restauración llevada a cabo en los últimos meses por Enrique Gutiérrez Carrasquilla (ver).
Los grupos jóvenes de la Milagrosa, la Lanzada, la Trinidad, los Gitanos, la Exaltación y la Resurrección de La Rinconada formaron parte del cortejo de la cofradía, así como los estandartes de la Exaltación y de la Virgen de la Sierra.
El itinerario de este año hizo que la santa se encaminara tras salir hacia la plaza de los Terceros y la calle Sol, donde se presentó ante la Hermandad de la Cena, y luego en San Román tomase la calle Matahacas, por la que se internó mientras la Banda de Música Nuestra Señora del Sol interpretaba "La Estrella Sublime". Posteriormente, sonaría "Hosanna in excelsis".
En esta calle el capataz, Juan León Lozano, dedicó una levantá a Pedro, cuyo recuerdo en el paso se veía en el crespón que colgaba ante la cartela del respiradero frontal. Además, en uno de los candelabros delanteros, como ocurre desde hace unos años, iba un lazo verde que promovía la donación de órganos.

















Con "Triana de Esperanza", el paso salió a la calle Pinto, donde hubo otra levantá dedicada, en este caso al responsable de la restauración de Santa Lucía. "La ha dejado nueva, parece que ha nacido ahora", indicó el capataz. Seguidamente, tomó la calle Valle a los sones de la melancólica marcha "Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono".





















Tras una parada cerca de la esquina con la calle Verónica, el paso se levantó y se encaminó hacia el Santuario de los Gitanos con la marcha "Reina de San Román". Varios miembros de la hermandad de la Madrugá, entre ellos su hermano mayor, José María Flores, estaban en la puerta del templo, hasta la que llegó Santa Lucía, parándose justo delante sin llegar a entrar, como sí ha hecho en alguna otra ocasión.
Justo en este punto es donde el año pasado empezó la lluvia, pero en este caso nada iba a deslucir este momento. Los cofrades de los Gitanos rezaron el Ave María y después Juan León dedicó la levantá y la siguiente chicotá a la hermandad que estaba recibiendo a la santa y a todos los hermanos que están enfermos en la cama: "Que siempre tengan el auxilio de Santa Lucía". Con la marcha "A ti, Manué" el paso se marchó por Verónica.
























En la calle "Verónica" la Banda del Sol tocó después "Encarnación Coronada", seguida por "Valle de Sevilla" cuando el paso giraba a la derecha en Butrón, calle que después recorrió a tambor hasta el complicado giro a Sol, que lo hizo a los sones de "Aniversario macareno".
A continuación, volvió a pisar la plaza de San Román, pero en este caso para detenerse unos minutos ante la puerta del templo donde la hermandad estuvo residiendo durante los años en que Santa Catalina estuvo cerrada por su mal estado. A San Román llegó el paso con la marcha "Rocío" y posteriormente se marchó por Peñuelas con "Triana".
























Desde Peñuelas, Santa Lucía tomó luego Bustos Tavera mientras sonaba la marcha "Macarena", de Emilio Cebrián. Después el paso se paró y, cuando se levantó, fue en silencio hasta la puerta del antiguo Convento de la Paz, donde recibió a la santa una representación de la Hermandad de la Mortaja con su estandarte corporativo. Ante la puerta, el capataz volvió a recordar a Pedro, que era también hermano de la cofradía que cierra el Viernes Santo.
Instantes después, el paso empezó a moverse con la marcha "Pasa la Virgen Macarena", con la que se giró levemente hacia el antiguo convento antes de continuar por Bustos Tavera, saliendo luego a la plaza de los Terceros.
Santa Lucía tenía delante su casa de Santa Catalina, pero la salida procesional aún no había terminado. Con la marcha "La Virgen de Sevilla", pasó de largo por la puerta para tomar la parte más estrecha de Alhóndiga y cruzar después hacia el resto de la calle.























Santa Lucía alcanzó la plaza de San Leandro con la marcha "Madre Hiniesta" y, tras un relevo de costaleros, rodeó la plaza con "Soledad franciscana", llegando hasta la misma puerta del convento de religiosas agustinas, ante la que se volvió y se paró. Las hermanas le cantaron a la santa y la siguiente levantá, realizada a pulso por los costaleros, se les dedicó.























Dos marchas se escucharon antes de llegar al momento más emotivo de esta salida procesional. Fueron "Mi Amargura", con la que Santa Lucía se alejó del Convento de San Leandro, y "Madrugá macarena", con la que tomó la calle Francisco Carrión Mejías, la calle donde vivía Pedro Rivera.
Su viuda, sus hijos y sus nietos estaban en la puerta, viendo pasar a la cofradía. Los más pequeños tenían un ramo de flores para la santa. El hermano mayor de la corporación, Juan Antonio López, se acercó muy emocionado hasta la mujer de Pedro y le entregó un cuadro con el cartel de la salida de este año. 
Después, fue hacia el paso y se dirigió a los costaleros: "Llevo de hermano mayor cinco años y sabéis que no me gusta hablaros a los costaleros porque eso es cosa de Juan. Pero hoy os quiero decir que sé que siempre os acordáis en cada levantá de vuestra familia y yo ahora os pido que os acordéis de Pedro". Pero no fue el hermano mayor quien tocó el llamador, sino un hijo y un nieto de Pedro. El paso se levantó y se marchó a tambor acercándose poco a poco a Santa Catalina.














Cuando la salida procesional estaba llegando a su fin, el paso abandonó Francisco Carrión Mejías y cruzó a Ponce de León a los sones de "Esperanza de vida". Después, antes de tomar la pequeña calle Santa Catalina, el capataz recordó que el domingo era la festividad de los Santos Ángeles Custodios, patronos de la policía. "Aquí vamos dos", dijo Juan León, que dedicó la siguiente levantá a todos los agentes y especialmente a los que han fallecido en el último año.
A continuación, la Banda del Sol tocó "Siempre la Esperanza" y el paso avanzó hasta llegar ante la misma puerta del templo. Luego el paso se levantó, sonó el Himno de Santa Lucía y el paso fue girando para entrar. Durante el propio giro, los costaleros fueron dándose la vuelta según se lo indicaba el capataz a cada trabajadera para no tener que parar antes de realizar la entrada, lo que se produjo, con el Himno de España, a cuatro minutos de las tres de la tarde.





















Tal como entró, el paso se paró y el capataz avisó a los costaleros para que fueran a tomarse algo a un bar porque los priostes iban a bajar a la santa para devolverla a su altar y posteriormente tendrían que llevarlo hasta el almacén. Visto y no visto.
Así se cerró la salida de una santa recién restaurada que goza de gran devoción, titular de una hermandad muy activa que es muy agradecida con los suyos, como es el caso de Pedro; un hermano que era su cofradía, en una cofradía que son sus hermanos. Los que están y los que se fueron.

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