miércoles, 5 de octubre de 2022

EL CARTEL DE LA SALIDA EXTRAORDINARIA DEL SEÑOR DE LA RESURRECCIÓN


La Hermandad de la Resurrección he presentado el cartel anunciador de la salida extraordinaria del Señor que tendrá lugar el próximo 22 de octubre, con motivo del cincuentenario fundacional de la corporación. Rafael Laureano es el autor de esta obra, pintada al óleo sobre tabla y con unas dimensiones de 80x60 centímetros. La propia hermandad ha dado a conocer la completa explicación de la pintura:

"Presenta un fondo verde, que es el color de la esperanza, y no podía ser de otra forma tras los años que dejamos atrás. La esperanza es y está en Él, y en su resurrección. En este fondo vemos una forma geométrica, una estructura de rectas, oblicuas y curvas, porque el Señor escribe recto en renglones torcidos.
Él es el centro de la imagen y de Él emanan todos los símbolos y simbología representados en la obra. En el brazo vemos la Giralda, eje inconfundible de la ciudad a la que el Señor abraza. Detrás de ésta, apreciamos el ala del Ave Fénix, un ser mitológico de origen egipcio (asociado al sol y a las crecidas del Nilo), imperecedero en cuanto que cíclicamente muere y renace. Es adoptado por los cristianos desde el siglo I para representar a Jesús Resucitado, quien, como aquella criatura, resurge desde la muerte con una vida que nunca se extingue.
La estrella habla de la vinculación de la cofradía con el colegio de La Salle, donde tiene sus orígenes. Ésta también podemos verla en el nuevo palio de la Virgen de la Aurora, la verdadera estrella de la hermandad. A la izquierda del astro, vemos la cruz con serpiente de bronce, que aparece en el pasaje del libro de los Números en el que Moisés, urgido por Dios, confecciona tal efigie y la pone en alto para que todo aquél que la mirase sanara de las mordeduras de una plaga de serpientes. Siglos más tarde, Jesús mismo establece una analogía profética entre su muerte en la cruz y la serpiente mosaica elevada sobre un madero: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del hombre, para que todo hombre que en él crea tenga la vida eterna” (Jn 3, 14-15). Justo debajo, una calavera, pues Cristo vence a la muerte.
Sobre su brazo derecho, el pelícano que resucita a sus polluelos muertos regándolos con su sangre y tanto ama a sus crías que en tiempo de escasez se abre el pecho para alimentarlas con su sangre y su carne. En la derecha de la imagen y entrelazado con los pies vemos un pavo real, un ave que los primeros cristianos –a partir de creencias grecorromanas y orientales que lo asocian a la inmortalidad, la belleza, la gloria y la presencia y vigilancia divina– escogieron como símbolo de resurrección y vida eterna: su riquísimo plumaje, con su constelación de adornos semejante a la bóveda celeste donde mora Dios, se regenera cada primavera en un ciclo incesante de renovación. Se creía que el pavo real era inmune al veneno de ciertas serpientes y también, según experimentó San Agustín, que su carne no se descomponía al morir. Es fácil comprender, pues, que pudiera simbolizar tanto la propia Resurrección de Cristo como la adquisición de un renovado cuerpo glorioso que no conocerá la corrupción. Bajo este pavo, unas palmas, símbolo del martirio con la que todas las santas mártires son representadas en la iconografía cristiana. En este caso hacen alusión a Santa Marina, santa a la cual está dedicada la iglesia que es sede de la hermandad.
También apreciamos la tipografía RESURRECCIÓN, siendo lo que le da sentido a nuestra fe y que, como un elemento más, se encuentra entrelazado con los demás símbolos, destacando que la tilde de la “O”, son los tres clavos que le pusieron a Cristo y de los que sólo le quedan sus estigmas. Todo el fondo está pintado con acrílico y dorado excepto el resto de elementos que han sido pintados al óleo. El cráneo está superpuesto, pintado sobre papel italiano con acrílico.
Por último, nos queda el pez. Este es uno de los más antiguos símbolos con el que se representa al Salvador: pez en griego se dice ΙΧΘΥΣ, que son también las siglas de Iησοῦς Χριστός, Θεοῦ Υἱός, Σωτήρ, es decir, “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”. Los primeros cristianos lo utilizaban en frescos y sarcófagos como profesión de fe y como signo secreto para identificarse mutuamente. Por otro lado, el pez hace alusión a la historia de la ballena de Jonás (Jon, 1-2), con la que Jesús mismo profetiza su Resurrección: “Así como estuvo Jonás tres días y tres noches en el seno del cetáceo, así estaré yo tres días en el seno de la tierra” (Mt 12, 40); o a la multiplicación de los panes y los peces. Este pez no ha sido pintado por Rafael Laureano, ni tan siquiera diseñado, se ha hecho mediante el uso de la inteligencia artificial, que ha dejado de ser “ciencia ficción” para convertirse en una realidad con infinitas aplicaciones.
Y es que ha sido un programa informático el encargado de elaborar el trabajo. El software utilizado se llama DALL·E 2, anagrama de Salvador Dalí y el robot WALL·E de Pixar. Surgió hace poco menos de un año de la mano de Open-AI, compañía sin ánimo de lucro fundada por Sam Altman y Elon Musk, con la habilidad de elaborar imágenes digitales a partir de descripciones. Gracias a esta capacidad creativa, la IA es capaz de diseñar escenas o figuras de alta calidad, originales y en incontables estilos artísticos, con el único límite de la imaginación expuesta en la petición del usuario. Es la primera vez que se hace esto en un cartel".

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