viernes, 9 de noviembre de 2018

LA MERCED EN EL ARTE (1218-2018)


La sede del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla en la calle Sierpes acogió hasta el pasado domingo la exposición "La Merced en el arte. Conventos y hermandades de Sevilla en el octavo centenario (1218-2018)", dedicada a los 800 años que este año ha cumplido la orden que fundara San Pedro Nolasco.
Con este motivo, se reunieron diversas obras cedidas por las seis hermandades mercedarias de Sevilla (Pasión, Museo, Santo Entierro, Jesús Despojado, Santa Genoveva y Mercedes de la Puerta Real), así como de diversos conventos de la ciudad, como el de la Asunción, el de San Gregorio, el de San José y el de las Mercedarias Misioneras de Bérriz.
La vinculación de la Orden de la Merced con Sevilla se inicia en el mismo momento de la Reconquista por parte de San Fernando, sólo treinta años después de la fundación de la orden en Barcelona. De hecho, el recordado Convento Casa Grande de la Merced, hoy Museo de Bellas Artes, se fundó en 1251, un año antes de la muerte del Rey Santo.
Repasamos cada uno de los enseres que formaron parte de la muestra "La Merced en el arte", comenzando en el patio de la sede del Mercantil, donde recibía al visitante el techo del palio de la Virgen de las Mercedes, de la Hermandad de Santa Genoveva, obra del taller de Sobrinos de Caro finalizada en 1968. Lo importante, desde el punto de vista de la temática de la exposición, era ver la gloria del techo, donde se reprodujo con bordados en sedas de colores el cuadro "La aparición de la Virgen de la Merced a San Pedro Nolasco", de Alonso de Tovar. Según la tradición, la madrugada del 1 al 2 de agosto de 1218, la Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco y le animó a fundar una orden dedicada a rescatar a cristianos cautivos en el norte de África. La gloria actual es una copia de 2016 de la original, sustituida con la restauración del palio a cargo de Jesús Rosado.







También en el patio estaba uno de los varales del paso de palio de Nuestra Madre y Señora de la Merced, de la Hermandad de Pasión, obra de Cayetano González labrada en plata entre 1955 y 1956. En cada varal hay una escena de la vida de la Virgen María y una advocación mariana representada, siendo la del varal que se exponía precisamente la de la Virgen de la Merced.





Entrando ya en la primera de las salas de la exposición, contemplábamos en primer lugar la llamada Arca de Redención, un arca de tres llaves que se encuentra actualmente en el Convento de la Asunción y que perteneció al Rosario femenino de Nuestra Señora de la Merced del Colegio de San Laureano.


Volvemos al palio de la Merced de Pasión, ahora para ver uno de los paños laterales de los respiraderos, obra en plata de ley de los Hermanos Delgado (2000). Aparece representado San Ramón Nonato, otro de los más importantes santos mercedarios, así como cuatro de sus atributos: el capelo cardenalicio, el candado, símbolo del que los musulmanes mandaron colocarle en la boca para impedirle predicar la palabra de Dios cuando estaba cautivo, la palma del martirio y la Custodia por su especial adoración a la Eucaristía.








También del Convento de la Asunción es un óleo sobre lienzo del siglo XVII y de autor desconocido, en el que se representa a María de la Merced, Madre de Misericordia.


Seguimos con una pequeña talla de San Juanito, realizada en madera policromada en el siglo XVII y atribuida al círculo de los Hermanos Ribas. Es propiedad también del Convento de la Asunción.




Continuamos con la imagen de la Virgen de la Merced, conocida como la Comendadora, procedente del Convento Casa Grande de la Merced y hoy conservada en la Capilla del Museo, donde recibe culto a los pies de la única nave del templo de la cofradía decana del Lunes Santo. Es obra de José Montes de Oca de 1730, tallada en madera de cedro y pino, policromada y estofada.






Los conventos esconden pequeñas joyas como la siguiente, custodiada también en el Convento de la Asunción. Es una pequeña talla de un Nazareno atribuida con fundamento a Juan de Mesa, de 1620. Es de madera tallada y policromada, y se piensa que llegó al cenobio a través de la donación de un particular.



Y del mismo convento es una talla de un crucificado de madera de autor desconocido y fechada en torno al año 1600.


Volvemos a la Capilla del Museo, donde recibe culto una talla de vestir de San Ramón Nonato atribuida a Juan de Mesa, del primer tercio del siglo XVII. Los rasgos del rostro llevan a pensar en el imaginero cordobés, aunque hay que aclarar que las manos que tiene actualmente la talla no son las originales.




Observamos ahora unas varas de presidencia de madera de caoba con galletas de cobre plateado, pertenecientes a la antigua Esclavitud de Seglares de Nuestra Señora de la Merced, que tuvo su sede en la Casa Grande. Son de 1841 y se encuentran en el Convento de la Asunción, al que la esclavitud se trasladó cuando fue decretado el cierre del convento mercedario hoy Museo de Bellas Artes. Esta corporación pervivió hasta finales del siglo XIX.



A su lado, veíamos otra de las muchas obras del Convento de la Asunción; en este caso, una peana de madera de cedro realizada por una tal A. Salmón en el siglo XIX. Podría ser también propiedad de la esclavitud antes mencionada. Tiene tallada una alegoría de la Orden de la Merced donde vemos a distintos santos mercedarios junto a un rey (quizá Jaime I de Aragón o Fernando III de Castilla).


Del palio de la Virgen de la Merced de Pasión también se mostraba la imagen de la Inmaculada que figura en la delantera, obra de marfil tallado de origen indoportugués, de alrededor del año 1700. Cuenta con peana, ráfaga y corona de plata repujada y burilada.


De la misma hermandad es un antiguo simpecado reconvertido este mismo año en insignia del octavo centenario de la Orden de la Merced. Originalmente fue bordado sobre terciopelo morado por Patrocinio López en 1854, y este año ha sido José Antonio Grande de León el encargado de su restauración.




Seguimos con una talla de madera de cedro para vestir de San Pedro Nolasco, procedente de la antigua Casa Grande de la Merced, aunque actualmente se encuentra en el Convento de las Mercedarias Descalzas de Marchena. Es del primer tercio del siglo XVII y de autoría anónima.





Volvemos al Convento de la Asunción, donde se encuentra una escultura de barro cocido y telas encoladas de María de la Merced Redentora de Cautivos, atribuida al círculo de Cristóbal Ramos, de en torno a 1800.


En la primera sala había también dos vitrinas. En la primera de ellas se mostraban diferentes documentos, como un ejemplar de la "Historia General de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes", de Tirso de Molina, de 1637-1639; otro de "Celeste Real Patronato del Real, y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced Redención de Cautivos Cristianos", de Manuel Mariano Ribera (1725); y otro titulado "Annales del Orden de Descalzos de Ntra. Sra. de la Merced Redempción de Cautivos", de Pedro de San Cecilio (1669). Además, había un grabado de María de la Merced, Madre de Dios, propiedad del Convento de la Asunción y realizado a finales del siglo XVII sobre papel verdugado.





Y en la segunda vitrina veíamos el libro de reglas de la antigua Esclavitud de Seglares de Nuestra Señora de la Merced, de 1662, y tres enseres de la Hermandad de Pasión: unas pinturas al óleo sobre metal de los titulares, de 1850; las pinturas a témpera sobre pergamino del actual libro de reglas, de Manuel Chiappi Bergali (1968); y el boceto de la corona procesional de la Virgen de la Merced, pintado a carboncillo sobre papel por Cayetano González en 1957.





Llegamos a la segunda sala, donde en primer lugar veíamos un cuadro de la Parroquia de San Vicente con un retrato de la Beata Margarita María López de Maturana, fundadora en 1930 del Instituto de Mercedarias Misioneras de Bérriz, congregación con presencia en Sevilla.


A su lado, se mostraba un óleo sobre lienzo de Juan Antonio Rodríguez Hernández, quien en 1977 pintó al padre Clemente Vázquez, miembro de la comunidad mercedaria del Convento de San Gregorio que murió en 1964.


Continuamos con un conjunto de saya y escapulario de la Virgen de la Merced del Grupo Parroquial del Santísimo Cristo de la Misericordia, de la Parroquia de Nuestra Señora del Águila. Fue bordado en oro y sedas sobre tisú de plata por las Hermanas Martín Castillo en 2006.


A continuación, se podía ver el óleo sobre lienzo del mercedario Amerio Sancho Blanco, miembro del Convento de San Gregorio. Lo pintó Jaime del Toro en 1946. Sancho Blanco (1891-1959) colaboró en la elaboración de las reglas de la Hermandad de Santa Genoveva.


Precisamente, el siguiente de los enseres expuestos era el guión de la Coronación Canónica de la Virgen de las Mercedes de Santa Genoveva. Fue bordado en oro y sedas sobre terciopelo rojo por el taller de Fernández y Enríquez en 2001, con elementos de Orfebrería Maestrante.



Veíamos después una talla de San Miguel y otra de San Fernando, pertenecientes al altar mayor de la Capilla del Mayor Dolor, sede de la Hermandad de Jesús Despojado. La de San Miguel es de madera de pino tallada, policromada y estofada, mientras que la de San Fernando es de barro cocido, telas encoladas y ojos de cristal. Ambas se atribuyen al círculo de Cristóbal Ramos, del siglo XVIII, y han sido restauradas por Manuel Mazuecos García este mismo año, dentro del proceso de restauración integral de todo el retablo.




Después encontrábamos un óleo sobre lienzo de María de la Merced Madre de Dios, de autor anónimo y pintado en el siglo XIX. Es propiedad del Convento de San Gregorio.


En una vitrina se mostraban tres objetos de la Hermandad de Nuestra Señora de las Mercedes de la Puerta Real. Por un lado, el libro de reglas, con cubiertas de plata de ley repujada de Jesús Domínguez (1962). Estaba abierto por dos pinturas: una de un Cristo, pintada en el siglo XIX por Francisco Mitjana, y otra de la Virgen de las Mercedes, de Francisco Santos Infantes (1963).


A un lado y otro del libro de reglas estaban el escapulario, bordado en oro sobre tisú del mismo metal por Vicente Ramos Cadaval, y los grilletes que porta en sus manos la Virgen, de metal plateado y realizados por Gustavo Larios Jacinto. Ambas obras son de 2013.



De esta hermandad de la Puerta Real se exponía también el estandarte corporativo, bordado en oro y sedas sobre tisú de plata. Los bordados, que son de Carrasquilla, fueron pasados al soporte actual en 2013, ya que antes era de terciopelo rojo.



Y siguiendo con la misma hermandad, se exponía un altorrelieve de San Francisco de Asís procedente de algún retablo. Es obra anónima del siglo XVII realizada en madera dorada, estofada y policromada.


Las dos siguientes piezas son el boceto y el resultado final de la reproducción de la Virgen de las Mercedes de la Puerta Real que se encuentra en el basamento de uno de los varales del paso de palio de María Santísima de las Aguas, de la Hermandad del Museo. Como es sabido, los basamentos de estos varales reproducen importantes devociones marianas, la mayoría de ellas patronas de distintos lugares de España. Fue en 2009 cuando la Virgen de las Mercedes se incluyó a través del boceto en barro cocido de Miguel Ángel Velázquez, reproducido después también en el mismo material, aunque policromado por Manuel Mazuecos.



La dolorosa de la Hermandad de Jesús Despojado cuenta con una doble advocación: Dolores y Misericordia, siendo la segunda la que alude a la Orden de la Merced. Gracias a la donación realizada en su día por la Hermandad de las Aguas, dicha dolorosa tiene un broche que aúna ambas advocaciones, al estar formado por un corazón atravesado por siete puñales (Dolores) y el escudo mercedario (Misericordia).


De la Hermandad del Santo Entierro, con sede en el Convento de San Gregorio, se mostraban algunos elementos que aluden al cortejo alegórico que hasta 1965 tuvo la cofradía, con niños vestidos de diferentes seres celestiales, santos y sibilas. Asimismo, los vestidos de ángeles portaban elementos de la Pasión realizados en metal dorado. Actualmente, estos elementos los siguen llevando niños, pero vestidos de monaguillos.




Del Convento del Señor San José es un óleo sobre lienzo que veíamos a continuación y que representa a San Pedro Nolasco, fundador de la orden. Fue pintado por un seguidor de Murillo en la primera mitad del siglo XVIII.


En ese mismo cenobio hay un óleo sobre lienzo donde aparece Fray Juan del Santísimo Sacramento, uno de los reformadores de la Orden de la Merced. El lienzo fue pintado por un autor desconocido en la primera mitad del siglo XVII.


Y terminamos el contenido de la exposición con una vitrina que se ubicaba en el centro de la segunda sala. En ella contemplábamos una custodia de marfil y metal plateado con piedras semipreciosas de 1961, perteneciente al Convento de San Gregorio.


Junto a ella, se encontraba una pequeña escultura en marfil de María de la Merced, realizada por un autor desconocido en el siglo XIX y propiedad del Convento de San José.


Por último, veíamos una custodia de la Capilla del Mayor Dolor, sede de la Hermandad de Jesús Despojado, labrada en cobre fundido, torneado, dorado y burilado en el primer tercio del siglo XVII.


Sevilla, ciudad mariana por excelencia, hizo suya desde el principio la devoción a la Virgen en su advocación de Merced o Mercedes, acogiendo diferentes conventos y viendo nacer a varias hermandades con espíritu mercedario. Eso dio lugar a la creación de importantes obras de arte en la ciudad como las que han dotado de contenido a esta exposición que, como es costumbre, hemos tenido ocasión de repasar pieza a pieza.

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