lunes, 5 de noviembre de 2018

MELANCOLÍA EN LA ÚLTIMA SALIDA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO DESDE SAN ROMÁN


Los cofrades siempre somos muy afectos a los momentos históricos (póngase la altura de lo “histórico” donde cada uno considere), a esas cosas que sólo pasan una vez o que pasan por vez primera o que, después de muchos años ocurriendo, ya nunca jamás se repetirán. Y eso nos lleva a la nostalgia y a la melancolía.
Algo de eso hubo el pasado jueves en la salida procesional de la Virgen del Rosario, de la Hermandad del Carmen de Santa Catalina. Fue la última desde la Iglesia de San Román, donde la hermandad ha residido durante los últimos catorce años por el cierre de Santa Catalina, monumento nacional que volverá a abrir sus puertas a finales de este mismo mes de noviembre.
Se oía en los comentarios de algunos de los hermanos que rodeaban el paso: “la última salida de San Román”, “esto ya no lo veremos por lo menos en muchos años”, “vamos a perder la estampa del arco ojival”, “la última vez que entramos aquí”… Y así en distintos momentos de la salida, siempre brillante, siempre medida, de esta hermandad con dos titulares marianas que salen todos los años en los mismos días, caiga como caigan en la semana: 16 de julio y 1 de noviembre.
El cambio de hora para el invierno, que sorprendentemente muchos defienden, hizo que a las seis y media de la tarde, hora prevista para la salida, estuviera ya atardeciendo en la ciudad. Con puntualidad, comenzó a salir el cortejo con la cruz alzada entre ciriales, seguida de la bandera de la Virgen, el libro de reglas, la representación de las hermandades de Santa Lucía y la Exaltación, el estandarte corporativo de la propia Hermandad del Carmen y Rosario de Santa Catalina, la representación de la Liga Naval Española y la presidencia; y antes del paso, el cuerpo de acólitos con cuatro ciriales.








Emilio Moreno, capataz de la hermandad, comenzó pronto a guiar el paso de la Virgen del Rosario desde el lado de la Epístola hasta la nave central y la puerta para efectuar la salida. Antes de cruzar el dintel, la Asociación Musical de La Algaba interpretó el Himno de Andalucía, como es costumbre en esta corporación. Después, ya en la calle, sonó el de España y el paso alcanzó el centro de la Plaza de San Román.
La primera marcha que sonó para la Virgen del Rosario fue “Rocío”, con la que el paso fue girando hacia la izquierda con la intención de dirigirse a la calle Matahacas, por la que fue ganando metros durante un rato antes de detenerse.














Tras una levantá en la que el párroco de San Román, Francisco José Blanc, tocó el llamador, la hermandad y la banda no olvidaron homenajear a la Esperanza de Triana, que ha celebrado sus seis siglos de historia, al sonar en Matahacas la marcha de Farfán “La Esperanza de Triana”. Después, otro momento de nostalgia con “Reina de San Román”, marcha con la que el paso, adornado con rosas, lilium, antirrhinum y nardos, giró a Escuelas Pías. En la calle anterior, además, hubo dos petaladas sobre la Virgen del Rosario desde los balcones.
Por Escuelas Pías, el paso avanzó con celeridad siguiendo las indicaciones de la Policía Local para despejar lo antes posible la zona de la Puerta Osario. Ello no impidió que sonaran otras dos marchas en este enclave, como fueron “Aniversario Macareno” y “Cristo en la Alcazaba”, ésta saliendo ya a la Plaza Jerónimo de Córdoba.


















Por última vez, otra de esas veces históricas, la Virgen del Rosario pasó de largo por su casa, Santa Catalina. Lo hizo a los sones de “La Estrella Sublime”, marcha escogida para el discurrir del paso por Ponce de León y para girar hacia la calle Santiago. La Asociación Musical de La Algaba comenzó a interpretarla por segunda vez, aunque la interrumpió al completar el giro.
Antes de adentrarse definitivamente por Santiago, el capataz se permitió dedicar una levantá a su nieto, que asistía a este momento desde la delantera del paso junto a su abuelo. Más adelante sonó la marcha “Macarena”, de Emilio Cebrián, y en la siguiente parada hubo otra dedicatoria, en este caso a la Liga Naval Española, muy vinculada a esta hermandad, y cuyo delegado hizo sonar el llamador.
Poco después, el paso se dispuso a girar hacia la calle Cardenal Cervantes con la marcha “Hermanos costaleros”, composición muy popular en la segunda mitad de los ochenta y durante los noventa, pero no muy interpretada actualmente. Con ella la banda hizo lo mismo que en el giro a Santiago: comenzó a tocarla por segunda vez y la interrumpió cuando ya el paso andaba de frente en el inicio de la calle.
La Virgen del Rosario siguió después con la marcha “Virgen de la Estrella” y después, ya en la Plaza de San Leandro, se desvió del camino que seguía el cortejo, que tomó el lado derecho de la plaza, para visitar a las hermanas agustinas del convento, al que llegó con “Macarena”, de Abel Moreno. Y una vez más, la banda cortó la segunda interpretación al quedar detenido el paso cuando ya miraba hacia el interior del cenobio.




























Con el paso frente al Convento de San Leandro, las religiosas le cantaron a la Virgen del Rosario y posteriormente una de ellas fue invitada por el capataz a tocar el llamador antes de que el paso fuera a reunirse con el resto del cortejo a los sones de “Virgen de las Aguas”, a la que después siguió por la plaza “Sevilla cofradiera” en dirección a la calle Alhóndiga.









El itinerario de la cofradía continuó por Almirante Apodaca, Doña María Coronel, Bustos Tavera, Plaza de los Terceros y Sol, ya de regreso a San Román. Precisamente, por Sol la Asociación Musical de La Algaba tocó “La Madrugá”, y tras una parada fue el turno de “La Virgen de Sevilla”, con la que definitivamente alcanzó la plaza, por la que después buscó la puerta a los sones de “Saeta cordobesa”.
Con el paso ya delante del templo, unos hermanos comentaban lo fácil que eran ahora las salidas y entradas con las obras realizadas recientemente por el Ayuntamiento, que hacen innecesaria la utilización de rampas de madera. “Ya lo podían haber hecho el primer año que vinimos y no el último”, decía uno. “Al menos ha quedado muy bien”, respondía otro.
Como ya ocurrió en julio con la salida de la Virgen del Carmen (ver), cuando también se comentaba melancólicamente que era la última salida desde San Román, la Asociación Musical de La Algaba cerró el acompañamiento con la marcha “Mi Amargura”. Comenzó a sonar antes de que se levantara, lo que hizo que diera a tiempo a escucharse completa antes de que la Virgen del Rosario se adentrara, sí, por última vez, en la que ha sido su casa durante catorce años.






















Eran las once menos veinticinco minutos de la noche cuando la banda tocaba el Himno de España, ya sin sonar previamente el de Andalucía, y las puertas de San Román se cerraban. Aunque la Hermandad de la Cena seguirá unos meses más acogida en este templo por las obras de la Iglesia de los Terceros, no habrá ya, al menos de momento, pasos saliendo del antiguo templo mudéjar. Los cinco pasos de las hermandades de la Exaltación, el Carmen y Santa Lucía realizarán por fin sus salidas de 2019 desde la añorada Santa Catalina.

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