Finalizadas las fiestas navideñas, que en esta hermandad se celebran de forma muy intensa, la imagen de Nuestra Señora de la Salud, con el Dulce Nombre de Jesús en sus brazos, ha estado expuesta en besamanos este fin de semana en su capilla de la Parroquia de San Isidoro.
Vestida con el manto de las estrellas, bordado en oro sobre terciopelo rojo en el siglo XVIII, la Virgen de la Salud se encontraba ante un dosel de cultos con crestería de madera policromada y con fondo y gotera de terciopelo rojo con galones dorados. Lucía también sus diferentes atributos procesionales, como la corona, la ráfaga, el cetro y la media luna. Además, presentaba una toca de sobremanto de encaje, mientras que el Niño vestía un traje de color blanco y su pequeña corona dorada.
La Virgen sujetaba un rosario con su mano derecha, la que daba a besar a los devotos, y el Niño hacía lo propio con la izquierda. Ambos tenían prendidas asimismo diversas medallas en su vestimenta, llevando también la Virgen unos pendientes, un collar y un anillo.
Una sencilla peana de madera dorada elevaba la altura de la Virgen de la Salud, que estaba flanqueada por dos columnas de madera dorada y de base cuadrada sobre las que había sendos candelabros dorados con cuatro velas blancas cada uno. Detrás de cada columna había un alto blandón de madera dorada, mientras que otros dos estaban colocados más hacia los extremos, fuera de la tarima alfombrada que realzaba el altar del besamanos. Y también fuera de la tarima había dos candeleros dorados igualmente con cera blanca.
En cuanto al exorno floral, se componía de cuatro jarras plateadas con rosas, lisiantum y estátice, entre otras especies de diversas tonalidades. Dos de las jarras estaban junto a la Virgen, sobre pequeños pies de base cuadrada forrados en terciopelo rojo; y las otras dos, más estilizadas, se dispusieron en los extremos de todo el montaje, sobre columnas doradas de fuste estriado y base cuadrada.
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