Como culminación a los cultos anuales celebrados en su honor, el Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, de la Hermandad de la Cena, ha estado expuesto este domingo en besapié en la Parroquia de San Román, donde ha estado situado en el presbiterio alto del templo en lugar de en la capilla sacramental, como el año pasado (ver). Todo apunta a que éstos han sido los últimos cultos de la corporación del Domingo de Ramos en San Román antes de su regreso a la Iglesia de los Terceros, a la que parece que volverá el próximo mes de febrero.
El Cristo de la Humildad y Paciencia, que lucía sus potencias de salida, estaba elevado sobre una doble peana de madera dorada: la habitual y otra más antigua en la base, con el antiguo escudo de la hermandad pintado en el frontal. Esta última peana estaba a su vez sobre una tela de damasco morado que hacía de alfombra.
Flanqueando al Cristo sedente estaban los candelabros de los costeros del paso de la Virgen de la Encarnación sobre sendos pies de damasco morado con base cuadrada y galones dorados. Y más atrás se dispusieron dos jarras del paso de palio de Nuestra Señora del Subterráneo con diversas especies florales de tonalidad morada. Otras dos jarras con las mismas flores estaban más adelantadas, ante los escalones de acceso a la parte alta del presbiterio.
Al fondo, la Virgen del Subterráneo presidía ante el dosel de la hermandad el altar montado para los cultos que han tenido lugar en honor al Cristo de la Humildad y Paciencia. Junto a la dolorosa veíamos diversos candeleros con cera blanca y algunas jarritas del paso de palio.
Durante la celebración de estos cultos, el Señor de la Cena ha estado en el altar que hasta su regreso a Santa Catalina estuvo presidiendo la Virgen del Carmen, en la nave de la Epístola, mientras que los doce apóstoles estaban en la capilla del sagrario, a uno y otro lado del Santísimo, dando lugar a una escena de gran contenido sacramental.
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