La Hermandad del Cerro del Águila ha terminado con el besamanos los cultos anuales del mes de septiembre en honor a Nuestra Señora de los Dolores; un besamanos que comenzó en la tarde del sábado, continuó durante toda la jornada del domingo y ha terminado este lunes.
El montaje del besamanos ha ocupado el presbiterio alto de la parroquia, con la Virgen de los Dolores subida a una pequeña peana de plata en el centro de una gran alfombra con el escudo de la hermandad. Además, una tarima forrada en color rojo ocupaba la mayor parte del espacio, en el que se alzaba una escalinata que llegaba hasta el camarín de la dolorosa, ocupado por un trono que en su parte superior estaba rematado por dos ángeles sosteniendo una reproducción de la propia corona de la Virgen, la misma que llevaba puesta en el besamanos.
La Virgen de los Dolores vestía su manto procesional y la saya de tisú de oro bordada en el mismo metal, piezas ambas de Francisco Carrera Iglesias. Además, lucía un fajín rojo con borlones del mismo color, un puñal, un gran broche con un corazón traspasado por siete dagas y la Medalla de la Ciudad. La mano derecha es la que ofrecía a los devotos, mientras que con la izquierda sostenía un rosario con cuentas de carey engarzadas en oro.
En los laterales de la escalinata veíamos dos ángeles mancebos con faroles, así como varios blandones dorados con cera blanca, y algunos pies de base cuadrada con jarras que contenían varas de nardos. Y en los arcos que comunican el presbiterio alto con las cabeceras de las naves laterales, donde se encuentran el Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono y el simpecado de la Hermandad del Rocío del Cerro, había unos espejos de gran tamaño; y ante ellos, sendas mesas de madera dorada con pequeños candelabros con velas blancas.
Por otro lado, en la tarde de este domingo, coincidiendo con el besamanos, fue bendecido en el muro lateral del atrio de la parroquia un enorme retablo cerámico de la Virgen de los Dolores realizado por el ceramista Carmelo del Toro Ponce. Se trata de una obra en la que la dolorosa se ha representado a tamaño natural y de cuerpo entero, rodeada por una orla inspirada en los bordados del techo de su palio.
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